Las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) definirán qué candidatos y candidatas van a disputar los comicios legislativos del 14 de noviembre que renueven la mitad de la Cámara de Diputados/as y un tercio del Senado de la Nación. Esa estructura política que después veta/apoya/impulsa proyectos que nos cambian las vidas. Las PASO suelen leerse, además, en clave de termómetro social. El tanteo concreto y efectivo de cómo viene la gestión de turno. El espaldarazo necesario o la necesidad de volantear antes de que sea tarde. Pero, sobre todo, para muchas personas las PASO se viven hoy como una experiencia histórica, de reconocimiento hacia atrás y de inicio hacia adelante: la primera votación con Documentos Nacionales de Identidad no binarios.
Shanick Lucián Sosa Battisti, Gerónimo Carolina González Devesa y Toni Paulina Domínguez Nicosia pudieron votar escapándole al binomio masculino/femenino, con fotos que ya no incomodan ni casilleros que aprietan. Este domingo, finalmente, votaron siendo quienes son.
“Estoy tan contenta que no lo puedo creer. Salió todo muy lindo y respetuoso. La gente de la mesa me aplaudió, como si fuera la primera vez de una adolescente. Como que no caigo todavía, parece una broma. Esta vez pude votar con alegría. Ya había sido increíble encontrar mi nombre en el padrón electoral. Antes votaba por obligación y no me sentía cómode. Que efectivamente podamos votar por fuera de la heteronorma, que se haga realidad, estar ahí y que vean que existimos, que no somos una comunidad que está escondida, sino que luchamos y resistimos. Somos gente normal y corriente que buscamos nuestra identidad”.
Shanick comparte el subidón a pesar de los seis grados y la humedad de Ushuaia, donde vive. Tiene 28 años y todas las mañanas trabaja en el estacionamiento medido de la ciudad. Su lucha legal comenzó cuando supo que en Mendoza alguien había logrado obtener un certificado de nacimiento no binario.
“Leí una nota sobre Gero Caro y pensé: `Si esta persona pudo, yo puedo´. Hablé con compañeres de la organización Red Diversa Positiva y me acompañaron al Registro Civil. Las opciones eran: cambiar el nombre pero seguir eligiendo la opción “F”, o cambiarme a “M” como chico trans. Y dije que no, porque yo soy no binaria. Entonces nos contactamos con Solange Verón, la abogada que le puso el cuerpo desde el primer día a esta historia”.
La cruzada logró un fallo judicial histórico para Tierra del Fuego cuando el juez de Familia y Minoridad hizo lugar al amparo de Shanick por discriminación y ordenó la confección de un nuevo Documento Nacional de Identidad que, junto con el cambio de nombre, dejara constancia del sexo “no binario/igualitario”. También pidió que se expidiera una nueva partida de nacimiento.
Shanick reconstruye el caminito: “Tener que hacer trámites con mi DNI viejo, explicar que ese ya no era mi nombre… era deprimente. Salía triste de los lugares donde me tocaba hacer trámites. Pasaron dos años hasta el 21 de julio de 2021 cuando me entregaron el nuevo documento y al fin pude cerrar una etapa. Fue triste la espera. Ahora, en cambio, deseo que me pidan el documento siempre, poder mostrarlo, entregarlo. Y cuando me preguntaron si estaba de acuerdo con exponerme dije que sí. Quería ponerle mi cara al caso, que se sepa que existo después de haber esperado tanto tiempo. Que sea real tener en las manos mi DNI, ver mi nombre, mi foto, poder votar… volví a nacer. Siento que soy libre”.
Pueblo chico…
Tres Algarrobos es una localidad del partido de Carlos Tejedor, al noroeste de la provincia de Buenos Aires. El último censo contó 3.201 habitantes, que en su mayoría se dedican a la actividad agropecuaria. Hacia allí tomó el micro Toni Paulina para votar en las PASO. Es que a la semana de la publicación del decreto N°476/21 -que agregó la `X´ (equis) en el campo referido al sexo- Toni cambió su documentación pero jamás el domicilio.
“Soy docente investigadora en la dirección de Diversidad Sexual de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata y vivo en la ciudad de La Plata, pero cuando hice el cambio registral del DNI conservé mi dirección de Tres Algarrobos porque me parece un hecho trascendente para mi pueblo que se realice este tipo de trámites. Es una sentada de visibilidad para todas las identidades que en los pueblos aún son marginadas. Hay mucho del orden social y cultural que los pueblos mantienen como statu quo completamente naturalizado. A veces el centralismo porteño y de las grandes capitales nos hacen creer que todo está cambiando, y la verdad es que en otras localidades de la Argentina las disputas son diferentes. En ese sentido, acompañar otras perspectivas del mundo en localidades pequeñas me parece un paso fundamental que ayuda a seguir pensando en lo que nos queda trabajar como sociedad”.
Toni tiene 25 años y se presenta como persona trans no binaria, militante por los derechos de la diversidad sexual y los derechos humanos.
“El desencadenante de la lucha por el reconocimiento a las identidades no binarias dentro del DNI viene desde hace tiempo. Más allá de que se materializó este año con el decreto del presidente Alberto Fernández, es importante contextualizar que es un reclamo que la diversidad sexual venía incluso militando desde la sanción de la Ley de Identidad de Género. En 2012 entendimos que la ley implicaba un gran avance para el reconocimiento de las personas trans en nuestro país, aunque no dejaba de reproducir el orden binario -sexo/género femenino/masculino- que los documentos tenían. En ese binomio todas las identidades trans quedaban nucleadas bajo la necesidad de ser mujer o ser varón, cuando lo importante de reivindicarse trans/travesti/trava no binario es encontrar la pluralidad dentro del escueto universo conceptual en el que la heterosexualidad enmarca a los cuerpos. Precisamente, no tramité antes mi DNI porque estaba esperando este momento. Hacerme un documento en el que tuviera que elegir ser mujer iba a licuar mi identidad a algo que no existe en mi experiencia”.
Toni llegó a la escuela Nro. 3 General San Martín cerca de las tres de la tarde, y esperó su turno en la fila rodeada de todos los Domínguez del pueblo. La acompañó su tía, la periodista de Tres Algarrobos. Después de meter el sobre en la urna, las autoridades de la mesa 25 la felicitaron. Incluso la intendenta se sumó al saludo.
“Fue una jornada hermosa. Es un orgullo enorme poder votar en estas elecciones con mi DNI, con mi nombre autopercibido y muy especialmente con mi género autopercibido. Y por supuesto esta es una semillita más en un camino largo por construir una sociedad más justa, más igualitaria, con oportunidades para todes, y donde todes tengamos la libertad de vivir en tranquilidad, en armonía, sin violencias y con todas nuestras libertades respetadas. Estoy muy feliz, muy contenta porque esperé con ansias que llegara el domingo para votar”.
Desde la tierra del vino
Gerónimo Carolina ejerce la medicina en la ciudad de Mendoza y toma sus vivencias como la oportunidad de hacer pedagogía. “Con mi DNI viejo me la pasaba dando explicaciones, siempre venía una charla. Es la primera vez que puedo votar y decir mi nombre sin problemas, con un respaldo que sostiene mi identidad desde la legalidad. Igualmente, sé que es parte de la lucha del colectivo tomarnos el tiempo para explicarle a la gente. Yo suelo laburar dando capacitaciones, no es algo que me cueste tanto. Lo que no significa que por ser trans tengas que convertirte en especialista en trans o con la obligación de estar educando a los demás con respecto al género”.
La partida de nacimiento de Gerónimo Carolina fue la primera del país y de América Latina en rectificarse sin judicializar. Es decir: no hubo “F” ni “M” en el campo “sexo”, en consonancia con lo establecido por la Ley de Identidad de Género y luego de un dictamen de la Subdirección de Derechos Humanos de la Corte Suprema de Justicia de Mendoza. Pero el tramiterío se enmarañó más adelante, en el ReNaPer, y Gerónimo Carolina pasó tres años sin documentación.
“Tengo una situación económica estable y una familia que siempre me apoyó, por lo cual aunque fue difícil estar indocumentade no imposibilitó mis movimientos. Por eso me animé a dar esta batalla. Sabía que podía pasar, pero también sabía que quedándome en Mendoza y con los privilegios y posibilidades que tengo podría continuar mi vida durante un par de años. Claro que no salí de Argentina. Viajé dentro del país con el pasaporte que era la foto que más se parecía a mi persona”.
A partir del decreto 476/21 Gerónimo Carolina recibió su nuevo DNI al aceptar la “X” como nomenclatura: “Lo que quiere decir es que está fuera del binomio sexo/género, no que mi género/sexo sea X. Estamos luchando por una paridad de género en los puestos laborales, por el cupo laboral trans… no podemos todavía dejar de consignar sexo/género en nuestras identificaciones”.
Anoche bajó el zonda y la ciudad de Mendoza amaneció con sofocón primaveral. Gerónimo Carolina cumplió su deber cívico con éxito: “Todo fluyó muy bien”.
En el oeste del agite
Agustín López Núñez votó por última vez con un documento que no lo identifica. La última vez de tantas otras en la escuela primaria Nro. 18 de su barrio de siempre, sobre la calle Filipinas en el oeste del conurbano bonaerense. Hace poquitas semanas inició el trámite del DNI no binario “para renunciar de manera legal al binarismo de género que nunca me representó”.
Bajo el sol picante del mediodía, el vecindario de Ituzaingó se enfilaba en el patio esperando a entrar de a dos y de a tres para no amontonar. Agustín llegó contento, expectante. Caminó las cuatro cuadras desde su casa, pero se olvidó las facturas que suele regalar a las autoridades de mesa.
“Es mucha la emoción. Es muy muy fuerte presentarme a votar en esta elección con lo que pronto será mi viejo documento. Un documento que refleja una identidad de género que no me representa. Por eso para mí es tan importante la `X´, a diferencia de mucha gente que la repudió. Para mí la `X´ te dice que no, te tacha. En vez de tildar para decir que sí, pongo una X para decir que no. `¿Masculino o femenino? No, gracias. Ninguna de las dos´”, remata con su voz de locutor, divinamente empalagosa.
Agustín repasa las batallas que lo llevaron a esta deseada vez final: “Cuando era chico creía que mi destino era convertirme en la construcción social del varón, del macho. Más allá de las cuestiones relacionadas con la sexualidad, yo pensaba en términos de género. Pero en esa época la sociedad no hablaba de que podían existir personas no binarias, entonces mi batalla interna implicaba una contraposición: si yo no me sentía identificado con el ideal masculino, ¿qué quería ser? ¿Una mujer? Me lo pregunté varias veces en mi adolescencia, en mi preadolescencia. Y no, yo no quería ser tampoco una mujer. No entendía muy bien qué pasaba ni siquiera podía ponerle nombre a la cuestión, y a la fuerza me terminé resignando”.
Y continúa: “Pero los años, las conquistas sociales y culturales, la ley de matrimonio igualitario, de identidad de género comenzaron a abrirme la cabeza y a mostrarme que existía un mundo ahí afuera. Y que en ese mundo había tantas identidades de género como colores en una paleta. Hoy es mucha la alegría y la fuerza que siento para seguir conquistando derechos”.
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