La Confederación General del Trabajo (CGT) tuvo su escenificación de unidad para recomponer su poder, pero no fue perfecta. En la foto final del congreso de renovación de autoridades no estuvo nada menos que Pablo Moyano, la tercera pata del triunvirato y una de las principales reincorporaciones, afectado por un cuadro febril. Y para demostrar que esta central obrera se puede reciclar, pero sigue estando lejos de la modernidad del siglo XXI, el secretario adjunto del Sindicato de Camioneros no pudo conectarse por Zoom y les transmitió un mensaje por teléfono a los congresales.
Fue quizá lo único que alteró lo que estaba previsto y que se cumplió: una reunificación de la CGT con regresos de sindicatos importantes que se habían alejado como Camioneros, SMATA y Bancarios, entre otros, dirigida a recuperar fuerzas para negociar en mejores condiciones con el Gobierno, al que en el congreso realizado en Parque Norte le reclamaron una mayor participación del gremialismo.
“Esta CGT tiene que ser parte de la discusión política del país”, sostuvo Héctor Daer (Sanidad) en su discurso final, luego de haber logrado su continuidad como cotitular cegetista hasta 2025. Su hermano Rodolfo Daer (Alimentación) señaló algo similar dirigiéndose al Gobierno: “Este movimiento obrero quiere discutir las políticas que se desarrollan en el país”. Es evidente que se sienten marginados por el mismo oficialismo al que apoyan y por eso hubo alusiones a la independencia de la central obrera, como la que manifestó Pablo Moyano. “No vamos a ser el apéndice de ningún gobierno”, prometió.
También quedó en claro de qué lado estará la mayoría de la central obrera en la puja Alberto Fernández-Cristina Kirchner, como lo explicitó Gerardo Martínez (UOCRA), uno de los más aplaudidos de la tarde, al reclamar que haya “un gobierno de una sola voz, la del Presidente”. Fue extraño que durante el congreso ningún dirigente haya aprovechado para convocar a la movilización a la Plaza de Mayo que anunciaron la CGT y movimientos sociales para el miércoles 17 de noviembre con motivo del Día de la Militancia y el objetivo manifiesto de apoyar al primer mandatario.
Si aquel fue un mensaje para Cristina Kirchner, también hubo otros con la misma destinataria: a eso sonó la advertencia de Héctor Daer de que “nadie se vuelva loco para ver qué pasa con la seguridad social: las obras sociales son un tema inclaudicable”. Apuntaba a la reforma del sistema de salud que promueve el kirchnerismo y que los sindicalistas temen que signifique apropiarse de los fondos de las obras sociales. El ratificado cotitular cegetista también le mandó señales a Juntos por el Cambio cuando pidió “sindicatos fuertes” y juzgó “inclaudicables” los convenios colectivos de trabajo, la Ley de Contrato de Trabajo y la Ley de Asociaciones Sindicales, supuestamente en la mira de la oposición.
Una CGT unida y con más poder, que exige estar en la mesa de las grandes discusiones nacionales, se propone rodear a Alberto Fernández para ponerle límites al kirchnerismo y busca tener fuerza para vetar cualquier proyecto que ponga en riesgo el modelo sindical y el sistema de obras sociales. Fue tan claro ese abanico de objetivos como el armado de un equilibrio interno que garantizaría esos propósitos. Quedó en firme, por un lado, la alianza que gobierna la central obrera desde 2018, entre “los Gordos” (Daer y Armando Cavalieri), los “independientes” (Andrés Rodríguez, Gerardo Martínez y José Luis Lingeri) y el barrionuevismo (Carlos Acuña, Argentino Geneiro, Oscar Rojas, Roberto Solari y Daniel Vila): coparon la mayoría de los principales puestos del Consejo Directivo.
El moyanismo comenzó las negociaciones previas al congreso con un reclamo de ubicar a su gente en 12 secretarías. Amenazaron incluso con retirarse si la respuesta era negativa. En ausencia de Pablo Moyano, la voz cantante del sector fue la de Omar Plaini (canillitas). Finalmente, aceptaron 6 cargos. Pese a la concesión, Pablo Moyano también podrá contar como propios los 6 lugares que logró su socio Sergio Sasia, líder del Semun (Sindicatos en Marcha para la Unidad Nacional), a quien los Camioneros respaldaron para convertirse en el titular de la Confederación de Trabajadores del Transporte (CATT).
Como se preveía, el jefe de la UOM, Antonio Caló, fue vetado para un cuarteto de conducción y le ofrecieron la Secretaría de Industria, pero los kirchneristas de la Corriente Federal de Trabajadores también amenazaron con irse si no le daban la Secretaría del Interior, que los metalúrgicos ya ocuparon en la CGT elegida en 2016 y que es clave porque maneja las regionales cegetistas de todo el país. Caló tuvo su premio consuelo. El kirchnerismo sindical, no: en el secretariado sólo entraron Sergio Palazzo (bancarios) en la Secretaría Administrativa y Horacio Arreceygor (televisión) en la de Ciencia y Técnica.
Para quienes se quejaban de que la CGT no tenía propuestas propias a la manera del documento de 26 puntos de Saúl Ubaldini, en los años ochenta, esta nueva central obrera presentó en sociedad durante el congreso el “Plan de Acción para una Argentina de todos”, una plataforma con ejes programáticos que, aseguró, servirá para “la discusión, el fortalecimiento y el encuentro de un camino de solución”.
Allí figuran títulos como “Trabajo registrado como instrumento de inclusión social”, “Desarrollo con producción y ocupación”, “Promoción del hábitat para una vida digna”, “Diálogo social para una mayor legitimidad de las políticas públicas”, “El cambio tecnológico como herramienta de inclusión y progreso social” y “Atender el cambio climático para cuidar la casa común”. ¿Podrá discutir este documento en un país con más del 40% de pobreza y el 50% de inflación? Será otro de los grandes desafíos de esta CGT, que ya comenzó a caminar a un ritmo propio y sin depender tanto de los pasos del Gobierno.
Es cierto que varios de los dirigentes que hablaron ayer pidieron que se vote al oficialismo en las elecciones legislativas, pero también que hay aires de autonomía donde hasta hace poco sólo existía tolerancia para los zigzagueos de la coalición gobernante. Por algo Gerardo Martínez, quien fue ratificado en la Secretaría de Relaciones Internacionales y dio uno de los discursos más sustanciales, advirtió: “Somos autónomos y soberanos. Nuestro compromiso es con los trabajadores y si tenemos que gritar, vamos a gritar”. Y tomó distancia del kirchnerismo cuando dijo que la CGT quiere “un país insertado en el mundo” y planteó “basta de inflación, el impuesto a la pobreza”.
En ese sentido, la escenificación cegetista fue perfecta. No habrá estado presente Pablo Moyano, pero la CGT modelo 2021 dio algunas señales de un sindicalismo que se despierta luego de un largo sopor oficialista. La imagen se completará la semana que viene con la movilización a la Plaza de Mayo para respaldar a Alberto Fernández, pero si efectivamente se realiza: en los pasillos de Parque Norte, algunos caciques sindicales especulaban que el acto de signo albertista estaría garantizado sólo si el Frente de Todos gana o pierde en los comicios por muy pocos puntos ante Juntos por el Cambio.
¿Y si el oficialismo recibe una paliza electoral? “Quizá se cancele -se sinceró un dirigente-. Ya saben cómo somos los sindicalistas. Te acompañamos a la puerta del cementerio, pero nunca entramos”.
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