Las posturas de los socios del Frente de Todos sobre la derrota en las PASO y sus consecuencias más cercanas ya fueron sopesadas al interior de cada campamento de la coalición oficialista y planteadas sobre la arena pública. Ahora, en las distintas tribus esperan que esas miradas se condensen en una reunión entre los líderes máximos, Cristina Kirchner y Alberto Fernández donde se definirán los cambios en el Gobierno. En los distintos espacios los consideran necesarios, pero hay diferencias sobre los detalles del nuevo rumbo, los tiempos de la implementación, la profundidad, y los funcionarios sobre los que impactarán.
De acuerdo a la experiencia de los últimos dos años, en el oficialismo todas las voces dan por sentado que el encuentro entre los popes de “la unidad” se producirá tarde o temprano, de manera inesperada y secreta. Sólo a partir de entonces, creen, habrá claridad sobre el futuro de la administración nacional de cara a las elecciones de noviembre.
En ese esperado cónclave, que muchos consideran urgente, también empezarán a delinearse en los posicionamientos para las presidenciales de 2023, el telón de fondo de todas las diferencias coyunturales.
Los resultados de las primarias dejaron en evidencia, como se esperaba, cuál es el peso de cada fuerza hoy. Cristina Kirchner se mantiene como la principal aportante de votos: la única zona de la Provincia donde ganó el Frente de Todos es la populosa tercera sección electoral, en el sur del conurbano, donde impone su figura. Sin embargo, la vicepresidenta se posicionó con un margen inferior del obtenido en 2019, lo cual representó un golpe que en el Instituto Patria intentaban digerir. Responsabilizaban al Presidente, que “perdió” los votos moderados que aportó hace dos años, debido al desgaste desde el año pasado por el manejo de la pandemia, sus errores discursivos y el escándalo en Olivos.
El presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, también sufrió un fuerte revés en los comicios: el oficialismo perdió en la primera y la cuarta sección electoral, donde se encuentran los núcleos más concentrados de ciudadanos de clase media a los que el Frente Renovador se dirigió a través de discursos y políticas sobre temas impositivos y vinculados a la inseguridad. La reconstrucción del vínculo roto con Cristina Kirchner en 2019 se había debido , en buena parte, al aporte de votos -más del 10 por ciento- que podría brindar el Frente Renovador al proyecto de “unidad” del peronismo. Ese porcentaje, socavado en estas elecciones, también obligaba en estos días a Massa a recalcular.
Mensajes cruzados
Las jornadas posteriores a las devastadoras PASO transcurren entre especulaciones en retrospectiva, con la pregunta sobre los motivos de la derrota en el centro, y hacia el futuro, respecto de las modificaciones en el Gobierno de cara a las elecciones generales. Además, se discute un eventual reacomodamiento en el poder en la coalición de gobierno, donde todos los espacios salieron perjudicados.
En las 48 horas posteriores al cimbronazo que sufrió el Frente de Todos en las PASO se produjeron varias reuniones por separado de los socios de la coalición oficialista con sus equipos más cercanos, que se conectaron entre sí a través de segundas líneas. Por estos días, el ministro de Interior, Eduardo “Wado” de Pedro mantiene su agenda libre de actividades oficiales y se dedica exclusivamente a su rol político: en los últimos días estuvo con Cristina Kirchner, con Alberto Fernández y con Santiago Cafiero, y actuó como nexo entre la Casa Rosada y el Senado.
En paralelo, las fuerzas del oficialismo cruzaron mensajes a través de los medios de comunicación, las redes y alocuciones en actos . Durante el lunes, en medio de la zozobra inmediatamente posterior al batacazo de Juntos por el Cambio en las urnas, La Cámpora dejó saber a través de trascendidos periodísticos que el kirchnerismo promovía cambios “rápidos” en el Gabinete y en el rumbo de las políticas económicas y sociales del Gobierno.
Ese día, distintas voces del kirchnerismo duro, como la exembajadora kirchnerista Alicia Castro, la titular de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, la diputada nacional Fernanda Vallejos y el exministro de Economía, Amado Boudou exhibieron críticas fuertes -y sobre todo muy directas-, en contra de Alberto Fernández y su entorno. Todos ellos forman parte de una esfera radicalizada del ala cristinista del Gobierno, y muchas veces sus altisonantes palabras son relativizadas por el núcleo más cercano a la vicepresidenta.
Sin embargo, ayer una de las voces autorizadas del camporismo, el funcionario bonaerense Andrés “Cuervo” Larroque, dejó conocer “de primera mano” la mirada del Instituto Patria sobre la necesidad de un un reacomodamiento político, pero también económico, con un testimonio on the record con radio El Destape. “Hay que reperfilar al Frente de Todos. La ponderación de la política sanitaria quizá no estuvo valorada o no logró compensar una situación económica que evidentemente es muy difícil. El mensaje de las urnas es ese. No hay que tener miedo ni titubear, hay que hacernos cargo de que somos peronistas y los peronistas le resuelven los problemas a la gente”, dijo el ministro de Desarrollo Comunitario bonaerense, que responde a Axel Kicillof y a Cristina y Máximo Kirchner.
Aunque Cristina Kirchner y el gobernador bonaerense Axel Kicillof, otro de los grandes derrotados, se mantenían en silencio, las palabras de Larroque fueron tomadas en el oficialismo como una formalización de la disputa que desarrolla desde el domingo a la noche, cuando se dispararon las primeras alarmas en el ala albertista sobre un avance de La Cámpora sobre la Casa Rosada por el revés electoral. Sin embargo, después de una serie de reuniones que se sucedieron entre esa misma madrugada y el martes por la tarde, ese sector resistía la embestida y negociaba el ritmo de los cambios.
También vía declaraciones off the record, desde la Casa Rosada plantearon que deberían haber modificaciones, eventualmente, pero aclararon que no se producirán en lo inmediato. En cambio, adelantaron que el objetivo inmediato era “acelerar el ritmo de la reactivación”. “Nos faltó tiempo, a noviembre vamos a llegar mejor”, dijo un importante portavoz.
Por su parte, Alberto Fernández brindó importantes señales orientadas a mostrar fortaleza y defender su gestión. El lunes se mostró con sus funcionarios más cercanos: el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, el ministro el de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas; el de Obras Públicas, Gabriel Katopodis; el de Desarrollo Social, Juan Zabaleta y, sobre todo, con Martín Guzmán, la figura más cuestionada de su gestión ya que la derrota se atribuye principalmente a factores de gestión económica. Al mismo tiempo, Cafiero recibió a los jefes de Trabajo, Claudio Moroni; a la de Salud, Carla Vizzotti, al de Turismo, Matías Lammens, y al de Desarrollo Territorial y Hábitat, Jorge Ferraresi, para mantener reuniones de trabajo y demostrar que sigue firme en su puesto.
Al día siguiente, el Presidente repitió el esquema y se exhibió junto a Katopodis, Kulfas y Ferraresi en Almirante Brown, uno de los pocos distritos de la tercera sección del conurbano bonaerense donde el Frente de Todos registró un triunfo holgado. “Estoy seguro de que estamos en la senda correcta”, lanzó, en el marco de una visita a una fábrica de envases que estaba prevista desde la semana pasada. Mantener la agenda tal y cual estaba programada también fue un mensaje . Axel Kicillof, que figuraba en la lista de invitados al acto con el Presidente, finalmente no apareció.
Durante ese encuentro hubo una novedad respecto del acomodamiento de fuerzas políticas en el Gobierno. Sergio Massa, que el día posterior a las PASO se había quedado en Tigre para evaluar en privado los resultados, se trasladó al sur bonaerense y acompañó al Presidente en su principal actividad oficial del día.
En los despachos de Casa Rosada tomaron la presencia de Massa como una señal de apoyo al Presidente, que luego reafirmaron cuando se encontró con Cafiero con el fin de discutir temas de agenda económica como la ley de hidrocarburos, la batería de medidas que planea anunciar la cartera de Hacienda el jueves, y la ley de Presupuesto, cuya presentación estaba prevista desde hace meses para mañana y se mantiene en pie, a pesar de los rumores de una postergación en medio de los cuestionamientos a Guzmán. Como publicó Infobae, la “ley de leyes” para el año que viene incluye como estimaciones centrales un crecimiento de la economía que rondará el 3 y 4%, un nivel de déficit de entre 3 y 3,5 por ciento del Producto Bruto Interno y una inflación cercana al 35%.
Después del acto en Almirante Brown, el Presidente encabezó una reunión con intendentes en Longchamps donde escuchó los reclamos que llegaron desde los municipios, pero también llamó a agitar a la militancia de cara a noviembre. Después de los adversos resultados, hay dudas la actitud de jefes comunales, que podrían promover el corte de boleta para beneficiarse en los Consejos Deliberantes y perjudicar lo menos posible sus figuras a nivel local, o apostar al Frente de Todos y movilizar fuerzas en el territorio.
Para los próximos días se esperan más conversaciones políticas. La agenda de Cristina Kirchner era reservada, mientras el Presidente preparaba la presentación de una serie de anuncios económicos para el jueves. Según describieron fuentes oficiales, tendrán líneas similares con la etapa previa a las PASO. Habrá bonos para jubilados y se evalúa un “IFE segmentado”, aunque no está definido para quiénes ni durante cuánto tiempo. Por ahora, descartan la implementación de un salario o renta universal como proponen desde los movimientos sociales.
En paralelo, un diputado kirchnerista, Carlos Casaretto, anunció ayer la presentación de un proyecto de ley para efectivizar una suba salarial por decreto. Si bien en la serie de tuits donde anunció su idea citó a la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca Bocco, en Balcarce 50 no confirmaron que la iniciativa haya sido consensuada con la Casa Rosada.
En el contexto de incertidumbre y diálogos por lo bajo, en las oficinas de la Casa Rosada esperan que las disputas internas que derivaron del traspié electoral se resuelvan en los próximos días y creen que solo habrá definiciones concretas una vez que Alberto Fernández y Cristina Kirchner se pongan de acuerdo. Por ahora había hermetismo, tanto en el Senado como en la quinta de Olivos. En general, los cónclaves entre el jefe de Estado y la vice suelen producirse sin aviso, sin fotos, y trascienden a posteriori. Esta vez, creen en el Frente de Todos, no será la excepción.
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