Si fuera un partido de futbol se hablaría de gol en contra. Es que no fue una estrategia planeada, sino una torpeza del contrincante que el jugador cotizó en provecho propio. Mauricio Macri consiguió aplazar su indagatoria porque la propia Agencia Federal de Inteligencia (AFI) reconoció, en un legajo reservado y restringido a las partes, que el organismo no tenía entidad suficiente para relevar del secreto de Estado a un ex jefe de la Nación.
Rápidamente tras la suspensión, llegó el oficio a la Casa Rosada para que Alberto Fernández firmara el relevamiento y el ex presidente quedara en condiciones de volver a ser citado. Así, horas después de la presencia de Macri en Dolores, el primer mandatario estampó su firma -el trámite se apuró porque Fernández viaja a Roma y Cristina Kirchner quedará a cargo del Ejecutivo- y ahora Macri podrá volver a ser citado a declarar.
Fue al inicio de la audiencia cuando todo se develó sin que nadie lo pensara estratégicamente. Macri llegó acompañado por un centenar de militantes que, bajo un calor que superaba los 30 grados, caminaron dos cuadras desde la plaza de Dolores hasta la sede del juzgado en la calle Buenos Aires.
Los policías se prepararon -casi parapetados- sabiendo que había que manejar a los simpatizantes. Fue así como incluso los políticos que habían acompañado a Macri tuvieron que “chapear”, transpirados, para que los dejaran entrar al corralito. El único que no tuvo problemas en esquivar a todo el mundo fue le perro callejero que ya es habitué del juzgado y que se instaló donde corría algo de aire mientras el caos reinaba alrededor.
Mientras los simpatizantes de Macri arengaban al grito de “Mauricio no se toca” y “Cristina presa” con banderas argentinas, el libro “Primer tiempo” en la mano y celulares donde entrevistaban a los políticos que quedaron afuera, adentro, en el despacho de Bava, en el primer piso del edificio judicial, pasaba algo inesperado para todos los ajenos.
“Buenos días”, saludó seco y distante Macri a los presentes, mientras dejaba que su abogado Pablo Lanusse se encargara de los trámites de rigor. El juez trató a Macri de “presidente” en varias oportunidades, según confiaron a Infobae fuentes que estuvieron presentes en el juzgado.
La audiencia comenzó demorada. Es que, según presenció Infobae, se cortó la luz y no andaba la red de computadoras. Un técnico se acercó a la planta baja del edificio para tratar de resolverlo. Después de unos minutos, sonrió y dijo “listo”. Fue entonces cuando, computadoras encendidas, apareció el planteo del secreto de Estado.
Cuando finalmente se dio inicio a la audiencia, la suerte jugó en favor de Macri. Es que el ex presidente no podía declarar: lo que tenga para decir afecta la ley de Inteligencia y por lo tanto deben relevarlo del secreto de Estado. Así lo había dejado asentado la AFI en un legajo reservado en la causa, al que las partes tenían acceso a cuenta gotas.
La clave estaba en que la AFI sostuvo que solo el presidente de la Nación podía relevar a Macri de su declaración. De inmediato, Lanusse aprovechó la jugada para sí y pidió la suspensión de la audiencia. Se le preguntó al fiscal Juan Pablo Curi que, ya desde 2019 mantenía cortocircuitos con el ex juez del caso, Alejo Ramos Padilla, por el relevo del secreto de Estado. La Fiscalía sostenía que a todos debían relevarlos, mientras que Ramos Padilla planteaba que sus declaraciones estaban respaldas por el ejercicio de defensa. La polémica llegó incluso a la Cámara Federal de Mar del Plata. Fue por eso que la fiscalía también estuvo de acuerdo que se relevara al ex presidente del secreto. El juez aceptó y se suspendió la audiencia.
La discusión pasó a otro plano: cuándo se reanudará la audiencia. El juez quiso fijarla para el jueves próximo, pero la defensa planteó que nadie sabía cuándo el presidente Alberto Fernández firmaría esta disposición. En ese contexto, la audiencia se postergó sin fecha y Macri salió minutos antes de las 13 del juzgado con la sensación de haber ganado, momentáneamente, la partida.
Su aparición encendió nuevamente a la gente que esperaba. Volvieron a corear su nombre, mientras Lanusse era abordado por periodistas en busca de respuestas. A esa altura, Infobae ya había publicado que la audiencia estaba suspendida. La lógica indicaba que el ex presidente se iba a declarar inocente y luego esperaría si finalmente el juez lo procesaba o no.
Familiares de las víctimas del submarino ARA San Juan que habían esperado también afuera del tribunal (hubo roces con los seguidores que vivaban a Macri) tampoco podían traducir lo que había sucedido. Luis Tagliapietra, abogado y padre de una de las víctimas, revisaba activamente su celular para acceder al sistema y verificar si la transcripción de la audiencia ya estaba disponible.
A las 14, los únicos que quedaban bajo el agobiante sol frente al juzgado de Dolores eran los periodistas que tenían que salir en vivo para los canales de televisión. Para esa altura, Macri ya había subido al auto que lo esperaba y se había ido de regreso a la Capital Federal. Fue entonces cuando un empleado de una casa de comidas aprovechó para subir las cajas de empanadas que habían pedido los empleados del juzgado. No quiso revelar cuáles fueron los gustos elegidos.
Media hora después, cuando las calles de Dolores habían vuelto a su habitualidad, el juez cursó formalmente el pedido para que el presidente Alberto Fernández “releve al imputado del deber de confidencialidad obrante en la ley 25.520″. “Hágase saber que esta cuestión se vincula al requerimiento oportunamente cursado a la Agencia Federal de Inteligencia, para que informe si, en tenor del cargo que le cupo al imputado, correspondía revelarlo del deber ya mencionado”, agregó en el auto al que accedió este medio.
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