Marcelo Bonelli reservó un lugar de su abarrotada agenda para recibir a Infobae. La entrevista se realizó una vez que el conductor finalizó el noticiero Arriba Argentinos. El lugar elegido fue una sala de reuniones ubicada en un entrepiso de la nueva redacción de Canal 13 y de Todo Noticias, una especie de nave espacial tecnológica.
Distendido y atento a cualquier noticia de último momento, Bonelli analizó la actualidad política y económica del país: “Con el nivel de pobreza actual, nos encontramos en una sociedad inviable democráticamente, no se puede llevar adelante un país con 40% de pobres”.
También opinó del periodismo y recordó cómo fue su primera vez frente a una cámara de televisión como invitado en Telenoche. Desde aquel día, Bonelli trabaja ininterrumpidamente para el grupo Clarín, siendo una de sus figuras de mayor prestigio.
—¿Se acuerda la primera vez que pisó este canal?
—Sí, sí, me acuerdo.
—¿Cómo fue?
—Con mucho miedo (risas). Mirá, yo comencé a venir a Telenoche como invitado en la década del 90. Yo te diría que la primera vez que participé del noticiero de Telenoche fue cuando Cavallo anunció el Plan de Convertibilidad. Yo lo había anticipado, en ese momento trabajaba todo el día en Radio Mitre y en Clarín. Radio Mitre tenía Mitre informa primero, que era uno de los noticieros largos, además de los de dos minutos por hora. Y justo me enteré de que hubo una reunión de gabinete, y que anunciaban lo que después sería el Plan de Convertibilidad, una cosa importante, y lo anticipé por Radio Mitre. Entonces, me llamaron de Canal 13 y me pidieron que vaya a la conferencia de prensa de Cavallo, que más o menos coincidía con Telenoche. Esa fue mi primera vez en la televisión. Pero no era colaborador, era como un periodista invitado. Y en la década del 90 también. Yo acá entré en forma efectiva cuando se lanzó Todo Noticias, que fue en junio de 1993.
—¿Qué empezó haciendo cuando se lanzó TN?
—TN se lanzó a mediados del 93 y arrancó con A dos voces. Lo que pasa es que era tres veces por semana: lunes, miércoles y viernes. Yo nunca había hecho televisión así, salvo salidas. Así que me costó, y soy bastante obsesivo.
—¿Qué fue lo que más le costó?
—Y, la cámara (risas). Acostumbrarme a la cámara. A lo que ahora ya para mí es como un paisaje habitual y ni le presto atención, me costó. Y el miedo al ridículo, superar eso. Ahora me equivoco, por ahí, mucho más que antes porque soy más descuidado que antes, pero lo vivo con naturalidad. Sé mis defectos y los asumo. Empecé conduciendo A dos voces con Luis Majul. Después, a los tres años, él se fue al noticiero de Canal 9, y estuve con Gustavo Sylvestre mucho tiempo, 14 años, y ahora estoy con Edgardo Alfano.
—¿Cuál es la diferencia entre aquel periodismo del año 1993 y el actual?
—Cambió muchísimo. Muchos critican al periodismo y yo creo que cuando uno participa, es un actor social de la política, de la economía, bueno, tenemos que aceptar las críticas, pero yo creo que el periodismo evoluciona para mejor. Hay muchos más medios, toda la revolución tecnológica permite que haya muchas más voces. Creo que eso es muy positivo. Por otro lado, pienso que, a veces, el periodismo no se prepara lo suficiente para abordar determinados temas que sí se preparaban antes. Hoy es como que todo el mundo habla de todo y la verdad es que no sabemos de todo, entonces, cuando vos hablás de todo cometés errores. Y me parece que ese es un defecto del periodismo actual.
—¿Cuál es su límite frente a una cámara?
—Uno está en la batalla y muchas veces te pasan cosas que no querés. O sea, en las puestas al aire no me gusta la improvisación. La improvisación te da chantada. Sí me gusta la autenticidad. Y trato de ser riguroso. Yo te cambiaría la pregunta: ¿qué es lo que yo no me banco hacer? Por ejemplo, si yo doy el índice de inflación y es 3, me siento muy bien, pero si es 3,1, que en definitiva es lo mismo, y puede ser una cuestión de cálculo del INDEC de último momento, no me gusta.
—¿Cuál es el hecho periodístico que más recuerda o que más le impactó a la hora de contarlo?
—Bueno, yo hago economía y política, te diría que lo que más me impactó fueron los anticipos que hice del Plan de Convertibilidad, del Plan de Pesificación y la salida de la Convertibilidad. Algo que no me hubiera gustado decir y que anticipé fue un viernes a las 10 de la noche: el corralito. Y después, toda la salida de De la Rúa, esa explosión del 2001 me hubiera gustado no contarla porque creo que si bien era nuestro deber informarlo, esa explosión provocó un gran deterioro en la sociedad argentina. En ese momento vos no te das cuenta porque querés la primicia, querés estar, querés anticipar, querés estar a la vanguardia, pero pasado el tiempo decís: “Ojalá nunca hubiera pasado en la Argentina”.
—¿Cómo maneja su opinión?
—Trato de diferenciar, trato de argumentarla con hechos. No es que yo estoy en contra de X y me levanto a la mañana a decir vamos contra X y todo lo que anda caminando me es funcional a eso. No, trato de argumentar dando una opinión con datos. No me gusta la cuestión sistemática de decir “este es mi enemigo y entonces voy”, porque no tengo enemigos, te digo la verdad.
—¿Cómo ve a la Argentina hoy?
—Yo la veo complicada, porque la dirigencia política en general, que son los que elegimos para que gobiernen, no tienen un plan, no sabemos hacia dónde van, hay cosas elementales que ocurren en otras partes del mundo, no te digo en Francia, Inglaterra, Estados Unidos o en Japón, te digo en América Latina, que la Argentina no encara a resolver, y entonces todos los días estamos un poquito peor. Además, me parece que hay un tema que es clave en la sociedad argentina: la pobreza; creo que con un nivel de pobreza como el actual, vivimos en una sociedad inviable democráticamente porque no podés llevar adelante un país con 40% de pobres. Y veo que nadie se ocupa del tema. Yo sé que es difícil, así como pasaron muchos años para llegar del 7% de pobres, cuando asumió Menem, a 42 %, también requiere mucho tiempo y quizás no te da un rédito político mejorar 2 puntos la pobreza, pero hay que hacerlo. En conclusión, yo aspiro de los dirigentes políticos, de todo el arco político, una prioridad en eso. Si mejoramos la pobreza no solo mejora la persona con bajos recursos, mejoramos todos.
—¿Y por qué cree que no hacen nada?
—Porque están en otra cosa, o porque no saben o porque para hacer eso necesitás buscar consensos. Lamentablemente en los últimos 10 años, los políticos fueron por la grieta porque eso les daba un rédito electoral. Pero yo creo que si no solucionamos el problema de la grieta va a ser muy difícil resolver ese y otros problemas. Cuando yo hablo de otros problemas, me refiero a problemas estructurales: la educación, la justicia, la sanidad. ¿Por qué? Porque Argentina requiere cambios muy importantes y para hacer esos cambios, para ponernos en carrera, necesitás consensos. El Boca versus River, para un país, es totalmente negativo desde el punto de vista político.
—Estamos a horas de las elecciones... ¿Cómo ve el proceso electoral?
—Lo veo parejo. Esto evolucionará de acá a las elecciones, creo que hay muchos indecisos y mucha gente que todavía ni está pensando en la elección, y que va a decidir la última semana. En función de las encuestas veo que el Gobierno está mejor en la provincia de Buenos Aires, creo que está ganando, pero, por menos diferencia, después del escándalo de la fiesta inolvidable.
—¿Qué se juega en las PASO?
—Yo no creo que las elecciones sean cosas dramáticas como plantean en las campañas electorales. Sí creo que dentro del Gobierno hay un proyecto, digamos, de dominación del Congreso para llevar adelante reformas que fracasaron en el pasado, no hace 50 años, sino hace 6 años. Así es que creo que el equilibrio de poder siempre es muy bueno.
— ¿Qué opina del festejo de cumpleaños de Fabiola Yañez en plena cuarentena?
—Que fue un bochorno desde el punto de vista social. Yo te diría que el 95% de la población argentina cumplió la cuarentena, cumplió las instrucciones, y en la quinta de Olivos se hacía una fiesta cumpliendo cero protocolos. Es realmente decepcionante. Me parece que desde el punto de vista político es un tiro en la línea de flotación del Presidente, que tiene un costo, por lo menos en las encuestas, vamos a ver si electoralmente.
—¿Fue un delito lo que hizo el Presidente?
—Sí, yo creo que sí, porque había un decreto, una norma que cumplíamos todos, y que la gente que no cumplió le hicieron procesos, y me parece que no es un error. No sé judicialmente, no importa lo que va a pasar judicialmente porque la justicia argentina no falla con las pruebas, con los decretos. Y ese es uno de los grandes males que tiene el país. Lo que importa es que hubo un impacto ético para el Presidente. A su vez creo que en la quinta de Olivos, por lo menos, hasta este momento suceden cuestiones desprolijas, que no tienen que ver solo con lo ocurrido en el cumpleaños sino con otras cosas que tienen que ver con decisiones; de hecho cuando se hacían las conferencias tripartitas de Rodríguez Larreta, Kicillof y Alberto, que se demoraban los anuncios, y las reuniones duraban media hora, todo el resto era una gran falta de profesionalismo que no tiene que rodear a un Presidente.
—¿Qué opina de la imputación?
—El problema para el Presidente no es la imputación, en realidad es el hecho en sí mismo y el impacto que ha tenido en su imagen y en la credibilidad de sus decisiones con respecto al tema sanitario. Desde que se conocieron las fotos, la imagen del Presidente bajó diez puntos en las encuestas. Y además las encuestas para las elecciones marcan una caída, un achicamiento de las diferencias aún en la provincia de Buenos Aires donde el Frente de Todos, según encuestas que maneja el Gobierno, estaría ganando. Antes ganaba por 9 puntos, ahora gana por 4 puntos. Los argumentos del Presidente en la imputación tampoco son muy firmes. Decir que no cometió un delito porque nadie se contagió, tiene un basamento legal muy endeble, porque en realidad había un decreto que decía que no te podías reunir, que tenías que estar en tu casa, y la Quinta de Olivos se vulneró.
—Por su trayectoria conoce a Alberto Fernández desde hace mucho. ¿Cómo era Alberto antes y cómo lo ve hoy?
—A ver, yo creí que él en la presidencia iba a ser mejor de lo que es. Es cierto que apareció la pandemia. Pero bueno, si bien la pandemia es algo que afectó la toma de decisiones y afectó la economía, no se puede justificar con la pandemia, por ejemplo, la inflación. Entonces creo que hay cosas que él tendría que haber encarado hace dos años, aún con pandemia, y no las encaró. En ese sentido no me gusta la gestión.
En el trato personal él no cambió mucho. Yo ahora no tengo un gran contacto, pero en general es un trato aún en la disidencia, aún en el reproche típico de los funcionarios a los periodistas. En eso yo no lo veo cambiado, en la cuestión personal. En la cuestión política me parece que él dijo algo en la campaña electoral, dijo algo en el discurso inaugural de diciembre, que venía por los consensos, el cierre de la grieta, y pasó lo contrario.
—Si pudiera hacerle una pregunta al Presidente ¿cuál sería?
—¿Una? (Risas). Bueno, ¿por qué no hacemos un plan para salir de esta situación?
—¿Cómo ve a la Vicepresidenta?
—Yo creo que Cristina tiene ideas vetustas, tiene ideas del pasado, de 50 años atrás. Que quizás yo también las tenía, pero bueno, el mundo evoluciona y las cosas cambian. Y que ella tiene dos objetivos: uno resolver su problema judicial y el otro vengarse de los que ella considera que le hicieron daño durante la presidencia y los cuatro años del llano. Y eso es negativo. Yo creo que ella es muy importante, es la jefa política del Frente de Todos, y podría tener un rol importante para resolver los problemas del país, si tuviera una actitud positiva.
—¿Qué opina de la relación del Presidente y la Vicepresidenta?
—Con mucha tensión. Con subas y bajas. La posición de Cristina le complica el gobierno a Alberto Fernández. Le marca la cancha todos los días. Eso de hacer un acto para apoyar a Alberto y hacerle un reto, como fue la semana pasada, lo complica a él. Le pone límites de todos lados, pero debería tener una actitud colaboradora, de dejarlo hacer. De todas formas, Alberto tiene su responsabilidad, porque él es el presidente elegido por el pueblo, por la gente, entonces él tiene que ejercer su autoridad y me parece que no termina de hacerlo.
—¿Se lo imagina a Alberto Fernández de acá hasta el fin de su gestión?
—Yo vivo acá, espero que rectifique y la cosa ande mejor. Es decir, me cuesta creer a esta altura que se van a rectificar, pero deseo que las cosas anden bien. No soy de esa gente que dice: “Che, cuanto peor mejor, porque yo fui crítico desde el primer momento, y esto me da la razón”. Yo soy como con los directores técnicos, no estaba de acuerdo con Pizzi en Racing, pero quiero que le vaya bien porque quiero pasarla bien. Va a depender mucho de la elección, que un poco tiene que ver con tu pregunta, si el gobierno rectifica cosas o no.
—¿A quién ve como líder de la oposición y un posible presidenciable 2023?
—Yo creo que nadie que se llame Kirchner y nadie que se llame Macri va a ser de vuelta presidente en la Argentina. Si ves las encuestas, los que mejor califican son las personas de diálogo, de consenso, de que no se les van a caer las joyas si se sientan con alguien de la oposición a pactar algo. Y por eso son los que están primeros en todas las listas de los dos lados: Santilli, María Eugenia Vidal, Santoro, Victoria Tolosa Paz. Son gente que vos ves que puede dialogar, puede intercambiar. En ese marco, del otro lado, creo que el candidato o la figura va a ser Horacio Rodríguez Larreta, que también está en esa onda.
Nadie que se llame Kirchner y nadie que se llame Macri va a ser de vuelta presidente en la Argentina
—¿Qué es lo que más lo avergüenza de la política?
—La corrupción.
—¿Cree que hay mucha corrupción?
—Sí, pero sabés qué pasa, en la política cuando vos administrás fondos públicos tenés que ser muy estricto y lamentablemente en Argentina no se es. Y además si vos sos corrupto con un panorama social, digamos, la corrupción está mal aun siendo la principal potencia del mundo, de hecho, es castigada, pero en un país donde estás con una desigualdad social tan importante, cuando un funcionario roba le está quitando la plata a los más necesitados.
—¿Qué opina del Ministro de Economía?
—Martín Guzmán es una persona seria, profesional, que tiene bastante sentido común. Pero bueno, está inmerso, le costó la adaptación de Columbia a un aterrizaje forzoso en el gabinete con un país complicado. Creo que aprendió. Pero también que está restringido en las cosas que puede hacer. O sea, tema clave, el de las tarifas, el tema del Fondo, está muy condicionado y bueno, él lo acepta. Ahora, a los ministros se los juzga por los resultados. Y los resultados que tiene Guzmán no son buenos: el salario real ha caído y la inflación se ha acelerado. Y estas son cuestiones importantes para definir, digamos, evaluar a un ministro de Economía. En definitiva, el resultado de Guzmán es malo.
—¿Cómo siente que está la sociedad?
—Irritada. A veces con mucha razón y a veces con una sobredosis de irritación, sin poder escuchar al otro. Y eso se ve, vas por la calle y ves los raptos de furia. No es que somos todos paranoicos y nos agarró la irritación, tiene que ver con un proceso de mucho tiempo de caída del nivel de vida. Pero es un proceso lógico.
Veo a la sociedad con una sobredosis de irritación
—¿Cómo le afectó la pandemia?
—Me afectó en la parte social, no ver amigos, familiares, en una primera etapa. Yo soy muy amiguero y muy familiero, entonces… Me afectó no ir a la cancha de Racing, por ejemplo, que forma parte de mi actividad social. Desde el punto de vista laboral no, trabajé mucho más que antes de la pandemia porque, yo hacía trabajo presencial todos los días; además, el canal tenía un esquema de emergencia y tuve una suerte de estudio en mi casa, porque salía desde ahí. Había mucha información los fines de semana. Así que trabajé a full.
—Cuando no está trabajando, ¿qué es lo que le gusta hacer? ¿Se puede dejar de ser periodista por un rato?
—Yo creo que no. Yo creo que un periodista es siete días de la semana, 24 horas por día. Porque obviamente tengo mi momento de relax y mis momentos de ocio, pero cada tanto miro el teléfono, entro a averiguar algo, o quizás no en ese momento, pero el domingo decís “bueno, mañana a primera hora llamo a Fulano que quiero averiguar esto”. Yo creo que un periodista, por suerte y por desgracia, lo es siempre. Sin embargo, cuando puedo desconectar, me gusta hacer actividad deportiva, me gusta el fútbol, me gusta leer novelas. Me gusta estar con mi familia, con mis hijas, con mis nietos. Me gusta estar con mis amigos, reunirme, almorzar.
—¿Cómo vive su familia su trabajo?
— Bien. Yo creo que no lo podría hacer si no tuviese la banca de mi familia.
—Si tuviera que agradecerle a alguien su presente, ¿a quién sería?
—Y, a mi mujer, a Susana.
—¿Qué le diría a Susana?
—Que es una genia. Se lo digo.
—Si alguien le regalara una caja con todas las cosas que perdió en su vida, y la abre, ¿qué es lo primero que buscaría?
—A veces la candidez de la adolescencia. Y después, bueno, personas que ya no están.
—¿Qué extraña de la adolescencia?
—Que era más espontáneo. Tenía menos rollos. Era así, lo hacías porque lo sentías. Quizás después, con el transcurso del tiempo, uno evalúa más las cosas y pierde espontaneidad.
—¿A qué persona, aún con vida, admira?
—No es demagógico: a mi mujer. Y además admiro muchísimo a todas las personas que hacen trabajo social, que organizan comedores, que son iniciativas propias, particulares, y que lo hacen con el solo fin de ayudar, de ayudar a los que menos tienen. Son un ejemplo para la sociedad.
—Un funcionario que funciona.
—Fernán Quirós.
—Sergio Massa o Máximo Kirchner.
—Sergio Massa.
—Facundo Manes o Diego Santilli.
—Me metés en una interna fenomenal. Cada uno tiene lo suyo. Me encanta que Facundo Manes participe de la política, me parece una contribución. Y Santilli tiene una carrera política en ascenso.
—Alberto Fernández o Cristina Kirchner.
—Alberto.
—Larreta o Macri.
—Larreta.
—Patricia Bullrich o María Eugenia Vidal.
—Otra interna. También, lo mismo que la otra. Me parece que tiene más futuro María Eugenia Vidal.
—Gustavo Sylvestre o Luis Majul.
—Vos sabés que con los dos me llevo bien. Gustavo me está invitando a su programa de cocina. Majul también. La verdad que no te puedo… Los dos.
—Marcelo Longobardi o Jorge Lanata.
—Lanata me parece un tipo muy creativo, muy, vos lo escuchás analizar un tema y te sale con algo que ni lo tenías en el radar. Es un tipo muy genial. Y Longobardi es el líder de la radio. Los dos.
—¿Con cuánta plata en efectivo sale por día?
—Ni sé. A veces vengo y no tengo plata. Pero depende, por ejemplo, ahora voy a hacerme un masaje, qué sé yo, saco la plata para pagar. Pero puede ser 2000 pesos, 3000 pesos.
—¿Cuánto paga de expensas?
—Mucho (risas). No sé la cifra, pero tipo $50.000.
—¿Cuánto paga de luz?
—No sé, de eso se ocupa mi mujer.
—¿Cuál fue el mejor presidente que tuvo?
—Eso también es difícil. Creo que Alfonsín fue muy bueno en cuanto al tema democrático. Por supuesto que a medida que pasan los años, de las cosas malas la gente se olvida. No fue bueno en el tema económico, el país terminó en híper inflación. Y después me parece que Duhalde fue un muy buen presidente. Le tocó la más fea y encarriló el país, entonces yo lo pondero. Hay muchas críticas a Duhalde, pero yo le reconozco que recibió el país en llamas, explotado, sin contratos, con los depósitos incautados, y lo encarriló.
—¿La Argentina es?
—Un país difícil.
Foto y Video: Gastón Taylor
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