El sindicalismo kirchnerista festeja y el resto mastica su malestar en silencio. La cosecha de lugares en las listas para los gremialistas fue muy discreta, como se preveía, pero lo que no estaba en los planes es que favorecería casi con exclusividad a los dirigentes alineados más fielmente con Cristina Kirchner.
Tres candidaturas a diputado nacional para la Corriente Federal (Sergio Palazzo, Vanesa Siley y Walter Correa), una en la misma categoría para la CTA oficialista (Hugo Yasky) y otra en la nómina de diputados bonaerenses para la UOM y SMATA (Naldo Brunelli, en la Sexta Sección Electoral).
Esas fueron las principales postulaciones provenientes del sindicalismo en las listas del Frente de Todos (apenas podría sumarse Cecilio Salazar, de los rurales de UATRE, en la lista de diputados bonaerenses de la Segunda Sección Electoral), pero las ausencias de representantes de otros sectores se convirtieron en un significativo dato político: no hubo nadie propuesto por la CGT ni por el moyanismo, por ejemplo.
Las dos corrientes gremiales que manejan la CGT (”los Gordos” y los independientes) tienen una histórica mala relación con Cristina Kirchner y apostaron a una alianza política con Alberto Fernández, aunque el Presidente nunca les dio ninguna ventaja sobre el resto de los sectores y mantiene un cierto equilibrio en el dividido frente sindical (algo que nunca hizo la Vicepresidenta).
En esta instancia de definiciones electorales, la central obrera propuso a Jorge Sola, secretario de Prensa cegetista y dirigente del Seguro, como candidato a diputado por Santa Fe y aseguran que el primer mandatario avaló ese pedido. Pero no pudo ser. La pelea en el peronismo de esa provincia fue más fuerte que el compromiso asumido por Alberto Fernández ante la CGT.
“Dado que finalmente el sector encabezado por Agustín Rossi decidió mantener sus candidaturas frente a la lista consensuada de Omar Perotti, por razones que hacen a la vida interna de la institución CGT, la del gremio al que pertenezco y, luego, la mía propia, no creímos oportuno participar en una discusión interna del Frente de Todos. Nuestra postura, como la de amplios sectores provinciales, fue la unidad aun en la diversidad, pero no hubo posibilidad de lograrlo. Nada que sea extraño, pero debe primar la prioridad gremial antes que política en este caso”, explicó Sola.
Si antes del cierre de las listas ya había mal clima en la CGT por los continuos desaires de la Casa Rosada, desde la medianoche del sábado pasado hay una bronca evidente, aunque, por ahora, contenida. En la cúpula cegetista sienten que han mantenido una estrategia sindical moderada y que se fueron alineando con las políticas del Gobierno, por ejemplo en materia salarial, pero que los esfuerzos no fueron recompensados ni siquiera con un solo lugar en las listas de candidatos.
Algunos siguen responsabilizando al cotitular cegetista Héctor Daer por la sequía de la central obrera en materia electoral: se trata de uno de los sindicalistas amigos de Alberto Fernández. Y, según aseguran en el oficialismo, el jefe del Estado sí se ocupó de conseguirle un lugar a Maia Daer, su hija, en la lista de candidatos a legislador porteño (en cuarta posición). En el Frente de Todos sostienen que “el padre no tuvo nada que ver con esa postulación: ella entró por su trabajo político en el Partido del Trabajo y la Equidad (PARTE)”, que lidera Claudio Ferreño (también amigo del Presidente).
En un reparto de lugares en las listas que benefició a Cristina Kirchner en desmedro de Alberto Fernández y de Sergio Massa, los grandes ganadores sindicales de estas horas fueron justamente los sectores más próximos a la Vicepresidenta. Palazzo, titular de la Asociación Bancaria, es un dirigente de extracción radical que se enroló en un kirchnerismo militante, aunque tiene una relación de estrecha confianza con el primer mandatario. Será cuarto en la nómina de diputados nacionales del Frente de Todos en la provincia de Buenos Aires que encabeza Victoria Tolosa Paz.
Sus allegados afirman que le confirmaron la oferta electoral el viernes pasado por la noche, aunque ya había sido sondeado hace un mes por referentes kirchneristas. “A Cristina no se le puede decir que no”, bromean cerca de Palazzo, aislado en su casa por un cuadro de COVID-19.
Se está recuperando de una neumonía bilateral y su médico le recomendó reposo, pero como ya no estaba en condiciones de contagiar aceptó ir el sábado a la Casa Rosada a firmar su postulación y luego volvió a la cama. Cuando le den el alta, tendrá un desafío enorme por delante: sumarse a la campaña del Frente de Todos en la Provincia sin descuidar la conducción del gremio, que, para colmo, comenzará en agosto un largo proceso electoral en el que aspira a ser reelegido.
Sus colaboradores admiten que no tendrá tiempo de seguir como secretario deportivo del Club Independiente, donde convive con Hugo y Pablo Moyano, los máximos directivos del equipo de Avellaneda, cuestionados por los hinchas por los problemas económicos y los flojos resultados futbolísticos, que pondrán en juego su continuidad en las elecciones de diciembre próximo.
Los Moyano tampoco consiguieron nada en las listas pese a que están alineados con Cristina Kirchner y Alberto Fernández. El líder del Sindicato de Camioneros tiene más llegada al Presidente, que lo calificó de “dirigente ejemplar” y lo recibió con su familia en Olivos, en un encuentro famoso por la foto sin barbijo ni distanciamiento cuando regían restricciones estrictas. Su hijo tiene una fluida relación con La Cámpora a través del ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro.
Sin embargo, en el moyanismo aseguran que sus líderes no pidieron ninguna candidatura, aunque en las últimas semanas circulaba el nombre de una de las hijas del líder camionero, Karina, de 47 años, psicóloga social y secretaria de Género del sindicato, que recorrió el país como dirigente del Partido por la Cultura la Educación y el Trabajo (CET), fundado por su papá en 2013.
Allegados a Hugo Moyano interpretan que la postulación de Palazzo es parte de una apuesta de Cristina Kirchner y su hijo Máximo para llevar al dirigente bancario como futuro jefe de la CGT. “Quieren que integre el triunvirato que conducirá la central obrera y que después se quede como número uno -advierten-. Es una jugada para beneficiar al sindicalismo K, que es obediente”.
En el sindicalismo no kirchnerista tampoco cayeron bien las postulaciones de otros dos exponentes de la Corriente Federal: Vanesa Siley, secretaria general de la Federación de Sindicatos de Trabajadores Judiciales (FESITRAJU), apadrinada por Máximo Kirchner, y Walter Correa, titular de la Federación del Cuero, ambos diputados oficialistas cuyos mandatos vencen en diciembre, pero que pertenecen a dos organizaciones que, según sostienen, “tienen poco peso” en la escena gremial.
Más lógica se considera la inclusión en la lista bonaerense del Frente de Todos de Hugo Yasky, que buscará seguir en la Cámara de Diputados y encabeza la oficialista CTA de los Trabajadores, que es el sector sindical favorito de Cristina Kirchner y está integrado por dirigentes como Roberto Baradel (SUTEBA), Sonia Alesso (CTERA), Daniel Catalano (ATE Capital) y Claudio Marín (FOETRA).
En el reparto de candidaturas salieron beneficiados la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) y el Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (SMATA), que dejaron atrás su histórica rivalidad y hoy se unieron para respaldar a Naldo Brunelli como primero de la lista de diputados bonaerenses del Frente de Todos por la Sexta Sección Electoral.
Brunelli es el secretario administrativo de la UOM, a cargo también de la Secretaría Adjunta luego de la muerte de Armando Paulino Leyes, en mayo pasado, pero, sobre todo, es toda una leyenda: lideró la Seccional San Nicolás del gremio metalúrgico a partir de 1973, cuando José Ignacio Rucci dejó ese puesto para encabezar la CGT, y desde esa filial se opuso a la conducción de Lorenzo Miguel.
Forjó su poder interno gracias a la importancia estratégica que tuvo en la Argentina la empresa siderúrgica SOMISA, que fue creada en la primera presidencia de Juan Domingo Perón y se privatizó en 1991, luego de una batalla entre el gobierno de Carlos Menem y la UOM que terminó en un acuerdo que permitió que el Grupo Techint le comprara al Estado la compañía de San Nicolás.
El mismo Lorenzo Miguel al que combatió en los años setenta ayudó a Brunelli a convertirse en titular la CGT entre 1993 y 1994. Tras la muerte del viejo cacique metalúrgico, en 2002, el flamante precandidato a diputado se alineó fielmente detrás de Caló, el nuevo líder de la UOM.
Pero la frondosa trayectoria de este dirigente beneficiado en las listas del oficialismo no alcanza para disimular las caras largas que hay entre los sindicalistas no kirchneristas. ¿Ese malestar tendrá consecuencias políticas? Todo es posible en el reino de los desencantados gremiales.
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