En un antiguo caserón reciclado de la aristocracia porteña del siglo XIX, adornada por imponentes vitreaux, obras de arte y una arquitectura clásica, Gabriel Solano baja por la escalera central. La cita es en la sede del Partido Obrero, al 2162 de la calle Bartolomé Mitre. El local es uno de los centros de campaña históricos del Frente de Izquierda-Unidad, donde se cocinan varios aspectos organizativos hasta spots electorales.
“La pandemia nos afectó. Teníamos 40 locales, nos tuvimos que achicar a la mitad por el desuso”, señala Solano desde el hall del centro partidario. El dirigente trotkista sobresale por su retórica filosa e irónica, un estilo que lo emparenta con su su predecesor en el partido, el expulsado Jorge Altamira. Desde hace tiempo ese pujilato verbal lo practica en las redes sociales, donde se mide en intercambios explosivos con los tuiteros libertarios. Por primera vez, la polémica tendrá un correlato en las urnas.
“Cuando aparecieron los jovenes libertarios se dio un punto de contacto. La palabra libertario remite a una sociedad sin Estado y el comunismo tiene esa aspiración. Tenemos una crítica hacia el Estado, pero desde posiciones distintas”, precisa el precandidato a la Legislatura porteña, que se presenta junto a Myriam Bregman como cabeza de la categoría de Diputados. Y desafía a Javier Milei en su retórica contra la casta política: “Explotan eso con mucha soltura. El otro día lo escuché a Milei decir que era admirador de Menem y de Cavallo. ¿Eso no era una casta política? No hubo gobierno más corrupto que el de ellos”.
En la entrevista con Infobae, Solano advierte por la “izquierda que se adaptó” al Frente de Todos y el “ajuste brutal en plena pandemia” que impuso el ministro de Economía, Martín Guzmán. Dice que eso “le da aire a la derecha”. “Es un país de morondaga al que están llevando los Kirchner, Macri, Larreta y los liberales como Milei. Nosotros queremos una transformación que golpee los nudos fundamentales de la economía, como el control del comercio exterior, la banca y la fuga de capitales. Sin eso, la Argentina no tiene futuro”, sentencia.
- La gestión de la pandemia será un tema de la campaña ineludible ¿Podría haber hecho otra cosa el Gobierno para evitar tantas muertes e internaciones?
- La gestión fue mala, somos de los peores de América Latina, salvo Ecuador. Argentina está recogiendo los peores índices en todo: mortalidad, letalidad y contagios. Además de la gestión, hubo problemas preexistentes, entre ellos un sistema de salud fragmentado y una gran crisis habitacional que fue uno de los focos de contagio, algo que no se podía cambiar en dos meses. Nosotros planteamos una centralización de la salud y el Gobierno no nos dio mucha pelota. Con la vacuna, impulsamos proyectos para que se avance con la fabricación local de la vacuna, pero el Gobierno priorizó sus acuerdos con sus amigos, como Hugo Sigman y Richmond. Fuimos exportadores de vacunas con la planta de Garín de AstraZeneca antes que un importador. Eso no fue gratuito en mortalidad. Y socialmente ni hablar, dieron la IFE con cuatro cuotas de 10 mil pesos. Era un absurdo, ninguna familia podía quedarse en la cuarentena con cinco lucas por mes. Este Guzmán logró lo que nadie en el mundo: redujo el déficit fiscal primario en el medio de una pandemia. Ha sido criminal lo del Gobierno en este punto.
- ¿Qué medidas podrían haberse tomado para evitar el impacto de la crisis económica y los niveles de pobreza?
- Nosotros planteamos un impuesto real a la riqueza y no un tributo por única vez, que fue lo que hubo. Lo que presentamos afectaba no solo los patrimonios personales más altos, sino también a la ganancia empresaria. El otro punto tiene que ver con los gastos del Estado. Argentina siguió pagando al FMI todos los vencimientos e hizo lo mismo con la deuda privada. Cuando se ve lo global, el gobierno de Alberto Fernández incrementó la deuda en 30 mil millones de dólares. Alberto Fernández no cumplió ningún mandato: ni desendeudó al país, ni bajó la pobreza, ni distribuyó.
- El Frente de Izquierda se abstuvo en la sanción del aporte a las grandes fortunas. Ese tributo generó una recaudación importante que se destinó en algunas áreas críticas, como lo sanitario y en soluciones habitacionales. ¿No servía para nada esto?
- Tiene que ver con las formas de votación que se dan en el Congreso. Nuestro proyecto no se sometió a votación, se excluyó, y nosotros queríamos subrayar algo distinto. Además, los votos sobraban para que se vote el otro proyecto. Tampoco estábamos de acuerdo con que una parte de los usos que tenía este tributo se subsidien a los empresarios del gas.
- Podrían haber votado esos artículos sobre los usos del aporte en contra y apoyarlo en general.
- Lógico, era otra forma posible. Nosotros queríamos subrayar que este tributo era una cosa cobarde, mínima, con una trascendencia que no iba a modificar la estructura impositiva regresiva del país. Fijate que la primera medida que tomó Alberto Fernández cuando llegó fue reponer el IVA a los alimentos. Eso, por ejemplo, se sigue pagando, no es por única vez. Tampoco lo votamos en contra, nos abstuvimos. La opción mas clara y nítida era hacer lo que hicimos, salvamos nuestra posición.
- Ante la caída del poder adquisitivo y el crecimiento de la pobreza y la desigualdad, ¿el Gobierno no quiso o no pudo mejorar la situación?
- Acá no hay una perversidad. El problema es que para tomar esas medidas tenés que afectar intereses. Este jueves hubo una marcha de trabajadores del Estado encabezada por el Hospital Garrahan que rechaza que una paritaria estatal que queda 10 puntos por debajo de la inflación. El Gobierno puede mejorarla, pero priorizan otras cuestiones y los intereses capitalistas. Lo mismo pasa con las jubilaciones. En este caso, la pandemia no corre, porque el Gobierno anuló la ley de movilidad en diciembre de 2019, cuando no había pandemia. No hay ninguna duda de que es un gobierno ajustador.
- Hace tiempo que en Twitter arrancaste a discutir con referentes del pensamiento económico liberal o “libertario”. ¿Te sorprendieron las repercusiones y la llegada que tenés, en cierta manera, con ese sector?
- Hubo cosas muy raras (sonríe). No sé por qué se dio conmigo, tal vez por cómo me manejo en las redes sociales. Un día, la revista Perfil me sacó una nota con el título “El trosko liberal”. El punto de contacto es que la palabra libertario remite a una sociedad sin Estado, y el comunismo tiene esa aspiración. Es un planteamiento anarquista, solo que los socialistas -a diferencia de ellos- lo planteamos como una evolución histórica, mientras que el anarquismo lo quiere hacer de un día para el otro. Cuando aparecen los jóvenes libertarios apareció un punto de contacto, y dicen: ‘Che, éste es de izquierda y está en contra del Estado’. Tiene que ver con que hay una crítica del Estado desde posiciones distintas. Nosotros estamos en contra de un Estado capitalista y nos diferenciamos de la izquierda estatista, que es el chavismo o toda la generación que militó conmigo en la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA). Conozco a medio mundo que terminó siendo funcionario, como Axel Kicillof, el “Cuervo” Larroque o Mariano Recalde.
Pero los puntos de diferencias con los libertarios son más importantes que los acuerdos. En Instagram tengo 200 pedidos de debates con sectores liberales que no quieren a Milei. El caso de Milei lo juzgo de otro modo porque armó una lista muy reaccionaria. Tiene como segunda candidata a Victoria Villaruel, que es una defensora de genocidas, y lleva como cuarta candidata a una persona del partido de Juan José Gómez Centurión, un carapintada que se levantó en armas para reclamar la libertad de los genocidas de la dictadura. En un acto dije que si votás a Milei, te sale un Videla, se calentaron mucho los libertarios conmigo. ¡Es que es así, si estás con Victoria Villaruel y Gómez Centurión no me vengas a decir que estás en contra del Estado! ¡Estás con los genocidas! Pero hay un montón de libertarios que no son reaccionarios, por eso mantengo un diálogo permanente que me parece fructífero.
- ¿Reconocés que este sector del liberalismo tiene cierta ascendencia en los jóvenes?
- Si las encuestas dicen eso, algo debe haber. Pablo Stefanoni tiene un libro que dice que expresan una reacción contra la ola verde. Entonces escuchás a pibes libertarios en contra del lenguaje inclusivo. Admito que a una persona grande no le guste o se sienta incómoda con eso, no la vas a juzgar. Ahora, hacer una campaña en contra del lenguaje inclusivo ya es otra cosa. El tema de la dictadura también es duro. Creo que puede haber una reacción al desencanto kirchnerista y que digan “basta con este verso del Estado presente”, porque después “se afanan todo”. La juventud tampoco es homogénea, no es lo mismo el pibe que va a la Universidad de Palermo que el que vive en Villa Soldati. Yo creo que la ascendencia mayor que tienen los libertarios es en la juventud burguesa y acomodada. Tuve un pibe que en Villa 20 me dijo que es libertario. ¡Uno! Ahora, si voy a la Universidad de San Andrés debe haber muchos más. Pero detrás de ese concepto de libertad está el de libertad de explotar a un trabajador sin ningún tipo de condicionamientos. La libertad de uno, para ellos, es la esclavización del otro. Por eso, si la izquierda se pliega a la política kirchnerista comete dos errores: uno, que deja de ser de izquierda; y el otro es que deja a los libertarios el terreno libre para su demagogia, porque deja de ser atractivo el kirchnerismo estatista para la juventud.
- Uno de los discursos de campaña de los libertarios es el de denunciar a la “casta política” y sus privilegios, algo que siempre fue una consigna de la izquierda. ¿Están ganando esa pequeña discusión cultural?
- Ellos están explotando eso con mucha soltura y habilidad. El otro día escuché a Milei y dijo que es un admirador del gobierno de Carlos Menem y Domingo Cavallo. ¿Eso no es una casta política? ¿Hubo gobierno más corrupto que el de Menem y Cavallo? Han hecho negociados de todo tipo, tuvieron dos mil juicios y hasta llegaron a volar un arsenal militar en Córdoba. Se han enriquecido de manera escandalosa. La izquierda tiene que estar muy atenta porque estos fenómenos reaccionarios siempre fueron muy hábiles. El discurso del acto de Milei en su lanzamiento dijo una frase que fue de Benito Mussolini, con ese final sobre “los leones”. Capaz ni lo sabe, porque es una bestia y dice brutalidades desde el punto de vista de su conocimiento histórico y teórico.
El debate electoral en la Ciudad
- ¿Qué puede hacer y proponer el Frente de Izquierda en un distrito donde el PRO y Horacio Rodríguez Larreta están consolidados?
- Le va a ir mal a Larreta en esta elección, va a tener una fuga de votos por todos lados. En la Ciudad siempre hubo una centro izquierda muy fuerte desde la época de Anibal Ibarra. Larreta casi pierde con Lousteau, que no era nadie en ese momento. Quiere decir que hay un tema de vacancia en una parte de la población. Y el peronismo de la Ciudad es cómplice de Larreta a morir, es uno de sus socios menores. Quien compite conmigo en mi misma categoría es Alejandro Amor, que es un empleado de Larreta y dirigente de Sutecba, el gremio más macrista. Le votó todo cuando fue legislador y Larreta lo premió dándole la Defensoría del Pueblo. Tenemos todo el archivo: votó la venta del Autódromo, de Parque Roca, la Costanera Norte y el edificio Del Plata frente al Obelisco. El principal asesor es Juan Manuel Olmos, que es el socio de Larreta en la Justicia porteña, lo saben todos. El macrismo, en estos 14 años, solo tuvo dos años una mayoría propia de dos tercios, y el peronismo siempre le dio todas las leyes. Nosotros tenemos un planteamiento alternativo en todos los planos. En los últimos años la Ciudad enajenó unas 500 hectáreas, es muchísima tierra. Esta semana se votó la rezonificación de la Costanera Sur, otro negocio de locos. Nosotros planteamos revisar esa entrega de tierras para que se utilice en espacios verdes y viviendas.
- ¿No están de acuerdo con los proyectos que impulsa el Frente de Todos de crear espacios públicos?
- Si, es importante crear espacios verdes, pero también viviendas en esos lugares, hay que darles ambos usos. Tenemos proyectos para Costanera Sur y Norte. Tendría que haber un banco de tierras que utilice los terrenos en función del espacio verde y la vivienda popular. En el pasado, el Estado construía casas para los empleados municipales de la Ciudad, de calidad, de ahí surgieron el barrio municipal de Chacarita, como el que está en Parque Los Andes; o el de las “mil casas”, en Liniers. Hoy vas al Barrio 31 a ver las containeras que construyó Larreta y ya están destruidas. No es inevitable que construyas una porquería.
- En una entrevista que le hizo Diego Iglesias a Leandro Santoro, él decía que la “izquierda democrática” está perdiendo terreno porque tiene un lenguaje “aburrido” y, por lo tanto, debería “revisar su marco teórico”.
- Tengo una muy buena relación personal con Leandro, pero lo que plantea él es hacer una campaña más a la derecha. Él empezó esta campaña defendiendo las TASER después de un caso terrible como fue el de Chano. Empezó una campaña de asimilación al macrismo. Cuando te quieren revisar el “marco teórico” como Santoro -él lo revisó varias veces porque estuvo con De la Rúa y con todos- tengo cuidado que no me quieran presentar bajo una palabra alambicada un pasaje más a la derecha. Nosotros lo vemos al revés. La conclusión de este debate que tenemos con los libertarios es que hay que acentuar el lenguaje histórico de la izquierda, que es un lenguaje revolucionario. El lenguaje de la izquierda que está con el kirchnerismo está asimilado al sistema. La gente, cuando se pregunta por el Estado presente, dice: “¿cuánto me cuesta esto?”; “¿para que te la lleves vos o la fiesta de Fabiola en la Quinta de Olivos?”. Si la izquierda pierde el espíritu revolucionario, lo explota la derecha.
Los caminos de la izquierda
- Hay un debate mundial en la izquierda, y que ahora empiezan a instalar los movimientos sociales en Argentina, sobre el ingreso básico universal como solución a la crisis de empleo. ¿Qué opinás sobre esta propuesta?
- Es una posición que busca establecer una naturalización del trabajo precarizado y delata que el capitalismo no puede generar empleo. Acá se votó un ingreso universal a la vejez, la PUAM que es el 80% de la jubilación mínima, unos 18.400 pesos. ¡Se cagan de hambre con la pensión universal! Es una adaptación para que nadie se jubile en los términos anteriores. No nos parece una salida. Nuestro programa en el FIT-U apunta a una generación de empleo real. La clase capitalista tiene fuera del país casi 400 mil millones de dólares, lo dice el propio Indec, es más de un PBI anual. Nosotros proponemos nacionalizar la banca, el comercio exterior y que ese ahorro nacional permita desarrollar la industria y aumentar la productividad del trabajo. Es un país de morondaga al que están llevando los Kirchner, Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta y Milei. Lo que dice Milei, que la derecha no gobernó nunca, es mentira. Los liberales gobernaron gran parte de la historia argentina. Lo hicieron la década del 30′, con Pinedo padre y tío; en el 55′; con Onganía y luego con Martínez de Hoz. ¿Cavallo y López Murphy qué fueron? Cristina dijo lo mismo, pero ella estuvo con Cavallo. Nosotros queremos una transformación social que golpee los nudos fundamentales de la economía, que son el comercio exterior, la banca y la fuga de capitales. Sin eso, la Argentina no tiene futuro.
- Quería aprovechar la oportunidad para preguntarte por otro tema. En 2013 el Frente de Izquierda tuvo una elección histórica en Salta...
- Si, salimos primeros con casi el 30% de los votos en la capital. Tuvimos un diputado nacional, Pablo López.
- Hace una semana hubo elecciones en esa provincia. ¿Qué pasó entonces con los últimos resultados, donde entre todas las listas de izquierda sumaron apenas el 8% de los votos?
- En 2013 explotamos una crisis política en la provincia con un buen resultado electoral. No ganamos el gobierno, pero salimos primeros con un montón de diputados y concejales. Eso generó una expectativa en la sociedad. Lo que pasó fue que la casta política salteña hizo un pacto para joder al Partido Obrero y no votarle nada. Nosotros no teníamos una construcción en el movimiento popular, una fuerza para revertir esa negativa con movilizaciones de 200 mil personas. Eso generó una desilusión y límites, pagamos el precio de un ascenso exclusivamente electoral. Nuestra conclusión de Salta es que tenemos que incentivar la organización y un gran movimiento popular. La marcha de esta semana (NdR: del Polo Obrero) que hicimos con los sectores más explotados fue una cosa de locos. Esa pelea la tenemos que desarrollar en todos los planos. Las bases están porque el peronismo no es el del pasado, antes los sindicatos y los barrios eran de Perón. Hoy ya no es así.
- En Salta estuvieron cerca de ejercer un poder real y estaban en condiciones de ganar la gobernación. Lo voy a pregunta de manera provocadora: ¿A la izquierda le interesa el poder?
- Solo el poder nos interesa (sonríe). Lenin tenía una frase más linda que la mía: “Salvo el poder, todo es una ilusión”. Lo demás es perder el tiempo. En América Latina tuvimos gobiernos del Frente Amplio en Uruguay, del PT en Brasil, del chavismo en Venezuela y los sandinistas en Nicaragua. Y eso nos afecta en nosotros. Nosotros no queremos ni somos eso, tenemos que explicar todo el tiempo que fueron experiencias de la izquierda capitalista que terminaron para el culo. Tenemos que aprender.
- ¿Por qué alguien debería votarlos en esta elección, si se desvanecieron experiencias como la de 2013?
- La desilusión acá no es con la izquierda, sino con quiénes han gobernado en las últimas décadas. Este país está hecho pelota y no por culpa de la izquierda. Solo que a la izquierda se le exige más y me parece bien. Nosotros hemos aprendido de lo Salta y estamos buscando superar esos límites con un gran esfuerzo. Estamos en un trabajo comprometido de una construcción de fondo de la Argentina en las barriadas y en los sindicatos. Si no este país no lo transforma la izquierda, ¿quién lo va a transformar? La crisis se agrava de manera lacerante con el paso del tiempo, cada vez el país está peor con un gran pesimismo de la población. Todavía nadie ve una alternativa y eso es un desafío para nosotros. Un voto al Frente de Izquierda no es que un diputado va a modificar algo, es un apoyo a una construcción política. Los pequeños pasos son importantes.
FOTOS: Adrián Escándar
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