Felipe Solá abordó un avión de la Fuerza Aérea con una mínima comitiva para participar de la Cumbre de la Comunidad de los Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que en Ciudad de México tenía previsto designar a Alberto Fernández como su Presidente Pro Tempore.
Solá abandonó Buenos Aires asumiendo que continuaba como Ministro de Relaciones Exteriores, a pesar de sus diferencias personales y políticas con Alberto Fernández. Se equivocó: cinco minutos antes del anuncio oficial que terminaba con su carrera como canciller, recibió una llamada urgente de Santiago Cafiero.
-Felipe: ahora vamos a comunicar que ya no sos más ministro-, informó el jefe de Gabinete, que sería su reemplazo en el Palacio San Martín.
Solá estaba en El Salvador, era de noche, hacía muchísimo calor y se dirigía en un minúsculo avión rumbo a México.
-Ehhh. ¿Cómo hicieron eso...?-, replicó Solá.
Y agregó sin respirar: ¿Quién me reemplaza?
-Yo Felipe. Te reemplazo yo-, cerró Cafiero antes de cortar.
Enlatado en el avión de la Fuerza Aérea, el ahora excanciller no paró de maldecir desde El Salvador a México. Arribó a destino ya como un turista accidental: no se puso el traje gris que solía utilizar, y saludó sin esmero al canciller mexicano Eduardo Ebrard, quien entendía la situación y la paradoja diplomática.
Ebrard estaba recibiendo en el aeropuerto a un ministro de Relaciones Exteriores de la Argentina que llegaba a México para coronar el primer triunfo diplomático de Alberto Fernández que se enteraba de su renuncia en un país tropical por la comunicación informal de un jefe de Gabinete que 70 horas más tarde sería su sucesor en el cargo.
Alberto Fernández tuvo fracasos diplomáticos en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y en el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), ya que en ambos casos no pudo lograr la presidencia de esos organismos multilaterales de crédito.
Sin embargo, el jefe de Estado persistió en su decisión de ocupar la titularidad de un foro regional y apuntó a la CELAC. Solá entendió la decisión y las intenciones de Alberto Fernández y desplegó una estrategia diplomática en el Caribe que dio sus resultados.
Nicaragua apoyado en las sombras por Venezuela eligió a un líder populista de una pequeña isla llamada San Vicente y las Granadinas para competir con Alberto Fernández por la presidencia de la CELAC. Se trata de Raph Gonsalves, Mini Castro como lo llaman en el Kremlin, que hace veinte años que es Primer Ministro y depende de la ayuda económica y financiera de Caracas y la Habana.
Solá envió al Caribe a dos diplomáticos de carrera para aislar a Gonsalves y lograr que Alberto Fernández fuera titular de la CELAC. En este foro regional no se necesita la unanimidad para alcanzar la presidencia, y el excanciller -cuando aun estaba en su cargo- hizo lo necesario para bajar la candidatura de Mini Castro y coronar un triunfo multilateral para Argentina.
Gonsalves -convencido por los delegados del Palacio San Martín- jugó a favor de Alberto Fernández por dos promesas diplomáticas vinculadas a la CELAC y a un fondo para catástrofes aportado por la ONU y manejado por la CEPAL. Muy poco en relación a las ganancias geopolíticas que obtenía Balcarce 50.
Alberto Fernández tenía pensado aceptar hoy la Presidencia de la CELAC durante una gira relámpago a Ciudad de México que se complementaría con su discurso oficial ante las Naciones Unidas. Pero el emplazamiento de Cristina Fernández de Kirchner cambió los planes y Solá se hizo cargo de una misión diplomática que se perdió en la vorágine de la crisis de gabinete.
Solá aterrizaba en México para aceptar la titularidad de la CELAC en nombre de la Argentina y para anotarse un éxito diplomático que recién le llegaba a los casi dos años de una gestión en zigzag que siempre fue cuestionada por la Casa Rosada. El ministro no paraba de sonreír, había encontrado su lugar en el mundo del Frente de Todos.
Pero esa felicidad personal fue efímera. Después de escuchar la comunicación informal de Cafiero -su reemplazante desde el lunes próximo-, Solá le escribió por WhatsApp al Presidente. Necesitaba una explicación política e informar que había renunciado al cargo. No iba a estar en las deliberaciones de la CELAC como una figura de piedra sin poder ni representación oficial.
El chateo entre Solá y Alberto Fernández duró unos segundos. Tuvo sabor a nada.
A las 22, hora de la Argentina, el excanciller subirá al avión de la Fuerza Aérea para regresar a Buenos Aires.
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