Alberto Fernández tomó la decisión de echar al Ministro de Defensa, Agustín Rossi, en la mañana del miércoles. Desde Perú habló con su Jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, para contarle que había resuelto desplazar al histórico dirigente kirchnerista luego de su resistencia a bajar la candidatura como senador nacional por Santa Fe.
El coordinar de los ministros fue el único que estuvo al tanto del movimiento ideado por el mandatario y guardó silencio durante la tarde. Su tarea fue intentar dormir el conflicto y esperar a que Fernández anuncie su salida en vivo y en directo por la televisión.
El Presidente dejó pasar 72 horas de negociaciones, principalmente entre Cafiero y Rossi, con el objetivo de evitar un nuevo conflicto en el Gobierno. No quería desgastar la figura de su ministro como consecuencia de una interna provincial. Creyó que el mejor camino era convencerlo de dar un paso al costado. No tuvo la respuesta que esperaba y decidió ejecutar el final del ciclo de Rossi sin sutilezas y con la sangre fría.
Esperó esos tres días, inmediatamente posteriores al cierre de listas, para que el “Chivo” desista de competir y deje la vía libre para que la lista de unidad avalada por él, Cristina Kirchner y el gobernador santafesino Omar Perotti sea la única opción peronista en los comicios. El tiempo se terminó y nunca recibió la noticia de que Rossi se corría.
En esos pocos días, y frente a las señales de resistencia de Rossi para bajar la candidatura, empezó a madurar la idea de desplazarlo de su cargo. El corrimiento lo terminó de decidir cuando leyó en su teléfono las declaraciones que el ministro de Defensa hizo ayer a la mañana y que tuvieron como objetivo marcar la cancha en la discusión interna y protegerse frente ante un posible desplazamiento. Rossi ya se había enterado que en la Casa Rosada evalúan forzar su renuncia.
“Pensé que los cambios eran por funcionarios que no funcionan y no por participar de una elección”, dijo parafraseando a Cristina Kirchner. Las declaraciones le cayeron muy mal a Fernández. Las tomó como un nuevo acto de rebeldía frente a su pedido y, sobre todo, ante su autoridad presidencial.
Cerca del mediodía del miércoles le anticipó a Cafiero que correría a Rossi de su cargo y le pidió bajar el tono de la discusión interna hasta la noche. Tenía agendada una entrevista televisiva y la iba a aprovechar para comunicar la salida en vivo. Así sucedió. Cerca de las 22 dijo que todos los funcionarios que fueran candidatos tenían que abandonar sus cargos.
Fue la manera más elegante y prolija que encontró para dar por terminado el ciclo del santafesino en el Gabinete. Rossi se enteró de su salida por la televisión. La última vez que había hablado con el Presidente fue el lunes por la noche, cuando le comunicó que no tenía pensado bajar su candidatura y que no había posibilidades de lograr un acuerdo con Perotti. Luego sobrevino el silencio.
El Jefe de Estado tiene en claro que su movida política solo afectará a Rossi, ya que es el único de sus funcionarios que no tiene asegurado un lugar en el Congreso. Debe competir en las PASO y, eventualmente, en las elecciones generales debería enfrentar a las fórmulas de Juntos por el Cambio y el Frente Amplio. Un camino de espinas difícil de atravesar.
Victoria Tolasa Paz, que es la presidenta del Consejo Nacional de Política Sociales, es la cabeza de lista en la provincia de Buenos Aires y tiene su lugar asegurado en la Cámara de Diputados. Lo mismo ocurre con el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, que ocupa el puesto 12 de la nómina bonaerense y con el Secretario de Obras Públicas, Martín Gill, que encabeza la lista de diputados en Córdoba.
Rossi deberá competir en una interna con la lista que encabeza el periodista deportivo Marcelo Lewandowski, secundado por la senadora cristinista María de los Ángeles Sacnun. La dupla fue cerrada por Omar Perotti y Cristina Kirchner el último viernes en el Senado, y fue avalada por el Presidente esa misma noche. La disputa, sobre todo después de su salida del Gabinete, será objeto de morbo y de chicanas. Se avecina una interna caliente.
La Vicepresidenta fue contundente durante ese encuentro. Le pidió al ministro del Interior, Eduardo “Wado” De Pedro, que participó de la reunión, que termine de cerrar la negociación con Alberto Fernández, que haya una sola lista y que sea la que acababan de acordar. Para Cristina Kirchner la unidad ya se había consumado y no incluía a Rossi.
De Pedro dio un paso más y marcó la postura de Cristina en una declaración pública. “Lamento que el ejemplo de Cristina de priorizar el interés colectivo por sobre los individuales no haya llegado a todos los dirigentes”, le dijo al sitio Cenital. Fue claro y contundente. Rossi no se movió de su lugar. Desde el último sábado tuvo muy en claro que iba a competir.
Ese mismo viernes Perotti salió del Senado y llamó al Presidente. Le contó el acuerdo al que se había arribado. Fernández dio el visto bueno. Previamente el Jefe de Estado había intentando convencer al Gobernador de incluir a Rossi en el acuerdo y que el funcionario encabece la lista de senadores o la de diputados. Perotti rechazó todos los pedidos. Nunca quiso que Rossi formara parte de la boleta.
Fernández le transmitió al Gobernador la idea de sumar a Rossi el 16 de junio, cuando el santafecino lo visitó en la Quinta de Olivos. Le sugirió que el “Chivo” podía ser un buen candidato debido a que estaba bien posicionado en las encuestas. Perotti se fue de esa reunión con más preguntas que respuestas. Confundido. No se esperaba que el Presidente candidateara a Rossi.
En ese entonces el mandatario provincial le explicó al Presidente que Rossi ya había llegado a su techo electoral, que tenía múltiples heridas por haber sido candidato en los últimos 15 años y que no era una opción viable para sus pretensiones. La conversación continuó un mes después. El ministro de Defensa era el candidato del Gobierno hasta hace una semana. La dinámica de la interna lo devoró.
Rossi la semana pasada mantuvo contactos con Alberto Fernández y con Cristina Kirchner. Propuso que él y la vicegobernadora de Santa Fe, Alejandra Rodenas, sean la dupla de candidatos para el Senado y que Roberto Mirabella, la mano derecha de Perotti, y María de los Ángeles Sacnun, impulsada por la Vicepresidenta, configuren el tándem en la lista de diputados.
El último miércoles Cafiero le hizo esa misma propuesta a Perotti en el primer piso de la Casa Rosada. El Gobernador la descartó de plano. Consideró que Rossi era un candidato piantavotos y se resistió a que el ministro de Defensa aparezca en la boleta. Tampoco quiso que le impusiera nombres propios en el armado. Perotti jugó todas sus fichas para hacer valer su voluntad y terminó cerrando el acuerdo con Cristina Kirchner, una aliada inesperada con la que nunca tuvo empatía.
Tal vez por eso Rossi se despachó anoche con un reproche bien directo después de enterarse de su salida. “Voy a seguir siendo cristinista en la provincia de Santa Fe porque cuando haya que defenderla a Cristina el único que va a estar, seré yo. ¿O alguien cree que Perotti la va a defender?”, sostuvo durante una entrevista con TN.
En ese mismo diálogo televisivo Rossi dijo que Perotti también tendría que renunciar, ya que es candidato a senador suplente en la lista que avala. No es una opción viable. El mandatario santafesino no es parte del gobierno nacional y la decisión presidencial tiene como eje solo a los funcionarios.
Fernández quedó encerrado en una interna provincial que, con el paso de las horas, terminó teniendo un correlato nacional. Si no desplazaba a Rossi de su cargo, luego de insistirle para que baje su candidatura y no encontrar respuesta favorable, iba a quedar expuesta su falta de autoridad para hacer valer su palabra como Presidente.
Con la decisión que tomó también corre riesgo de afrontar un resultado inesperado. ¿Cuál? Un posible triunfo de Rossi en las internas del Frente de Todos. En definitiva, según las encuestas que tienen en el Gobierno, el “Chivo” es el candidato que mejor mide en la provincia. En parte, por eso tanto Fernández como Cafiero le insistieron a Perotti que Rossi ocupara un lugar importante en las listas.
En la Casa Rosada nadie se imagina ese escenario, pero tampoco tienen la certeza absoluta de que la dupla Lewandowski-Sacnun pueda obtener un triunfo holgado en las urnas. Si Rossi llegará a ganar se le presentaría un nuevo problema al Gobierno. El candidato del peronismo en Santa Fe sería un ministro echado por televisión al que tanto Alberto Fernández como Cristina Kirchner le soltaron la mano.
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