El ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, fue el primer funcionario que puso a disposición de Alberto Fernández su salida del Gabinete. Su carta funcionó como una pieza de dominó que se cae y provoca un efecto cascada, en este caso con otros integrantes del Gobierno que responden a la vicepresidenta Cristina Kirchner.
Algunos analistas creen que De Pedro fue el principal articulador de una suerte de “golpe de palacio”, entendido este como la mecánica de un sector del oficialismo que apunta a tomar el poder y expulsar de la gestión a otro grupo, en este caso ligado al presidente Alberto Fernández.
Cuando “Wado” lee y escucha estas opiniones se pone serio y se encarga de explicar ante su entorno que no es realmente lo que sucedió. “Acá no hay ningún tipo de golpe”, dice. “¿A mí y a los que sufrimos en primera persona la dictadura nos van a decir eso?”, escucharon los íntimos lamentarse al ministro anoche. Entonces, ¿por qué presentó la renuncia? ¿Cómo se explica la maniobra que protagonizó él y otros funcionarios ayer a pocas horas de la derrota en las Primarias?
La respuesta -repasan en el entorno del mercedino- hay que buscarla en un diálogo que compartieron De Pedro y el presidente Fernández una semana antes de las elecciones. “Alberto, vamos a perder, todavía nos queda una semana para revertirlo”, le advirtió el ministro del Interior al jefe de Estado.
Fernández, que valora la palabra del titular de la cartera política de su gobierno y lo convocó para subirse a los actos de campaña en la provincia de Buenos Aires, lo miró y desestimó el mensaje. “Quedate tranquilo, vamos a ganar por 8 puntos en la provincia de Buenos Aires, no tengo dudas”, respondió.
De Pedro intentó convencer al jefe de Estado que su impresión era que había parte del electorado que los votó en 2019 que estaba muy disgustado con la gestión del gobierno y todavía había tiempo para tomar alguna medida para intentar atenuar el impacto. Fernández agradeció, pero no cedió: “Quedate tranquilo, está todo bien, vamos a ganar”, reiteró.
Cuando el ministro del Interior empezó a recibir datos el domingo a la tarde que confirmaban sus sospechas no se sorprendió. Como máxima autoridad política del escrutinio -que este año se desarrolló en forma impecable, sin demoras ni denuncias de irregularidades- fue el encargado de transmitirles a los líderes del Frente de Todos cuál había sido el veredicto de las urnas.
El desenlace de la fatídica noche del 12 de septiembre para el Frente de Todos es conocido. Enojo, reproches y una reunión a solas entre Cristina Kirchner y Alberto Fernández como preludio de la crisis política que se iba a generar apenas 48 horas después.
“Wado” de Pedro volvió a hablar con Fernández el lunes por la mañana. Le recomendó una reacción rápida y le explicó cuál era la posición del sector del Gabinete que él encabeza. Puntualmente, deslizó que había que reemplazar a tres ministros: el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, el canciller Felipe Solá, y la ministra de Seguridad, Sabina Frederic.
Al primero le achacan ya desde hace varios meses su capacidad de gestión; al ministro de Relaciones Exteriores la larga lista de papelones diplomáticos de la Argentina y con la responsable de Seguridad las críticas no tienen piedad. Dicen que hace todo mal, pero les preocupa especialmente sus nulos avances en la lucha contra el narcotráfico. Fernández rechazó el análisis político del funcionario. Le aclaró que no iba a “entregar” a Cafiero, su hombre de confianza en el Gabinete, y que hasta las elecciones generales de noviembre no tenía previsto implementar modificaciones en su equipo de trabajo.
De Pedro sintió que no lo habían escuchado antes de las elecciones ni después. Y tomó una decisión. “Queremos colaborar y no nos dejan, tenemos que reaccionar con un gesto fuerte”, acordó con otros funcionarios. Y actuó: fue el primero en poner a disposición de Fernández su lugar en el Gabinete.
En la planta baja de la Casa Rosada frente al Patio de las Palmeras, las puertas del Ministerio del Interior permanecieron con llave un largo rato esta mañana, como había ocurrido desde ayer poco después del mediodía cuando su titular había puesto su renuncia a disposición del presidente Alberto Fernández. Recién cerca de las 10.30 se abrieron y enseguida aclararon que “no había nada para decir”. Tampoco tenían previsto que uno de los principales referentes del kirchnerismo se presentara en Balcarce 50.
De Pedro, uno de los máximos referentes de La Cámpora en el elenco ministerial, venía cumpliendo un rol fundamental dentro del Gobierno. Era el que articulaba y sostenía una armónica relación con los gobernadores y también había crecido su contacto con el mundo empresarial, que siempre había mirado con reojo al ala kirchnerista del Gobierno. Fue el encargado de mantener una reunión con los representantes de la AmCham, la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Argentina, el 19 de agosto, en un contacto para acercar posiciones con ejecutivos de varias multinacionales con intereses e inversiones en el país. Antes, en Bariloche, había participado del Foro Llao Llao, una iniciativa del dueño de Irsa, Eduardo Elsztain, que nació en 2011, en la que también habló ante varios empresarios.
El ministro era un acompañante habitual de Alberto Fernández en las recorridas que hizo durante la reciente campaña antes de las PASO, sobre todo cuando iban a las diferentes provincias. ¿Podrá recomponerse la relación entre ambos después de esta determinación del oriundo de Mercedes? Siempre se lo elogió por su pragmatismo y por su tono conciliador. Por eso a quienes lo frecuentan les sorprendió la decisión de presentar su dimisión.
Este mediodía hubo rumores que indicaban que el jefe de Estado finalmente confirmaría su salida y designaría en su lugar a un gobernador luego desmentidos por Vilma Ibarra, otra funcionaria de confianza del Presidente. Igualmente, nadie puede garantizar qué pasará en las próximas horas.
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