Pase lo que pase en las urnas dentro de una semana, nada será igual para Juntos por el Cambio. Hay mucha confianza en repetir e incluso mejorar el triunfo de las PASO, pero los referentes opositores ya miran con más detenimiento lo que pueda pasar desde el lunes 15 y no solamente en el país: las elecciones legislativas también pondrán a prueba la solidez de la coalición y definirán de una vez por todas el tablero que quedará montado para 2023.
El que más tiene para ganar (y perder) es Horacio Rodríguez Larreta, el artífice de las candidaturas de Capital y provincia de Buenos Aires que, como efecto del resultado de las PASO, quedó fortalecido y en la línea de largada de su soñado proyecto presidencial.
El domingo próximo, si JxC consolida la victoria, será un líder casi indiscutible del espacio e iniciará oficialmente el plan que busca instalarlo como el sucesor de Alberto Fernández. Larreta sabe que un mayor traspié electoral del Gobierno también lo expondrá mucho más durante los largos dos años que faltan hasta las elecciones presidenciales. No podrá eludir las definiciones tajantes, será el eje natural de la estrategia opositora y sufrirá el desgaste de lidiar con la gestión porteña en forma simultánea con el armado nacional de su candidatura a presidente de la Nación, para la cual, según piensa, tiene que apuntar al apoyo del 60% del electorado.
Aun así, será clave saber exactamente los porcentajes de votos que obtendrá cada fuerza el próximo domingo y la diferencia entre el oficialismo y la principal fuerza opositora. “No nos conviene un triunfo muy amplio”, razonan en el laboratorio electoral del larretismo, justamente porque ese escenario pondrá a Juntos por el Cambio en un estatus de virtual cogobierno por el mayor peso que tendría en el Congreso y el descalabro que se desataría en el Frente de Todos.
De alguna forma, aunque no lo admita, Rodríguez Larreta ya comenzó informalmente su campaña presidencial. No fue casual que en la campaña de las PASO haya programado recorridas en zonas empobrecidas del conurbano bonaerense: quería ayudar a Diego Santilli, pero, además, medir el pulso de los votantes peronistas que hasta ahora repelían opciones de otro partido. Quedó entusiasmado con la experiencia. Comprobó que, como aseguran las encuestas, es una figura muy conocida y, a la vez, aceptada. Si no lo aplauden, al menos tampoco lo agreden.
Un dirigente peronista relató a sus compañeros cómo le fue a un referente nacional que se reunió con vecinos de una barriada pobre de la Primera Sección Electoral: cada vez que se mencionaba a Alberto Fernández, la gente estallaba en silbidos y abucheos; la mención de Cristina Kirchner despertaba expresiones de cariño y, para su sorpresa, surgían aplausos al nombrar a Larreta.
Tras las PASO, el jefe de Gobierno se dedicó a viajar por las provincias que pueden aportar a Juntos por el Cambio los cinco senadores que necesitan para que la Vicepresidenta no tenga el quórum. Lo hizo prácticamente sin la presencia de otros dirigentes nacionales y concentrado en respaldar a los candidatos propios. Lo mismo hizo Patricia Bullrich, en un contrapunto de recorridas por el interior en el que cada uno jugó para la coalición y también para sí mismo. Con tanto viaje similar, ¿quién capitalizará el rédito político si suman los cinco senadores?
Ahí se esconde uno de los temores de la dirigencia de JxC para el día después de las elecciones. Las tensiones internas están sólo contenidas y disimuladas por la campaña y por la necesidad de ganar como sea el 14 de noviembre. Algunos imaginan que las diferencias estallarán porque los proyectos personales requerirán de jugadas más claras que amplificarán las rivalidades.
Los operadores del alcalde porteño, por ejemplo, saben que no es casual que Mauricio Macri haya expresado su deseo de confluir con Javier Milei en 2023 “en una propuesta única”. ¿Hacía falta que lo dijera cuando Larreta y Vidal trata de que el economista liberal no les saque votos? “Las ideas que expresa Milei son las que siempre he expresado yo, pero pertenezco y apoyo a Juntos por el Cambio”, aclaró el ex presidente, que habló como si fuera un observador imparcial de la política argentina y no un referente de peso cuyas opiniones influyen y condicionan.
El factor Macri es otro de los ingredientes que se reforzará después de las elecciones. Elevó su perfil con una raleada escenificación de sus apoyos cuando declaró por primera vez en Dolores ante el juez Martín Bava. Ante Juana Viale, no negó que piense en candidatearse en 2023. Probablemente no lo descarte porque está esperando ver qué pasa dentro de dos años en el país y en las encuestas sobre imagen de los políticos. Después de todo, Cristina Kirchner parecía cerca de la jubilación tras su derrota de 2015 y revivió en las urnas cuatro años más tarde.
Rodríguez Larreta piensa en hacer crecer su base electoral, sobre todo, entre los votantes del peronismo. Macri tiene otros planes, por lo visto. Coinciden estratégicamente con los de Bullrich, que avanza con planes, propuestas y equipos para disputar la candidatura presidencial en las PASO. ¿Y Vidal? Dicen que sueña con lo mismo: tiene previsto regresar al territorio bonaerense para recorrerlo y viajar por el interior. Intuye que competirá por la jefatura de Gobierno de la Ciudad si su amigo Horacio se mantiene tan firme para llegar a la Casa Rosada.
Martín Lousteau, el socio radical del larretismo, está dispuesto a dar batalla contra Vidal por el mismo puesto. Rodríguez Larreta le dará señales de buena voluntad: podría sumar a su gabinete al legislador porteño Juan Nosiglia, uno de los hijos de Enrique “Coti” Nosiglia, aliado del senador de la UCR, entre los reacomodamientos que, desde diciembre, sumarían al intendente de Vicente López, Jorge Macri, y a Gustavo Ferrari al elenco de funcionarios de la Ciudad.
El primer indicio del tono que adquirirá la interna de Juntos por el Cambio se pondrá en evidencia en la noche de las elecciones legislativas. El larretismo instalará nuevamente su búnker en Costa Salguero y sus colaboradores reconocen que ya hay contactos con dirigentes nacionales como Bullrich y Alfredo Cornejo, el jefe de la UCR, para no repetir lo que sucedió en las PASO: se desdoblaron las celebraciones para no regalarle a Larreta la foto triunfal del día, pero la conferencia de prensa de los líderes del PRO, el radicalismo y la Coalición Cívica, en otro lugar de la Ciudad, se hizo a medianoche, casi en soledad y con escasa repercusión periodística.
Ahora se piensa en concretar más temprano la aparición de los candidatos porteños junto con Rodríguez Larreta y dejar el escenario libre para que después irrumpan los dirigentes nacionales. La construcción de esa foto es casi tan importante como el resultado electoral: reflejará si la unidad de la coalición opositora es sólo un decorado con fecha de vencimiento o algo más consistente y parecido a lo que sus dirigentes necesitan para aspirar a volver al gobierno.
En Juntos por el Cambio están convencidos de que, sea cual fuere el resultado de las elecciones, el Gobierno se radicalizará. Para algunos de sus dirigentes, esa alternativa hasta podría ser positiva para la oposición: no habrá dudas de que estarán en la vereda de enfrente. Un oficialismo de actitud moderada la pondría ante un dilema: ¿qué hacer ante un posible llamado al diálogo para garantizar la gobernabilidad? Es lógico negarse en plena campaña, pero luego tiene un costo político negarse a acuerdos básicos en un país con más del 40% de pobreza. “Si ahora quieren dialogar, que se canalice a través del Congreso”, repiten a coro en las filas de JxC.
El radicalismo también afrontará sus propios desafíos. Facundo Manes deberá sostener su figura en ascenso como un diputado más del bloque opositor. ¿Se mantendrá la idea de lanzarlo como candidato presidencial? En ese punto lo miran de reojo otros aspirantes como Alfredo Cornejo y el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales. Nadie descarta que se sume el gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés, envalentonado tras haber ganado las PASO con el 58,96% de los votos. Él no lo negó: “Yo tengo compromiso con los correntinos. Estamos para colaborar en la construcción de la alternativa y como militante vamos a estar en el lugar que nos toca”, dijo.
La propia Mesa Nacional de Juntos por el Cambio sería rediseñada con la incorporación de dirigentes potenciados como Santilli: aunque pierda por un punto, ya es un referente ineludible de la provincia de Buenos Aires y nadie le quitará la chapa de principal candidato a gobernador. No quieren resignarse a abandonar el mismo plan Cristian Ritondo, el jefe del bloque de diputados del PRO, cuya futura postulación para suceder a Axel Kicillof avala Vidal.
Otros que quieren terciar en esa pelea bonaerense para 2023 son Diego Valenzuela, intendente de Tres de Febrero; Emilio Monzó y Joaquín de la Torre. Jorge Macri estaba empecinado en lo mismo, aunque tras su probable paso como ministro porteño estaría legalmente habilitado para competir por otro mandato en Vicente López y algunos hasta le ponen algunas fichas para disputar la jefatura de Gobierno en la Ciudad, donde hay menos resistencia a su apellido.
“El Colo” pasará los últimos días de campaña a puro vértigo. Este lunes, recorrerá Miramar, Balcarce y Tandil (seguramente, junto con Macri ya que es su ciudad natal). El martes, Merlo y Hurlingham. El miércoles, San Andrés de Giles y General Rodríguez, más un acto en San Miguel con Manes. El jueves, Florencio Varela y el cierre de campaña en La Plata.
Para Vidal, el horizonte no es más relajado por más que las últimas encuestas la siguen ubicando con el 48,5% de los votos en promedio, contra un 24/25% de Leandro Santoro y un 15/16% de Milei. Multiplicará sus caminatas y encuentros con vecinos, acompañada por la dirigencia nacional.
Ayer estuvo con Ricardo López Murphy en Belgrano y prepara una fuerte campaña digital alrededor de la consigna “Basta” hasta llegar a un doble cierre proselitista: el martes en Soldati, en la misma Comuna 8 del sur de la Ciudad donde perdió por sólo 400 votos, y el miércoles, en la Plaza de las Naciones Unidas, en Recoleta, con las presencias de Larreta, Macri, Bullrich, Lousteau y Maximiliano Ferraro.
Falta sólo una semana para las elecciones legislativas. Apenas cinco días de campaña. Y nada más que ocho días para que llegue el lunes 15 de noviembre y quizá se comience a escribir otra historia política en la Argentina. Juntos por el Cambio quiere protagonizarla. ¿Volverá a enredarse en el vuelo bajo de “halcones” y “palomas”? Es una de las tantas dudas del momento. La mayoría de interrogantes, de todas formas, está del lado del Gobierno.
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