“Queremos que sea lunes”. “Ya estamos pensando en las 23 del domingo”. Las frases, que pertenecen, respectivamente, a dos importantes referentes del Frente de Todos y de Juntos por el Cambio, resumen el estado de ánimo que impera por estas horas en los búnkers de las dos fuerzas principales. Mientras corre la veda electoral previa a las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), los candidatos esperan nerviosos unos resultados que se presentan inciertos y ajustados. En ese contexto, hay nerviosismo. Los comicios de hoy no sólo darán una primera aproximación sobre el peso de cada fuerza frente a su adversario y la eventual distribución de bancas en el Congreso, sino también respecto del equilibrio de poder interno en ambas coaliciones de cara a los próximos meses y a las presidenciales de 2023.
En el Senado este año se renuevan 24 de sus 72 bancas. El Frente de Todos, aunque tiene la mayoría y descuenta retenerla, enfrenta escenarios adversos en seis de las ocho provincias que cambian senadores, Santa Fe, Córdoba, Mendoza, Chubut, Corrientes y Tucumán (las otras son Catamarca y La Pampa, donde se siente más cómodo con las proyecciones), lo cual podría obligarlo a perder algunos escaños. Mientras tanto, en la Cámara baja, donde se renuevan 127 bancas de las 257 totales, el objetivo principal del Gobierno -que cuenta con 120 bancas y aspira a renovar 51- será mejorar su presencia y alcanzar, con ayuda de fuerzas aliadas, 129 escaños que le permitan lograr quórum sin necesidad de acordar con la oposición para impulsar los debates sobre los proyectos de ley que tiene en carpeta.
Juntos por el Cambio, que posee 115 bancas, buscará revalidar 60, un objetivo complicado si se tiene en cuenta que los porcentajes para este año se vislumbran más bajos que los de 2017, cuando la coalición que integran Pro, la UCR y la CC ganó en la provincia de Buenos Aires. En el Senado, la oposición, que hoy tiene 29 bancas, da por sentado que no logrará la mayoría, pero descuenta que no perderá el número que ostenta hasta hoy.
Más allá de la fuerza en el Congreso, la mirada de todos los candidatos estará puesta en la pelea entre los dos grandes espacios a nivel nacional. En la polarizada disputa entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio, la mayor incertidumbre está en la provincia de Buenos Aires, el distrito que, con el 40% del padrón, aporta la mayor cantidad de votos y terminará siendo decisivo en el resultado nacional final. Desde hace días hay cautela en las principales coaliciones políticas en el marco de la crisis económica y la pandemia, donde registran descontento en la población.
En el oficialismo están convencidos de que ganarán, pero creen que la elección se presentará ajustada frente a Juntos por el Cambio, y mantienen la reserva respecto de las expectativas sobre los resultados bonaerenses. Están confiados en la fórmula de unidad que encabezan Victoria Tolosa Paz y Daniel Gollán, y la contrastan con la interna de Juntos por el Cambio entre Diego Santilli y Facundo Manes. Pero no descartan que el total de votos que obtenga la oposición pueda darles una sorpresa. “Lo nuestro es optimismo con cautela”, dijo un funcionario que evitaba a toda costa dar números certeros. En ese sentido, señalaba que las encuestadoras están teniendo problemas para registrar la intención de voto debido a la apatía generalizada.
En el Gobierno registran un número importante de indecisos, en torno a un 10 por ciento. “Tenemos los pies en la tierra porque es difícil proyectar para dónde van a ir los que todavía no decidieron. Esos nos provocan la mayor incertidumbre y pueden incidir en la elección. No damos nada por sentado”, agregó un funcionario desde Balcarce 50.
Las comparaciones con las últimas elecciones varían según la fuerza política. En el Gobierno se mirarán, para evaluar sus performances, en el espejo de los comicios de 2017, cuando perdieron contra Cambiemos. Pero saben que si se imponen por un margen demasiado ajustado enfrentarían un escenario muy complicado para noviembre: la historia muestra que la oposición aumenta sus números en las elecciones generales.
En la misma tónica, en la oposición contrastarán con 2019, cuando fueron derrotados en las PASO con 32 puntos (luego subieron ocho, que no alcanzó para evitar perder la elección general). La diferencia principal, este año, son las internas que enfrentan en los principales distritos.
Además de la pelea entre Manes y Santilli, donde la gran pregunta es cuánto podría sacar el radical que acaba de desembarcar en la política formal, en la Ciudad de Buenos Aires Juntos por el Cambio enfrenta una fuerte interna entre la lista que armó Larreta con la ex gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal a la cabeza, y las del ex ministro de Economía, Ricardo López Murphy y el ex secretario de Salud, Adolfo Rubinstein. La disputa refleja una pelea de fondo entre el ala dura, que encabezan Mauricio Macri y Patricia Bullrich, por un lado, y Horacio Rodríguez Larreta, por el otro. Después del cruce desde la Provincia a la Ciudad, un resultado escueto, aunque la fuerza se imponga en el total, será visto como una derrota para Vidal, que es avalada por el jefe de gobierno, Rodríguez Larreta, aspirante a la presidencia en 2023
Esa pelea entre disidentes de Juntos por el Cambio entusiasma al primer candidato del Frente de Todos, Leandro Santoro, que aspira a acercarse con su fórmula de unidad a la fuerza oficialista local que tuvo las mejores performances en los últimos 14 años. Si bien ve lejana la posibilidad de alcanzar el 35 por ciento que logró Matías Lammens en la pelea por la Jefatura de Gobierno en 2019 -con la nómina que llevaba a Alberto Fernández y Cristina Kirchner para la Nación- cree que podría acercarse a los guarismos de la lista principal de Juntos por el Cambio y posicionarse de cara a 2023 en la Ciudad.
Además de la preocupación por la interna, Juntos por el Cambio teme una fuga de votos por la derecha en tierras porteñas, encarnada en la figura del mediático Javier Milei. Sin embargo, cerca de Vidal cuentan con que a partir del lunes, de cara a las elecciones generales, todos los votos que hoy aparecen dispersos se aglutinarán por una sola lista, lo cual les permitirá imponerse frente al oficialismo en noviembre. La gran duda es por cuántos votos.
Santa Fe es otro de los distritos que suscita la mayor atención. En uno de los bastiones más importantes a nivel electoral, el Frente de Todos enfrenta una interna caliente en la categoría de senadores nacionales entre Agustín Rossi y Marcelo Lewandowski, el candidato bendecido por el gobernador Omar Perotti, por la Casa Rosada y por Cristina Kirchner en el peleado cierre de listas de julio. Por su parte, Juntos por el Cambio aspira a tener su mejor performance histórica frente al peronismo, a pesar de la pelea interna entre las cuatros listas del espacio que compiten en las PASO, con representantes de Pro y la UCR mezclados en las boletas.
En Córdoba, que renueva nueve diputados y tres senadores nacionales, el Frente de Todos busca mejorar su rendimiento respecto de 2017, pero no será una tarea sencilla. No sólo porque la provincia tiene preferencia por Juntos por el Cambio, sino porque enfrentará internas en la provincia. El mayor peso está en manos de Hacemos Córdoba, la fuerza local del gobernador Juan Schiaretti, quien se distancia de la Casa Rosada y se proyecta para ser presidente en 2023. De todas formas, Juntos por el Cambio también atravesará una dura contienda interna entre las boletas de Mario Negri-Gustavo Santos y Luis Juez-Rodrigo de Loredo.
Internas en el Gobierno
Para la Casa Rosada el resultado de esta elección es clave no sólo frente a Juntos por el Cambio, sino también a nivel interno. Se da por sentado que, ganen o pierdan, habrá cambios en el equilibrio de poder entre los principales socios del Frente de Todos y las especulaciones giran en torno a posibles cambios en el Gabinete e incluso en el equipo del Presidente.
Las modificaciones son auguradas desde hace meses por el sector que encabeza Cristina Kirchner, y fueron azuzadas con mayor fuerza recientemente, durante el escándalo de Olivos y la caída en la imagen del Presidente. En la Casa Rosada admiten que en caso de que la elección se traduzca en una derrota, los cambios serán indiscutibles. Pero consideran que un triunfo será una revalidación de la gestión de Alberto Fernández. Si bien no descartan cierta “oxigenación”, aseguran que los equipos y el rumbo se mantendrán, en líneas generales, como hasta ahora.
Uno de los factores principales que se analizará mañana con inédita atención en la elección será el nivel de participación. Hay preocupación en ambas fuerzas respecto de la cantidad de votantes que asistirán al cuarto oscuro debido a la pandemia, pero también a cierto descontento con “la política en general”, como describieron distintos funcionarios en las últimas semanas. En ese marco aludieron a cierta reticencia de las encuestadoras a brindar números precisos, especialmente en los últimos días. “Quieren evitar caer en predicciones fallidas como en 2019 y tienen dificultad para hacer encuestas presenciales por lo sanitario”, dijo un importante armador del Gobierno.
En parte por este motivo, el martes pasado el Ministerio del Interior, Presidencia y la Cámara Nacional Electoral (CNE) convocaron a una reunión con los medios más importantes del país y pusieron énfasis en la comunicación sobre la votación en la pandemia. En particular, contra noticias falsas que provocan dudas en los votantes, como el audio que circuló en los últimos días en redes sociales diciendo que aquellos sobres que estén cerrados serían impugnados. Desde la Ciudad que conduce el opositor Horacio Rodríguez Larreta hicieron lo propio con una fuerte campaña para incentivar la participación. Ambos espacios creen que el fenómeno, que ya se registró en distintas provincias, podría afectarlos.
En un contexto de incertidumbre sobre el resultado final de la puja, que se estima ajustada en especial en la provincia de Buenos Aires, cada fuerza medirá sus equilibrios de poder interno de cara a la etapa que viene. Para la oposición, habrá un nuevo reparto entre las alas dura y blanda, y entre el Pro y la UCR. Mientras que el Gobierno, aunque se medirá respecto de Juntos por el Cambio, también verá plasmado en los números de mañana un reacomodamiento, en mayor o de menor medida, en la gestión nacional que lideran Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa.
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