Esta mañana, a las 6:40 hora argentina, los jefes de Estado que están participando de la Cumbre del G20 en el Centro de Convenciones La Nuvola, de Roma, fueron convocados para la tradicional foto de familia.
En ese momento, llamó la atención la amabilidad y el afecto con que se saludaron el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y su par de Argentina, Alberto Fernández, que se veían por primera vez cara a cara. Hasta ahora, todas sus reuniones y diálogos fueron virtuales, en razón de la pandemia y porque el brasileño no asistió a la asunción de Alberto Fernández en diciembre de 2019.
Ahora, en Roma, ambos mandatarios se dieron la mano y se palmearon el uno al otro, al tiempo que intercambiaban sonrisas y comentarios sobre fútbol.
Considerando la tensión preexistente entre Bolsonaro y Fernández -por caso, no hay reunión bilateral prevista-, sorprendió la simpatía mutua en este reencuentro.
En la última conferencia del Mercosur, Jair Bolsonaro le había vaticinado a Alberto Fernández que en la final de la Copa América, Brasil derrotaría a Argentina por 5 a 0. El presidente argentino no dejó pasar la ocasión de recordárselo y reclamarle una felicitación: “No me dijiste nada de que salimos campeones y le ganamos a Brasil”.
Bolsonaro no lo tomó a mal, recibió incluso el comentario con una sonrisa, en contraste con otras amargas recriminaciones -e incluso descalificaciones- intercambiadas en anteriores ocasiones por ambos presidentes.
Recordemos que, siendo candidato, Alberto Fernández visitó a Lula Da Silva en prisión y dijo que el ex presidente del Brasil era “víctima de un Estado de derecho que no funciona”. De ahí en adelante, hubo un continuo ir y venir de críticas, ironías y hasta destrato entre ambos dirigentes.
En efecto, Jair Bolsonaro no se quedó atrás en la réplica al gesto de Fernández. Tras decir: “Nos preparamos para lo peor”, en vísperas de la asunción del presidente argentino, no ha cesado en sus críticas a la situación del país, como cuando en un tuit citó un artículo del diario O Globo, cuyo título era “Epidemia de desilusión, la clase media alta de Argentina busca el exterior como una salida a la crisis”.
“Le hacemos fuerza a Argentina para enderezarse, pero no es fácil”, fue el comentario condescendiente de Jair Bolsonaro en julio pasado. Aunque en otra ocasión dijo que “rivalidad entre Brasil y Argentina sólo había en el fútbol”, lo cierto es que el Presidente del Brasil no deja pasar ocasión de criticar al gobierno kirchnerista.
Un momento álgido fue cuando Alberto Fernández, al recibir en Buenos Aires al presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, hizo una desafortunada referencia al origen de las nacionalidades latinoamericanas en su discurso: “Los mexicanos salieron de los indios, los brasileños salieron de la selva, pero nosotros los argentinos llegamos de los barcos, y eran barcos que venían de Europa, y así construimos nuestra sociedad”.
“A nadie quise ofender”, dijo luego el Presidente, que debió disculparse ante la avalancha de críticas. En esta ocasión, Bolsonaro subió a Twitter una fotografía en la que se lo veía posando con aborígenes y puso la palabra “Selva”, mientras que su hijo Eduardo, diputado nacional, reclamaba que se dijera que el mandatario argentino había sido “racista”.
Antecedentes todos que no permitían prever un saludo tan entusiasta de Alberto Fernández con su homólogo brasileño.
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