El futuro del Frente de Todos y de la administración nacional son dos incógnitas entrelazadas después de una semana donde el oficialismo se acercó como nunca a una ruptura tras la derrota en las PASO. Sin embargo, mientras se aplicaron los cambios en el Gabinete, forzados por Cristina Kirchner, las posiciones de cada espacio quedaron claras.
El kirchnerismo dejó en evidencia su poder de decisión y ahora espera que el Presidente ejecute las medidas económicas por las que venían presionando para mejorar el resultado en los comicios generales legislativos. Mientras tanto, Alberto Fernández decidió apoyarse en los gobernadores, la base de sustentación política inicial de su gobierno que venía descuidando desde el año pasado.
Base de apoyo
Tras el desplazamiento obligado de su colaborador más cercano -el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, que será Canciller-, la decisión de que el gobernador de Tucumán, Juan Manzur, se haga cargo de la coordinación de los ministerios nacionales es una demostración de que el Presidente apelará al apoyo de los caciques provinciales de cara a la próxima etapa de su Gobierno.
Las primeras señales de esta postura se habían vislumbrado en la agenda de reuniones que diseñó esta semana el Gobierno en el apuro de la crisis política. Mientras surfeaba la ola de cuestionamientos que le llegaban desde el ala kirchnerista, lo primero que hicieron Alberto Fernández y sus ministros más cercanos fue comunicarse con los gobernadores del PJ.
Los diálogos fueron primero telefónicos y a partir del jueves tomaron formalidad. Las visitas presenciales de varios gobernadores a Olivos, a la Casa Rosada, y al ministerio de Obras Públicas -donde manda Gabriel Katopodis, un hombre de Alberto Fernández- le dieron mayor volumen político a las conversaciones, precipitadas luego de que La Cámpora materializara de la manera más brutal su presión contra el Presidente con la renuncia simultánea de siete ministros y secretarios que responden a Cristina Kirchner y que finalmente se quedaron en sus cargos.
Negociaciones contrarreloj
El jueves, el gobernador Sergio Uñac y Manzur visitaron la quinta presidencial donde Alberto Fernández buscó tantear si estarían dispuestos a liderar la Jefatura o el Ministerio del Interior, cuando aún existían dudas sobre si Wado de Pedro efectivamente partiría, o bien permanecería en el Gabinete (finalmente ocurrió lo segundo).
En ese momento, ambos se mostraron dubitativos. Tomar la coordinación de las carteras o el ministerio más caliente en plena crisis era un arma de doble filo y ambos se excusaron ante el Presidente refugiándose en argumentos sobre sus respectivas responsabilidades provinciales. Manzur hizo especial hincapié en la crisis interna que protagoniza con su vicegobernador, Osvaldo Jaldo.
Pero con el pasar de las horas, en la Casa Rosada se impuso con cada vez mayor fuerza la intención de que el tucumano fuera el sucesor de Cafiero, e inclusive ofrecieron intervenir en la provincia para resolver la crisis. El interés creció después de la carta donde Cristina Kirchner le dio su apoyo, a pesar de la pelea que los había separado durante los años de gobierno del macrismo, luego de que Manzur -que había sido su ministro de Salud-, se desmarcara de la ex presidenta tras de la derrota de 2015.
En los últimos meses, el gobernador y la Vicepresidenta venían acercando posiciones. Cristina Kirchner le había dado su apoyo en la pelea interna del gobierno tucumano con el vicegobernador Jaldo. Y anteayer, en su carta pública contra Alberto Fernández, incluso aclaró que ella misma había propuesto a Manzur como reemplazante de Cafiero. En la Casa Rosada lo relativizan y aseguran que es un hombre que responde a Alberto Fernández que ella se limitó a aceptar.
Finalmente, los esfuerzos de la Casa Rosada pagaron y Manzur, referente histórico de Tucumán, de buena relación con sus pares, aceptó desembarcar en la el Gobierno Nacional. Con su designación, el Presidente afianzó los apoyos de todos los gobernadores peronistas, asegurándoles mayor prioridad en su gestión a la hora de decidir el direccionamiento de fondos y obras. “Los gobernadores van a tener una voz dentro del Gabinete y mayor injerencia en las políticas para el territorio del gobierno nacional”, concluyó un funcionario provincial, contento con el resultado del encuentro de ayer en La Rioja.
La relación con los gobernadores
En medio de la crisis, Alberto Fernández definió así retomar los lineamientos del esquema de poder que había trazado durante la campaña de 2019 y en los primeros meses de gobierno, del que se había desviado. Desde el año pasado, la relación con los gobernadores había quedado principalmente en manos del ministro De Pedro, describieron en las provincias, y los jefes provinciales se sentían “descuidados” por el Presidente. No ayudaron a la buena salud del vínculo los cruces durante la pandemia por las diferencias en torno a las medidas sanitarias contra el coronavirus.
“Alberto está intentando reconstruir su capital político con algo que se planteó, y se cumplió, al inicio de la gestión, pero que con la crisis sanitaria se fue desinflando. La derrota y la crisis que desataron las PASO, sumadas al tironeo con Cristina, hicieron que Alberto reflote esa iniciativa”, describió un funcionario nacional.
Los caciques estaban especialmente disconformes con el excesivo protagonismo que se les daba desde la Nación a los intendentes de sus provincias, muchos de ellos de La Cámpora. “Por decisión del gobierno nacional, las cuestiones de acción política concreta en el territorio pasaban por los municipios. Los intendentes se quedaban con la plata y los anuncios, y los gobernadores eran los que tenían que salir a bancar las cuestiones negativas de la gestión y pechear las malas noticias”, dijo el colaborador principal de uno de los gobernadores que participaron del encuentro de ayer en La Rioja con Alberto Fernández.
En los diálogos de esta semana, y con la designación de Manzur, el Presidente les aseguró a los gobernadores que tendrán mayor prioridad en la gestión nacional. “Ahora van a tener una voz dentro del Gabinete y mayor injerencia en las políticas para el territorio del gobierno nacional”, dijo un funcionario provincial al tanto de las negociaciones de los últimos días.
El acercamiento y la incorporación de Manzur, agregaron desde la Nación, es también “un reconocimiento a que la agenda del Gobierno se porteñizó (sic) demasiad”. “Salir de de eso implica incorporar las agendas de las provincias, naturalmente”, dijo una fuente nacional.
Ayer, con una reunión en La Rioja que se publicitó esmeradamente a través del área de Comunicación de la Presidencia, Alberto Fernández montó en escena junto a los gobernadores el acuerdo que le permitirá tener cierta base de apoyo en el Senado -donde el mando principal está en manos de Cristina Kirchner-, y en la Cámara de Diputados, donde la mayor parte de los legisladores representan al pueblo de la provincia de Buenos Aires, el territorio donde se encuentran los votos de la Vicepresidenta.
“La reunión con los gobernadores implica empezar a salir de la situación pantanosa en la que estaba el Gobierno. Y muestra reflejos políticos, algo que estaba faltando”, describieron desde la Casa Rosada.
Wado, Manzur y las medidas económicas
Con el nombramiento del gobernador en la Jefatura de Gabinete, todas las miradas apuntan ahora al rol que tendrá Eduardo “Wado” de Pedro, el ministro del Interior kirchnerista que estuvo al borde dejar el Gobierno y finalmente mantendrá su oficina en la planta baja de la Casa Rosada. Hasta el domingo de las elecciones PASO que resquebrajaron la unidad del Frente de Todos, el referente camporista funcionaba como articulador entre Cristina y Máximo Kirchner y la Casa Rosada y mantenía una relación aceitada y cordial con el jefe de Gabinete, Cafiero. Y aunque en su gestión ponía mucho énfasis en el conurbano, también viajaba seguido a las provincias para concertar con los gobernadores.
En el kirchnerismo creen que la unidad de la coalición y la coherencia en la gestión dependerá principalmente de que Alberto Fernández tome las medidas económicas necesarias para “volver a enamorar a los vecinos”. Es decir, hacer los esfuerzos que le exige el kirchnerismo para revertir o mejorar los devastadores resultados de la elección primaria para el oficialismo.
“Alberto tomó decisiones: hizo un cambio de Gabinete, al igual que Cristina cada vez que la situación electoral no nos acompañó. Ahora hay que esperar lo más importante. Todos veníamos diciendo lo mismo, que había que tomar acción en la situación económica de la gente. Ahora esperamos que Alberto las tome”, dijo un funcionario que responde a La Cámpora.
Desde el Instituto Patria remarcaban que después de “la decisión de Alberto”, la presencia de Wado de Pedro y del presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa en el acto que encabezó Alberto Fernández el sábado en La Rioja fue una señal de recomposición para las bases. Sin embargo, en la coalición se vivía un clima enrarecido después de que el Frente de Todos estuviera a punto de romperse en el pico del conflicto post-derrota sobre el final de la semana, cuando se barajó todo tipo de hipótesis sobre el desenlace.
Finalmente, presionado por Cristina Kirchner, Alberto Fernández hizo los cambios que se le exigían: removió a su jefe de Gabinete e incluso se desprendió de su secretario de Comunicación, Juan Pablo Biondi. También desplazó a la ministra de Seguridad, Sabina Frederic, la antropóloga a quien él mismo había apostado por su perfil progresista. El único ministro que responde a Cristina Kirchner en salir eyectado fue el titular de Ciencia y Tecnología, Roberto Salvarezza.
Tras la toma de juramento a sus ministros, prevista para el lunes a las 16, Alberto Fernández se preparará para los anuncios económicos que venía preparando desde antes de las elecciones con Cafiero, junto al ministro de Economía, Martín Guzmán; el de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas; y el de Trabajo, Claudio Moroni. Los cuatro funcionarios venían siendo muy cuestionados por el kirchnerismo, pero finalmente, con el aval de Cristina Kirchner, los titulares del equipo económico permanecieron al frente de las carteras más importantes en el contexto de la crisis.
Después de los cambios en el Gabinete, precipitados por el ultimátum de la Vicepresidenta, se aproxima una nueva etapa en la gestión y una de las dudas principales es cómo resolverán las tensiones las dos facciones principales del Frente de Todos, que influyen directamente en el desarrollo de la administración nacional. Mientras tanto, en el oficialismo miran a noviembre y se preguntan qué ocurrirá con el frente si la derrota es igual o similar, o inclusive peor a la de las PASO. Para evitar ese escenario, apuestan a la inyección de fondos en el conurbano y en las provincias propias para mejorar las performances en los distritos donde resultaron vencidos y mantener el caudal en los pocos donde lograron imponerse.
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