El nuevo Gabinete se pone en marcha para relanzar la gestión, dejar atrás la crisis política y buscar votos de cara a noviembre

Después de cambiar a sus ministros, el Presidente apunta a dar vuelta la página y dar por superada la tensión con Cristina Kirchner. Las nuevas medidas en agenda y el objetivo electoral

Juan Manzur y Carla Vizzotti, esta mañana en Casa de Gobierno. Se reunieron para definir los primeros anuncios

Alberto Fernández movió la ficha del tablero político que no quería correr una semana atrás. Lo hizo presionado por Cristina Kirchner que, en buenos y malos términos, le dijo que había que renovar el Gabinete para asimilar el impacto de la paliza electoral que el peronismo sufrió en las PASO. Después de una semana de crisis política interna y reorganización de la fuerza política, el Presidente cumplió con el pedido.

Ayer por la tarde le tomó juramento a seis ministros y al nuevo titular de la Secretaría de Comunicación. Regresaron al Gabinete nombres históricos como Aníbal Fernández, Julián Domínguez y Daniel Filmus, figuras trascendentes dentro de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. Se quedó Santiago Cafiero, el hombre del Presidente, pero al mando de la Cancillería y no de la Jefatura de Gabinete, adonde llegó el tucumano Juan Manzur.

El jefe de Estado tenía en sus planes renovar el Gabinete después de las elecciones del 14 de noviembre. Su voluntad la mantuvo en las primeras 48 horas después de la derrota electoral. El miércoles pasado la Vicepresidenta ordenó que los ministros que le responden presenten la renuncia y el jueves escribió una carta en la que le advirtió a Fernández que debía hacer cambios. Una movida que para algunos colaboradores cercanos a Alberto tuvo una característica “extorsiva”, aunque sirvió para ejercer presión sobre el Presidente y terminó dando resultado.

En el Gobierno aseguran que los nombres propios conocidos son garantía de calidad. “No necesitan ni dos horas para poner en marcha los ministerios”, resumen puertas adentro de la Casa Rosada. Además, destacan la comodidad que tiene el Presidente con este nuevo círculo de poder ministerial, debido a que todos fueron compañeros suyos en los gobiernos del kirchnerismo y lo une a ellos un vínculo personal más allá del político.

Los seis nuevos ministros y el flamante comunicación, los funcionarios que asumieron en la jornada de ayer en la Casa Rosada (EFE/Natacha Pisarenko POOL)

La modificación del Gabinete tiene múltiples objetivos. Uno de ellos es relanzar el Gobierno luego de la pandemia, la derrota en las urnas y la crisis política generada por la puja de poder entre el Presidente y la Vicepresidenta. Comenzar una nueva etapa que deje atrás los capítulos de una novela política plagada de tropiezos, errores de comunicación y discusiones internas sin límites.

“Sirve para dar vuelta la página, oxigenar el Gabinete y tratar de que Alberto salga fortalecido después de la crisis que tuvimos”, aseguró uno de los ministros que quedó en pie después de los cambios. Tal como estaba planteado antes de la guerra interna, Fernández tendrá una absoluta centralidad en las actividades de gestión y las recorridas que se realicen en el conurbano de aquí hasta las elecciones generales. Hay que recuperar votos.

Además de realizar varias visitas a los municipios del conurbano bonaerense, donde el Gobierno perdió en todas las secciones electorales menos en la Tercera, en la que ganó por menos distancia que la que suele sacar en los comicios, también concentrará actividades políticas y electorales en las provincias del norte argentino, donde el Frente de Todos buscará aumentar la cantidad de votos obtenidos y achicar la cuenta nacional.

Otros de los objetivos del cambio de Gabinete es poder construir desde lo simbólico un nuevo tiempo rumbo hacia el 14 de noviembre. Ganar las elecciones generales es una utopía para el peronismo. Saben que es muy difícil dar vuelta el resultado con 5 puntos de diferencia de Juntos por el Cambio en la provincia de Buenos Aires y 17distritos electorales perdidos sobre los 24 en pugna. El panorama es desolador y no hay nombres de ministros que puedan modificarlo.

Aníbal Fernández reemplazará a Sabina Frederic en el ministerio de Seguridad (Juan Mabromata/Pool via REUTERS)

“No creo que nos alcance un cambio de Gabinete para ganar las elecciones, pero sí para poder achicar el margen y salir menos golpeados del domingo de la votación”, aseguró un funcionario muy cercano al Presidente que tiene el pulso de la estrategia electoral y política de la gestión.

Un tercer objetivo tiene que ver con que en el Gobierno consideran que la nueva identidad del Gabinete le servirá al jefe de Estado para poder administrar mejor las tensiones internas del Frente de Todos. Hay ejemplos claros en los que, a priori, podría verse esa mejoría.

Con el desembarco de Aníbal Fernández en el Ministerio de Seguridad de la Nación, el Presidente va a obturar las críticas permanentes y desgastantes de Sergio Berni. En el Gobierno sienten que el funcionario bonaerense limó a la ministra saliente Sabina Frederic y, en consecuencia, al trabajo del Ministerio. Ese accionar no será el mismo con Fernández en el puesto.

Otro ejemplo tiene que ver con el rol de Juan Manzur como jefe de Gabinete. El hasta ayer gobernador de Tucumán tiene peso específico dentro del esquema de mandatarios peronistas. Buen vínculo con todos e influencia en la estructura de la Liga de Gobernadores, que lo respaldó para desembarcar en Balcarce 50. Sobre todo con aquellos que gobiernan en el norte del país. Manzur ayudará en la gestión de las tensiones federales.

Julián Domínguez, uno de los históricos que regresa al gabinete nacional. Ayer asumió como ministro de Agricultura

En tanto, los nuevos ministros vinculados al mundo K serán un problema menos en la discusión interna entre el albertismo y el kirchnerismo. La puja de poder por los lugares en la estructura del Estado y la forma en la que se desenvuelven los ministros debería ceder luego de dos años de conflictos internos y criticas subterráneas a los funcionarios que se bajaron del barco.

Un cuarto objetivo de la renovación del Gabinete está asociado a la necesidad que tenía el Gobierno de que la estructura ministerial tenga mayor volumen político y nombres que sepan comunicar la gestión. Al gobierno nacional le faltaban voceros y los ministros que llegan tienen más experiencia en el trato con los medios y la defensa de la gestión, una de las falencias que sufrió la Casa Rosada desde el 2019 a esta parte.

“Alberto no trajo jugadores para probar. Tienen experiencia y salen a la cancha rápido”, definió un ministro que suele frecuentar al Presidente en el primer piso de la Casa Rosada. En el Gobierno entienden que con los cambios la gestión debería ser más dinámica y el equipo de trabajo más compacto. “Va a poder tomar más aire y dejar de administrar las tensiones internas por un tiempo”, graficaron en el oficialismo sobre cómo vive la renovación el primer mandatario.

Lo que sigue en la historia del Gobierno son anuncios económicos como la suba del salario mínimo, los reajustes en el Impuesto a las Ganancias y bonos para los jubilados. Desde lo político y simbólico la respuesta a la derrota en las elecciones fue la renovación del Gabinete. Desde lo económico será un paquete de medidas que tienen como objetivo final mejorar el poder adquisitivo en la capa media y baja de la sociedad. El Gobierno arranca una nueva etapa. Así lo sienten.

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