Después del rally de conversaciones que se desencadenó ayer en el Frente de Todos con el único objetivo de poner fin cuanto antes a la crisis política, el nuevo Gabinete de Alberto Fernández terminó definiéndose anoche a favor de Cristina Kirchner. Las modificaciones que el Presidente resistía fueron apuradas por el ultimátum de la carta de la vicepresidenta, y significaron la salida de los hombres de mayor confianza del primer mandatario, Santiago Cafiero y Juan Pablo Biondi, que fueron reemplazados por dirigentes que provienen de los gobiernos kirchneristas. En cambio, casi todos los ministros y secretarios camporistas que habían renunciado el miércoles para presionar al Jefe de Estado terminaron quedándose.
El Presidente quería hacer modificaciones en el Gabinete después de las elecciones de noviembre, pero no pudo sostener su postura frente la presión de su compañera de fórmula. Y si bien todos los nuevos funcionarios tienen vínculo con el Presidente, cuatro de ellos fueron referentes importantes de las administraciones de Cristina Kirchner en el Ejecutivo como en la Cámara de Diputados y en el Senado.
Los nombres se conocieron anoche, a las 22:15, a partir de un mensaje a la prensa por parte de los voceros presidenciales, tres horas después de que el secretario de Comunicación y hombre de mayor confianza de Alberto Fernández, Juan Pablo Biondi, renunciara a su cargo.
El ex ministro de Salud y actual gobernador de Tucumán, Juan Manzur, irá a la Jefatura de Gabinete de Ministros en lugar de Santiago Cafiero; el ex jefe de Gabinete Aníbal Fernández se hará cargo del Ministerio de Seguridad en lugar de Sabina Frederic; Julián Domínguez volverá a la cartera de Ganadería, Agricultura y Pesca y reemplazará a Luis Basterra; mientras que el ex titular de Educación, Daniel Filmus, encabezará Ciencia y Tecnología tras la salida de Roberto Salvarezza, el único ministro que responde a Cristina Kirchner que fue eyectado de su cargo.
En tanto, el jefe de Gabinete y hombre de mayor confianza de Alberto Fernández, Santiago Cafiero, fue desplazado al Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. Y el secretario de Comunicación y Prensa, Juan Pablo Biondi, debió renunciar: será reemplazado por el abogado entrerriano que lidera la Dirección Nacional de Publicidad Oficial; Juan Ross. En tanto, el secretario de Políticas Universitarias, Jaime Perzyck irá a Educación en lugar de Nicolás Trotta.
Alberto Fernández apostó a la estabilidad de su gobierno frente la crisis política. Aunque hasta el jueves tensó la cuerda hasta donde pudo, se abroqueló con sus ministros e intentó imponer autoridad frente a la avanzada K, después de la carta de la Vicepresidenta, el jueves por la noche desistió de redoblar la apuesta, bajó las armas y empezó a negociar un Gabinete “de equilibrio”, según dijeron en su entorno.
A partir del lunes, cuando asuman los nuevos ministros, se abrirá una nueva etapa, tanto en la coalición como en la administración pública nacional.
Negociaciones frenéticas y apuradas
La serie de frenéticos encuentros y llamados de negociación, que habían empezado a media mañana y se extendieron hasta entrada la noche, se desarrollaron en un ambiente de apuro e incertidumbre hacia el final de la semana más difícil para el oficialismo, debido a la ola de peleas internas derivadas del fracaso en las PASO.
Ayer, pasadas las 20, en la Casa Rosada aseguraban que sería imposible anunciar el nuevo Gabinete el mismo viernes. Mientras avanzaba la noche, los socios y los futuros protagonistas del Gobierno no habían llegado aún a un acuerdo, en parte por la reticencia de algunos dirigentes para aceptar los ofrecimientos en los cargos. Faltaba “cerrar” algunos nombres, en especial para ocupar el lugar más relevante: la Jefatura de Gabinete.
Manzur había demorado su decisión por el enfrentamiento que tiene en su provincia con Osvaldo Jaldo, su vicegobernador, quien compitió en una lista paralela en las últimas elecciones. Sin embargo, el tucumano terminó aceptando la propuesta y planea ordenar el vínculo con su compañero de fórmula.
Además de los nombres con pasado en los gobiernos kirchneristas, el acuerdo entre Alberto y Cristina dejó a los dos hombres de confianza de ambos en pie, aunque con una diferencia clave: Eduardo “Wado” De Pedro seguirá en el Ministerio del Interior, mientras Santiago Cafiero dejará la Jefatura de Gabinete para ser el nuevo canciller, cargo que ocupaba hasta ahora Felipe Solá.
La permanencia de algunos de los ministros de Alberto Fernández fue una de las pocas definiciones a favor del Presidente en la negociación. Se mantuvieron en sus cargos los ministros de Economía, Martín Guzmán; de Obra Pública, Gabriel Katopodis; de Turismo, Matías Lammens; de Desarrollo Social, Juan Zabaleta; de Defensa, Jorge Taiana; de Vivienda, Jorge Ferraresi; y de Salud, Carla Vizzotti. También las titulares del PAMI y de Anses, Luana Volnivoch y Fernanda Raverta, ambas camporistas que habían puesto a disposición sus renuncias ante el Presidente, al igual que De Pedro.
Ayer por la mañana, el Presidente permaneció en Olivos, donde la noche anterior había evaluado con los hombres de su círculo íntimo el mensaje más duro de su compañera de fórmula desde que el Frente de Todos asumió la gestión, en diciembre de 2019. En su misiva, la Vicepresidenta había dejado asentado que sería intransigente en la necesidad de recalibrar profundamente el rumbo de la administración y remover a las figuras más importantes del Gabinete de cara a las próximas elecciones y a los dos años que restan de gestión antes de las elecciones de 2023.
Después del extenso análisis de la carta y de las posibles salidas en un escenario de fuerte rivalidad interna, el Presidente decidió ceder y todos los esfuerzos de los socios de la coalición empezaron a orientarse a negociar los cambios y convencer a las figuras que podrían ocupar los cargos.
Los principales encargados de los diálogos fueron Alberto Fernández; el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa; el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero; la vicepresidenta, Cristina Kirchner; el ministro del Interior, Eduardo “Wado” De Pedro; y el de Obra Pública, Gabriel Katopodis.
Cada uno por su lado, en distintas sedes, iniciaron vertiginosas conversaciones con los posibles reemplazantes de los funcionarios que dejarán sus cargos. Se evaluó a gobernadores, intendentes y exministros.
En la Casa Rosada estuvieron desde el mediodía el Presidente, Cafiero, y la secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra, quienes discutieron los nombres de los nuevos ministros y el modo de reorganizar del Gabinete, donde finalmente no se incluyeron degradaciones de ministerios al rango de secretarías como se había rumoreado.
En tanto, también la sede del Ministerio de Obras Pública, que conduce Gabriel Katopodis, se transformó en una de las bases de negociación. El ex intendente de San Martín es uno de los funcionarios más cercanos a Alberto Fernández y ayer se encargó de tender puentes para lograr acuerdos con vistas a ocupar los lugares que quedarían vacantes en el Gabinete.
Durante este viernes, el ministro recibió en su despacho a los gobernadores de Chaco, Jorge Capitanich (ex jefe de Gabinete de Cristina Kirchner) y de La Rioja, Ricardo Quintela, quien ingresó a la Casa Rosada cerca de las 15 y mantuvo una reunión de más de dos horas con el Jefe de Estado. Allí terminó de cerrarse la participación del Presidente este sábado en una cumbre de gobernadores en esa provincia.
Por la noche, desde el gobierno chaqueño emitieron un comunicado oficial aclarando que Capitanich no iba a ocupar ningún cargo en la nueva estructura ministerial. El anuncio sacó a un jugador del tablero, ya que se habían generado rumores sobre su regreso al Gabinete.
El jueves el Presidente había tanteado Sergio Uñac y Juan Manzur, con quienes mantiene una relación que regó durante sus dos años de gobierno con visitas y elogios públicos. Era el principio de una ronda de consultas para armar una estructura ministerial más robusta que la anterior e inclinada sobre figuras de peso dentro del peronismo.
Katopodis, que se transformó en un gestor de la unidad después del acuerdo de 2019, destinó una parte de la tarde a conversar por teléfono con algunos de los jefes municipales más relevantes del conurbano como Martín Insaurralde (Lomas de Zamora), Mariano Cascallares (Almirante Brown), Gustavo Menéndez (Merlo) y Fernando Moreira (San Martín). Buscó tejer una red de contención con referentes camporistas y del PJ para el nuevo tiempo.
También se encontró con Sergio Massa en las oficinas del ministerio. Después de cada reunión, reportó los resultados de los encuentros al Presidente y Cafiero, que si bien sabía que iba a dejar su cargo, se puso al frente de las negociaciones para rearmar la nueva estructura ministerial.
Con base en el primer piso de la Casa Rosada, el Jefe de Gabinete permaneció en su despacho, excepto durante el lapso de una hora y media, entre las 14.30 y las 16, cuando dejó Balcarce 50 para visitar al ministro de Hacienda, Martín Guzmán.
Y es que, en paralelo a las conversaciones políticas, Cafiero siguió definiendo los últimos detalles de los anuncios económicos que venía trabajando desde el tramo final de la campaña electoral. Estaban previstos para el jueves, pero debieron ser postergados por la crisis post-PASO.
En tanto, Guzmán, uno de los ministros apuntados por un sector del kirchnerismo que terminó quedándose -la vicepresidenta aclaró anteayer que no buscaba desplazarlo- estuvo toda la tarde en el ministerio de Hacienda. Según pudo saber Infobae, se ocupó de temas de gestión vinculados a la política social, energética, financiera y fiscal. También trabajó sobre el proyecto ley de desarrollo de la agroindustria y la actualidad de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El Presidente tiene planeado comunicar los anuncios económicos la semana que viene, como una señal de “relanzamiento” de su administración, que fue puesta en duda por el ala kirchnerista de la coalición y que se encontraba en pleno reordenamiento luego de que Cristina Kirchner pateara el tablero con su cargada misiva.
Mientras tanto, ayer Cristina Kirchner tuvo su base de negociación en el Senado, donde recibió a “Wado” De Pedro y donde marcó el ritmo de la construcción del nuevo Gabinete. Desde que puso a disposición públicamente la renuncia a su cargo y desencadenó la peor crisis del Frente de Todos, De Pedro mantuvo varios diálogos con la Vicepresidenta y con Máximo Kirchner, quien también concentró las negociaciones en el Congreso. Ese triángulo funcionó como la base de poder del mundo K en la disputa con Fernández.
Sergio Massa siguió su propio camino en la jornada de ayer. A la mañana temprano, el presidente de la Cámara de Diputados tuvo reuniones en el Congreso con diputados del Frente Renovador por las leyes de Hidrocarburos y Presupuesto. Al igual que el día anterior, se mantuvo cerca de sus dirigentes y los actualizó sobre el contexto de gobierno.
También se encontró con Katopodis, y pasado el mediodía se trasladó al ministerio de Transporte para reunirse con el único ministro que responde directamente al massismo en el Gabinete, Alexis Guerrera. En el entorno de Massa daban por descontado que el dirigente que reemplazó a Mario Meoni luego de su fallecimiento seguirá en el cargo y no iba a ser parte de la renovación que planeba Fernández.
Del edificio céntrico, el tigrense se dirigió a sus oficinas en la Avenida Libertador y luego a su casa de Rincón de Milberg. Por la tarde, regresó al centro para mantener una nueva reunión con el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, otro de los ministros apuntados por el kirchnerismo.
En las últimas horas del día estuvo en contacto con el Presidente y con Máximo Kirchner, al igual que con otros dirigentes del espacio, gobernadores e intendentes. La jornada peronista se vivió entre llamadas y mensajes; idas y vueltas.
En medio de un clima agitado durante las intensas negociaciones, cerca de las 19, el vocero presidencial, Juan Pablo Biondi, presentó su renuncia indeclinable al cargo. El funcionario había sido apuntado por Cristina Kirchner en su determinante misiva pública del jueves, en la que acusó al entorno presidencial de montar “operaciones de prensa” en su contra.
Poco después, se conoció que el Presidente viajaría a La Rioja durante el sábado para liderar la cumbre con gobernadores peronistas y obtener respaldo de cara a la etapa posterior al quiebre político de la administración nacional.
Todas las llamadas cruzadas y las múltiples reuniones que ocurrieron en el día tuvieron como objetivo común mantener la paz interna después de la sacudida, consensuar el relanzamiento de la gestión, lograr el apoyo de todos los sectores del peronismo y allanar el camino la construcción de un nuevo gobierno. Hoy, después de tres días de alto voltaje político, el Gobierno tiene un nuevo Gabinete y desde las arterias oficialistas esperan que comience una temporada al menos un poco más templada en la interna feroz del oficialismo de cara a las elecciones Legislativas generales.
SEGUIR LEYENDO: