Por segundo año consecutivo, la gestión que como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas encarna el presidente Alberto Fernández demora la resolución de un aspecto fundamental de la actividad militar como lo es la definición de los ascensos del personal superior que debe efectivizarse cada 31 de diciembre.
Si bien los expedientes se encuentran “atascados” en el Senado, a la fecha aún no se ha producido el envió del pedido de trámite urgente con el que el Poder Ejecutivo Nacional suele activar un trámite parlamentario cuando el mismo sufre demoras que perjudican el correcto funcionamiento de algún área respectiva.
Luego del incumplimiento internacional por la ausencia de Argentina en el ejercicio UNITAS 2021 por haberse demorado el trámite parlamentario para el otorgamiento de la autorización respectiva, el plan de ascensos de los oficiales superiores de las tres Fuerzas Armadas ha sido totalmente alterado con demoras de hasta más de un año respecto a las fechas reglamentarias en las que deben producirse. Decenas de comandos, direcciones y jefaturas están siendo ocupadas por oficiales que ignoran si pasarán el acuerdo parlamentario.
En 2019, a pocas horas de asumir su cargo, el primer mandatario frenó todos los ascensos que debían producirse a fin de diciembre de ese año con el argumento de poner en revisión las propuestas realizadas por el gobierno de Mauricio Macri.
Casi un año después y sin cambios el Presidente refrendó los respectivos acuerdos aunque algunos oficiales superiores ya habían abandonado el servicio activo por distintas razones. De hecho, alguno incluso ni se presentó a recibir los atributos de mando por estar cumpliendo labores en el sector privado.
A partir de allí, arrastra e incrementa una mora que entorpece la actividad de las instituciones armadas. Los ascensos correspondientes al año 2020 están lejos de ver la luz y los de 2021 ni siquiera están en la fase inicial del trámite, lo que permite inferir que en diciembre de este año la situación se podría agravar sensiblemente.
Ante la consulta al Ministerio de Defensa, la vocera de prensa del ministro Jorge Taiana indicó que “los pliegos fueron enviados en tiempo y forma por la administración ministerial anterior y hasta el presente no han sido tratados por la comisión parlamentaria respectiva”. En relación con el tema otras fuentes indican que, “en modo alguno han sido retirados de allí por parte de la nueva conducción de la cartera para ponerlos en revisión”.
Desde el Senado coinciden en señalar que por ahora no hay señales claras de cuando estiman los senadores ocuparse del tema ya que por la pandemia hay centenares de acuerdos a los que dar tratamiento. Con las reservas del caso, no son pocos los mandos militares que hicieron saber a Infobae su preocupación por las demoras. Incluso, algunos de los militares consultados anticiparon su intención de pedir el retiro al haber perdido el incentivo profesional.
“La realidad que atraviesan por estas horas decenas de uniformados de alta graduación a los que hace un año se les debió haber comunicado si son aptos o no para integrar la conducción superior de las Fuerzas Armadas, hace que en este momento muchos cargos de alta responsabilidad se encuentren en manos de personal que no tiene la jerarquía que reglamentariamente corresponde para su ejercicio aunque estén propuestos para alcanzarla”, sostienen desde el Edificio Libertador.
Situación sin precedentes
Según recuerdan diversos analistas castrenses, “es la primera vez en la historia militar desde la recuperación de la democracia que un presidente transita dos años de gestión como Comandante en Jefe de las FFAA sin tener en su Estado Mayor al menos un teniente general, un almirante y un brigadier general.
“El JEMCO (Jefe del Estado Mayor Conjunto de las FFAA es la máxima autoridad militar del país. El puesto está en manos del General de División Martín Paleo quien hace pocos meses alcanzó apenas esa jerarquía, teniendo demorado el ascenso a teniente general que le corresponde en virtud del cargo que ocupa.
La misma postergación transitan los jefes de las tres Fuerzas Armadas”. La última vez en la que el PEN ascendió a un oficial al grado de Teniente General para que ocupe el máximo cargo militar conjunto fue el 12 de setiembre de 2016 ocasión en la que Mauricio Macri promovió al grado más alto de la escala al hasta entonces General de División Bari del Valle Sosa.
La mecánica de los ascensos militares
Las jerarquías de oficiales tienen tres escalones, oficial subalterno, jefe y superior. Dentro de los oficiales superiores se distingue a las jerarquías de Coronel, Capitán de Navío y Comodoro de las que les siguen y que constituyen el acceso a la cúpula de la conducción militar. General de Brigada, contraalmirante y brigadier. Este estamento superior de conducción tiene aún dos grados más reservado a los jefes máximos de cada fuerza.
Desde el egreso de los respectivos institutos de formación, hasta la última de las jerarquías de oficial jefe (teniente coronel, capitán de fragata y vice comodoro) son las juntas de calificación de cada fuerza las que evalúan el desempeño profesional de los candidatos a acceder a la jerarquía inmediata superior sin que el poder político tenga -salvo alguna situación excepcional- mayor injerencia. Los nominados a ascender no obstante son promovidos por decreto presidencial. Ningún jefe de fuerza puede disponer un ascenso per se.
El trámite se complejiza a partir de las jerarquías superiores. Allí luego de “pasar por junta” (dentro de la fuerza respectiva) el legajo de los oficiales propuestos para ascender atraviesan otro filtro integrado por las máximas jerarquías de la institución militar a la que pertenecen y si pasan ese análisis, adquieren la condición de “propuesto-seleccionado”. A partir de allí se elabora la lista con el orden de mérito respectivo la que es elevada junto con el legajo de cada oficial al Ministerio de Defensa.
Una vez en la cartera política, son nuevamente escrutados por personal del ministerio y a pesar de que la totalidad del personal militar actualmente en actividad se ha formado en democracia interviene además una ONG denominada CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales) que accede al legajo reservado de los uniformados.
Cumplida esta etapa, las nóminas de ascenso son remitidas al Presidente, quien las gira a la Comisión de Acuerdos del Senado. Aquí una vez más los elegidos deben sortear otra revisión de su carrera pudiendo ser citados a comparecer. Para ello solo basta que un miembro de la comisión lo solicite. Una vez que la Comisión de Acuerdos emite dictamen, los ascensos son tratados sobre tablas en el Senado.
Luego de este último paso las actuaciones se devuelven al PEN para que el Comandante en Jefe confeccione el decreto respectivo y los oficiales reciban los respectivos “Despachos” en los que consta su nueva jerarquía.
Para los pocos militares que alcanzan la jerarquía máxima de Teniente General, Almirante o Brigadier General, este ritual se deberá cumplir en 4 ocasiones. Y no es inusual que alguien que atravesó con éxito su primer round frente a la Comisión de Acuerdos lo repruebe en la siguiente o que el todopoderoso CELS encuentre una “mancha” que antes pasó por alto.
El grado que no es tal
Hace algunos años y por iniciativa de un ex jefe del Ejército Argentino, se pusieron en vigencia una suerte de pseudo grados llamados “distinciones”. Nacieron así las denominaciones de Coronel Mayor, Comodoro de Marina y Comodoro Mayor.
Si bien la intención de estas distinciones eran las de reconocer de alguna manera los servicios de oficiales superiores que a pesar de estar en condiciones de ascender al generalato y equivalentes no lo podía hacer por falta de vacantes, en la actualidad y en virtud de las excesivas demoras en las que tanto el PEN como el Legislativo incurren en materia de ascensos, al ser el otorgamiento de las mismas facultad de cada jefe de fuerza se utilizan para salvar en parte la falta que significa - en especial en las relaciones militares internacionales- tener en puestos de alta conducción a oficiales con grado menor al que reglamentariamente corresponde.
Como ejemplo en este momento la Armada Argentina tiene al menos 11 Comodoros de Marina en actividad, no obstante no todos están propuestos para el grado de contraalmirantes. Este pseudo grado no genera una mayor retribución salarial, solamente “ es un retoque” en los atributos que se utilizan en el uniforme y que estéticamente los asemeja a generales, brigadieres o almirantes sin serlo.
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