La participación en las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) era una de las incógnitas de la jornada. Finalmente, y tal como se especulaba, estuvo cerca del 68%, la más baja desde que se implementaron por primera vez estos comicios hace una década, en 2011.
De acuerdo a los números oficiales, sufragaron más de 23,3 millones de las 34.330.557 personas habilitadas para hacerlo en todo el país. Lo hicieron en estas PASO 2,5 millones menos que en las del 2019. El voto en las Primarias es obligatorio para los argentinos mayores de edad, hasta los 70 años, más allá de que estén afiliados a un partido político o no. La ausencia se puede justificar por encontrarse a a más de 500 km de distancia, o por razones médicas o vinculadas a la pandemia. A partir de 2012, los jóvenes de 16 a 18 años fueron habilitados a votar, aunque en forma optativa.
Hasta los comicios de hoy, el nivel más bajo en las PASO se había dado en 2015 con el 74,91%% de concurrencia a las urnas, según los números oficiales.
Las elecciones legislativas suelen tener menos atractivo que las presidenciales, en las que se disputan cargos ejecutivos, y traccionan menos concurrencia a las urnas.
“El nivel de ausentismo era uno de las dificultades a desentrañar” en estas Primarias, según el consultor político Jorge Giacobbe (hijo). “El comportamiento electoral histórico hasta ahora marca una merma de 6-8% entre las primarias y las generales. El ausentismo esperado (y el no esperado) impactarían mayormente sobre el voto opositor, que se recuperaría para las elecciones generales”, advirtió en su último estudio de intención de voto el titular de Giacobbe y Asociados.
Los analistas políticos coinciden en que uno de los principales motivos de la baja participación hay que buscarlo en el “mal humor social” hacia la política en general. Y lo atribuyen al hartazgo frente a las restricciones impuestas por la pandemia y el deterioro económico, luego de un prolongado parate en la actividad y la suba inflacionaria. Las candidaturas al Congreso quedan, así, demasiado “lejos” frente a las necesidades y angustias cotidianas. También la atribuyen al desinterés por la votación entre la población joven.
“Hace muchos años que estoy en esto, y nunca vi un humor social tan especial como el que está viviendo el país, con una ruptura tan fuerte con la política. Hay un grado de resentimiento en la sociedad porque le desmejoró fuertemente la calidad de vida”, señaló el consultor político Carlos Germano.
Su colega Mariel Fornoni destacó, en el mismo sentido, “el grado de apatía y enojo” que había detectado en la gente antes de los comicios. “Cuando le preguntábamos, ni saben quiénes son los candidatos”, apuntó la titular de Management & Fit.
Si bien la situación sanitaria por la pandemia mejoró notablemente respecto al pico de casos este año, también influyó el miedo de los votantes a contagiarse en los lugares de votación, y en menor medida, al ausentismo por los casos positivos o sospechosos, y los contactos estrechos. En la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires, los jueces electorales dispusieron que estos grupos estaban exceptuados de concurrir a la votación.
El malestar social por el deterioro de la calidad de vida detectado por los encuestadores se vio reflejado en una menor concurrencia a las urnas, el voto en blanco, o el crecimiento de alternativas políticas extremas.
El impacto del voto en blanco
El voto en blanco es aquel en el que el sobre está vacío o con un papel de cualquier color, sin inscripciones ni imágenes. Es una manifestación de quien está descontento con las ofertas disponibles, y afecta al porcentaje final que obtiene cada fórmula en las PASO. Por eso, las Primarias funcionan como un filtro para las agrupaciones que no obtienen ese 1,5% de los votos válidos emitidos en el distrito en el que compiten, ya que quedan excluidas de la elección general.
No sucede lo mismo en las elecciones generales, ya que el voto en blanco no se tiene en cuenta a la hora de contabilizar los votos positivos.
La participación histórica en las Primarias
Las PASO se comenzaron a implementar en las elecciones de 2011, tanto en la categoría de Presidente y vicepresidente, como en las de senadores y diputados nacionales. Ese año, el nivel de participación en las primarias fue del 78,7%: el más alto desde que están vigentes. Dos años después, en las PASO legislativas de 2013, la concurrencia bajó y se ubicó en el 75%.
En las elecciones internas presidenciales de 2015 que resultaron en favor de Mauricio Macri, el índice descendió apenas un décima a 74,9%. En las Primarias de medio término de 2017, la participación subió al 75,93% del padrón electoral.
Para las PASO de 2019, que marcaron el fin de la gestión de Cambiemos y adelantaron el triunfo Alberto Fernández, la concurrencia del electorado a las urnas subió al 76,42%.
La diferencia entre las PASO y las generales
De acuerdo a las cifras oficiales, históricamente las PASO tuvieron una diferencia de alrededor de 5 puntos de participación por debajo de las generales.
En las últimas generales de 2019 que tuvieron como gran triunfador el Frente de Todos la participación fue del 80,41%, lo que representó 4 puntos porcentuales por encima de la concurrencia en las PASO (76,42%).
En las legislativas de dos años antes, en las que se impuso Cambiemos en una revalidación de medio término, la diferencia fue de menos de 2 puntos (77,61% en las generales contra 75,93% en las Primarias). Pero en las de 2015, esa diferencia había sido de más de 6 puntos porcentuales (74,91% en las PASO vs 81,07% en las generales).
En los comicios de 2013 la diferencia fue de casi 3 puntos (77,64% en las generales vs 75,01% en las Primarias) y en las del debut en 2011, fue de menos de un punto.
Qué pasó en las elecciones provinciales 2021
La tendencia a una menor participación ya se había visto en los comicios de este año en varias provincias. La caída fue de entre 8 y 19 puntos porcentuales.
En Misiones, cuya población fue a la urnas en junio para cargos provinciales, la participación fue del 59,53%, 19 puntos menos que la registrada en los comicios provinciales de 2019. Sin embargo, hay que tener en cuenta que se trató de un mes en el que las cifras de la pandemia eran todavía preocupantes.
En Jujuy, que también tuvo elecciones en junio pasado, la participación fue del 70,68%, 8 puntos menos que en las elecciones locales de 2019.
En Salta, el 15 de agosto pasado, votó el 64,4% del padrón con un 12% de voto en blanco. Ese porcentaje implicó una caída de 7 puntos respecto del 71,39% de participación registrado en las elecciones provinciales de 2019.
El porcentaje fue similar al registrado en Corrientes, también en agosto, con una participación del 65% del electorado correntino para elegir gobernador y representantes provinciales.