Son días sinuosos para el presidente Alberto Fernández, ya que mientras sus principales funcionarios tratan de renegociar los términos de la deuda que la Argentina tiene con el Fondo Monetario Internacional (FMI), él tiene previsto participar de diferentes foros globales mientras simultáneamente intenta conseguir los votos necesarios para que el oficialismo no enfrente en las próximas elecciones generales una derrota similar, o mayor, a la que sufrió en las primarias.
En este contexto, el mandatario nacional partirá en las próximas semanas hacia Europa para realizar una pequeña gira en la que reafirmará la posición de su Gobierno respecto a diferentes temas de interés mundial, como el cambio climático, y avanzar con las relaciones bilaterales con otros Estados.
La primera parada será en Roma, a donde llegará para asistir entre el 30 y el 31 de octubre a la cumbre de líderes del G20. Lo hará poco después de que, de forma remota y desde la Quinta de Olivos, cuestionara en la última reunión extraordinaria del grupo al régimen talibán de Afganistán.
En aquella oportunidad, Alberto Fernández volvió a respaldar los informes y acciones de la Alta Comisionada de Derechos Humanos, Michelle Bachelet, y otros funcionarios de la ONU sobre las “graves violaciones de derechos humanos y de restricciones a los derechos de las personas” que se desarrollaron en ese territorio.
La intención del Presidente es aprovechar su estadía en la capital italiana para tener un nuevo encuentro con el Papa Francisco, a quien vio por última vez en mayo pasado, cuando lo recibió en el Aula Paulo VI, ubicada a pocos metros de Santa Marta.
Este fue el objetivo que le transmitió hace ya tres semanas a la embajadora argentina en el Vaticano, María Fernanda Silva, quien inmediatamente se puso a trabajar para conseguirle una audiencia con el Sumo Pontífice, pero hasta el momento no pudo lograr el visto bueno del Vaticano, que no considera conveniente una reunión de ese estilo en estos momentos.
Según pudo saber Infobae, el entorno de Jorge Bergoglio le explicó de manera informal a Silva y al secretario de Culto de la Nación, Guillermo Oliveri, que es poco probable que el ex arzobispo de Buenos Aires reciba en esa fecha a Alberto Fernández “porque sería a dos semanas de los comicios de noviembre”.
Ante esta negativa por parte de la cúpula de la Iglesia Católica, la diplomática insistió y propuso entonces un encuentro rápido, ya sea formal o informal, en Glasgow, la segunda escala que hará el jefe de Estado argentino en el marco de su gira por Europa.
El Presidente viajará a la ciudad escocesa directamente desde Roma para participar de la Conferencia de las Nacionales Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), que se desarrollará entre el 31 de octubre y el 12 de noviembre en el Scottish Event Campus (SEC).
El Gobierno tomó nota de que es probable que el Papa también vaya a Escocia en algún momento entre esos días porque siempre apoyó a los movimientos que luchan contra el calentamiento global y también porque mantiene una buena relación con el presidente norteamericano Joe Biden, con quien sí se reuniría próximamente, y su enviado especial para estos asuntos, John Kerry.
Sin embargo, la respuesta del Vaticano fue la misma: es poco probable una audiencia entre Alberto Fernández y Bergoglio frente a la proximidad de los comicios, ya sea en Roma o en Glasgow.
Si bien aceptaron la posición de la Iglesia, en la Casa Rosada no pasó desapercibido el hecho de que el Sumo Pontífice sí concedió un encuentro con Biden en la capital italiana el 29 de octubre, antes del inicio de la cumbre del G20. Pero la explicación oficial, de las dos partes, es contundente: en Estados Unidos no hay un proceso electoral en marcha y en la Argentina sí.
La última vez que el presidente argentino fue recibido por Francisco desde el Vaticano destacaron “las buenas relaciones bilaterales existentes” entre ambos líderes, y la búsqueda de “seguir desarrollando la colaboración en sectores de interés mutuo”.
“También nos centramos en la situación del país, con especial referencia a algunos problemas como la gestión de la emergencia pandémica, la crisis económico-financiera y la lucha contra la pobreza, destacando, en este contexto, el importante aporte que la Iglesia Católica ha ofrecido y sigue asegurando”, agregaron los voceros eclesiásticos.
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