El Frente de Todos busca unificar la campaña para esquivar tensiones y recuperar el voto perdido en la Provincia de Buenos Aires

Tras las refriegas por los nombres y los lugares por las listas, los popes de la coalición oficialista se lanzaron a la organización de una carrera proselitista. Buscan distribuir un mensaje centralizado y coordinar agendas diversas en el complejo territorio bonaerense. Definen la población objetivo

Alberto Fernández y Cristina Kirchner durante la presentación de los candidatos del Frente de Todos, la semana pasada

Develado el enigma de las listas de candidatos, negociadas hasta el infinito, los dirigentes máximos del Frente de Todos trajinan a contratiempo el armado formal de la campaña, que empieza el 8 de agosto. La carrera proselitista está en marcha extraoficialmente hace semanas de modo caótico y ahora se buscan formas de organizar e integrar las tribus que conforman la coalición de gobierno. Los más optimistas creen que se podrán “bajar” ciertas ideas al territorio, pero hay quienes avizoran una “multicampaña” donde reinará un entrecruce complejo y a veces tensionado entre las agendas de los candidatos, los partidos y los distritos.

El objetivo de las cabezas nacionales de la coalición, en los últimos días, viene siendo desplegar sin fisuras la campaña nacional donde el principal contrincante es el -enemistado- frente de Juntos, que tendrá epicentro en la provincia de Buenos Aires.

En esa tesitura, esta semana se terminó de definir que la sede de la campaña se instale en un antiguo búnker, en terreno imparcial. El comando nacional del Frente de Todos para las PASO y las generales de este año tiene sede en el Complejo C, en Chacarita. Lejos de la Casa Rosada, de La Plata, del Senado y de Diputados, donde reinan, respectivamente, Alberto Fernández, Axel Kicillof, Cristina Kirchner y Sergio Massa.

La coalición ya había utilizado el edificio ubicado frente a la plaza Los Andes como base física durante los domingos de las elecciones primarias y generales de 2019. Ahora, como cábala para repetir aquel triunfo, el centro cultural se transformó en el asiento unificador definitivo del montaje de la campaña. El apartamiento geográfico e institucional no fue casualidad: se buscó un lugar neutral para minimizar las refriegas y abonar la ansiada y proclamada unidad.

En esas oficinas se apuesta a concentrar la comunicación proselitista bajo una serie de lineamientos centrales, basados en el tipo de votante al que se aspira convencer a través de un mensaje-base, sobre todo en ciertas áreas geográficas bonaerenses.

Una de las reuniones más importantes en “el C”, como lo llaman los armadores, tuvo lugar el jueves pasado entre los principales asesores de comunicación del Frente de Todos. Por La Cámpora estuvieron los asesores de comunicación de Cristina y Máximo Kirchner, Hernán Reibel y Santiago “Patucho” Álvarez; por el Frente Renovador fue Santiago García Vázquez, director de comunicación estratégica de la Cámara Diputados; mientras que la Casa Rosada estuvo representada por el secretario de Medios, Francisco “Pancho” Meritello junto a otros funcionarios que responden a la Presidencia y a la Jefatura de Gabinete.

Allí se definió convocar a otro encuentro, que ocurrió este sábado, con unos 100 diputados nacionales, junto a los titulares de comunicación de cada espacio, para bajar los lineamientos de la campaña. El cónclave, cuyos detalles se ultimaron el viernes, fue encabezado por el jefe de la campaña nacional, Santiago Cafiero -ministro coordinador de Alberto Fernández-; el senador nacional, presidente del PJ porteño y referente de La Cámpora, Mariano Recalde; y el asesor estratégico de la campaña nacional, Juan Courel.

Ambas citas se mantuvieron con bajo perfil. En esta etapa reina el hermetismo sobre el modo en que se bajará el mensaje. Las formas aún se están definiendo, aunque ya están circulando tipos de mensaje, manuales de estilo y algunas piezas audiovisuales.

“La vida que queremos”

En esos encuentros se expusieron las conclusiones de los estudios de campo e investigaciones cualitativas y cuantitativas sobre opinión pública que encargaron los equipos de campaña del Frente de Todos en las últimas semanas. El diagnóstico, a grandes rasgos, es que existe un descontento generalizado en la población por la situación económica -especialmente la creciente inflación en detrimento de los atrasados salarios-; por el manejo de la pandemia -con las restricciones severas para frenar los contagios y la falta de acuerdo con algunos laboratorios por vacunas-, y, por la inseguridad.

Desde el comando central se busca unificar un plan comunicacional para enfrentar este complicado panorama. Pero hay visiones encontradas, según admitieron distintos asesores. Una mirada -que tendría el mayor consenso- apunta a que mensaje rector de la campaña se enfoque en “la idea de futuro y optimismo” -como describió un importante estratega- basado casi exclusivamente en la reactivación económica, que consideran incipiente, y que, prometen, se profundizará. También, con alusiones a la campaña de vacunación.

Alberto Fernandez y la primera candidata a diputada por la Provincia, Victoria Tolosa Paz, esta semana en Merlo

El resumen de esa idea estará volcado en el slogan “La vida que queremos”, que ya se vio en algunas piezas comunicacionales. El lanzamiento de esa línea rectora fue el spot que se difundió el sábado, en el acto de presentación de candidatos durante el cierre de listas que encabezaron el Presidente, la vice, el presidente de la Cámara de Diputados y el gobernador Axel Kicillof en Escobar junto a los principales postulantes de la Provincia y la Ciudad de Buenos Aires.

Pero hay preocupación en la cúpula de la coalición por la unificación de la campaña bajo este mensaje. Algunos actores vienen planeando que la campaña debe basarse en buena parte en “plebiscitar la gestión”, con especial enfoque en la campaña de vacunación y en las ayudas económicas durante los extensos frenos a las actividades y sus consecuencias. Según pudo reconstruir Infobae, también algunos intendentes proyectan basarse en lo hecho, más que en el porvenir.

Esa mirada, plantean desde el búnker de la campaña, debería ser descartada: “El pasado es el pasado. Si nos quedamos ahí, perdemos. Ahora hay que enfocarse en lo que viene, en la propuesta de futuro, en la salida de la pandemia y de la crisis”, describen.

Provincia

El terreno donde se apuntarán todos los cartuchos de la campaña desde la Nación será Buenos Aires, el distrito que concentra la mayor cantidad de votos -alrededor del 40 por ciento-. De hecho, los principales candidatos en la lista bonaerense, a diferencia del resto de las provincias, fueron designados por los líderes nacionales. Encabeza una mujer ligada a Alberto Fernández, Victoria Tolosa Paz, quien acaba de dejar su cargo como presidenta del Consejo Nacional de Políticas Sociales, secundada por el también renunciado ministro de Salud bonaerense, hombre de Axel Kicillof y Cristina Kirchner, Daniel Gollán, promovido por el kirchnerismo nacional. “La campaña bonaerenses siempre se nacionaliza”, justificó un funcionario involucrado de lleno en la construcción electoral oficialista.

Uno de los principales desafíos será amalgamar el comando nacional con el provincial, que en la campaña de 2019 pisó fuerte. Todos recuerdan el éxito de la táctica territorial que se alejó de las movidas por redes sociales y se enfocó en las recorridas del entonces candidato Kicillof a bordo del Clío que pertenecía a su ahora jefe de Gabinete, Carlos Bianco. Hoy, el gobernador tiene su propio equipo de campaña, que integran su secretaria de Coordinación de Medios, Jessica Rey y el subsecretario Fabián Rodríguez. Trabajan en paralelo, pero en “permanente comunicación” con el núcleo nacional, dicen en ambos espacios. Pero señalan que cada equipo tiene sus lineamientos y que no todo lo que se haga será consultado mutuamente.

“Hay una tensión entre las agendas. Es imposible pensar que va a ser una campaña única, jamás hubo una acción unificada. Lo caótico de salir silvestremente a hacer campaña es el caos organizado. Y eso fortalece al frente electoral. Muchos referentes haciendo campaña en distintos lugares con distintos enfoques es multiplicar las campañas”, describió un importante actor político bonaerense.

Población objetivo: adherente débil y opositor blando

Además del mensaje central, centrado en el futuro, se discute sobre los segmentos ideológicos de la población a los que se buscará conquistar, con la amenaza de la ampliación hacia el peronismo que propone el área “moderada” de la oposición, que encabeza el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta.

El espectro ideológico sigue polarizado entre dos grupos significativos, que votan, de un lado, al Frente de Todos, y del otro lado, a Juntos por el Cambio, cada uno en torno al 30 por ciento del electorado. En el “medio” hay un 40 por ciento que no está interesado en la política y/o no tiene una afinidad específica. Hasta aquí, el juicio es conocido.

La estrategia del oficialismo estará basada en dirigirse a los electores que definen como “adherentes débiles”, y que están ubicado en ese grupo intermedio. Pero sin descuidar el “núcleo duro” de sus votantes, donde también empezaron a registrar cierto descontento y por cuyas preferencias están inquietos, sobre todo en el kirchnerismo.

Las PASO se aproximan y el Frente de Todos dirime mensajes y define cuál es su electorado objetivo

El desafío será construir una estrategia de comunicación para conservar a los “propios” y convencer al mismo tiempo a los “desencantados”: aquellos que los votaron en 2019 pero desaprueban la actual gestión. Se refieren a un 20 por ciento que duda pero al que, creen, están a tiempo de “reconquistar”. El peor escenario sería que ese segmento se volcara a la opción de Juntos. El más esperable en una campaña legislativa, aseguran, sería que se inclinaran hacia opciones antipolítica ubicadas en los extremos de izquierda y derecha, lo cual no le daría sus votos a la oposición mayoritaria.

“El adherente débil está en el centro. Quizá votó a Alberto, pero reprocha la gestión, y cree que se cristinizó. Está desilusionado, pero no quiere ir a Cambiemos. A ese tipo le tenemos que hablar”, describió un funcionario nacional que participa de la cada vez más agitada vida diaria de la campaña.

Con este esquema en mente, pondrán todos los esfuerzos en el conurbano. En particular, en conservar la tercera sección electoral, que vota mayoritariamente por el peronismo -el interior de la provincia se inclina por el radicalismo, analizan- y en hacer pie en la primera sección, que tiene una mayor oscilación en los porcentajes históricos. “El que gana la primera gana la elección”, repiten en el búnker de campaña.

En el Frente de Todos se muestran prudentes a la hora de hablar de resultados. El kirchnerismo perdió todas las elecciones legislativas desde 2005 en adelante, recuerdan. Y avisan que cuando evalúen los próximos resultados, lejos de comparar con el resultado de 2019, mirarán 2017. Si logran superar el porcentaje de esa disputa -donde Cristina Kirchner volvió con fuerza al ruedo pero donde Unidad Ciudadana perdió contra Cambiemos, con Esteban Bullrich a la cabeza- se considerarán hechos. Para eso, creen que será clave mantener las adhesiones del núcleo duro -no lo dan por sentado; y al mismo tiempo, conquistar a los grupos que dudan.

Jefatura

El jefe de campaña designado por el Presidente es el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, quien ya cumplió ese rol en 2019. Aunque desde los otros espacios, e incluso en Balcarce 50 aseguran que habrá una mesa colegiada, en la línea de la famosa, discontinuada y luego retomada “mesa de los lunes” integrada por Máximo Kirchner, el ministro del Interior, Wado de Pedro; el de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, Cafiero, y el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa.

“Sería ingenuo e incluso contraproducente decir que el armado va a estar bajo un solo mando, y que estará desde la Casa Rosada”, dijo un funcionario con terminales en los espacios más importantes, consciente de la puja de poderes que se evidenció una y otra vez durante la gestión, y que tuvo su clímax en el diseño de las nóminas de candidatos.

“Es un error hablar de una sola campaña. Hay muchas campañas que ocurren en paralelo. Si bien hay un único comando, hay candidatos, distritos propios, y ajenos, etcétera. La conclusión de que hay un único jefe y un único comando es muy apresurada y simplista”, deslizó otro armador, aunque aclaró que esto no se debe a tensiones del Frente de Todos sino a la idiosincrasia del proselitismo peronista.

Hay quienes aseguran que el jefe de Gabinete será el líder de la campaña “en lo formal”, pero que en la práctica, las decisiones se tomarán de forma “consensuada”. De todas formas, algunas voces desconfían de esa dinámica. Un importante dirigente que tiene varias campañas en su haber y que interviene en la presente sostuvo, en diálogo con Infobae, que un esquema colegiado es “una fantasía”. “Solo puede haber un jefe de campaña”, decretó. Y aseguró que hay “varias mesas”, políticas, y de comunicación, de los distintos candidatos y distritos, que trabajan de forma individual pero interconectada

Es temprano para saber cómo se estructurará la campaña, pero ya hay movimientos en búsqueda de cierta ordenamiento. “Estamos en plena etapa de organización, todavía falta”, aseguraron, al unísono, tres armadores.

Distintas voces de la coalición, desde La Cámpora al entorno de Alberto Fernández como en el massismo opinan que las campañas del peronismo son desorganizadas. Y hay especial alarma en el contexto actual, donde los liderazgos, aunque comunicados entre sí, conviven en tensión.

Con todo, optimistas como en el mensaje proselitista que están desarrollando, creen que estas diferencias de miradas se unificarán a medida que se desarrolle la campaña. Se aferran al recuerdo de la campaña de 2019, cuando el Frente de Todos aún era un experimento novedoso. En ese momento, las cartas de la gestión aún no habían sido repartidas y no se habían atravesado aún dos años de pandemia con crisis económica, que erosionó el frente. La tensión política, explican en el Gobierno, el Senado y la Cámara de Diputados, no cederá ni aún con un contundente triunfo electoral.

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