Alberto Fernández y Agustín Rossi sellaron la paz ayer en la Casa Rosada durante una cónclave a solas tras la asunción de Jorge Taiana como ministro de Defensa. Rossi fue expulsado del Gobierno por su decisión de enfrentar en las PASO a la lista oficial en Santa Fe, y calificó ese movimiento político como una traición ejecutada en tándem por el Presidente y Cristina Fernández de Kirchner. “Me echó por televisión; son cosas que no se hacen”, comentó Rossi cuando se enteró que ya era historia en el gabinete del Frente de Todos.
El ex ministro de Defensa juró que buscaría su revancha política en las internas del justicialismo de Santa Fe, y se sorprendió al conocer que su reemplazante sería Taiana. Rossi conoce desde hace años a su sucesor, y le tiene respeto intelectual. Buscó en su celular el contacto de Santiago Cafiero, jefe de Gabinete, y no dudó en llamar.
-Santiago: quiero ir a la asunción de Jorge (Taiana)...-, dijo Rossi.
-Sos bienvenido, te esperamos-, respondió Cafiero sin dudar.
El adversario político de Alberto Fernández y CFK no solo decidió ir a la jura de Taiana, se pudo a disposición. Y dos horas antes de la ceremonia en el Salón Blanco, Rossi recibió al actual ministro de Defensa para explicar los detalles más complejos de una cartera que está teñida de geopolítica y debilidades estructurales.
“Jorge (Taiana) sabe muchísimo de política exterior, y no viene con preconceptos. Tiene una historia de militancia y una mirada del mundo. Pero eso implica que su gestión será sesgada. Al contrario: su experiencia política lo ayudará en la gestión”, sintetizó Rossi cuando le preguntaron cómo le había ido con Taiana.
Al concluir el encuentro en Defensa, y para despejar las dudas palaciegas, Rossi y Taiana fueron juntos hasta Balcarce 50. Esa imagen sorprendió en Gobierno: María Eugenia Bielsa renunció con un portazo y no fue a la jura de Jorge Ferraresi como ministro de Vivienda, y lo mismo sucedió con Marcela Losardo, que harta de las operaciones del kirchnerismo duro abandonó el Gabinete y se quedó en casa cuando Martín Soria prometió que sería un inequívoco ministro de Justicia.
Taiana y Rossi entraron por la explanada de la Casa Rosada, subieron hasta el primer piso y llegaron al despacho de Cafiero. Allí estaban Alberto Fernández, Sergio Massa, Carla Vizzotti y el jefe de Gabinete. Los dos viejos amigos, enfrentados por la interna de Santa Fe, se saludaron en confianza, distendidos. El Presidente lo elogió, y el exministro agradeció los cumplidos.
Una tregua, en medio de la guerra.
No había terminado bien el incidente de la interna provincial. Rossi se sentía traicionado por el jefe de Estado y su Vicepresidente. Y se aprestaba a una batalla electoral con escasas posibilidades de triunfo: difícil vencer a una alianza integrada por el Poder Ejecutivo y Omar Perotti, gobernador de Santa Fe. Un lance político que olía a quimera y voluntarismo.
Alberto Fernández no confundió los escenarios institucionales. Sentó en un lugar de privilegió a Rossi, y elogió su trayectoria partidaria y su gestión al frente de la cartera de Defensa. Fue aplaudido por sus compañeros de Gobierno, un gestó inédito para un ministro que enfrentaba al jefe de Estado y a la Vicepresidente en una interna que puede terminar en derrota para el oficialismo.
“Lo quiere ver. Puede venir”, le preguntó un colaborador de Alberto Fernández cuando Rossi estaba por abandonar el Salón Blanco.
Se abrió la puerta del despacho presidencial, y Alberto Fernández lo abrazó. Pidieron te y café, y charlaron a solas 90 minutos. Ajustaron cuentas y sellaron la paz política. Cada uno planteó sus quejas, y al final se desearon suerte en la interna de Santa Fe.
“Es un cuadro del peronismo. Siempre va a estar en los planes”, comentó un figura destacada del Gobierno cuando terminó el cónclave.
“No vuelvo. Si le voy a ganar a Alberto y Cristina”, replicó sonriendo Rossi cuando ya estaba viajando a Santa Fe.
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