Alejandro Amor, el candidato del Frente de Todos para la Legislatura porteña: “La vacunación es del 15% en las villas de la Ciudad”

El ex Defensor del Pueblo propuso sumar “al menos 200 hectáreas” en espacios públicos

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El precandidato a legislador porteño,
El precandidato a legislador porteño, Alejandro Amor, en su actual oficina de Microcentro

Alejandro Amor volverá a ocupar una banca en diciembre, después de ocho años como Defensor del Pueblo la Ciudad de Buenos Aires. Para este 2021, encabeza la lista del Frente de Todos para la Legislatura porteña. Encarna un perfil distinto que otros dirigentes alineados con el presidente Alberto Fernández. Menos confrontativo y mediático que su compañero de boleta Leandro Santoro, Amor es un conocedor de la administración porteña por su pasado sindical como directivo del Sindicato Único de trabajadores del Estado (Sutecba).

Reconocido hincha de Racing, Amor es de esas figuras del peronismo que, con un amplio recorrido en la política porteña, hasta el momento no tenía la masividad de otros dirigentes en la arena local como fue Daniel Filmus, Mariano Recalde, Juan Cabandié o Matías Lammens. Sin embargo, construyó una impronta y conocimiento vecinalista de cercanía, similar a la de Horacio Rodríguez Larreta, que lo reposicionó.

Desde sus nuevas oficinas en el centro, Amor cita casi de memoria algunos reclamos que le llegaron durante la crisis del coronavirus. Consultado por Infobae por los frecuentes fracasos del peronismo porteño ante la hegemonía del PRO, el ex legislador porteño (2011-2013) y ahora precandidato afirma que “la sociedad no se siente contenida o representada” y la política debe resolver sus cuestiones del día a día, como “el problema de los perros en las plazas, aunque parezca una pavada en pandemia”.

Para estas elecciones, Amor plantea una propuesta ambiciosa: “En la Ciudad tenemos el mejor presupuesto de Argentina. No creo en la necesidad de Costa Salguero para la construccion de viviendas de 10 mil dólares por metro cuadrado. Si le agregamos el traslado del predio del Mercado de Hacienda de Liniers, que hay que hacerlo, y el de la cárcel de Devoto, y si utilizaramos todos los “bajo trenes”, estaríamos agregando al menos más de 200 hectáreas a la Ciudad de Buenos Aires en espacios públicos”.

- ¿Que evaluación hace de la gestión de la pandemia por parte del Gobierno de la Ciudad?

- Tengo una visión genérica de la pandemia. No por capricho, sino porque realmente tuvo esta lógica con la vacunación o en los criterios sobre el seguimiento de la variante Delta. Luego hubo algunas diferencias en cada distrito. La Ciudad presenta un panorama muy distinto con sus 35 hospitales, 45 centros de salud y más de 400 establecimientos con el sector privado y obras sociales. Tiene una capacidad para contener muy superior al de otras provincias, con un sistema fantástico concentrado en 12 mil manzanas. Mi crítica no es por la gestión de la pandemia, sino por el desarrollo de una planificación de años que en la que se fueron bajando las partidas presupuestarias en Salud y Educación. Recordemos que estuvo previsto el cierre de cinco hospitales hace tres años. ¿A alguien se le ocurriría cerrar hoy un hospital? Había más camas entre el 1983 y 1990 en el sistema público de la Ciudad que ahora. El Presupuesto responde a un modelo político, nosotros ponemos el acento en estas prioridades y en el medio ambiente.

- El gobierno nacional estuvo yendo detrás del jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, en las decisiones de la pandemia como la reaperturas de las restricciones o la presencialdad escolar. ¿Fue correcto su enfoque?

- ¿Quién puede tener en el planeta tierra la mejor decisión sobre la pandemia? La verdad que nadie porque la pandemia no terminó. Estamos afrontando ahora la variante Delta. En Israel hay crecimiento de casos y fallecimientos después de una campaña de vacunación muy fuerte. En Australia y Nueva Zelanda lo mismo. Cada uno aplicó la política a la manera que pudo y en el momento que le tocó, con situaciones económicas y geopolíticas diferentes y con la peor expresión de las Naciones Unidas y de la OMS, que se quedaron en la década del noventa en medio de una guerra fría de las vacunas.

- En todo el país hubo una altísima mortalidad por el coronavirus, y en la Ciudad puntualmente concentró en gran medida estos índices. ¿Hubo algo del enfoque o las medidas de la gestión del Gobierno porteño que sean criticables?

- Nosotros desde la Defensoría hicimos un relevamiento de los establecimientos educativos de la Ciudad de Buenos Aires y encontramos los puntos de contagio. La Ciudad tiene un promedio de ancho de calles de no más de 3 metros, pero en muchos barrios las veredas tienen 1,5 mts y en calles como Talcahuano y Libertad, un 1,2 mts. Cuando 400 padres y madres llevan a los chicos a las escuelas en estas veredas, se encuentran con un lugar de contagio, y les propusimos cortar las calles durante los ingresos y egresos. El segundo punto de contagio fue el transprote escolar: había burbujas internas que se rompían adentro del micro. El tercer punto fueron los estudiantes secundarios viajaban en transporte público desde un punto de la Ciudad, como Lugano, a la otra. Estas son las cosas cuestionables.

- El PRO está muy consolidado en la Ciudad. ¿En qué estuvo fallando el Frente de Todos y el peronismo como oposición?

- Lo primero que hay que hacer es escuchar a los vecinos y las vecinas...En la Ciudad tenemos los mismos problemas que en cualquier otro lugar, lo que tenemos que hacer es acercarnos y escuchar.

Amor fue dirigente del Sindicato
Amor fue dirigente del Sindicato Único de trabajadores del Estado (Sutecba)

- ¿La oposición porteña no escuchó a los vecinos en las últimas elecciones?

- No es la cuestión de una elección, sino de la política en su conjunto y de una democracia que está siendo cuestionada, como pasa en Perú, Chile o Europa. Siempre hay que escuchar. Parecería una pavada en una pandemia, pero en la Ciudad tenés que resolver el problema de los perros en las plazas. Son 700 mil perros y 5000 paseadores organizados. ¿Hay caniles preparados para recibirlos? ¿Los ladridos no pueden ser un problema para los vecinos? ¿Los paseadores tienen una protección de riesgos de trabajo? No hay nada de esto y aunque no aparece como un problema, el cuidado del animal es importante para alguien que forma parte de su vida. Es un ejemplo chico. Hay que interpretar todos los problemas que puede tener una sociedad y escucharlos.

- ¿La oposición porteña descuidó este tipo de problemas comunes, de poco impacto político?

- Hay que entender los problemas inmediatos de todos los días. A las personas no les alcanza para pagar el alquiler; tienen problemas para pagar las expensas, porque la administración no tiene controles; tienen problemas con las tarjetas de crédito porque pagaron el mínimo y el descubierto es de hasta el 100% mensual de interés; o sacan créditos créditos UVA y resulta que lo que compró, si lo vende, su valor es inferior a lo que debe. Otro: ¿Cuál es el porcentaje de vacunación en la Ciudad de Buenos Aires?

- Estará entre el 65 y 70 por ciento...

- En el 70 por ciento. ¿Cuál es el porcentaje de vacunación en las villas de la Ciudad, donde viven 280 mil personas, y los que viven en los inquilinatos y pensiones de La Boca hay otros 80 mil? Un 15 por ciento. ¿Quien está faltando ahí? El Estado. El Estado tiene que armar a equipos desde Salud Pública, como lo hicimos con el Detectar, en conjunto con las organizaciones sociales con sus promotores sanitarios. ¡No podes tener el 15% de la población más vulnerable sin vacunar en la Ciudad!

Cambios de prioridades

Acostumbrado a los pequeños reclamos desde la Defensoría o su programa de radio en La Red, Alejandro Amor describe con largas intervenciones un panorama de dificultades de los porteños. En vez de confrontar directamente con Horacio Rodríguez Larreta, focaliza en las demandas sin resolver e insiste, con la “nueva agenda” de la Ciudad.

“Prioridades como la salud, la educación, el ambiente, la vivienda y el trabajo las puso la sociedad, no fue la política. A la salud se la fue a buscar para hisoparte, vacunarte o internarte; a la educación la fuiste a buscar para que los chicos recuperaran la presencialidad, el espacio público fue el lugar donde la sociedad reencontró su libertad”, subrayó.

El abogado hincha de Racing subrayó como dificultades en lo habitacional las “700 mil personas que alquilan” y que no se tiene “ninguna política para ellos”. “No se puede seguir pensando que la sociedad va a alquilar. Creemos en la propiedad privada y en el derecho a una vivienda propia. Hay un faltante notable y muchas viviendas desocupadas, sin alquilar”, señaló.

“¿Por qué todo tiene que ser construir edificios donde se prevé que el valor del metro cuadrado alcance los 10 mil dólares? Hay que crear un fondo fiduciario en el Banco Ciudad con los ingresos de AUSA y sacar créditos con tasa subsidiada para la clase media y el sector jóven para su primera vivienda, como tenía el ex Fonavi”, agregó.

- ¿Se resuelve el problema del alquiler con un impuesto a la vivienda ociosa?

- El Estado tiene herramientas ofreciendo quitas o prórrogas en los impuestos. Hay miles de viviendas cerradas que pueden volcarse al mercado. Los valores están subiendo los alquileres y por el costado de la ley, por ejemplo con el modelo de los alquileres temporarios previstos para pocos días, que tiene la lógica del dólar y se le agrega la inseguridad. La Ciudad tiene que establecer un organismo de seguimiento de los alquileres y regular la actividad del alquiler temporario. Esta política no existe.

- Hay mucha controversia con la Ley de Alquileres. Juntos por el Cambio quiere derogarla. ¿Cuál es su punto de vista? ¿Hay que modificarla?

- A lo mejor se pueden hacer cambios, pero se requiere de un período de tiempo mayor. La sociedad va a asimilando las leyes. Nuevamente, se tiene que consultar a los inquilinos, propietarios e inmobiliarias. Antes creo que hay que tener la decisión política de crear una autoridad de control, sería una intervención inteligente del Estado y no algo absurdo que viole la propiedad privada.

- La informalidad de los alquileres es previa a esta normativa. ¿Cómo se resuelve eso?

- Tenemos dos ciudades: la formal, firmada con contratos; y la informal con los alquileres en las villas, inquilinatos y pensiones donde los alquileres a veces son más altos que en los barrios más caros de la Ciudad. Por esto el año pasado hubo miles de desalojos cuando había una norma que lo impedía. Quienes se contagiaban de COVID-19, lo mandaban a la casa porque tenía sintomatologia leve y cuando llegaban a la casa, lo echaban. Hay que buscar un mecanismo para corregir esto, sino la ley de alquileres opera sobre la formalidad, pero se le escapa el alquiler temporario y el sector más vulnerado que no tienen ningun tipo de contrato. El Estado tiene que intervenir sanamente.

- La gestión de Horacio Rodríguez Larreta tiene como una de sus vidrieras políticas la integración de los barrios populares. ¿Cómo evalúa esa gestión?

- Yo presenté el proyecto sobre integración socio-urbana. Hasta el momento conocíamos dos formas de intervención del Estado sobre los barrios más vulnerados: el de las topadoras de Osvaldo Cacciatore y el otro era mirar para el costado. En los noventa, las villas de la Ciudad de Buenos Aires eran horizontales. A medida que la Ciudad se fue desplegándose hacia arriba, las villas siguieron esa lógica librada, construyendo viviendas de hasta 5 plantas en el Barrio Mugica. Hubo un abandono del Estado. Es correcta la intervencion del Estado, sustituyéndolás por nuevas viviendas, pero lo que hay que hacer es debatirlo primero con los vecinos. Las personas que viven en el Barrio 31 se dedican a la construcción tradicional, y allí el Gobierno de la Ciudad llevó un sistema de construcción en seco, propio de países como Canadá. Estas personas quedaron en una situacion contradictoria, no estaban acostumbradas.

- ¿Hay malestar en estos barrios?

- Creo que la urbanización fue un proyecto de imposición de modelo. Si alguien quiere definir el alquiler de un departamento, ¿te lo imponen o miras unas cuantas viviendas antes, según tu necesidad? ¿Por qué no escuchamos al resto de las personas también? ¿Por qué pretendemos imponerle? Se trataba de escuchar, interpretar y decidir, y eso no se hizo. Jamás dejé de ir a las villas de la Ciudad y, la verdad, es que las personas han tenido muchísima paciencia. Hay que escucharlas.

- ¿Cómo cambiaría las prioridades en el Presupuesto porteño? Actualmente, gran parte de las partidas se dirigen al área de Seguridad. Algun sector va a verse perjudicado...

- Hoy no haría bajo ningún punto de vista la obra de Paseo del Bajo. Los carriles exclusivos del Metrobús estuvieron bien, solo pueden ser el inicio para el problema del tránsito. Esto debería acompañarse con una política ambiental, como lo hizo Alemania con una meta hasta el 2050, para que se sustituyan los vehículos con motores a explosión a eléctricos para bajar el nivel de contaminación y de ruido. El conflicto sonoro nos perjudica en el sueño, tenemos derecho una vida tranquila. ¿Por qué no establecemos ese modelo del Premetro para las avenidas importantes como hacen las grandes ciudades? Con la comida vegana es lo mismo, es muy cara y se requieren nuevas definiciones de empacado de los producto. Las costumbres van cambiando y la sociedad reclama estas prioridades.

- La Ciudad también perdió fondos de la coparticipación federal. ¿No habrá un problema de “sábana corta”?

- La quita de la coparticipación fue de $65.000 millones. En ese mismo período de tiempo, el aporte de la Nación a Ciudad fue de $110.000 millones entre el IFE, el ATP, los bonos para la salud pública privada, los créditos a tasa cero y planes de fomento como los de actividades culturales o clubes. ¿Se perdió o se ganó?

- Esos fondos fueron transferencias por la emergencia de la pandemia. Los recursos de la coparticipación federal, en cambio, son regulares y ya no van a estar disponibles.

- Los apoyos siguen y hay una comisión abierta para discutir estos fondos. Creo que hay que ser justos con esto: la ley de coparticipación federal de Argentina es de 1988 del gobierno de Raúl Alfonsín. En ese momento no estaba en discusión Vaca Muerta ni el litio, donde Argentina tiene una capacidad para esa industria. El conurbano bonaerense no tenía la población de hoy, y en la soja tampoco existía en su extensión territorial. Necesitamos una rediscusión de fondo de la coparticipación entre todas las provincias y todo el régimen impositivo de Argentina.

- Según adelantó, una de las propuestas es liberar al menos 200 hectáreas para tierras públicas. El peronismo porteño durante años aprobó la venta de estos terrenos, incluso, cuando fue legislador. ¿Realiza una na revisión crítica sobre esas votaciones?

- Si, completamente. Cuando no se mide la visión de conjunto se toman malas decisiones. La votación de aquella vez fue para la construcción de viviendas sociales con el Procrear en la estación Saez. Lo que no se puede utilizar esa venta es para la especulación inmobiliaria del sector privado, eso no es justo. Pero hay que mirar de aquí para adelante, salió a la luz con la pandemia que la sociedad está demandando espacios públicos. Hasta ese momento había conciencias parciales, como la pelea de los vecinos de la manzana 66 donde se iba a construir el estadio de Coca-Cola en Belgrano y Jujuy y ahora es una plaza. Hoy estaría en contra de construir viviendas populares en Costa Salguero, privilegio el ambiente y el espacio público.

- Costa Salguero y Costanera Sur son zonas con muy poca integración con la Ciudad, es difícil llegar si se convierten en espacio público. ¿Cuáles serían la solución y las alternativas frente a los proyectos del gobierno porteño?

- Si, hay cinco barreras para llegar hasta Costa Salguero. Yo ya me saqué de la cabeza el subte, porque no solo es costoso en términos económicos y como sociedad. La Ciudad de Buenos Aires ya construyó puentes en otras zonas, en Puerto Madero hicieron accesos. Además, se puede hacer una extensión de la línea C hasta Aeroparque, o de la línea D desde la Facultad de Derecho hacia el otro lado. Esto es inversión pública y hay que redireccionarla.

- ¿Y qué se debería hacer en Costanera Sur? En sus inicios fue un proyecto deportivo...

- Que sea un espacio público, abierto y con servicios de gastronomía tomando como modelos de las grandes ciudades, como el Hide Park de Londres o el Central Park de Nueva York. ¿Por qué no lo podemos hacer en la Ciudad de Buenos Aires? En Montevideo tienen una vida de relación con el río extraordinaria a lo largo de más de 30 kilometros. Cuando uno termina de trabajar, puede bajar al río cuando quieran, hasta se meten. Nosotros solo tenemos las entradas de Costa Salguero y la de la Reserva Ecológica, que además tiene rejas y está cerrada. No puede haber un metro más de tierra publica que sea entregada al sector privado para la especulación inmobiliaria.

- ¿Cómo definiría su vínculo con Horacio Rodríguez Larreta?

- Nos conocemos hace muchos años. Él fue funcionario en la década de los noventa, viene de una familia desarrollista. Tenemos en común que somos hinchas de Racing. Desde lo personal tengo una muy buena relación, desde lo político tenemos pensamientos distintos. Somos personas que podemos dialogar y confrontar de manera racional.

- ¿Algún sector del Frente de Todos te criticó por tu moderación y formar parte de un sector del peronismo que cogobernó con el PRO en la Ciudad de Buenos Aires?

- Jamás ningún compañero o compañera me ha dicho esto. Cada uno tiene su personalidad. Yo tengo mis convicciones, creo en el diálogo y en la necesidad de compartir aquellas cosas para que caminemos juntos. Si alguien me demuestra que tiene ideas mejores que las mías, lo que no debo es ser hipócrita y tener una doble moral. No hay que ser nunca necio y cerrarse. La política debe recuperar la credibilidad en el mundo para consolidar la democracia. La responsabilidad en democracia es la convivencia, lo que hoy tenemos es tolerancia, que es saber que tengo una diferencia con el otro y lo miro de costado, porque no me la banco. La convivencia es ponerme en tus zapatos y vos en los míos y que, a lo mejor, en algunos podemos bajarnos nuestras veredas y subirnos a la misma avenida. Un país que no logra tener 6 o 7 puntos en común como política de Estado está condenado a convivir en conflictividad permanente. La sociedad del pensamiento único es tan mala como la sociedad de la tolerancia.

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