María Eugenia Vidal: “Es urgente que Alberto Fernández tenga un plan porque estamos sin rumbo”

La precandidata a diputada de Juntos Podemos Más rechazó un diálogo con el Gobierno porque “ahora hay que escuchar el voto de la gente” y dijo que no endureció su discurso por motivos electorales: “Yo di todas las peleas que había que dar”

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María Eugenia Vidal: "El kirchnerismo nunca convocó al diálogo"

Fue una gobernadora con una impronta dura, implacable, que dio batallas contra enemigos de peso, pero tras un año y medio de silencio, lapso que le llevó procesar la derrota electoral de 2019, María Eugenia Vidal volvió a la política envuelta en un halo de dirigente moderada como su amigo Horacio Rodríguez Larreta justo cuando una parte del electorado esperaba que la oposición no se quedara en la ancha avenida del medio sino de un lado de la grieta.

Un sector de la sociedad pareció más exigente con ella que con ningún otro referente político. Algunos no le perdonan haberse mudado de la provincia de Buenos Aires a la Capital para participar de las elecciones, pese a que es una práctica habitual en la política argentina. Otros la responsabilizan por la jugada electoral que obligó a Patricia Bullrich a renunciar a su candidatura porteña, aunque la estrategia fue diseñada milimétricamente por el jefe de Gobierno.

Vidal tiene en sus manos la responsabilidad de lograr una cantidad de votos suficiente para renovar las diez bancas de diputado nacional por la Ciudad de Juntos Podemos Más, que equivale a obtener más del 60% de los sufragios. Muy difícil. En las PASO competirá con Ricardo López Murphy, que creció en las encuestas como el representante del electorado porteño más duro y antikirchnerista, y con Adolfo Rubinstein, al frente de una lista del radicalismo disidente. Fuera de las primarias, deberá medirse con un candidato en ascenso como Javier Milei y, por supuesto, se enfrentará con el kirchnerismo agrupado en el Frente de Todos.

Le atribuyen haber radicalizado su discurso para frenar el drenaje de votos hacia López Murphy, pero Vidal negó en la entrevista con Infobae que se haya endurecido como una estrategia electoral: “Yo di todas las peleas que tenía que dar. Hoy siento que la firmeza hay que tenerla para ponerle un freno a una mayoría automática en Diputados”.

María Eugenia Vidal: "Alberto Fernández no sabe hacia dónde va" - #Entrevista

En la charla se mostró más crítica que nunca contra el Gobierno, fundamentó por qué las elecciones son decisivas, reveló qué aprendizajes le quedaron de sus años como gobernadora y contó qué le diría a Alberto Fernández: “Le diría que es urgente que tenga un plan -aseguró-. Que estamos sin rumbo. Que hace un año y medio que gobierna y la Argentina no sabe hacia dónde va. Que es la política del vamos viendo la que nos está llevando a un lugar cada vez peor”.

-En Juntos por el Cambio resolvieron no participar de un diálogo político con el Gobierno, una iniciativa que surgió de Sergio Massa. ¿Tiene que ver con las elecciones o creen que no hay que llegar a algún tipo de consenso sobre algunos puntos básicos?

-El kirchnerismo no quiso dialogar durante el gobierno de Cristina Kirchner ni durante el último año y medio. De hecho, convocó a un consenso económico social al que no invitó a la oposición. A diez días de las elecciones no es momento para que hablemos entre políticos sino para escuchar a la gente en el voto. Ahora se tienen que expresar los ciudadanos y es el momento de que la política los escuche.

-¿Y después de las elecciones debería entablarse algún diálogo con el Gobierno?

-Lamentablemente no hay buenos antecedentes en ese sentido. Son muchos años de gobierno kirchnerista donde nunca se nos convocó a un diálogo real ni genuino sobre los temas más importantes de la Argentina. Deberían hacer un cambio de rumbo de 180 grados. Definir un país abierto, que no le ponga cepo a las exportaciones de carne, donde se promuevan las exportaciones, donde estemos dispuestos a generar trabajo, donde en las escuelas deje de discutirse si tienen que estar abiertas o cerradas, donde las libertades no se avasallen, donde no haya una reforma judicial que beneficie al poder. Si todo eso sucediera, estaríamos dispuestos al diálogo, pero no va a suceder.

-Usted es una dirigente del ala moderada de Juntos por el Cambio que parece que tuviera que dar explicaciones acerca de qué forma se ha endurecido contra el Gobierno. ¿Lo siente como una carga adicional? ¿Es una moderada que tiene que endurecerse por motivos electorales?

-Siempre fui la misma persona, y no creo que haya un dilema entre diálogo y firmeza. Uno puede dialogar sin conceder sus convicciones, y eso fue lo que hice siempre. No me considero una persona que no ha sido firme. Yo di todas las peleas que había que dar. El Pata Medina en mi gobierno estuvo preso. Castillo, de La Salada, que se paseaba por los canales de televisión en el gobierno kirchnerista, estuvo preso. Balcedo, que era el jefe del Sindicato de Auxiliares de Escuela, estuvo preso. Los narcos estuvieron presos. Cien jefes de barras bravas fueron presos. Yo di todas las peleas que había que dar. Y son las peleas donde demostré mi firmeza. Hoy siento que la firmeza hay que tenerla para ponerle un freno a una mayoría automática en Diputados. Durante el último año y medio, sin mayoría en Diputados, tuvimos escuelas cerradas, la cuarentena más larga del mundo, una vacunación con privilegios, demora de meses para que llegaran las vacunas para nuestros hijos. Si todo eso pasó sin mayoría, imagino lo que podría pasar con mayoría del oficialismo en el Congreso.

María Eugenia Vidal firma la planilla de su precandidatura a diputada nacional
María Eugenia Vidal firma la planilla de su precandidatura a diputada nacional

-¿Cree que la gente entendió y aceptó su proceso personal que, luego de la derrota electoral de 2019, la llevó a estar alejada de la política activa por lo menos durante más de un año?

-Cada vez se entiende más que Juntos por el Cambio es un equipo, un conjunto de líderes y de personas que quieren transformar la Argentina. Esto no se trata ni de María Eugenia Vidal, ni de Horacio Rodríguez Larreta, ni de Mauricio Macri, Patricia Bullrich, Diego Santilli, Gerardo Morales, Facundo Manes o con quien sea. Acá hay un espacio político en el que confluyen varios partidos que quieren transformar el país. Y eso es lo que se pone en juego en esta elección. Juntos por el Cambio es el único espacio político que le puede poner un freno al kirchnerismo porque tenemos un bloque de 115 diputados y una historia de transformación de 14 años en la Ciudad de Buenos Aires que nos avala. Y siempre estuvimos representados: durante todo el año pasado hubo voces de resistencia al Gobierno, Patricia Bullrich, Fernando Iglesias, que integra mi lista, los diputados y los senadores en el Congreso votando en contra de la reforma judicial, en contra de la Ley del Procurador, en contra de la reforma previsional que le bajó las jubilaciones a los jubilados. Tuvimos una posición clara más allá de las personas. Todo esto es mucho más importante que María Eugenia Vidal o que mi candidatura.

-Durante la pandemia se escucharon todas las voces de su partido. ¿Por qué decidió no hablar?

-Al principio sentí que necesitaba un tiempo de reflexión personal. Fueron cuatro años en la provincia dando peleas muy difíciles. Me fui a vivir a una base militar, me divorcié, hubo costos familiares muy altos. No me victimizo, volvería a dar todas esas peleas que di nuevamente, pero sentía que necesitaba un tiempo. Y además quería ser respetuosa de lo que la gente había elegido. Luego vino la pandemia y sentí que estábamos muy bien representados. A Patricia Bullrich la elegimos todos como presidenta del PRO y creo que hizo un gran trabajo. Lo mismo que nuestros diputados y senadores. Estar ausente del debate político público no es estar ausente de la política, yo seguí en contacto con la gente, seguí trabajando. Además, me fui a trabajar al sector privado para pagar mis cuentas. Yo quería demostrarle a mis hijos y a mí misma que los dirigentes no tenemos por qué vivir del sistema político para toda la vida y que cuando uno deja un cargo porque pierde una elección no hace falta ser asesor de nadie, ni tener ningún contratito, que hay que ir a trabajar al sector privado. Y lo hice, di clases en tres universidades, trabajé para organismos internacionales, para empresas. Y hoy estoy de vuelta porque este es un momento clave porque en la ciudad de Buenos Aires se juegan diez diputados. Y para renovar esos diez diputados necesitamos hacer una elección como nunca la hicimos, histórica, de más del 60% de los votos. Es mucho lo que está en juego porque cada diputado que perdamos es un diputado que gana el Frente de Todos para esa mayoría automática que queremos evitar.

-¿Cree que la sociedad pide que los políticos se humanicen, pero no comprende la necesidad que tuvo usted de apartarse de la política durante un tiempo por cuestiones personales?

-Todos los argentinos tuvimos un año y medio muy difícil y hay muchas razones para que los argentinos estén enojados con la política. Vivieron un encierro injusto. Un abuso de ese encierro por parte del poder. Sintieron que el esfuerzo que ellos hacían no era el que hacían el Presidente ni sus funcionarios, ni siquiera el Congreso, que se dictó una paritaria a sí mismo del 47% cuando el resto de los argentinos tenía una del 36%. Esa es una de las razones por las que proponemos ahora que los salarios de los diputados se ajusten por la fórmula previsional. Si se hubieran aplicado los diputados y los senadores la reforma previsional de Alberto su dieta habría bajado, no habría subido un 47% como lo hicieron. Entonces en ese contexto hay razones para que la gente esté decepcionada de los políticos y de la política. Por eso los que hacemos política tenemos que hacer gestos concretos como este que acabo de decir o eliminar las jubilaciones de privilegio, como hice en la provincia de Buenos Aires. Entiendo ese enojo, esa tristeza y hasta cierta resignación de sentir que la Argentina ya no es un lugar al cual ponerle las fichas. Me pasa mucho con los jóvenes. Estuve un evento con cientos de jóvenes y uno de ellos me preguntaba las razones para no irse. “Decime por qué me tengo que quedar”. Y lo que les digo es que entiendo que se quieran ir. Tenemos es el compromiso de pelear contra todas aquellas cosas que hacen que se quieran ir, más que pedirles que se queden por sus abuelos o por sus padres. Tenemos que cambiar los problemas de la educación, del trabajo, de la imposibilidad de irse a vivir solos para que se queden. No pedirles que se queden heroicamente.

Maria Eugenia Vidal presenta sus propuestas legislativas
Maria Eugenia Vidal presenta sus propuestas legislativas

-Hay algo que tampoco se comprendió que es haber chateado con Máximo Kirchner. ¿Está arrepentida de haberlo dicho o reivindica el diálogo con un referente del kirchnerismo?

-Primero, yo le contesto los mensajes a todo el mundo. Tengo una especie de toc (trastorno obsesivo compulsivo) y no puedo irme a dormir sin contestar la mayor parte de los mensajes que me mandaron. A veces me doy cuenta de que tengo algún mensaje perdido que no contesté, pero le contesto a todo el mundo y por supuesto que le contesto al jefe del bloque oficialista del Congreso: si me escribe por una ley determinada o para preguntarme qué posición va a tener mi bloque claro que le voy a contestar. Lo mismo si me escribe el gobernador o cualquier figura institucionalmente relevante del Gobierno. Eso no quiere decir ni que sea mi amigo, ni que vaya a acordar cosas con las que mi partido o el bloque no están de acuerdo ni que me haga ceder en mis convicciones, en mis valores o en lo que creo. Anormal me parece no contestar. El problema es lo que creemos que hay detrás de eso. Y no hay nada relevante más que contestar un chat de un dirigente que me escribe.

-¿Le sorprendió que le haya escrito?

-No, me escribió por un proyecto de ley que tenía que ver con fondos para los intendentes y que me parecía que estaba bien, que estaba empujando también Cristian Ritondo. Y que logró que muchos intendentes en medio de la pandemia tuvieran los fondos que necesitaban.

-¿Sigue chateando con Máximo?

-No, hace bastante que no tenemos contacto.

-¿Cómo lo ve hoy al hijo de la vicepresidenta?

-Lo veo parte del Frente de Todos. A veces no me creo estas divisiones del Frente de Todos. Sergio Massa, Máximo Kirchner, Cristina Kirchner y Alberto Fernández son lo mismo. Decidieron ser lo mismo. Van en el mismo frente y a veces pretenden confundirnos tratando de decir que no son lo que son. Son el espacio político que gobierna, y para mí son todos igualmente responsables de la cuarentena más larga del mundo, de las 130.000 pymes y comercios que cerraron el último año, de 1.300.000 chicos que dejaron de estudiar por el cierre de las escuelas, de las vacunas que llegaron tarde. Son responsables y los cuatro tienen que rendir cuentas por todo eso.

Mauricio Macri se sumó a la campaña de María Eugenia Vidal
Mauricio Macri se sumó a la campaña de María Eugenia Vidal

-¿Cómo calificaría este momento de Alberto Fernández con la sucesión de errores que cometió o las revelaciones en las que se incrimina a sí mismo, como la fiesta de cumpleaños en Olivos?

-Lamentablemente no me sorprende. Vimos la foto del asado con (Hugo) Moyano en el medio de la pandemia. Vimos el abrazo con (Gildo) Insfrán. Lo que veíamos afuera pasaba adentro, mientras nos decían que nos iban a multar o que íbamos a tener una causa penal si violábamos la cuarentena. Fue una doble vara, fue una doble moral y fue un doble discurso. Eso salió a la luz. No es un hecho aislado, no se trata sólo de la foto de la fiesta de Olivos, se trata también de la cuarentena, de la vacunación VIP y de militantes de 18 años y funcionarios vacunándose antes que nuestros abuelos o nuestros padres. Se trata de este aumento de salario del 47% a los políticos y del 36% a los trabajadores. Y eso es lo que se está revelando, que el relato de “la patria es el otro” era mentira. Lo único que espero es que con su bronca, con su indignación, con su tristeza, la gente transforme todo eso en un “basta” el 12 de septiembre. En un “basta” grande a esta forma de gobernar que no es un hecho aislado, no es un error excepcional: es una forma de ser y de gobernar.

-¿Conoce a Alberto Fernández desde hace mucho? ¿Cómo lo veía antes y cómo lo ve ahora?

-Nunca estuve personalmente ni me contacté con él, así que no puedo hacer esa evaluación..

-Si tuvieras la oportunidad de hablar con él, ¿qué le diría?

-Le diría que es urgente que tenga un plan. Que estamos sin rumbo. Que hace un año y medio que gobierna y la Argentina no sabe hacia dónde va. Que es la política del “vamos viendo” la que nos está llevando a un lugar cada vez peor. Hay 10 puntos más de pobreza. Hay 50% de inflación. Hay 2 millones de argentinos que buscan trabajo y 9 millones de argentinos que viven en la informalidad. Hay que decirle “basta” a eso y se necesita un plan consistente en el tiempo y serio, no un parche, no cerrar exportaciones que ya en el pasado nos llevaron a perder 12.000 puestos de trabajo, no las mismas recetas para las mismos problemas que ya fracasaron.

Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal y Fernán Quirós visitaron un vacunatorio
Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal y Fernán Quirós visitaron un vacunatorio

-¿Las declaraciones de Victoria Tolosa Paz sobre el sexo en el peronismo fueron para hacerse más conocida o para llegar al electorado más joven?

-Es una subestimación de los jóvenes. Pensar que alguien te va a votar porque nombres, y mal, a un cantante famoso en redes o porque digas que en tu espacio político hay más o mejor sexualidad, es subestimar a los jóvenes. Yo recorro la Ciudad todos los días, me he reunido muchas veces con jóvenes y sus preocupaciones no son si los boliches se van a abrir o si van a tener más o mejor sexo con Juntos por el Cambio. Sus preocupaciones son cómo conseguir su primer trabajo, cómo irse a vivir solos, cómo hacer para prepararse en serio para el primer trabajo. Esas son sus demandas. Por eso nuestros proyectos en el Congreso tienen que ver con eso, con un programa de primer empleo que les dé beneficios fiscales y la mitad de un salario mínimo a todas las pymes que contraten jóvenes. El monotributo gratuito por un año al joven que se inscribe por primera vez. La derogación de la Ley de Alquileres. La reconversión de los planes sociales que reciben 200.000 jóvenes de menos 24 años, como el Programa Potenciar Trabajo. No puede ser que como sociedad y como Estado lo único que tengamos para proponerles sea un plan. Y también estamos impulsando una ley donde les demos a los jóvenes una práctica laboral en una pyme, en una empresa o en una cooperativa, y luego de un año, si realmente pueden quedarse a trabajar ahí y la persona que está a cargo de ese lugar los quiere contratar, que tenga dos años de beneficios en los impuestos al trabajo. Son propuestas concretas, realistas, y que van a las preocupaciones que ellos realmente tienen. Tanto para aquel que tiene recursos y no quiere que su salida sea Ezeiza como aquel que no los tiene y se acercan las madres y las abuelas en los barrios más pobres de la Ciudad de Buenos Aires con un currículum de su nieto, de su hijo en la mano, para pedirme que les consiga trabajo. Eso me preocupa. No su sexualidad. No si conozco o no al músico más famoso de redes. Eso es tratar de disfrazarnos de algo que no somos.

-En estas elecciones, ¿qué va a ser más fácil, ganar en la provincia o en la Ciudad para ustedes?

-El desafío más difícil no se trata ni de la Ciudad ni de la provincia, sino de impedir que el oficialismo consiga las diez bancas que necesita para tener la mayoría en Diputados. Esto no se mide en porcentajes de votos sino en cantidad de diputados en el Congreso que le puedan poner un freno al oficialismo y que puedan construir un bloque grande. Porque también escuchamos propuestas que parecen muy atractivas de grupos minoritarios. Un diputado solo y a los gritos no hace nada en el Congreso, se requiere un bloque de 120 diputados sólido, con experiencia, que tenga años en el Congreso, como Carla Carrizo, Paula Oliveto o Fernando Iglesias, que me acompañan en la lista.

-Usted dijo que no le preocupaba el supuesto fenómeno de Javier Milei que registran algunas encuestas, pero si saca muchos votos va a ser una preocupación para Juntos por el Cambio. Y, además, fue elogiado por Mauricio Macri, Patricia Bullrich y hasta por un miembro de su lista, Martín Tetaz.

-La defensa de la libertad es un valor en común. Nuestro espacio político defiende la libertad. De todas maneras, en esta elección no solamente se ponen a prueba las ideas sino los hechos. Cuando hablamos de que los jóvenes sean libres, si hay un gobierno que defendió la libertad de los jóvenes a estudiar fue el Gobierno de la Ciudad, que fue a la Corte Suprema de Justicia para pelearse con el gobierno nacional cuando cerró las escuelas. Cuando hablamos de defensa de la propiedad privada y de ir en contra de las usurpaciones, yo debo ser la funcionaria de la Ciudad durante ocho años que más estuvo en desalojos y en el medio del Indoamericano cuando quisieron tomarlo. Cuando hablamos de bajar los impuestos, el gobierno de Mauricio los bajó. Bienes Personales, Ingresos Brutos, Sellos. Como gobernadora saqué los impuestos a las tarifas de gas y de luz. Entonces no sólo es lo que uno piensa. Me lo decía el otro día Fernán Quirós: los grandes cambios los hacen los que saben lo que hay que hacer, los que saben cómo hacerlo, los que tienen el equipo para hacerlo y los que tienen la experiencia para hacerlo. Nuestra lista es la que representa eso en la Ciudad de Buenos Aires.

María Eugenia Vidal, durante el lanzamiento de su libro
María Eugenia Vidal, durante el lanzamiento de su libro

-La participación de Ricardo López Murphy dentro de la interna de Juntos por el Cambio fue una decisión que tomaron para ampliar el espacio, pero, ¿se transformó en un desafío porque si crece demasiado en las elecciones se puede transformar en una amenaza?

-No, siempre las PASO son un desafío. La competencia interna es eso, pero es un desafío que asumimos para ampliar el espacio. Tanto en la Ciudad de Buenos Aires como en la provincia de Buenos Aires. Estamos representando a más porteñas y porteños así, no a menos. Eso es bueno. Si nos tenemos que someter a la competencia, bienvenido sea. Es una persona cuyos valores comparto.

-¿Qué fue lo primero que se le vino a la cabeza cuando perdió las elecciones de 2019?

-El golpe más duro fue en la PASO. Fue muy inesperado. Primero hubo tristeza. Cuando uno ocupa un cargo, siempre quiere hacer lo mejor para la gente. Uno está acá por verdadera vocación. Yo no me hice rica en la política. No vengo de una familia con apellido sino de una familia laburante. Para mí fue un honor ser gobernadora de la provincia de Buenos Aires. Después de la tristeza, la necesidad de hacer una autocrítica, de preguntarme qué cosas podría haber hecho mejor. Tuve una señal positiva dentro de todo, esperanzadora, que fue que en la elección del 2019 me votaron más bonaerenses que en la de 2015. Yo tuve más votos que en la de 2015 y a diferencia fue que el peronismo iba unido. Entonces, de alguna manera, los que me habían votado en el 2015 y 300.000 bonaerenses más me dieron su aprobación. Eso no me alcanzó para gobernar, pero sí para marcarme que el camino que habíamos hecho era correcto, que había peleas que había dado que habían valido la pena y que hubo cambios que llegaron para quedarse. El SAME para 14 millones de bonaerenses no sólo fue clave durante la pandemia sino que llegó para quedarse. El fin de la reelección indefinida de los intendentes que terminó con los barones del conurbano, que era impensado hasta que llegué a la gobernación, llegó para quedarse. La eliminación de las jubilaciones de privilegio llegó para quedarse. Como las declaraciones juradas de la policía, que parecían impensadas y hoy los comisarios deben explicar cuál es su patrimonio todos los años. Esas peleas valieron la pena porque no se modificaron, el siguiente gobierno no se animó a cambiarlas. Hubo otras distintas: el “Pata” Medina salió libre, D’Elía se cortó la tobillera delante de un juez federal, los narcos volvieron a vender en muchos barrios. Son todas cosas que me generan profunda tristeza. Aun así, no voy a dejar de sentir nunca que valió la pena.

María Eugenia Vidal participó de la Marcha del "Sí, Se Puede", en octubre de 2019
María Eugenia Vidal participó de la Marcha del "Sí, Se Puede", en octubre de 2019

-Usted menciona logros de su gestión que no evitaron una derrota electoral. ¿Perdió sólo porque se unió el peronismo o también porque el plan económico tuvo malos resultados?

-Hicimos una autocrítica bastante profunda con Mauricio. Creo que no hubo presidente ni gobernadora en la historia democrática del 83 que hayan publicado libros tan autocríticos como los nuestros. Eso es bueno y sano. La autocrítica está hecha y hoy siento que ya somos mejores y que aprendimos. Prefiero quedarme también con las cosas buenas del gobierno nacional, una política exterior que terminó con un G20 y los veinte líderes más grandes del mundo aplaudiéndonos en el Teatro Colón y diciéndonos “está bien lo que hicieron”. Prefiero quedarme con una Patricia Bullrich que peleó contra los narcos, como peleé yo, y con una lucha contra la inseguridad que bajó 30% los homicidios en el país y en la provincia de Buenos Aires. Prefiero quedarme con un Presidente que discutía cómo hacíamos para que nuestros hijos aprendieran más lengua y matemática con los operativos de Aprender y las evaluaciones y no si las escuelas tenían que estar abiertas o cerradas. Todos fueron avances de esos años. Sin duda nos quedó pendiente el avance de la economía, pero reflexionamos, hicimos una autocrítica fuerte, aprendimos y hoy sabemos por dónde es el camino.

-¿Qué más aprendió?

-Que los procesos de cambio profundo llevan tiempo y que son complejos. Que nuestro país lleva décadas donde hay cosas que no resuelve como la inflación o como la deuda, que no son más que hijas del déficit y de no poder lograr como argentinos tener un presupuesto ordenado. Que necesitamos abrirnos al mundo, porque vivir de lo nuestro no alcanza. Que las exportaciones tienen que crecer porque son más trabajo. Que tenemos que especializarnos en agroindustria, en tecnología, en todos esos sectores donde en la Argentina somos competitivos. Que hay un país posible. Que va a llevar tiempo. A veces en la política te toca ser parte del proceso y no del resultado. Es algo que los políticos tenemos que aprender. Todos queremos ver el final de la película en nuestro gobierno, y muchas veces lo que te toca es empujar y que el final lo vea otro. Pero lo importante es que vayas en el sentido correcto. Creo que el problema de lo que le pasa a la Argentina hoy es que justamente va en el sentido incorrecto y eso es lo que hay que frenar este 12 de septiembre para empezar a girar.

-Cuando habla del “sentido correcto” imagino que está pensando en cambios que hay que hacer en el país a una escala muy profunda y que van a ser antipáticos para la gente. ¿Cómo se puede lograr consenso para reformas que pueden implicar un ajuste hasta estabilizar la economía?

-Los argentinos estamos llegando a ciertos consensos. Yo lo veo en la calle todos los días, desde Lugano hasta Recoleta. Todos sabemos que los planes no dan para más. En el barrio más pobre te dicen que con los planes no alcanza. Cuando van a comprar un kilo de pan y les cuesta 200 pesos. Cuando fueron a pagar una garrafa en el invierno y les costaba 700. Con 12.000, 13.000 pesos no comés. Entonces desde el barrio más pobre hasta el más rico sabe que no alcanza, que con esta mecánica no. Que como dice Martín Tetaz, el plan social es como una ambulancia, vos querés que esté en el momento crítico, pero no querés a la ambulancia en la puerta de tu casa toda tu vida. Bueno, tenemos que salir de ahí. Y hay un consenso de que tenemos que hacerlo. También hay un consenso de que los impuestos son insostenibles. Que no se pueden crear más, sobre todo a los que producen y generan trabajo. Hoy los argentinos que pueden dar trabajo, y no hablo de una gran multinacional como las treinta que se fueron el último año y medio, hablo de un negocio chiquito, de un bar, de un comercio como los que veo en la Ciudad todos los días y que te dicen yo podría tener una persona más, pero con estos impuestos no puedo. Hay temas que la sociedad va imponiendo. Como en la provincia de Buenos Aires un día impuso que no podía haber más intendentes por 25 años y hoy no hay ningún diputado ni ningún senador en la Legislatura de la provincia que se anime a derogarla. De la misma manera que un día la provincia dijo basta de la policía corrupta y yo pude sacar 13.000 policías y meter 400 policías presos. Porque la gente se había hartado de la corrupción en la policía de la provincia. Hay momentos en que la sociedad misma dice “basta”. La sociedad madura y la política se tiene que poner en un lugar donde la pueda representar.

Elisa Carrió también se sumó a la campaña de María Eugenia Vidal
Elisa Carrió también se sumó a la campaña de María Eugenia Vidal

-Le propongo un juego: en un día soleado, ¿a quién elegiría de Juntos por el Cambio para tomar un café y charlar?

-Si tengo que elegir, naturalmente voy con Horacio (Rodríguez Larreta). Estamos tomando mucho café juntos. Somos amigos desde hace 20 años. Otro con el que me junto mucho es con Emmanuel Ferrario, que es nuestro primer candidato a legislador. Me acompañó como vicejefe de Gabinete en la provincia de Buenos Aires y eventualmente va a ser el vicejefe de la Ciudad en los próximos dos años. Una persona muy talentosa, vino de Junín a los 18 años, ya se fue a estudiar dos veces al exterior y volvió. Creo que va a representar muy bien a los jóvenes en la Legislatura de la Ciudad.

-Seguimos el juego. Ese café es por la mañana. Después suena su teléfono, la llaman de Presidencia y le dicen que Alberto Fernández la quiere ver. ¿Con quién iría acompañada para ese encuentro?

-Primero llamaría a los presidentes de los partidos de Juntos por el Cambio. Nosotros formamos un espacio político y las decisiones se toman como espacio. Con lo cual seguramente hablaría con Patricia Bullrich, Alfredo Cornejo y Maximiliano Ferraro, las autoridades de cada uno de los partidos, y decidiríamos en conjunto para qué vamos, qué queremos discutir, cuál es la agenda, si vamos a ir o si el ámbito de decisión es el Parlamento. No es una decisión individual de mi parte.

-Se especula mucho con los votos que su lista debería obtener para hacer una buena elección. ¿Qué sería una buena elección para ustedes en porcentajes? ¿Más del 50%?

-Una buena elección, cuando pase noviembre, es que el kirchnerismo no tenga mayoría en la Cámara de Diputados. Esa es la medida de una buena elección.

-¿Un resultado que no sea tan bueno en la Ciudad de Buenos Aires pone en peligro el proyecto presidencial de Rodríguez Larreta?

-Eso no es lo relevante. Una mayoría automática en la Cámara de Diputados sería menos democracia, menos libertad. Si durante el último año y medio nos encerraron, cerraron las escuelas y no dejaron que nuestros hijos fueran y hasta nos dijeron a qué hora teníamos que salir a correr, qué son capaces de hacer con mayoría automática.

-¿Qué es lo que más miedo le da del kirchnerismo?

-No me gusta un proyecto político que nos quiere menos educados, que avala el adoctrinamiento, que milita las escuelas cerradas. No me gusta un proyecto político que quiere convertir a los movimientos sociales en sindicatos cuando lo que hay detrás de eso no es trabajo sino planes. Y no me gusta un espacio político que restringe las libertades y que cree que el Poder Judicial tiene que ser un brazo del Ejecutivo. No estoy de acuerdo con esos valores, no me gustan la improvisación, los gritos, el dedo levantado. No son sólo formas: las formas son también el fondo.

Patricia Bullrich, en campaña con María Eugenia Vidal
Patricia Bullrich, en campaña con María Eugenia Vidal

-¿Qué pasa si Alberto Fernández es reelegido?

-Apuesto a que eso no suceda. Trabajo todos los días para que eso no suceda. Trabajo para mostrarles a los argentinos que hay una alternativa y que la mejor alternativa es Juntos por el Cambio.

-Le propongo otro juego. Le regalan una caja con todas las cosas que perdió en su vida. Puede abrir la caja y recuperar una, la que más le importe. ¿Qué cosa recuperaría?

-No extraño nada de lo material. Me encantaría recuperar a una persona, a mi abuela Corina, a la que extraño todos los días de mi vida.

-¿Qué pensaría ella de usted hoy?

-Creo que estaría orgullosa. Yo soy la primera nieta universitaria. Vengo de una familia de clase media. Ella venía del campo, de General Pinto. Después vivió en Lincoln en la provincia de Buenos Aires. Vino a ser portera en la Ciudad de Buenos Aires. Mi abuelo era bancario. Nunca terminó el primario y me acuerdo que cuando era chica y me quejaba de que tenía que estudiar, me decía: “¡Si yo hubiera tenido las oportunidades que vos tenés de estudiar! Aprovechá que podés hacerlo”. Me pudo ver recibiendo el diploma universitario, empezando a hacer política. No me vio gobernadora. Creo que hoy estaría orgullosa de una nieta que, como ella, nunca bajó los brazos.

-¿A qué persona viva admira más?

-En un nombre quiero representar a tantas mujeres como ella que conocí. Se llama María Segura, vive en la Ciudad de Buenos Aires. Tiene un centro de primera infancia, un comedor que se llama Estrellita, y la conozco desde hace más de 10 años. Salió a la calle en la híperinflación de 1989 con otras mujeres de su barrio a poner una olla en el medio de la calle para darle de comer a los que estaban ahí, y nunca más paró. Un día me dijo: “La panza de los chicos es una excusa, yo quiero llegar a sus cabezas para que estudien, para que sean mejores y para que no tengan la vida que tuve yo”. Como María hay miles en la Argentina. Esas mujeres, no importa cuántos gobiernos pasen, se siguen levantando a las cinco de la mañana a ver qué ponen adentro de la olla para darle de comer a otros, para abrazar a chicos que no tienen mamá ni papá, y para preparar un Día del Niño cuando no hay juguetes. Esas mujeres son las que me generan admiración.

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