María Eugenia Vidal cerró su campaña para las PASO en un acto que escenificó la unidad de Juntos por el Cambio y el avance del ala dura de la coalición en el sesgo de la campaña: no sólo por las presencias de Mauricio Macri y Patricia Bullrich, sino porque la precandidata fue implacable contra el Gobierno a través de un discurso que podría sacarle las dudas al sector del electorado que aún la mira de reojo por su postura moderada, en el que asoció al kirchnerismo con “la burla, la estafa y el atropello”.
El ex presidente fue uno de los protagonistas centrales del encuentro, realizado en el Salón Amarillo (¿un homenaje que se hizo a sí mismo el PRO?) de La Rural: si bien no habló, su presencia fue anunciada con anticipación para que recibiera los aplausos en forma destacada, lo elogió de manera enfática Horacio Rodríguez Larreta y en varias ocasiones los oradores reivindicaron medidas de su gobierno.
En realidad, el cierre de campaña se convirtió en un muestrario del armado político del jefe de Gobierno. El maestro de ceremonias fue Emmanuel Ferrario, primer candidato a legislador porteño de Juntos Podemos Más y futuro vicejefe porteño cuando asuma como presidente de la Legislatura, pero, sobre todo, un dirigente joven de extrema confianza de Vidal. Hablaron primero Diego García Vilas, de Confianza Pública, el partido de Graciela Ocaña, y Roy Cortina, del Socialismo; luego, Maximiliano Ferraro, presidente de la Coalición Cívica. Siguieron Martín Lousteau, de la UCR, y Bullrich, jefa del PRO. A continuación, Paula Oliveto y Martín Tetaz, quienes secundan a Vidal en la lista.
El economista de la UCR, cada vez más afianzado en la política, brindó una de las intervenciones más picantes del acto, celebrada de manera bulliciosa por los 1800 concurrentes y, en particular, por la Juventud Radical (JR), en la que llamó a combatir al kirchnerismo “con datos y con las urnas”.
Rodríguez Larreta no dejó mensaje sin pasar en un discurso muy estudiado. Levantó la temperatura de los participantes (entre quienes había vecinos que participaron de los encuentros con Vidal), arengando a la gente para que se levante de las sillas y cante un estribillo de campaña. Destacó la importancia de ir a votar y aseguró que se tomaron todos los recaudos para que sea seguro. Le pegó indirectamente a Javier Milei cuando dijo que “los individualismos no son el camino para frenar al kirchnerismo”. Dio señales hacia la interna de Juntos por el Cambio con elogios a Macri y Bullrich. Y, sobre todo, como Vidal, se alejó más aún del estilo zen que lo caracteriza con gruesos ataques contra el Gobierno.
En esa puesta en escena sólo faltó Elisa Carrió, aliada y amiga personal de Vidal, pero los organizadores del acto explicaron que no llegó porque estaba volviendo de un viaje de campaña a Santa Fe. De todas formas, estuvieron allí las autoridades de la Coalición Cívica, sus candidatos y una hinchada que se hizo escuchar, aunque estaba ubicada a un costado del escenario 360, mientras que detrás de los oradores, con protagonismo ante las cámaras, tenían un lugar preferencial las barras del PRO y de la JR.
Al fondo del salón, entre enormes pancartas y a puro bombo y redoblante, el ranking de las barras más ruidosas del evento lo lideró La Popular, la agrupación que pilotea María Migliore, ministra de Desarrollo Humano y Hábitat, con inserción en las villas y en los asentamientos porteños.
En el vidalismo había alivio luego del acto. Sus estrategas admitieron que se trató una campaña rara porque se hizo en pandemia, lo que llevó, por ejemplo, a organizar un cierre fragmentado de la actividad proselitista: comenzó el lunes pasado en Villa Soldati, siguió ayer en Flores, tuvo su escenario principal con el acto de hoy en La Rural y formalmente terminará mañana en Liniers.
Pero fue difícil, además, porque la precandidata a diputada de Juntos Podemos Más fue encontrando el tono exacto de su discurso con el correr de los días, que se reforzó, interpretaron en el comando de campaña de Juntos Podemos Más, con las propuestas legislativas que “distinguieron a esta lista y a la de Diego Santilli de las kirchneristas, que no tuvieron contenidos y se centraron en el sexo y la astrología”, en alusión a los temas que fue instalando la postulante oficialista Victoria Tolosa Paz.
Aun así, en el larretismo hay confianza en un “cómodo triunfo” el próximo domingo gracias a un impulso final de adhesiones que registran las últimas encuestas y al aporte que le darán al espacio las listas de Republicanos Unidos, liderada por Ricardo López Murphy, que aportará el voto duro y liberal, y de Adelante Ciudad, de Adolfo Rubinstein, que representa al radicalismo tradicional de la Ciudad.
Por eso hay mucha expectativa puesta en las negociaciones que mantienen los apoderados de los partidos que competirán en las PASO de Juntos por el Cambio para evitar que López Murphy quede afuera de los lugares expectables de la lista definitiva si obtiene muchos votos, pero es perjudicado por la combinación del sistema D’Hondt y la aplicación de la Ley 27.412 de Paridad de Género, tal como lo establece el reglamento interno aprobado por las fuerzas de JxC que participan de las primarias.
Todos quieren un acuerdo sobre ese punto, pero seguramente Rodríguez Larreta y Vidal están más interesados que nadie: si López Murphy no aparece en un lugar importante de la nómina que se presentará en las elecciones del 14 de noviembre, la fuga de votos hacia Milei puede convertirse en una pesadilla que complicaría el objetivo de lograr la mayor cantidad de sufragios en la Ciudad.
Para eso, sin embargo, falta mucho. Hoy, a cuatro días de las PASO, el equipo larretista está convencido de que “se hizo todo lo que había que hacer” para ganar el domingo por un amplio margen. ¿Podrá repetirse el 55% de los votos que el oficialismo porteño consiguió en 2019? No sólo es importante acercarse a esa cifra para la pelea con el kirchnerismo, sino por la otra disputa latente: la de 2023.
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