Cristina Fernández de Kirchner se comió a la pieza más cercana de Alberto Fernández: Juan Pablo Biondi, secretario de Comunicación y Prensa, presentó su renuncia indeclinable al cargo para evitar que su amistad con el Presidente complique aún más la salida política a la crisis de poder que sufre la Casa Rosada desde la derrota electoral en las PASO.
CFK y Biondi nunca se llevaron bien. Había mínima empatía, e infinita desconfianza mutua. Pero el secretario de Prensa jamás cuestionó a la vicepresidente -en privado o en público- y se sorprendió cuando ella lo acusó de hacer operaciones en su última carta posteada en Twitter y Facebook.
“A propósito de la categoría de funcionarios que no funcionan… el vocero presidencial escaparía a aquella clasificación. Es un raro caso: un vocero presidencial al que nadie le conoce la voz. ¿O tiene alguna otra función que desconocemos? ¿La de hacer operaciones en off por ejemplo? Verdadero misterio, gatilló Cristina en su epístola.
Biondi conoce como funciona el poder. Estaba en Olivos, junto al Presidente, cuando CFK posteó su misil político de 20 párrafos. Y no tuvo dudas que tenía que renunciar cuanto antes. Si se quedaba, complicaba el largo proceso de negociación a la distancia que Alberto Fernández y Cristina ya estaban protagonizando para cerrar una crisis política que ponía al gobierno cerca del abismo.
“Ella ganó”, reconoció Biondi a un amigo cuando llegaba a su casa desde la quinta presidencial, ese 17 de septiembre a la madrugada. A esa hora impiadosa, con la tensión jaqueando la espalda y las rodillas, el ex secretario de Comunicación descubrió que cientos de trolls lo habían convertido en un blanco móvil de la ira kirchnerista. Hasta su número de celular publicaron.
Antes de irse a dormir, con la carta de CFK publicada en todos los medios de la Argentina, Biondi habló con el jefe de Estado.
-Decime cómo te puedo ayudar-, ofreció el exfuncionario.
-Vamos a ver. Lo hablamos mañana-, replicó el Presidente para evitar un situación personal y compleja que ya tenía el final escrito.
Biondi aceptó el consejo de su amigo. Y dio vueltas en su casa hasta que salió el sol.
Decidió que llegaba a Balcarce 50 y presentaba su renuncia indeclinable.
El exsecretario de Medios de Comunicación reunió a su staff, debatió el texto de la renuncia y caminó hasta el primer piso de la Casa Rosada. Llevaba una carpeta azul con la carta sin firmar y una birome Bic de esas que usaba Néstor Kirchner cuando firmaba los decretos, las resoluciones o las misivas personales.
“Pasá”, le dijo Alberto Fernández.
Estuvieron cerca de dos horas, recordando momentos de la gestión y confirmando una amistad que lleva décadas. Cuando el tiempo asfixiaba las anécdotas comunes, Biondi sacó la Bic y firmó delante del Presidente su renuncia indeclinable.
-Vos siempre podes contar conmigo-, enfatizó el exfuncionario engullido por CFK.
-Y vos conmigo-, contestó el Presidente emplazado por Cristina.
Se abrazaron en la puerta del despacho. Biondi regresó a su oficina por última vez y dio a conocer su renuncia indeclinable, mientras Alberto Fernández se quedaba solo a la espera de encontrar una solución política a la peor crisis institucional que sufrió durante su gestión de casi dos años.
Alberto Fernández ya eligió a su Secretario de Prensa. Es peronista, sabe cómo funciona los medios y siempre tuvo una relación distante con Cristina Fernández de Kirchner.
-¿Quién te reemplaza?-, le preguntaron a Biondi cuando el sol se escondía detrás de la Casa Rosada.
-Secreto de Estado. Se conocerá cuando lo diga el Presidente.
Finalmente será el abogado Juan Ross.
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