Argentina podrá desconcertar con su política exterior y Brasil no convencer acerca de su compromiso con la protección del medio ambiente, pero el gobierno de Joe Biden no piensa salirse del camino: insistirá en profundizar sus vínculos diplomáticos con Buenos Aires y Brasilia para evitar que la región enfrente una crisis institucional como consecuencia de la crisis económica global y los efectos sanitarios y sociales causados por el COVID-19.
“Queremos demostrarle a la región que no estamos dividiéndola en países a favor o en contra nuestro, queremos demostrar que siempre vamos a encontrar áreas constructivas para trabajar en conjunto”, explicó a Infobae un alto funcionario de la Casa Blanca.
La conversación le da contexto al viaje que emprenderán esta semana Jake Sullivan, titular del Consejo Nacional de Seguridad (NSC) de la Casa Blanca, y Juan González, jefe del Hemisferio Occidental en ese organismo, a la Argentina y Brasil. Sullivan y González conocen la agenda geopolítica de Jair Bolsonaro y Alberto Fernández, y su gira relámpago -junto a otros funcionaros de la Casa Blanca- apunta a tornar más fluida la relación con Washington.
Cuando Biden designó a Jacob Jeremiah Sullivan para el estratégico puesto, uno de los más cercanos a la presidencia, hubo coincidencia en los círculos del poder en Washington: el veterano demócrata había elegido a una de las mentes más brillantes y a uno de los hombres con más futuro. Sullivan tiene solo 44 años.
González, también joven, ya asesoró a Biden en temas de América Latina cuando el hoy presidente era vicepresidente de Barack Obama, y en la campaña electoral ya era claro que recalaría en el NSC. En esas semanas de campaña, González habló con Infobae y explicó cómo se relacionaría Biden con América Latina si llegaba a la presidencia: “Va a trabajar con países que estén listos para trabajar y que sean ambiciosos. Los países que estén listos tendrán un aliado natural en Joe Biden”, pronosticó.
Dicho y hecho. González ya estuvo en abril en Buenos Aires, en una gira que incluyó otros países de la región, y en la que mantuvo un almuerzo virtual con el presidente, aislado en aquellos días en los que se estaba recuperando del COVID-19.
Ya en junio, el estadounidense de origen colombiano recibió a Sergio Massa, presidente de la Cámara de Diputados, en Washington. Que cuatro meses después regrese a Buenos Aires, pero esta vez acompañado por su jefe directo, confirma que sigue firme el plan de seducir a la Argentina, pese a las reticencias y extraños zigzagueos en política exterior que exhibe con frecuencia el gobierno del Frente de Todos.
En términos diplomáticos y técnicos, la gira se presenta como una visita “a los líderes de los principales países aliados en América, no pertenecientes a la OTAN”.
Washington considera a Brasilia y Buenos Aires “dos de las economías más relevantes no solo a nivel regional, sino global”. Ve a ambas capitales en el contexto del G-20 y aspira a que las conversaciones no se limiten a lo bilateral, sino que contemplen lo regional y global.
“Queremos generar una colaboración a mediano y largo plazo con ambos países que vaya más allá de los esfuerzos conjuntos para derrotar a la pandemia” del COVID-19, añadió el alto funcionario de la Casa Blanca que trabaja al lado de Biden.
Es una oferta importante y clara como no existió en mucho tiempo, diseñada, también y por supuesto, para contener la influencia de China en la región. “Nosotros hablamos con países de derecha e izquierda, no importa quienes estén en el poder”, afirmó el influyente miembro de la administración demócrata.
Fernández podrá ser errático con su política hacia los regímenes de Venezuela, Nicaragua y Cuba o podrá proponer sustituir a la OEA por la CELAC, pero sabe que haciendo los deberes con el tema del cambio climático gana muchos puntos en la Casa Blanca. No es precisamente el caso de Bolsonaro, al que la oposición en su país y organizaciones ambientalistas globales acusan de poner en peligro el Amazonas.
Sullivan y González visitarán Olivos y el Palacio del Planalto para ver a los presidentes, pero en las horas que pasen en Brasil habrá un gesto nada menor: más allá de hablar de cambio climático con Bolsonaro, los estadounidenses convocaron a los gobernadores que integran el Consorcio Interestadual de la Amazonia.
Mano a mano, y sin la presencia del gobierno federal, los enviados de Biden discutirán con los gobernadores “la deforestación del Amazonas y mecanismos de financiamiento internacional de proyectos de protección de la biomasa”.
“Queremos que, en el tema del Amazonas, nuestro vínculo vaya más allá del gobierno federal”, explicaron las fuentes de Washington a Infobae. La cooperación militar y cibernética será otro asunto a tratar, con especial interés en el 5G y en lo que haga Brasilia con las presiones de Pekín para que Huawei provea esa red. Por eso también forman parte de la gira el director de Tecnología y Seguridad Nacional del NSC, Tarun Chhabra, el director de Cibernética, Amit Mital, y el director de la Oficina para el hemisferio occidental del Departamento de Estado, Ricardo Zúñiga.
A diferencia de Brasil, Argentina “ha dado pasos muy concretos en el tema del cambio climático”, señaló el funcionario que trabaja en la Casa Blanca. Se hablará del tema, pero Venezuela, Bolivia y Nicaragua también serán asuntos importantes, así como la lucha contra la pandemia (“que le interesa mucho al gobierno argentino”) y el “crecimiento económico compartido”. ¿Traducción? La renegociación de la deuda con el FMI y la necesidad de un apoyo de Washington en ese camino.
¿Qué quiere entonces Biden de Fernández? Que los dos países mantengan “relaciones modernas, reconociendo siempre que son los argentinos los que van a determinar su futuro”. Y en ese concepto novedoso y elástico, el de las “relaciones modernas”, está la oportunidad de Argentina ante una Casa Blanca que no le está pidiendo que elija entre Estados Unidos y China, pero sí que elija y decida en otros aspectos en los que hay mucho en común y por hacer.
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