El Gobierno nacional afronta la última semana de campaña con la idea clara de que perderá las elecciones en la mayor parte del país. El golpe recibido en las urnas durante las PASO fue un quiebre en la vida política de la coalición y un marca que dejó una huella profunda en la Casa Rosada.
Los comicios claves siempre se juegan en los distritos electorales más importantes del país. En ese pequeño grupo están la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Mendoza y la provincia de Buenos Aires. En las elecciones primarias el peronismo perdió en los cinco lugares.
En las elecciones generales la situación podría empeorar en algunas de ellas y mejorar en otras. Sin embargo, las proyecciones que atraviesan al Frente de Todos es que perderán nuevamente en todos esos puntos geográficos y que la derrota tendrá un volumen mayor a la que se consumó el 12 de septiembre.
En la provincia de Buenos Aires el oficialismo pone todas las fichas para tratar de achicar el margen con Juntos por el Cambio, que dos meses atrás le ganó por cuatro puntos. En el territorio bonaerense hay 12.704.518 de electores habilitados para emitir su sufragio. De ese total hubo cerca de 2.500.000 que no fueron a votar. Allí el peronismo centra sus expectativas.
El resultado en el distrito que gestiona Axel Kicillof es determinante para amplificar o reducir el impacto de la derrota. En su gobierno asumen la derrota en forma anticipada. Al igual que sucede en la mayor parte de la coalición. “Si no se agranda la diferencia, estamos bien”, sostienen en La Plata.
La resignación está atada un escenario que consideran inmodificable pese a las múltiples medidas económicas que lanzó el gobierno nacional. Ya no alcanzan las medidas para dar vuelta la elección. En la vereda de enfrente, el PRO y el radicalismo lograron diluir las diferencias de la campaña, se unificaron y aprovecharon cada polémica generada por el Gobierno para subirse al tema y mantenerlo en la agenda.
Los intendentes bonaerenses doblegaron sus esfuerzos en el territorio para militar la búsqueda de votos, pero sienten que tampoco alcanzará con el operativo “casa por casa” que idearon en el tramo final de la campaña. El gran temor que sobrevive en el oficialismo es que la derrota sea aún más grande que la de las PASO.
En la Ciudad de Buenos Aires, María Eugenia Vidal tiene como objetivo primordial contener las adhesiones que electorado expresó por Ricardo López Murphy y Adolfo Rubinstein. Juntos por el Cambio sacó el 48% de los votos entre lo que lograron reunir los tres dirigentes en la interna. En la Ciudad hay 2.552.058 de electores.
En Juntos por el Cambio esperan que la ex gobernadora asegure el piso del 50% y consolide el triunfo frente al peronismo. En el entorno de Vidal son más cautos y advierten que las encuestas ya no son capaces de dar señales claras de lo que está pensando la sociedad. Si bien piensan que van a ganar, le restan importancia a si el triunfo será por 46, 48 o 50% de los votos. La elección, entienden, será buena de todas formas.
La apuesta de Leandro Santoro, quien encabeza la boleta peronista en la Ciudad de Buenos Aires, es poder superar el 24,66% de los votos que sacó en las Primarias. Romper ese techo será una victoria y le dará un sostén más sólido a su militancia en suelo porteño. Remontar la derrota es una tarea imposible, pero mejorar su propio rendimiento no lo es. La elección porteña está definida.
En Córdoba, donde hay 2.984.631 de electores, la derrota será muy dura. Ya lo saben y lo digieren desde hace tiempo en el Frente de Todos. Los hombres encargados de ponerse en la primera línea de infantería fueron Carlos Caserio y Martín Gill. La lista de ellos sacó 10,92% y no hay expectativas de mejorar.
Es un tercer puesto asegurado detrás de Juntos por el Cambio y Hacemos por Córdoba, la fuerza política que lidera el gobernador Juan Schiaretti. En las últimas semanas el mandatario intentó romper la lógica de la polarización para abrirse camino por el medio y apuntó a los dos competidores con dardos discursivos. “Cambiemos y el kirchnerismo han fracasado”, sentenció.
En Gobierno desconocen si las polémicas apreciaciones de Alberto Fernández sobre Córdoba tendrán un impacto en las urnas o no. El último domingo se filtró, a través de las redes sociales, un video en el que se le escucha al Presidente asegurar: “Queremos que Córdoba de una vez por todas se integre al país, que sea parte de la Argentina”. Fue durante una reunión con intendentes que llevó a cabo en el CCK la semana pasada.
La frase cayó muy mal en la provincia. Luis Juez, que se encamina a ser el gran ganador de las elecciones, sostuvo que las apreciaciones de Fernández fueron “ofensivas, agraviantes, dolorosas, y lastimosas”. Desde el bloque legislativo Córdoba Federal, que responde a Schiaretti, también apuntaron contra el Jefe de Estado. “Esto confirma la mirada unitaria que tiene de la Argentina. Todo lo que pase fuera del AMBA no es Argentina”, señalaron.
En Mendoza, donde hay 1.439.463 electores, el peronismo espera otra derrota contundente. Las proyecciones advierten una distancia de 20 puntos entre la lista que lidera la dirigente de La Cámpora Anabel Fernández Sagasti y la que lleva el sello de la fuerza Cambia Mendoza, que lideran los radicales Alfredo Cornejo y Rodolfo Suárez.
Lo que sucederá el domingo en la provincia cuyana será un triunfo radical que revalidará el proyecto político iniciado por Cornejo. Esa victoria le dará más volumen al armado nacional de la UCR, que lleva adelante una lucha interna de poder con el PRO dentro de Juntos por el Cambio.
Finalmente, en Santa Fe, el peronismo espera acortar la distancia con Juntos por el Cambio, pero saben, por adelantado, que los esfuerzos no alcanzarán para quitarle la victoria a la periodista Carolina Losada, quien dio la sorpresa y se quedó con la interna el 12 de septiembre.
En la provincia que gobierna Omar Perotti hay 2.768.525 electores, lo que la vuelve una región clave para intentar achicar la distancia y amortiguar el impacto de la derrota nacional. La boleta que lleva a Marcelo Lewandoski como candidato a senador tiene un fuerte respaldo en Rosario, pero es rechazada en el interior santafesino.
En el Frente de Todos creen que a Losada le costará contener los votos que sacaron José Corral, Federico Angelini y Maximiliano Pullaro en las PASO, pero que, aún así, su candidatura está muy fuerte en el interior de la provincia y las zonas donde el campo tiene un peso específico. Sumado a una performance aceptable en Rosario, es difícil que se le escape la victoria.
En la antesala de las elecciones generales el Gobierno advierte que lo más probable es que pierda en los cinco distritos más importantes del país. Las ilusiones están en baja y las perspectivas son negativas. El peronismo vive un momento de absoluta tensión interna y el volumen del resultado que surja el domingo marcará el pulso de los días cargados de incertidumbre que se avecinan.
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