(Enviado especial a Roma). Alberto Fernández alertó en la segunda sesión del G20 sobre las consecuencias sociales, económicas y financieras que está causando el cambio climático a nivel global. El jefe de Estado planteó su preocupación por la insuficiencia de fondos para aplicar a consciencia el tratado de París y advirtió respecto a la necesidad de evitar que “las nuevas reglas ambientales no constituyan una barrera injustificada al comercio” de los países de renta media.
La agenda verde incrementó su importancia con la llegada de Joseph Biden a la Casa Blanca. Hasta ese momento, Donald Trump coaccionaba a los países que pretendían apoyar al acuerdo de París. Sucedió en las cumbres del G20 en Hamburgo y Buenos Aires, pese a la resistencia activa de Ángela Merkel y Emmanuel Macron.
Los países industrializados ahora comienzan a liderar los procesos de actualización tecnológica para cumplir con las metas del tratado de París, y ese liderazgo global puede ampliar las asimetrías económicas y comerciales entre los estados más desarrollados y las naciones pobres o de rentas medias.
Alberto Fernández, en su discurso frente a los miembros del G20, alertó sobre esta posible consecuencia. Ya sucedió al comienzo del capitalismo, y se repitió con la llega de la globalización. El Presidente no está solo en su perspectiva ideológica: Biden, Macron, Merkel y Pedro Sánchez -premier español- piensan lo mismo.
“Los países que produjeron la mayor huella ambiental son los mismos que dominan las tecnologías que pueden reducir el impacto de la producción sobre el medio ambiente. Esta transición tendrá sobre ellos un efecto positivo, no solo en materia ambiental, sino sobre la producción y el empleo”, argumentó el presidente.
Y completó: “En cambio, el desafío es enorme para los países en desarrollo y de renta media, como el que yo represento. Para nosotros el impacto de esta transición puede ser negativo en términos de cohesión social.”
La influencia del cambio climático en la agenda global no solo refiere a cuestiones económicas y sociales. También se vincula al impacto de la deuda externa y a la necesidad de reconvertir el sistema financiero para atender demandas de crecimiento que -al momento de la creación del FMI y el Banco Mundial- sencillamente no existían.
“El deterioro de la casa común reclama revisar sus cimientos. No es suficiente con una renovación cosmética”, aseguró Alberto Fernández en tributo al Papa. “Casa común” es un concepto que siempre utiliza Francisco para plantear que es indispensable proteger el planeta y evitar su continuo deterioro.
Desde este escenario, el jefe de Estado avanzó con sus propias ideas acerca de los compromisos financieros que tienen los países de ingresos medios con el FMI y su impacto en la posibilidad de proteger el medio ambiente sin pérdida de tiempo.
“Necesitamos identificar los avances en tecnologías limpias como bienes públicos globales, debemos avanzar en acuerdos sostenibles en materia de deuda externa, los canjes de deuda por acción climática, las menores tasas y plazos de pago más extensos, también son claves. Nadie se salva solo”, enfatizó Alberto Fernández.
Por último, el presidente introdujo un concepto geopolítico que se vincula a la interacción de los países en la arena internacional. Así como hay una red financiera que coordina acciones -por ejemplo la CAF, el BID o el Banco Mundial-, Alberto Fernández propuso crear un tejido global que permita cumplir con rapidez y eficacia las metas previstas en el tratado de Paris.
“Sin multilateralismo ambiental, estaremos corriendo todos hacia el abismo”, pronosticó.
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