En plena revisión de la campaña “La vida que queremos” después de la derrota en las PASO, el Frente de Todos definió que las provincias tomen mayor protagonismo en la carrera proselitista hacia las elecciones generales. El objetivo es apostar al conocimiento territorial de los jefes provinciales para sumar puntos contra Juntos por el Cambio, pero también compartir el impacto de unos resultados que se perfilan adversos.
La descentralización de la campaña representará un giro con respecto a la etapa electoral previa, cuando se había montado un centro operativo en el complejo cultural C de Chacarita con representantes de comunicación política y técnicos que responden a Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa. Incluso se había creado y distribuido un “manual de campaña”, que finalmente pocos candidatos cumplieron.
Después del cimbronazo de la derrota en 17 provincias y el posterior reacomodamiento del Gabinete, el Frente de Todos decidió que el comando central colegiado continúe, pero con otro rol y menor injerencia. Ahora, los caciques de las provincias oficialistas (y los candidatos en el caso de los distritos manejados por gobernadores opositores) tendrán mayor poder de decisión, según confirmaron en distintos espacios de la coalición.
“Es el tiempo de los gobernadores. Van a asumir un rol más importante en la campaña en todas las provincias”, resumió uno de los estrategas. La agenda de los candidatos será organizada por cada provincia e inclusive se planea que las “bajadas” de los referentes nacionales se planteen a demanda de las provincias y, en algunos casos, de los municipios, especialmente en Buenos Aires.
En la coalición de gobierno parten de la base de que es imperativo, para las Generales, realizar un trabajo capilar en los distritos. “Los gobernadores tienen una lectura más profunda. La estrategia nacional va a ser un paraguas. En cada zona decidirán si el mensaje es adaptable a cada territorio o a cada dirigente”, describió un armador. “Ustedes hagan sus campañas. Nosotros estamos. Ese es el mensaje”, agregó.
Los gobernadores afines al Gobierno son Axel Kicillof (Buenos Aires); Raúl Jalil (Catamarca); Jorge Capitanich (Chaco); Gustavo Bordet (Entre Ríos); Gildo Insfrán (Formosa); Sergio Ziliotto (La Pampa); Ricardo Quintela (La Rioja); Oscar Herrera Aguad (Misiones); Gustavo Sáenz (Salta); Sergio Uñac (San Juan); Alicia Kirchner (Santa Cruz); Omar Perotti (Santa Fe); Gerardo Zamora (Santiago del Estero); Osvaldo Jaldo (Tucumán) y Gustavo Melella (Tierra del Fuego).
Con la derrota en las primarias se habían instalado, como es habitual, especulaciones sobre la posibilidad de que los intendentes y los gobernadores se independizaran de las figuras nacionales en el próximo tramo. Muchos evaluaron que el revés electoral se debió en buena parte al empeoramiento en la perspectiva de la opinión pública sobre el presidente Alberto Fernández por el manejo de la pandemia y de la economía durante la crisis, y a cuestiones comunicacionales. Por otro lado, la figura de Cristina Kirchner devuelve indicadores de imagen negativos desde 2015 en varios distritos. Si fuera una elección nacional, admiten en el Gobierno, la provincialización de la elección sería reprobada. Pero en las Legislativas, lo importante es sumar bancas en el Congreso y apoyo al sello, más allá del posicionamiento de los líderes nacionales.
La contracara del plan, si se cumple, es que los candidatos y jefes provinciales podrían verse obligados a absorber mayor peso político de unos resultados que se vislumbran negativos, a pesar de que existe cierta expectativa sobre la posibilidad de disminuir la diferencia con Juntos por el Cambio. La apuesta es a todo o nada. En las provincias estaban recibiendo la propuesta de la Nación con buenos ojos, según pudo reconstruir Infobae.
Mientras tanto, el famoso Complejo C continuará funcionando, pero no está pautada la dinámica. “Esta es una etapa de ordenamiento político. Todavía no estamos para el diseño de la comunicación”, se atajaron en el complejo cultural. Los equipos centrales proveerán herramientas de comunicación y “marcos conceptuales”, como hasta el 12 de septiembre. Un asesor resumió el mensaje que se distribuirá en el interior: “Van a tener la ayuda que necesiten, háganse cargo”.
En tanto, la administración nacional se ocupará de aportar a la campaña con inversiones y activaciones o inauguraciones de obra pública y aplicación de medidas sobre temas específicos. Ayer, el ministro del Interior, Wado de Pedro, y el jefe de Gabinete, Juan Manzur, recibieron a gobernadores y candidatos de las provincias que perdieron contra la oposición en las PASO para tantear sus necesidades.
Lo mismo ocurrirá en la Provincia, donde la recientemente modificada estructura de la gobernación de Axel Kicillof tomará mayor centralidad en la toma de decisiones. A su vez, como publicó Infobae, también los intendentes tendrán más participación en la campaña.
El protagonismo de los gobernadores se verá plasmado en gran parte el regreso de “la territorialidad”, ahora que se relajaron significativamente las restricciones sanitarias. La decisión de permitir reuniones ilimitadas sin uso de barbijo no solo se adoptó para mejorar la imagen del Gobierno de cara a la campaña, sino también para brindar las condiciones necesarias para que el peronismo pueda retomar la “mística militante”, según describió un funcionario.
La habilitación de encuentros masivos a partir del 1 de octubre, anunciada el martes -no casualmente, el Día de la Primavera- por el jefe de Gabinete, Juan Manzur, y la ministra de Salud, Carla Vizzotti, les permitirá a los gobernadores desplegar actos de multitudinarios para aglutinar a los votantes propios, y sobre todo, instarlos a convencer a indecisos y desencantados.
En las últimas elecciones los niveles de asistencia fueron bajos en relación a las Primarias de 2019. Y aunque en el Gobierno descuentan que las cifras aumentarán en las Generales -siempre ocurre-, creen que mientras más personas vayan a las urnas, mayores probabilidades tendrán de “arañar” algunos puntos. “Se acabaron los actos sobrios, con distancia social, con funcionarios en sillas blancas, sin más que ellos”, explicaron en la Casa Rosada.
Una primera probada de la tónica que planea el oficialismo se plasmó el miércoles pasado en el acto convocado por Alberto Fernández en José C. Paz, el distrito conducido por Mario Ishii que tuvo la mejor performance bonaerense en septiembre. El Presidente, Máximo Kirchner y Axel Kicillof, que intentaron mostrar cierta unidad después de las internas, fueron recibidos con bombos, bengalas y banderas por tropas de La Cámpora y los movimientos sociales.
Aún no está claro el lugar que ocuparán Alberto Fernández, Sergio Massa y Cristina Kirchner en el despliegue. Los máximos accionistas del Frente de Todos, en distintas medidas, le “pusieron el cuerpo” a la campaña para las PASO, como repitieron hasta el infinito en el Gobierno en la previa. Con los resultados del día después, sus presentaciones en público podrían mermar o modificarse.
Tampoco se definió si se seguirá aplicando el slogan “La vida que queremos”, ni quién sucederá a Santiago Cafiero como jefe de campaña. Si las responsabilidades se delegan en las provincias, una lectura podría ser que esa figura, que ya estaba desdibujada por la organización “colegiada” entre los socios de la coalición para las PASO, quede definitivamente diluida.
Pero la jugada permite otra mirada: que el coordinador de esas campañas sea, justamente, Manzur, que arribó a la Casa Rosada desde Tucumán en acuerdo con Alberto Fernández en representación de las provincias. El debate sobre el comando estaba teniendo lugar en estos días, cuando faltan pocos días para el arranque oficial, previsto para 30 de septiembre por el calendario electoral.
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