Al partido bonaerense de La Matanza se lo conoce como “la quinta provincia”. Es el más populoso del país. Habitan 1.775.816 personas. Según los últimos datos publicados por el Registro Nacional de Barrios Populares (RENABAP), en su geografía de 328 kilómetros cuadrados, se contabiliza la mayor cantidad de asentamientos precarios del conurbano, 130. Allí faltan servicios, agua potable, cloacas, calles asfaltadas, tendido eléctrico, gas. Son 55.393 familias viviendo en condiciones de vulnerabilidad. Las prometidas obras de urbanización no llegan, o aparecen en cuentagotas. La marginalidad y las bandas narcos se hacen fuerte. Registra los peores índices de desarrollo humano. Desde 1983 está gobernado por el peronismo. En los últimos días quedó en el foco de la atención pública por el crimen de Roberto Sabo, el kiosquero de Ramos Mejía.
La pobreza en La Matanza alcanza a casi la mitad de la población. Parte del hambre se canaliza a través de los 1.300 comedores y merenderos, casi la mitad de los existentes en todo el territorio bonaerense. En su mayoría, estos espacios son coordinados por organizaciones sociales como el Movimiento Evita, Barrios de Pie, la Corriente Clasista y Combativa y el Partido Obrero, y las iglesias. También por el municipio.
La realidad social de la alcaldía, a cargo por segunda vez de Fernando Espinoza, no cambió a pesar de los distintos gobiernos que administraron la provincia de Buenos Aires desde 1983: Alejandro Armendariz (UCR), Antonio Cafiero (PJ), Eduardo Duhalde (PJ), Carlos Ruckauf (PJ), Felipe Solá (PJ), Daniel Scioli (PJ), María Eugenia Vidal (Cambiemos) y Axel Kicillof (PJ).
En La Matanza, desde la restauración de la democracia gobernó siempre el mismo signo político, el Partido Justicialista. Lo hicieron, Federico Russo, Héctor Cozzi, Francisco Di Leva (interino), Alberto Balestrini, Fernando Espinoza y Verónica Magario.
En este distrito la violencia en las calles y el narcotráfico siempre fueron un problema. Las zonas rojas del delito están marcadas con alfileres de colores en el mapa del delito que maneja el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni.
Las principales bandas de narcotráfico y de venta de drogas al menudeo se ubican en villas y asentamientos como Puerta de Hierro, San Petersburgo, Villa Palito, El Triángulo, Justo Villegas, Villa 21, Santos Vega y El Pasillo, entre otras.
San Petersburgo y Puerta de Hierro, son dos de las villas más peligrosas de la provincia de Buenos Aires. El consumo de pasta base o “paco”, que se prepara con el residuo de la elaboración de la cocaína, afectó a una buena parte de los jóvenes del lugar. Por eso se llegó a denominar a esos lugares como “la villa de los zombis”. Es frecuente ingresar a esos barrios y tropezar con alguno de esos chicos o chicas, tirados en las veredas y calles, consumidos por los efectos de fumar, a través de una improvisada pipa metálica, dosis de “paco”, la droga más económica que pueden conseguir. Sus efectos son letales. Y la violencia que les genera también. Lo observó Infobae en una recorrida que realizó junto al Padre Tano, uno de los curas villeros que se cargó en sus hombros la lucha contra la droga que mataba al 80% de los consumidores del barrio.
En San Petersburgo viven 420 familias y en Puerta de Hierro, 320. Un trabajo que se realizó en la gestión de Cristian Ritondo al frente del área de Seguridad cuando Vidal era la gobernadora develaba que casi la mitad de esas familias realizaban algún tipo de trabajo para las bandas narcos. Desde acopio de sustancias prohibidas hasta hacer de campana o de “soldaditos” de la droga para alertar sobre la presencia de “extraños” en la zona, o de algún patrullero o redada policial.
La impunidad era tal que una banda de narcotraficantes utilizó, al menos por dos años, una tirolesa para cruzar estupefacientes por sobre el río Matanza, en el límite de ese partido y el de Ezeiza. A mediados de este año, con Sabina Frederic aún al frente del Ministerio de Seguridad de la Nación, se desbarató a la organización criminal.
Por entonces, 330 efectivos de la Policía Federal Argentina realizaron 25 allanamientos simultáneos, principalmente en las localidades de La Matanza como González Catán y Gregorio de Laferrere. Uno de los procedimientos se realizó en un predio usurpado por la banda narco. El puntapié para desarticular a la banda de “La Tirolesa”, lo dieron los propios vecinos que denunciaron las ocupación ilegal de las tierras desde las que operaban los delincuentes.
Las armas de fuego en esos barrios es cosa de todos los días. Lo denunciaron ante este medio los frustrados comerciantes y trabajadores que salen temprano de sus casas a sus empleos y son robados, y temen ser asesinados. Como ocurrió el sábado pasado con Roberto Sabo, el kiosquero de Ramos Mejía, una de las zonas más acomodadas de la Matanza, que fue ejecutado con un tiro en la cabeza. Los delincuentes eran dos: un hombre de 30 años y una menor de 15. Ambos fueron detenidos.
El brutal homicidio está lejos de ser el primero que conmociona. Durante la madrugada del 20 de octubre, Gastón Ferreira, un remisero de 45 años, fue asesinado a balazos en el marco de un violento robo automotor que ocurrió en la localidad de Gregorio de Laferrere. Por el crimen, fue detenido un joven de 17 años identificado como Ulises.
Hartos por la inseguridad, un grupo de vecinos de Isidro Casanova decidió colocar un pasacalles a través del que advierten a los delincuentes que se defenderán por sus propios medios, sin pedir auxilio a la Policía.
“Rastrero, si venís al barrio a robar, olvídate, no llamamos a la Policía. Arreglamos nosotros”, se lee en el cartel que observó Infobae ubicado en la calle Bartolomé de las Casas, casi en el cruce con Albarello, en el barrio Atalaya, una zona próxima al estadio del club Almirante Brown.
El pasacalle no está firmado, pero tiene un nombre: “Pablo Escobar”. La mención al narcotraficante colombiano está escrita debajo de la ilustración de un revólver.
El laberinto de pasillos, en San Petersburgo y Puerta de Hierro, al costado de los cuales se improvisaron cunetas de cal, arena y cemento que ofician de cloaca a cielo abierto, son depósitos de autos robados, que después de ser “cortados” terminan quemados para borrar todo tipo de huellas. Nadie se los lleva.
La Matanza, a diferencia de otros municipios, como Moreno, tiene industrias propias. De hecho, es conocida como la “capital del calzado”, ya que hay un importante polo de confección y armado, que las medidas económicas tomadas por el gobierno durante la primera ola de la pandemia, castigó con fuerza y que desde la intendencia intentan socorrer.
Las condiciones económicas de La Matanza son tan precarias que la intendencia le solicitó al gobierno nacional el auxilio del Ejército para cocinar y repartir comida en los barrios más carenciados.
“La Matanza avanza”, advierten los carteles publicitarios que empapelan las paredes de ese distrito. Los asentamientos, la pobreza, la indigencia, el desempleo, los casi 100.000 chicos que asisten a los comedores populares para recibir un plato de comida, parecen contradecir la frase.
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