Un informe reservado que se escribió en la Jefatura de Gabinete asegura que ningún Gobierno -de derecha o izquierda- triunfó en elecciones durante la pandemia del COVID-19. Y a esa conclusión política- sanitaria, Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner le añadieron su propia experiencia militante: si el dólar sube, la clase media vota en contra.
En este contexto, y a menos de siete semanas para las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), el Presidente y la Vicepresidente tomaron una decisión de estrategia electoral que involucra a Vladimir Putin y al Fondo Monetario Internacional (FMI).
Putin debería cumplir sus promesas y enviar millones de vacunas Sputnik V (dosis 2) que adeuda por contrato a la Argentina. Y el FMI tendría que remitir al Banco Central cerca de 4.500 millones de dólares en Derechos Especiales de Giro (DEG) para cancelar los vencimientos de capital previstos para septiembre y diciembre de 2021.
Es decir: Alberto Fernández y CFK ya tienen slogan para la campaña electoral: vacunar y pagar.
Casi 7 millones de vacunados con primera dosis de Sputnik V aguardan el segundo componente que aún no ha sido fabricado por las autoridades sanitarias que responden al Kremlin. Esos casi siete millones de vacunados, que esperan impacientes la dosis 2, votan en las PASO del 12 de septiembre.
Cecilia Nicolini, asesora presidencial, ya ha enviado más de cien WhatsApp a Moscú reclamando las vacunas. También remitió un mail adonde mezcla conceptos geopolíticos, peculiares comentarios sobre gestos diplomáticos de Alberto Fernández y la exégesis del DNU que permitió cerrar contratos con laboratorios de Estados Unidos.
Y junto a la ministra de Salud, Carla Vizzotti, protagonizó cerca de cincuenta zoom con representantes del Fondo Ruso de Inversión Directa, que desde Moscú asienten con la cabeza y pocas veces respetan la palabra oficial.
Alberto Fernández dialogó con Putin sobre este complejo asunto bilateral. Y el líder ruso se comprometió a resolver el embrollo. Sucedió el 5 de abril de 2021, pero Putin tampoco cumplió con su palabra.
Conclusión: el Presidente y CFK visualizan que los resultados electorales podrían apalancarse con una vacunación exitosa. Sin embargo, Putin promete y no cumple, y ya no hay tiempo material para vacunar a los casi siete millones de votantes que aguardan la dosis 2 de una vacuna que todavía no fue fabricada por el Instituto Gamaleya.
En pleno verano, cuando debía participar del G20 en Arabia Saudita, Alberto Fernández invitó a Martín Guzmán al complejo turístico de Chapadmalal. Guzmán llegó acompañado por Sergio Chodos, representante argentino en el FMI, y los tres diseñaron una estrategia de negociación para evitar el default de la Argentina.
Esa estrategia de negociación implicaba achicar los intereses sobre la deuda, pagar los vencimientos de capital de 2021 y presentar un programa económico para lograr un crédito de Facilidades Extendidas. Guzmán viajó a Estados Unidos y recorrió varias capitales europeas para cumplir con las instrucciones presidenciales.
Se trataba de negociar una deuda de 45.000 millones de dólares heredada de la administración de Mauricio Macri y de cerrar un acuerdo que permitiera a la Argentina refinanciar sus compromisos internacionales sin caer en default. Alberto Fernández se comprometió con Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI, y Guzmán iba a la zaga perfilando un programa económico que necesitaba el aval del staff del Fondo.
La previsibilidad y la armonía en la negociación con el FMI implosionó cuando Oscar Parrilli, alfil de CFK en la Cámara Alta, firmó un proyecto de Resolución que exigía postergar los pagos de vencimiento de capital previstos para 2021. Parrilli -exégeta perpetuo de CFK- proponía que los 4.500 millones de dólares en DEG´s debían usarse para atenuar los efectos de la pandemia.
Una pretensión política del kirchnerismo duro -a pocos meses de la campaña electoral- que ponía en crisis la estrategia de Alberto Fernández y colocaba a Guzmán al borde del abismo político. En Washington, París, Berlín y Madrid se preguntaban si el ministro de Economía aún tenía poder para enfrentar una negociación que es conceptualmente geopolítica.
Cristina Fernández de Kirchner entiende el poder y conoce como mantenerlo o recuperarlo. La vicepresidente envió a Parrilli para cercar al ministro de Economía, y meses más tarde asumió que un default con el FMI haría saltar el dólar a la nubes: un indicador básico al momento de definir el voto indeciso en la Argentina.
Entonces, fiel a su olfato político, la Vicepresidente cambio de opinión y decidió respaldar la estrategia del Presidente. Esto es: pagar los vencimientos de capital de septiembre y diciembre con los 4.500 millones de dólares de DEG que remitirá el FMI en pocos días.
No se trata de honrar las deudas en tiempo y forma. Cristina busca evitar un salto del dólar que pueda afectar los resultados electorales. Y Alberto Fernández respira aliviado. Se había comprometido frente a Georgieva durante su encuentro en Roma, que aguarda en DC una visita de Guzmán para avanzar en un acuerdo que recién llegará en 2022.
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