La gestión de Gobierno entró en suspenso el domingo y quedó directamente paralizada en las últimas 48 horas. La dura derrota electoral detonó el conflicto latente desde su origen en el frente gobernante. Y en todo caso, el dato sorpresivo es la velocidad con que escaló la guerra interna. Crisis sobre crisis, agrega tensión institucional al delicado cuadro social. Y eso mismo torna penoso el juego de intrigas, tuits, cartas y mensajes indirectos. Algo liviano frente a la profundidad de la disputa: está en juego la propia continuidad de la coalición oficialista, bastante más que el gabinete.
Alberto Fernández habló con nombre propio por Twitter y a través de trascendidos. Cristina Fernández de Kirchner utilizó primero mensajeros y después una extensa carta. Esa sucesión de movimientos y la densidad del paso del tiempo indicaban anoche -en Olivos y en las cercanías de la ex presidente- que la cuerda había sido tensada hasta el borde del abismo.
La señal más expresa fue dada por CFK. En medio de ásperos reproches, con denuncia de operaciones en su contra, la ex presidente incluyó un recordatorio elocuente sobre la constitución del Frente de Todos, como obra propia, y su posición como principal sostén. En esa línea, se encargó de subrayar un dato que puede ser entendido como advertencia de lo que considera su capital vigente. Escribió que en las legislativas de 2017, ella sola –sin la unidad del FdeT- logró en la provincia de Buenos Aires 440.172 votos más que la lista del oficialismo el domingo pasado.
La precisión de la cifra llamó la atención no sólo como tal sino porque terminó certificando, como asomaba evidente de entrada, que los audios de Fernanda Vallejos constituían una intencional filtración. En largos monólogos, la diputada alineada con la ex presidente dedicó descalificaciones insultantes para Alberto Fernández. Y un tramo estuvo dedicado a destacar el resultado electoral de hace cuatro años por encima del registrado en las PASO del domingo.
En síntesis, fue una vuelta sobre el origen del Frente de Todos, con recordada afirmación según la cual con CFK sola no alcanzaba pero sin ella no había triunfo posible. La ex presidente está sugiriendo ahora el colapso que podría significar una fractura para la alianza gobernante. Uno modo de presión.
Alberto Fernández había buscado mostrar autoridad con sus tuits. Y visto así, era expuesta como intolerable la carga de CFK para modificar el Gabinete, empezando por los despachos más gravitantes, es decir, la jefatura de ministros y el área económica. El otro cargo de peso destacado es el ministerio del Interior y Eduardo “Wado” de Pedro había sido el primero en renunciar. Eso gatilló el conflicto.
El Presidente reaccionó dando señales de querer armar ahora su propio sostén de poder. Es lo que imaginaban como primer paso quienes apostaban por esa construcción doméstica antes incluso de asumir en la Casa Rosada. La idea es la misma, pero no lo son los tiempos. Se trataría de sumar al peronismo tradicional y algunos aliados: gobernadores, intendentes, jefes sindicales y referentes de movimientos sociales. Está por verse cuánta audacia política existe a dos meses de la elección legislativa, después de la derrota en las PASO y con dos años posteriores duros, especialmente en materia económica.
En ese terreno, también fueron significativos los mensajes abiertos y no tanto desde las filas del kirchnerismo duro y de la propia CFK, cuando se avecinan vencimientos en los compromisos con el FMI y está abierta la negociación de un programa de facilidades extendidas.
No estuvo dicho en estos cruces, pero el frente judicial es el otro gran tema que cruzó la gestión de Gobierno y que sigue en primera fila para la ex presidente. En esa línea, ningún funcionario que le responde se movió de su despacho. Ya estaban frenados en el Congreso los proyectos de reforma de la justicia federal y modificación de la ley orgánica del Ministerio Público Fiscal. Menos margen asoma con el resultado de las primarias. Tal vez otra salida en ese terreno sea una cuestión de tensión para el oficialismo poselectoral.
Por supuesto, en una y otra vereda de la interna se habla de las debilidades ajenas. Existen, sin dudas. Y en estos momentos, las cuentas también deberían computar la capacidad de daño del rival. Pesan para completar los malos pronósticos electorales, alimentados desde ya por la crisis expuesta.
SEGUIR LEYENDO: