Martín Guzmán encendió otra luz de alarma para el oficialismo en la búsqueda de recuperar votos en Buenos Aires

El ministro blanqueó la dificultad para poner en caja la inflación. Las encuestas muestran la persistencia de la suba de precios como principal preocupación social. Una señal inquietante en tiempos de campaña, que también tuvo su capítulo en el Congreso

Martín Guzmán, al hablar ayer en la convención de la Cámara Argentina de la Construcción

A la misma hora en que el foco de la política estaba puesto en Diputados -donde se jugaba la primera pulseada de poder después de las elecciones primarias-, Martín Guzmán repuso una luz de alarma sobre el principal objetivo electoral del oficialismo: recuperar votos en el Gran Buenos Aires. El ministro de Economía reconoció que septiembre cortó la secuencia de cierta baja en la evolución de precios. Por supuesto, evitó el tono dramático pero el dato no pasó inadvertido. La economía y especialmente la inflación ocupan el primer renglón de preocupaciones en el capítulo cualitativo de las encuestas. Pega de lleno en las franjas sociales más castigadas por la crisis.

Eso último es el elemento más grave. Aún analizado con mirada electoral limitada, el persistente desgaste de los ingresos es señalado como factor determinante de los resultados cosechados por el Frente de Todos en el Gran Buenos Aires, con derrotas en algunos casos y pérdida de caudal propio incluso en los municipios donde se impuso. Una combinación negativa junto al mal manejo de las restricciones frente a la pandemia y las exposiciones de privilegios sintetizadas en la foto del festejo en Olivos.

Guzmán dijo ante empresarios que la inflación de septiembre terminaría por encima del registro de agosto, que fue de 2,5 por ciento. Se supone que lo expuso en base a las primeras evaluaciones del Indec, en línea además con proyecciones de consultores privados. Para aliviar un poco, el ministro lo presentó como un traspié intermensual, pero sostuvo que octubre marcará una baja de la tasa interanual. Los tiempos de la campaña son otros.

Las encuestas que indagan sobre las percepciones en materia económica muestran que los temas cercanos de la economía -precios y empleo, por ejemplo- se mantienen y crecen como principal preocupación, por encima incluso de cuestiones graves y cotidianas como la inseguridad. Eso figura en algunos de los muchos relevamientos que circularon en los últimos días, apenas procesados los datos de fin de septiembre.

Es un problema crónico, acompañado por un largo proceso de estancamiento. Es cierto que algunos sectores exponen mejoras, como la construcción y algunos rubros industriales, pero fuera de esos ejemplos y en líneas generales se trata de repuntes frágiles.

Un reciente trabajo de la consultora Management & Fit expone altas cifras de evaluación negativa sobre el estado actual de la situación económica personal (64,5%) y de la perspectiva para los próximos meses (57,5%). La inflación crece al tope de las preocupaciones: en agosto había anotado 29,5% y en septiembre, 34,4%.

Es una señal significativa en medio de una campaña del oficialismo que incluye diferentes anuncios -algunos en lista de espera- de asistencia económica y mayor trabajo de los intendentes y referentes locales en los distritos del GBA. Esa idea de territorializar la campaña expone versiones de clientelismo visible en algunos municipios. Y demanda también la movilización de las organizaciones sociales. Ninguno de ellos maneja la cuestión de los precios.

Máximo Kirchner, en la frustrada sesión especial de ayer, en Diputados

Guzmán habló en un encuentro de la Cámara Argentina de la Construcción. Fue poco después del mediodía de ayer. A esa hora, fracasaban en Diputados los intentos para realizar una sesión especial motorizada por el Frente de Todos. Máximo Kirchner fue el principal promotor de la jugada: el temario fue encabezado por el proyecto de ley de etiquetado frontal para alimentos, una iniciativa que cuenta con respaldos en otras fuerzas políticas. Fue impulsada por legisladores oficialistas y también de Juntos por el Cambio.

Por supuesto, el tipo de sesión y la falta de acuerdo previo con la oposición anticipaban una pelea política que trascendía por mucho el tema. Fue la primera pulseada legislativa después de las PASO, es decir, una manera de medir el clima del Congreso. De inmediato, sobrevino la batalla por imponer la lectura: una claudicación opositora ante presiones empresariales, según las voces del Frente de Todos, o un nuevo gesto prepotente del oficialismo, según la calificación de JxC.

Hubo más. Como se trataba de una pulseada de poder, la mirada estaba puesta sobre todo en el poder de convocatoria y solidez de cada vereda. Durante el fin de semana corrió en circuitos políticos la versión según la cual Máximo Kirchner creía contar con una fisura de una veintena de diputados opositores frente a la posibilidad de que caiga la ley de etiquetado. La oposición apostaba a problemas del oficialismo para reunir aliados.

Finalmente, el Frente de Todos expuso las dificultades que ya había tenido para reunir número con proyectos como la reforma de la ley del Ministerio Público. En este caso, el punto no resultó ser el proyecto número uno de la sesión, sino el procedimiento. No acompañaron legisladores del peronismo cordobés y de Consenso Federal. Pero además, el oficialismo fue afectado por ocho ausencias, tres de ellas por razones prácticas y sin segunda lectura.

En JxC, hubo pulseada doméstica, pero en líneas generales se impuso la idea de exponer una primera muestra de batalla frontal, tal vez en base a consideraciones sobre la necesidad de plantarse como límite al kirchnerismo duro -con Máximo Kirchner como contraparte- y disputar votantes que puedan ir a terceras fuerzas. Finalmente, sólo dos legisladores mendocinos fueron al recinto, por razones internas y especialmente, por evaluación de cuestiones de su propia provincia. El temario incluía un proyecto con mejoras para viñateros.

Quedó abierto el interrogante sobre una negociación que habilite la vuelta a las sesiones en Diputados. No es tarea fácil a un mes y días de las elecciones. Y habrá que ver cuánto pesa esa imagen más allá del cálculo electoral de oficialistas y opositores. Nadie diría los mismo de los precios.

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