Son días de definiciones calientes en la Ciudad de Buenos Aires de cara al cierre de listas nacionales, el sábado, y a pesar de que la disputa interna parecía más clara que en la Provincia, hay dudas sobre los nombres que llevará el Frente de Todos en los primeros puestos para la competencia en las PASO por la Cámara de Diputados y la Legislatura.
Desde hace algunas semanas, el espacio del armador del justicialismo porteño Víctor Santa María, cercano a Alberto Fernández, empezó a presionar con mayor fuerza para que la diputada nacional Gisela Marziotta lidere la nómina, en lugar de quien aparece como “número puesto” para la cabeza, Leandro Santoro, legislador porteño, también del riñón del Presidente y de buena relación con La Cámpora. Mientras tanto, el PJ “tradicional” busca representación en un lugar de relevancia.
El perfil dialoguista, de “síntesis” y “unidad” de Santoro figura hace semanas al tope de las especulaciones del oficialismo nacional por la Ciudad. El Presidente lo recibió dos veces en los últimos días -en uno de los encuentros hubo foto en redes-, y desde su entorno vienen confirmando que es “el” candidato de Alberto Fernández.
Las encuestadoras del Gobierno lo miden hace meses y concluyen que una de sus principales ventajas es su imagen positiva -ronda los 30 puntos-, que atribuyen a sus capacidades comunicativas y a su fuerte presencia en los medios. Pero no todos están conformes con esta mirada.
Ayer por la tarde, Santa María, presidente del Congreso del PJ porteño, estuvo en el primer piso de la Casa Rosada, donde tienen despacho el Presidente y el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y por donde vienen desfilando hace semanas incansablemente los principales dirigentes del país en busca de avales. La agenda se mantuvo en reserva, pero no es un secreto que el titular del gremio de los encargados de edificios -Suterh- impulsa a Marziotta como primera candidata a la Cámara de Diputados.
El argumento de quienes respaldan a la periodista se basa en el perfil de la principal contrincante del Frente de Todos en la Ciudad: la ex gobernadora María Eugenia Vidal. Desde que la dirigente de Juntos por el Cambio cruzó la General Paz y confirmó que competirá en tierras porteñas, un sector del peronismo local llegó a la conclusión de que el discurso y estilo a veces “duro” de Santoro podría ser contraproducente para el espacio cuando “del otro lado” hay una mujer con las características “de nena buena” que le atribuyen de la ex vicejefa de Gobierno porteño.
No hacían el mismo análisis frente a Patricia Bullrich, la otra dirigente de Pro que figuraba como posible candidata de la oposición nacional hasta que se bajó de la contienda, hace dos semanas. “Es una cuestión de perfiles y formas. Vidal se victimiza, Bullrich no, hasta se peleó con Moyano. Gisela es la mejor candidata para evitar que Vidal pueda jugar la carta de Heidi”, resumió la postura un armador porteño, adelantándose a los debates televisivos y oficiales de la campaña para las PASO.
Dirigente híbrido, Santoro llegó a la Legislatura de la mano de Cristina Kirchner con su agrupación, Los Irrompibles, pero su origen es radical -le gusta recordar su amistad con el ex presidente Raúl Alfonsín-, y en los últimos años trabó una amistad con el Presidente -se conocieron por Twitter- que lo considera un asesor de confianza.
Aunque aparece como el número puesto, el perfil de Santoro genera algunas dudas en todos los sectores. Calza perfecto con el tipo de perfil “frentetodista” que tiene en mente la Casa Rosada para las listas “de unidad” para las elecciones. Pero su impronta dialoguista tiene algunas desventajas. En el albertismo, donde cuenta con alto quórum, hay cierto temor a que sea un “caballo de Troya” de La Cámpora, como lo describió un funcionario, por su pasado cercano a la organización de Máximo Kirchner. Al mismo tiempo, en el kirchnerismo lo consideran como un outsider y no olvidan sus críticas del pasado a Cristina Kirchner vía redes sociales.
En este contexto, la febril disputa por los lugares en las listas responde a las posibilidades efectivas de obtener una banca. La Ciudad renueva este año 13 asientos de los 25 que aporta el distrito. Y, según las encuestas, en un bastión que se descuenta favorable a Juntos por el Cambio, al Frente de Todos le alcanzaría para lograr tres asientos como máximo. La pelea no es solamente por el primer lugar, sino por evitar el cuarto.
En la danza de candidatos “entrables”, además de Santoro y Marziotta, hay otros nombres dando vueltas. Uno es el de la legisladora María Rosa Muños -esposa del asesor presidencial Juan Manuel Olmos, referente del PJ porteño y uno de los principales armadores electorales con despacho en la Casa Rosada-. Pero cerca de la vicepresidenta del justicialismo local -que acordó liderar el partido el año que viene como sucesora del camporista Mariano Recalde- aseguran que no aspira a una banca, sino a ocupar un puesto en un organismo descentralizado del Ejecutivo que conduce Horacio Rodríguez Larreta. Se dice que podría ir a la Defensoría del Pueblo, donde trabajó hasta que asumió como legisladora, hace ocho años, cuando tomó licencia. Todavía mantiene su cargo en planta.
Si Muiños no se presenta, se piensa en otros nombres para que el PJ quede representado en la lista de Diputados, como los de la asesora presidencial Cecilia Nicolini y la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca Bocco, que mantienen su reticencia a competir por una banca.
También se especulaba con la posibilidad de que se postule a Matías Lammens, el ex presidente de San Lorenzo que compitió por la Jefatura de Gobierno hace dos años, con Marziotta como compañera de fórmula. El ministro de Turismo, que tiene la mira puesta en 2023, pidió que lo liberen del próximo turno electoral y lo dejen continuar al frente de la cartera. Aunque hay quienes aseguran que tenía ciertas intenciones de competir. Hoy, su figura estaría prácticamente descartada.
El otro nombre en disputa es el de Carlos Heller, economista cercano al kirchnerismo, que ya ocupa una banca en Diputados y buscará renovar. Si logra jugar, no es seguro que vaya tercero o cuarto -y pierda prácticamente la posibilidad de quedarse en la Cámara baja-. Dependerá del género del cabeza de lista, de acuerdo a la ley de cupo y paridad de género.
Mientras tanto, según pudo saber Infobae, el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, impulsa a un hombre de su riñón para la legislatura porteña: Nahuel Sosa, el sociólogo que coordina el colectivo de intelectuales cercanos a Alberto Fernández, Agenda Argentina. El asesor del programa gubernamental Argentina Futura -que coordina el antropólogo Alejandro Grimson- tendría un puesto -aún incierto- en la lista para el Poder Legislativo de la Ciudad, según dijeron fuentes oficiales.
En la Ciudad la calesita de nombres para las listas sigue girando, con figuras que suben y bajan en las proyecciones, y negociaciones al borde de la inscripción. A pesar de que la pelea interna parecía más clara que en tierras bonaerenses, donde en las últimas horas se conoció que habría acuerdo entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner sobre Victoria Tolosa Paz, nadie sabe con exactitud qué pasará en tierras porteñas. Todos coinciden en que la palabra final la tendrán el Presidente y la vicepresidenta, sobre el cierre.
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