Durante la campaña, Patricia Bullrich compartirá dos viajes al interior con el ensayista y filósofo Santiago Kovadloff. No es casual. Se trata de un intelectual que mantiene charlas semanales con la titular del PRO con un objetivo muy concreto: aportarle ideas para el armado de su proyecto presidencial, que avanza de manera decidida en forma paralela a la tarea de ayudar a todos los candidatos de Juntos por el Cambio a afianzar la victoria electoral en los próximos comicios.
Horacio Rodríguez Larreta no es el único presidenciable de la coalición opositora para 2023. Y así como el jefe de Gobierno da señales de sus planes para dentro de dos años sin explicitarlos, Bullrich hace lo mismo: semana tras semana, mantiene una agenda endemoniada que combina apariciones en los medios, reuniones políticas de todo tipo y recorridas por todo el país.
En lo inmediato, tiene puesta la mira en dos metas estratégicas que les propuso a sus colegas de la conducción de JxC antes de las PASO. Por un lado, ganar las bancas de senador que se renuevan en ocho provincias para sacarle el quórum a Cristina Kirchner en la Cámara Alta. Por otro, pasar del 40% al 45% de los votos en las elecciones del 14 de noviembre (”queremos demostrar que ese es el número mágico para ganar una próxima elección en la Argentina”, afirmó).
Bullrich aceptó bajar su candidatura en la Ciudad de Buenos Aires en una difícil negociación con Rodríguez Larreta, con quien mantiene una relación plagada de intrigas y desconfianzas. Hay diferencias políticas y personales entre ellos, que quedaron congeladas por un acuerdo que le permitió a la jefa del PRO ubicar a la politóloga Sabrina Ajmechet en la lista porteña de diputados y a Gerardo Milman, su mano derecha, en la nómina de la provincia de Buenos Aires, además de postulaciones bonaerenses que le darán presencia por primera vez en la Legislatura provincial.
En esas charlas entre ambos, les quedó en claro que competirán por quedarse con la candidatura presidencial de la oposición, pero no se definió cómo se dirimirá ese puesto. Con María Eugenia Vidal, que tiene en mente la misma postulación, será más sencillo: habrían acordado con su amigo Rodríguez Larreta que se postulará para la Presidencia quien esté mejor en las encuestas. Aseguran que Bullrich no quiere negociar nada. “Voy a ir a las PASO en 2023”, advirtió.
Mauricio Macri también sabe que Bullrich tiene su propio proyecto presidencial. Hablaron del tema, pero el ex presidente no apoya a ningún referente del PRO para 2023. Hay quienes sospechan que, en el fondo, él tampoco se excluye de la pelea para volver a la Casa Rosada. Sí dejó en claro que sólo apuesta a la unidad opositora para triunfar en estas elecciones: “Si caemos en la locura de plantear individualismos lejanos como el 23, nos debilitamos”, sostuvo.
Mientras, Bullrich profundiza la tarea silenciosa hacia la construcción de su plan “Patricia Presidenta”. Despliega un trabajo de afianzamiento territorial, arma sus equipos y prepara propuestas de gobierno, mientras planifica para 2022 una serie de giras internacionales para darle a su figura una imagen presidenciable, de la misma forma que lo hace Rodríguez Larreta.
En su elenco de asesores y colaboradores figuran Milman, ex funcionario del Ministerio de Seguridad, que trabaja en el armado bonaerense, mientras hace lo mismo en el distrito porteño Silvana Giudici, ex titular del Ente Nacional de Comunicaciones. El ex diputado Eduardo Amadeo coordina los equipos técnicos, al igual que el ex canciller Jorge Faurie. Y un político experimentado como Federico Pinedo, ex senador, ayuda para consolidar los apoyos en el interior.
El bullrichismo busca una mejor inserción en sectores en los cuales la titular del PRO tiene buena imagen, como los jóvenes, los grupos ciudadanos, influencers y twitteros, e incluso hay un grupo de retirados de las fuerzas de seguridad, donde fue muy valorada su gestión ministerial.
En el entorno de la ex ministra también tienen un papel destacado la abogada Florencia Arietto, el diputado nacional del PRO Waldo Wolff; el subsecretario de Participación Ciudadana en Seguridad de la Ciudad, Juan Pablo Arenaza, y Fernando Iglesias, el polémico candidato de la lista porteña encabezada por Vidal y cuya candidatura fue propuesta por Macri en tándem con Bullrich.
Kovadloff, Ajmechet y el filósofo Julio Montero están en el grupo de intelectuales que rodean a la presidenta del PRO, Maximiliano Guerra pilotea el armado entre los artistas y Daniel Bertoni, el crack de la Selección Nacional y de Independiente, se ocupa del ambiente deportivo.
Desde su paso por el Ministerio de Trabajo, durante el gobierno de la Alianza, Bullrich conserva un marcado interés por el mundo laboral y sindical. Por eso alentó la creación de la Confederación de Trabajadores y Empleadores (CTE), que agrupa a gremios chicos (que se llaman a sí mismos “los Flacos” para contraponerse a “los Gordos” de la CGT) y representantes de las pymes.
Constituyen, en la práctica, “la pata sindical del PRO” y allí militan, entre otros, dirigentes como Marcelo Peretta, líder del Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos que se define como “peronista liberal”, y Facundo Lancioni, secretario general del sindicato docente Seduca, que durante la cuarentena mantuvo un perfil alto en favor de la presencialidad en las aulas y se animó a afirmar que “los paros docentes son medidas que destruyen al sistema educativo”.
Bullrich le pidió a Peretta ideas para una reforma laboral. “El modelo sindical actual está muerto: existen 7 millones de trabajadores en negro y la tasa de sindicalización de los que tienen trabajo es sólo del 28%. Los dirigentes promueven a los planeros”, afirmó el dirigente de la CTE.
No es el único que la asesora en este tema. En el equipo técnico de temas empresariales y laborales se encuentran Javier Tizado, ex ministro de Producción bonaerense de Vidal, y Horacio Pitrau, ex viceministro de Trabajo que secundó a Jorge Triaca, quienes aportan propuestas y mantienen reuniones no sólo en el mundo sindical sino también entre los empresarios.
Ambos están trabajando en alternativas para cambiar la legislación laboral en temas de blanqueo, fondo de cese laboral en reemplazo de las indemnizaciones (pero con matices respecto de los proyectos de Rodríguez Larreta y Lousteau) y prácticas formativas, entre otros puntos. Y Tizado, además, está elaborando lo que llaman “el plan productivo nacional 2023″.
¿Con quiénes se asociaría Bullrich para llegar a la Presidencia? Ricardo López Murphy, el líder de Republicanos Unidos y cuarto candidato de la lista porteña de Vidal, es un aliado natural del proyecto “Patricia Presidenta”: la suele elogiar por su gestión en el Ministerio de Seguridad y durante la campaña de las PASO reconoció que tiene “muchas afinidades políticas” con ella.
Si Bullrich hubiera sido candidata a diputada por la Ciudad, el “Bulldog” seguramente se habría sumado a su lista. De la misma forma, según aseguran en el entorno de la presidenta del PRO, el economista liberal Javier Milei era otro potencial socio. Por algo se intercambiaron sugestivos elogios y el postulante de La Libertad Avanza incluso no descartó compartir una fórmula presidencial con ella: “No es descartable por la afinidad ideológica que tenemos”, dijo.
Entre los allegados de Bullrich prefieren mirar hacia el radicalismo, donde hay una relación fluida con el sector disidente porteño que compitió con Vidal en las PASO de la Ciudad, e incluso deslizan que mejoró el vínculo con Martín Lousteau. Aquí puede haber una picardía política: si finalmente la ex gobernadora se presenta en 2023 como candidata a jefa de Gobierno porteña, el senador de la UCR quedará desairado porque es un socio del larretismo que aspira a lo mismo.
Por ahora, sólo hay especulaciones sobre sus compañeros de ruta de otras fuerzas políticas, pero hay una certeza: haber renunciado a la candidatura porteña le dio a Bullrich una enorme libertad para desarrollar su proyecto personal sin los límites de un distrito ni una función legislativa.
La ex ministra tuvo un crecimiento explosivo de su imagen positiva a partir de la cuarentena obligatoria, en la que extremó sus críticas al Gobierno y capitalizó los banderazos opositores mientras Rodríguez Larreta era el abanderado de la moderación y calificado de amigo por Alberto Fernández. De esa forma, Bullrich empezó a representar más fielmente al electorado del PRO, ubicado en el lado más antikirchnerista de la grieta. Para el larretismo, ese mismo atributo le recortaba las chances de crecer en otros sectores de la sociedad y por eso Vidal, argumentaban cerca del jefe de Gobierno, era una mejor candidata porque tenía un techo electoral más alto.
Una vez confirmadas las postulaciones, las encuestas comenzaron a marcar que el electorado duro de la Ciudad que pensaba votar a Bullrich no veía en Vidal, quien estuvo más de un año en silencio y reveló que chateaba con Máximo Kirchner, una fiel representante de sus posiciones. Por eso Rodríguez Larreta planificó, por un lado, la jugada de que López Murphy compitiera dentro de las PASO de JxC para contener al electorado liberal dentro de su espacio y, por otro, la decisión de subir a Macri y a Bullrich a la campaña porteña para captar el esquivo voto duro.
Fue una suerte de triunfo intelectual del ala dura de Juntos por el Cambio: si bien perdió al no poder incidir en las principales candidaturas de la Ciudad y de la Provincia, los moderados tuvieron que endurecer su estrategia y su discurso para que no se les fugara una parte del electorado.
Bullrich pudo mostrar, además, que en las PASO ganaron candidatos que había apoyado en provincias como Córdoba, Chubut, La Pampa y Tucumán, aunque los operadores larretistas le facturan problemas que ella habría generado en algunos distritos, como en La Rioja.
La presidenta del PRO, de todas formas, no se detiene. Mañana tendrá un encuentro con candidatos de todo el país, junto con Eduardo Macchiavelli, el armador larretista en el interior, y al día siguiente viajará a Chubut y luego a Mendoza. Recorrerá dos provincias por semana hasta las elecciones. Siempre con la mente puesta en tratar de que Juntos por el Cambio repita el triunfo el 14 de noviembre, pero sin descuidar la siguiente meta: “Patricia Presidenta” en 2023.
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