Margarita Barrientos: “Si vamos a cortar una calle que sea para pedir trabajo, no para pedir más planes”

En una charla a fondo con Infobae, la referente social criticó a la Mesa contra el Hambre y aseguró que nunca se sintió usada políticamente. “Hablar del hambre no es un número, somos gente”, dijo

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Margarita Barrientos: "Daría mi vida por todas las cosas que hago"
Margarita Barrientos: "Daría mi vida por todas las cosas que hago"

Hace 26 años que Margarita Barrientos trabaja para la gente. Exactamente el 7 de octubre de 1996 comenzó con su misión de ayudar al prójimo. En ese momento se ganaba la vida con el cirujeo. Desde ese lugar empezó. Hoy es una mujer súper poderosa.

A las 11 de la mañana la fundadora del comedor “Los Piletones” recibió a Infobae en su Fundación de Villa Soldati. Ni bien atravesamos la puerta de la calle Plumerillo 3995, nos enamoró el olor de un riquísimo pastel de papa, el menú del día, que desconcentra y da hambre.

Margarita nos espera sentada en una mesa redonda, hablando por teléfono. Se la ve más delgada que de costumbre, debido a unos problemas de salud que la obligan a llevar una dieta estricta. Al vernos, deja de hablar y nos da la bienvenida a su propio imperio solidario.

Antes de empezar, nos ofrece un delicioso jugo de mandarinas, y atenta a todo lo que pasa alrededor, nos regala una charla a corazón abierto. Madre de 9 hijos propios y 3 adoptados, esta mujer de 60 años, transpira sacrificio y trabajo. En la actualidad, gracias a su obra, 7.000 personas se alimentan por día en sus comedores.

Barrientos recordó cómo fue la primera entrevista periodística que hizo para dar a conocer su trabajo y pedir ayuda. Crítica con la Mesa contra el Hambre, asegura que ninguno de los que participó de ella sabe lo que es sufrir privaciones: “Si pasó hambre fue porque no pudo ir a los mejores restaurantes a comer”.

Margarita Barrientos - Actualidad

—Nació en Santiago del Estero y viajó a Buenos Aires. ¿Se acuerda cómo pasó del anonimato a convertirse en una persona pública?

—Bueno, a través de mi trabajo, a través de lo que hago. Empezamos un 7 de octubre del año 1996 dando de comer a quince niñitos y un abuelo. Los vecinos, en el año 97/98, me hicieron una mención de “vecina ejemplar”, que me la otorga, en ese momento, el intendente: Doctor De la Rúa. Y bueno, al poco tiempo estuve en los desfiles solidarios que organizaba Jorge Lanata, con Leuco, que caminaba las villas cuando esto era todo barro, no teníamos calle asfaltada, era todo prácticamente pasillos. Después, salí Mujer del año. Y bueno, ahí yo creo que empieza el reconocimiento hacia todo mi trabajo.

—¿Se acuerda cuál fue la primera entrevista que dio? Es decir, la primera vez que usted fue la protagonista.

—Sí, fue con Juan Alberto Badía, en Corazones solidarios, así se llamaba el programa, era los días sábados. Él conducía y yo había ido al programa y no pude salir porque, claro, para mí era todo nuevo y ver todo, las cámaras, luces, todas esas cosas. Me lloré la vida. Entonces él me enseñó cómo tenía que hablar, tenía que tranquilizarme, sobre todas las cosas, para que la gente me conozca y me ayude, para que nosotros podamos seguir trabajando. Y bueno, hice lo que él me dijo y la segunda vez que me llevó al programa estaba como más suelta.

—Desde esa primera entrevista a esta que estamos haciendo ahora, ¿en qué cambió su vida?

—En qué cambió mi vida… El seguir trabajando. En seguir ampliándonos, haciéndonos más grandes. No solamente hacer un comedor, yo creo que un comedor es un comedor, pero nosotros hicimos dos jardines, biblioteca, panadería, carpintería, una casa de medio camino, hay una huerta de hidroponía, un polideportivo, un centro de salud, un centro odontológico, talleres de costura donde hacemos la ropa. La señora Flavia, que es el orgullo más grande que tengo de haberla conocido hace 18 años, y hoy con 90 años aún sigue trabajando. Para ella trabajar es la dignidad que necesitamos todos. Eso es lo que siempre me dice. Es una diosa, la amo con toda mi alma. Y bueno, poder seguir creciendo, dando trabajo a la gente, porque a mi alrededor trabaja muchísima gente. Trabajan maestros, psicólogos, psicopedagogos, asistentes sociales, está nuestra coordinadora que es la señorita Silvia, que es la que hace que las cosas sean más livianas.

Margarita Barrientos en el comedor Los Piletones
Margarita Barrientos en el comedor Los Piletones

—¿Cómo logró hacer todo lo que hizo? ¿Quién la ayuda?

—Con la ayuda de mucha gente. Empezamos así: un día mi esposo, que trabajaba en el cirujeo y había venido, como todos los días, trayendo mucho pan y facturas, porque él limpiaba la panadería a la mañana temprano, teníamos carro y caballo, me dijo: “Magui, ¿por qué no le hacés una taza de mate cocido a los chicos?”. Era un 7 de octubre. Yo tenía siempre, como cocinaba a leña, una olla en el fuego todo el día. Ahí le eché un poco de hierba y lo endulzamos con miel porque no teníamos azúcar y calentamos las facturas en el horno de barro, que él había hecho. Y ese fue el primer día. Yo creo que ha sido el desayuno más rico que hemos comido y tomado, no solo mis hijos sino los hijos de los vecinos.

Después, un vecino acarreaba la leña, otro me ayudaba a acarrear el agua, otro me ayudaba a juntar fierros para poder vender y comprar cosas. Mientras mis hijos mayores salían a trabajar en la calle y mi esposo también. Esos fueron los comienzos, el sacrificio. Yo digo que cuando las cosas las hacés con sacrificio estas tienen un sabor muy especial. Es como que lo valorás mucho más. Y cuando las cosas te vienen de arriba es como que no tiene ese gustito de que lo estuviste esperando.

Realmente ha sido un sacrificio enorme hacer y parar la olla todos los días. Parar la olla todos los días, el mate cocido a la mañana, el almuerzo, darles una taza de mate cocido a la tarde, porque no teníamos leche, no teníamos cómo comprar en los comienzos. Y bueno, hoy, gracias a Dios, uno les puede brindar de todo, leche, yogurt, un postre en la comida, una rica merienda.

—¿Cuál fue el mayor sacrificio que le tocó hacer en todo este trayecto?

—Todo.

—¿Qué es lo que más le cuesta hoy?

—Lo que más me cuesta hoy es mantener todo lo que hemos hecho. Porque en estos últimos tiempos sacudió, pegó muy fuerte esta pandemia. Yo siempre digo: “Nos puso de rodillas”. Y cuesta tanto salir, porque la gente perdió el trabajo, porque el que alquilaba no tenía para pagar el alquiler. Y el que tenía una changuita, de un día para el otro, no la tuvo más. Las escuelas se cerraron, nuestros niños estaban en la casa. Yo soy abuela y si mi nieto me viene a preguntar cuánto es 3 por 5, no le puedo decir porque no lo sé, hemos perdido esa cosa de enseñanza. Hay muchos papás que saben y que, bueno, todo este tiempo hicieron de maestros. Ayudando a los niñitos a que no pierdan la escuela, que no pierdan los estudios. Tratando de superar hasta a la misma tecnología, porque había que trabajar con los teléfonos, con una computadora, el que tiene una...

—¿Aprendió algo de la pandemia?

—Aprendimos de todo. No solamente yo, todos hemos aprendido algo. Hemos aprendido a ser más solidarios. Aprendimos a que tenemos que compartir, porque había mucha gente que, no solo venía al mediodía, venía fuera de horario. Pero lo que más me dolía era ver a los chicos de la calle, que uno les daba la comida, y se sentaban en la vereda a comer. Eso me dolía muchísimo porque hay muchos chicos de la calle, hay muchos chicos que consumen droga, alcohol, y no darles el espacio que ellos tenían acá, quitárselo porque no los podíamos hacer entrar era doloroso.

Margarita Barrientos: "Estamos acostumbrados a recibir lo que nos dan, no a exigir lo que corresponde"
Margarita Barrientos: "Estamos acostumbrados a recibir lo que nos dan, no a exigir lo que corresponde"

—En estos últimos tiempos, ¿se sintió defraudada?

—Sí, hay muchas cosas en nuestro trabajo que te defraudan. Yo creo que lo único que nunca me ha defraudado es la gente, estas mujeres que, hay casi 50º de calor ahí adentro de esa cocina, pero están haciendo pastel de papa, y nunca dejaron de cocinar y no cobran un sueldo. Aquellas mujeres que cocinan en el jardín, que hacían vianditas para que las mamás de los niñitos de jardín tengan la comida todos los días para los nenitos. Y la gente que colabora de afuera, muchas, cortaron las donaciones porque, a veces, el que más le cuesta era el que más donaba y de repente dejó de donar porque las cosas ya ni para ellos les alcanzaba por falta de trabajo.

—¿Y quién la ayuda a usted? ¿Qué ayudas recibe del Gobierno?

—Recibimos una parte del Gobierno de la Ciudad. Tanto para el jardín como para la casa de medio camino y para el comedor. El jardín te cubre todo, en la casa de medio camino también, y acá, el comedor, una parte la cubren, la otra parte nosotros tenemos que buscarla a través de donaciones. El Gobierno Nacional... Bueno, cuando nosotros lo teníamos a Arroyo muchas veces fuimos a pedir su ayuda porque no es fácil mantener esto y sobre todo la gran preocupación mía era no cerrar los comedores durante este último tiempo; pero tuve que cerrar un comedor en Santiago del Estero donde más se necesita, por no recibir alimentos, y el de Cañuelas. Y bueno, eso nos costó mucho. Por suerte ahora con el nuevo ministro cambió todo, cambiaron un montón de cosas.

—Dice que con Juanchi Zabaleta, ¿las cosas funcionan mejor?

—Sí. La verdad es que es una persona, un Ministro, como deseamos tener nosotros, que nos solucione los problemas. Porque yo no trabajo para mí, yo trabajo para ellos y para la gente, para la gente que lo necesita. La gente que vota a los gobiernos. Yo no le ando haciendo política a ningún gobierno y nunca le voy a hacer.

—¿Cuál cree que es la diferencia con otros ministro de Desarrollo Social?

—Bueno, Carolina Stanley, por ejemplo, también ha sido una buena ministra. Muy buena ministra. Porque también conocía los recorridos de la villa. Y Juanchi es un tipo que viene de un lugar en donde la necesidad le golpeaba las puertas todos los días. Es muy valorable que conozcan lo que es la necesidad de la gente. Y yo creo que, no voy a decir que son parecidos, pero trabajan por la gente. Y eso es bueno.

—Es una persona que valora mucho el trabajo. ¿Cómo ve hoy la cultura del trabajo? ¿Los argentinos quieren trabajar?

—Hemos perdido mucho lo que es la cultura del trabajo, porque padres jóvenes, chicos de 20 años, ya son padres y muchos de ellos nunca trabajaron, mientras que un padre de 35 o 40 años tal vez ha vivido de una changa y no de un trabajo estable. Pero sí, la lucha del trabajo no debería perderse nunca y se debería dejar un poco los planes de lado. Yo creo que a la gente hay que enseñarle un oficio y no darle un plan. Yo crie muchos hijos, hijos míos, hijos ajenos y lo que siempre he hecho ha sido trabajar. Porque a mí el Estado no me mandó a parir. Yo soy responsable de criar, educar, vestir, calzar y mantener a mi familia. Hoy quedás embarazada y el Estado te mantiene. Tal vez hay muchas cosas que tendrían que mejorar pero, sobre todo, es que los hombres y las mujeres tienen que tener un trabajo, tenemos que enseñarles. Yo siempre dije que empecé a trabajar a los 11 años y nunca me sentí usada, jamás. Sabés cómo me sentí: agradecida. Agradecida porque me enseñaron a trabajar desde chica.

A mí el Estado no me mandó a parir. Yo soy responsable de educar y mantener a mi familia

—Dice que no se sintió usada. ¿Hoy hay gente que se deja usar?

—No sé, yo creo que hay mucha gente que debe muchos favores políticos. A lo mejor esa persona tiene que pagar con algo. Y creo que eso ya no tendría que existir. No tenemos que dejar que nos usen, porque este es nuestro trabajo, es nuestra vida, es nuestro sacrificio, tenemos que tener un trabajo digno y pedir lo que nos corresponde.

—¿Cómo ve a la política?

—Peleándonos mucho, criticándonos mucho. Que todos dicen lo que van a hacer, pero nadie hace nada para cumplir la promesa. Me gustaría que los políticos se dejaran de criticar y que hicieran más. Que se dejaran de faltar el respeto y que nos enseñen educación. Porque si usted a mí como presidenta me falta el respeto, qué me queda a mí para faltarle el respeto a otro.

—Cuando dice “que no nos falten el respeto”, ¿en qué hecho puntual siente que nos faltan el respeto?

—Me gustaría que la secretaria o el secretario del gobernador Gerardo Zamora me llamara y me dijera: ”Margarita, queremos ir a conocer su lugar de trabajo”, antes de criticarme, antes de ponerme trabas. A mí, en Santiago del Estero, no me arreglan las calles, se lo juro por Dios y mis hijos. Cuando llueve la gente no puede andar. Si yo tengo un camión que tiene que entrar a la fundación lo tenemos que descargar en la calle y acarrear las cosas en medio del barro porque no nos quieren poner un poco de ripio.

El Intendente dice que es por orden del Gobernador, y al Gobernador nunca lo escuché.

—Tenemos este medio para que la escuche el Gobernador, ¿qué le diría si la leyera?

—Que lo invito y que dejemos las diferencias. Somos gente grande y yo quiero trabajar. Porque la gente a mí no me vota, los votan a ellos. Que conozca mi lugar de trabajo. Si él tiene alguna idea me gustaría conocerla y si yo tengo alguna idea me gustaría compartirla con él.

A la gente hay que enseñarle un oficio y no darle un plan

—Es una persona que hace mucho por la sociedad, ¿la llamó Alberto Fernández?

—No, nunca. Sí estuve con el Presidente, fui a pedirle ayuda antes de que yo cerrara los comedores porque ya le digo: los comedores que tuve que cerrar y afectó muchísimo fue el de Santiago del Estero, donde la necesidad es mucha, y después el de Cañuelas, que quedaron 220 familias sin comer. Eso fue lo que yo fui a plantearle, que no quería cerrar, me ofreció ayuda y qué sé yo, qué sé cuánto, pero bueno…

—¿Le ofreció ayuda y se la dio?

—No, no, no. Pero bueno, ahora espero que con este nuevo Ministro podamos tener lo que nosotros necesitamos.

Margarita Barrientos y Alberto Fernández
Margarita Barrientos y Alberto Fernández

—Si tuviera la posibilidad de verlo al presidente Alberto Fernández, ¿qué le pediría?

—Trabajo. Yo creo que a cada gobierno que entre y se vaya lo único que le pediría es trabajo, salud, seguridad y educación. Es la necesidad de la gente, nuestros hijos necesitan estudiar, nosotros necesitamos trabajar, en el hospital que nos atiendan, y tener seguridad para que tengamos la libertad de caminar y de llevar, yo, a mis nietos a la plaza y muchas mamás a sus hijos.

—¿Cómo ve a la vicepresidenta Cristina Kirchner?

—La veo.

—¿Le gustaría tomar un café con ella para contarle sus problemas?

—¿Puedo hacer un silencio?

—Hablando de elecciones, ¿cómo vive el próximo 14 de noviembre? ¿Le preocupa algo?

—Para mí es un día más y no me preocupa en absoluto, porque lo único que le pido a Dios y a la Virgen es poder llenar las ollas de comida todos los días. Esa es mi única preocupación. Mi gran preocupación es ver a esa gente afuera, con el calor, haciendo colas para retirar la comida. Quisiera que no hubiera nadie, que no existieran los comedores, que exista trabajo digno, porque tenemos derechos: que nuestros hijos vayan a la escuela y que el papá o la mamá salgan a trabajar, y nos den lo que nuestros hijos necesitan.

—¿Qué derecho siente que tenemos más vulnerado?

—No sé si a mí, porque yo siempre digo que ya estoy de vuelta. Pero creo que falta que les enseñen a los jóvenes a ser alguien en la vida. ¿Cómo lo deberían hacer? Dando la posibilidad de que puedan estudiar, enseñándoles un oficio, enseñándoles el sacrificio del trabajo y no a vivir de un plan o de una asistencia del Gobierno. Es hora de que nuestros hijos, nuestros padres, aprendan qué es el trabajo digno.

Contacto de la Fundación de Margarita Barrientos. Mail: comedorlospiletones@yahooo.com.ar. Teléfono: 4 919-1333
Contacto de la Fundación de Margarita Barrientos. Mail: comedorlospiletones@yahooo.com.ar. Teléfono: 4 919-1333

—¿Qué le diría a la gente que vive de los planes?

—No les diría nada porque estamos acostumbrados a recibir lo que nos dan, no a exigir lo que corresponde. Yo le voy a contar una anécdota que me pasó a mí y que me enseñó, porque yo era una mamá joven: mi esposo perdió el brazo en un accidente de camión, un camión volcador le cortó la muñeca y después le tuvieron que cortar más arriba. En esos años se daba la caja de PAN, como yo trabajaba de ciruja un día vi cómo iban y venían las mujeres con la caja, entonces dije: “Yo les voy a pedir”. Cuando mi marido volvió de trabajar yo había hecho un guiso y él, que sabía que no teníamos nada, me preguntó: ”Magui, ¿de dónde sacaste la comida?”. Le dije: “Me anoté para la caja PAN y no te lo quería decir porque te quería dar una sorpresa”. Él me respondió: ”Magui, mañana agarrá todas las cajas que te dieron y las devolvés, porque a mí el Gobierno no me mandó a pedir, yo soy el padre y vos sos la madre, yo tengo un brazo y vos tenés dos, nosotros tenemos que mantener y educar a nuestros hijos”. Al otro día, me acuerdo, fui con una vergüenza enorme, con la carretilla, a devolver las cajas de PAN.

Entonces, eso tenemos que hacer, que la gente se valorice. No tenemos por qué ir a cortar las avenidas para que nos aumenten los planes, si vamos a cortar una calle que sea para pedir trabajo, no para pedir más planes.

Nunca me sentí usada, porque me enseñaron a trabajar desde chica
Margarita Barrientos - Play

Para finalizar, le voy a mostrar dos videos para que nos cuente qué siente cuando los ve.

—Play 1: Presentación de la primera reunión de la Mesa contra el Hambre.

—No me gustó nunca la mesa del hambre aunque estoy de acuerdo con que los empresarios son muy importantes ahí, pero la gente a la que tenía que convocar, que sabe lo que es el hambre, no fueron convocados y me incluyo. Se hizo un zoom, ¿usted cree que a mí me preguntaron qué me parecía la mesa del hambre? Nunca. Y hablar del hambre no es un número, son seres humanos, somos gente. Son hijos, son abuelos, son madres, son padres y ellos lo traban como un número. ¿A qué se llegó con la mesa del hambre? A nada. Tres reuniones, nada.

—¿Fue más para la foto?

—Ha sido más para la foto que para otra cosa, porque de los que estaban ahí ninguno sabía lo que es tener hambre, y si pasó hambre fue porque no pudo ir a los mejores restaurantes a comer.

Hablar del hambre no es un número, somos gente

—¿Qué es pasar hambre?

—Pasar hambre es muy triste, porque no solo es que te duela el estómago. Tenés hambre de soledad, porque pensás un montón de cosas. No pensás en comer vos solo, al menos yo, y sé que cualquier persona lo haría, compartiría. Yo los veo a los chicos de la calle y hasta me hacen llorar. Ellos vienen con una ollita y capaz retiran para dos, ellos comparten... El hambre es muy triste.

—Play 2: Mirtha Legrand entrevista a Margarita Barrientos, en el comedor Los Piletones, porque había sido reconocida como la mujer del año en 1999.

—¿Qué es lo primero que se le viene a la cabeza cuando se ve acá, hace más de 20 años?

—Me hace acordar a un día que hacía mucho calor y mi madre estaba internada, ella era muy frágil, era una mujer muy enferma. Y mi papá ese día no había ido a achicar, él achicaba y quemaba carbón, y mi trabajo era cuidar a los chivos, y me acuerdo que mi señorita, la señorita Elsa Gancedo, nos prestaba un manual. Uno lo llevaba un día, otro lo llevaba otro día y ese día me había tocado llevarlo a mí y no sé qué estuve mirando que me bajé del árbol y me fui corriendo a decirle a mi papá: “Papá, cuando yo sea grande voy a ser una mujer muy rica y voy a ser presidenta”, y él me miró y me dijo: “Ay mi hija, chancho flaco sueña con mares”. Y eso me recuerda a todo lo que yo decía cuando era chica. De que quería ser una mujer rica, porque no quería que mi madre se muriera. Me acuerdo que mi papá nos dijo,con esa crudeza de gente curtida: “Los ricos también mueren y mamá se va a morir porque la necesitanen el cielo”. Esas cosas no me hicieron una mujer dura, soy muy frágil, pero moriría por lo que hago. Daría mi vida por todas las cosas que hago. A mí nadie me paga, yo lo hago porque amo, y el día que alguien venga a decirme: “Margarita: te pago para que vos sigas haciendo lo que hacés”, lo echo. Porque esto lo llevo aquí, porque mi mamita siempre decía: “No preguntes a quién, solo dale de comer”. Ese plato que quedaba en el centro de la mesa, todos los días quedaba lleno en mi casa, aquí nadie se queda sin comer, por más de que vengan a la hora que vengan.

Amo este lugar, amo estas grandes mujeres que ponen el alma y la vida conmigo todos los días, me voy a Santiago, por ahí me quedo una semana, dos semanas, y sé que todo está funcionando. Isabel un día me dijo: “Yo no sabía lo que era dar, yo pensaba que si daba a mi hijo le iba a faltar al otro día, y usted me enseñó lo que es dar; pero si yo doy hoy, mi hijo a la tarde tiene, y tiene al otro día y tiene al otro día”. Es lindo enseñar a dar.

Matgarita Barrientos en entrevista con Infobae. FOTOS: Cristian Gastón Taylor
Matgarita Barrientos en entrevista con Infobae. FOTOS: Cristian Gastón Taylor

—Para finalizar, si pudiera agradecer, ¿a quién le gustaría hacerlo?

—En primer lugar, quiero hacer un agradecimiento muy importante a la intendenta de Cañuelas, a la señora Marisa, a su esposo y a su equipo. Yo le contaba hace un rato que tuve que cerrar el comedor de Cañuelas y que no tenía la posibilidad de abrirlo porque a donde nosotros teníamos el comedor, el dueño del galpón lo ocupó en otra cosa, pero siempre pensando en que volveríamos a abrir, porque la gente me veía y me decía: “Margarita, estamos orando, estamos rezando, le pedimos a Dios para que vuelva el comedor”. Cuando vinieron las primeras ayudas lo primero que hice fue abrir el comedor de Cañuelas, y la intendenta, al otro día, nos hizo llegar todo el material para que nosotros lo volvamos a armar. Es un gesto maravilloso, y ahí se pusieron todos los vecinos a trabajar y creo que en menos de un mes va a estar techado el comedor…

Y luego, a toda la gente que nos donó, que nos dona, que quedó muy comprometida con nosotros, quiero agradecerle porque nos ayudan. Además, eso es lo que le pido a la gente que nos sigan ayudando, porque nosotros no dejamos de trabajar.

—¿Qué es lo primero que piensa cuando se levanta?

—Bueno, ya por costumbre, porque soy muy creyente en Dios, le hablo: le pido que sea un hermoso día, que Dios y la Virgencita me acompañen. Tengo un santuario en mi casa, como el que está ahí, tengo otro santuario allá arriba, y siempre le pido a Dios que me cuide y que me ayude, que cuide a toda la gente que trabaja a mi alrededor, a los que donan. Siempre les digo que Diosito les devuelva el doble de lo que me dan. Después ir con mucha alegría, aunque por dentro uno se desgarre al llegar a la fundación, aunque llegue y aquí me ponga a llorar.

—¿Y a la noche, cuando se va a acostar?

—Agradecer por el día de trabajo.

Video y fotos Cristian Gastón Taylor.

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