(Enviado especial a Glasgow). Alberto Fernández tenía decidido solicitar la participación oficial de Joseph Biden para destrabar la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), pero al final cambio su discurso para poner énfasis en la comunidad global.
En la delegación oficial que acompaña al Presidente se aseguró que la versión desechada fue presentada por Gustavo Beliz -secretario de Asuntos Estratégicos-, y que tras una análisis del Canciller Santiago Cafiero se optó por escribir otro discurso sin mencionar directamente a Biden, que sería el anfitrión del evento en la COP26 de Glasgow.
El discurso original de Alberto Fernández decía lo siguiente:
“Al Presidente Biden le dirijo un especial agradecimiento por este liderazgo. Su firme decisión ha permitido la histórica emisión de Derechos Especiales de Giro desde el Fondo Monetario Internacional.
Necesitamos también de su atención y sensibilidad, Presidente Biden, para superar el obstáculo que la Argentina tiene en materia de endeudamiento externo con el FMI. Hacerlo de modo exitoso, nos permitirá acelerar nuestra transición climática.
Estamos renegociando un préstamo que se le concedió a mi país por 57.000 millones de dólares. Una suma que significa más de la mitad del presupuesto que el mundo comprometió para atender al cambio climático. Ese compromiso, como todos sabemos, permanece incumplido.
Presidente Biden, colegas:
Necesitamos mayor flexibilidad para honrar esa deuda, en plazos y tasas.
Estamos dispuestos a vincular parte de su pago a las imprescindibles inversiones en infraestructura verde”.
Ante esa versión que ya estaba corregida para ser leída frente a Biden y a Ursula von der Leyen (Comisión Europea), Alberto Fernández finalmente leyó este discurso:
“Agradezco y reconozco el esfuerzo de la comunidad internacional por la histórica emisión de Derechos Especiales de Giro desde el Fondo Monetario Internacional con el propósito de superar los efectos de la pandemia.
Necesitamos también de la atención y sensibilidad de esa misma comunidad para superar el obstáculo que la Argentina tiene en materia de endeudamiento externo con el FMI.
Hacerlo de modo exitoso, nos permitirá acelerar nuestra transición climática. Estamos renegociando un préstamo que se le concedió a mi país por 57.000 millones de dólares. Una suma mayor a la que el FMI destinó para todos los países del mundo para combatir la pandemia y que significa la mitad del presupuesto que el mundo comprometió para atender al cambio climático y que aún permanece incumplido. Esto demuestra un grado de inconsistencia que debemos corregir.
Colegas: Necesitamos mayor flexibilidad para honrar esa deuda, en plazos y tasas.
Estamos dispuestos a vincular parte de su pago a las imprescindibles inversiones en infraestructura verde”.
La versión que Alberto Fernández descartó, se basada en que Estados Unidos tiene los votos y la influencia política en el board del Fondo Monetario Internacional (FMI) para lograr que Argentina cierre un acuerdo de Facilidades Extendidas que permita refinanciar la deuda de 44.000 millones de dólares.
Alberto Fernández instruyó a su ministro de Economía, Martín Guzmán, al secretario de Asuntos Estratégicos Gustavo Beliz y al embajador en Estados Unidos, Jorge Arguello, para que obtengan el respaldo de la Casa Blanca al momento de tratarse el Caso Argentino en el board del FMI.
Guzmán, Beliz y Arguello hicieron su faena y acercaron posiciones con el Consejo de Seguridad de la Casa Blanca, el Departamento de Estado y la Secretaría del Tesoro, pero a esta altura de las negociaciones con Kristalina Georgieva y su staff se hacia indispensable que Alberto Fernández ocupara el centro del escenario político.
El presidente diseño una nueva estrategia de abordaje de la deuda externa a través de la agenda verde que tiene comprometido a Joseph Biden y a toda la administración demócrata.
En sus últimos discursos en el G20 de Roma y en la cumbre de cambio climático en Glasgow, Alberto Fernández insistió en crear un fondo de resiliencia, reducir los porcentajes de los sobrecargos, utilizar los Derechos Especiales de Giro (DEG,s) y ampliar los plazos de pago al FMI para facilitar el cumplimiento de las metas del Acuerdo de París.
Esta línea de argumentación del jefe de Estado encaja con los objetivos geopolíticos de Biden, que intenta forzar un cambio en el sistema económico y financiero mundial por medio de proyectos sustentables vinculados a la baja emisión de carbono y al uso extensivo de energías renovables.
Desde esta perspectiva, el planteo de Alberto Fernández es fácil de explicar: si la Casa Blanca pretende acelerar sus objetivos vinculados al cambio climático, Argentina puede sumarse con creces a esa cruzada si Biden presta su ayuda e influencia para cerrar el acuerdo con el FMI.
Estados Unidos es el socio mayoritario del board, y su respaldo es clave para cerrar el deal con Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI. Con Biden al lado del Presidente, Canadá, Francia, Gran Bretaña y Alemania dejan de jugar al Don Pirulero. Y México, China, Brasil y Rusia completarían el círculo para evitar un default y relanzar la economía a partir de 2022.
En este contexto, Alberto Fernández jugaba el resto para lograr que prospere la negociación con el FMI.
Al final se arrepintió, y aún no hay una explicación oficial para entender porqué cambió un movimiento diplomático que hubiera podido acelerar las conversaciones entre la Casa Rosada y el FMI.