Al pararse sobre cada fecha y cada franja etaria en el gráfico, se puede visualizar la cantidad de fallecidos ese día.
La semana pasada Argentina se convirtió en uno de los 11 países en el mundo en superar los 100.000 muertos por COVID-19. Si bien 10 de esas naciones tiene mayor cantidad de habitantes, si se analiza la cantidad de nuevos fallecidos diarios por COVID-19 sobre una misma base poblacional, nuestro país está aún peor. Se ubica en cuarto lugar, con un promedio de 9 muertos diarios por cada millón de habitantes, detrás de Namibia, Túnez y Colombia.
Hace una semana, el promedio semanal de nuevos muertos diarios era de 380 y ayer fue de 386, lo que implica un aumento del 2%. No es un dato menor porque, entre el 26 de junio y el 9 de julio, ese valor venía en descenso pero luego comenzó a estancarse con una tendencia a la suba.
Demasiado poco para un país que entró ya casi de lleno en la dinámica electoral y cuya dirigencia actúa como si la pandemia empezara a quedar atrás, en medio de la disputa por el cierre de listas del sábado próximo. Los contagios, en los últimos siete días, descendieron apenas un 2%.
¿Por qué se mantiene una meseta alta de nuevos fallecidos por día? “Es muy difícil hacer un análisis preciso porque, aparentemente, hay retraso en la carga de las muertes. Nadie sabe si son las de ayer, las de hace una semana o de hace 15 días”, responde el médico infectólogo Eduardo López ante la consulta de Infobae. El retraso en la carga en el sistema Sistema Integrado de Información Sanitaria (SISA), que es responsabilidad de los distintos efectores en las jurisdicciones, muestra una foto que no refleja con precisión la situación actual.
Si bien el máximo número de muertos reportados por el Ministerio de Salud en un día fue de 745 el 18 de mayo, del análisis de la base de datos de esta cartera hecho por Infobae, surge que por fecha de fallecimiento real, el récord se registró el 31 de mayo con 615. Desde esa fecha, hasta ayer lunes, el descenso fue del 23%.
“Más allá de los déficit en la carga, el dato fehaciente es que la curva de fallecidos baja muy poco, sigue en una meseta alta”, advierte López. Y la explicación que da es multicausal. “Con la circulación de las nuevas cepas de mayor transmisibilidad, los que tienen factores de riesgo o comorbilidades por la edad, son más vulnerables una vez que se infectan. Y no hay que olvidarse del relajamiento en el comportamiento social”, señala este experto que integra el equipo de asesores del gobierno nacional, e insiste en que los cuidados deben mantenerse.
Asimismo, pone el énfasis en la importancia de la vacunación y la detección activa de casos positivos.
“Hay que avanzar con la segunda dosis, que reduce significativamente la mortalidad. Los estudios en otros países muestran que tener una sola dosis para algunas variantes nuevas como la Gama o la Delta no alcanza. Y a su vez, hay que aumentar los testeos para detectar también a los asintomáticos”, afirma este especialista del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez.
Los testeos insuficientes fue lo que le advirtió a Carla Vizzotti la patóloga argentina y pediatra Marta Cohen, residente en la ciudad británica de Sheffield, cuando compartió una cena en la embajada argentina en el Reino Unido con la ministra la semana pasada. “Hay que hacer más testeos en Argentina, 100.000 pruebas diarias son muy pocas. Acá (en Gran Bretaña) se hacen 1.200.000”, contó que le recomendó durante la reciente visita oficial de la funcionaria a ese país.
La vacunación
Para el infectólogo Roberto Debbag, “debería estar vacunada con segunda dosis el 40% de la población en no más de dos meses. Ese es el objetivo. Habría que completar 12 millones de dosis del segundo componente”.
En otros países donde se avanzó en la vacunación con dos dosis, se registró una baja de la mortalidad por COVID. En Argentina, el promedio semanal de nuevos muertos diarios por cada millón de habitantes es de 9. En Chile, donde el 61% de la población ya tiene las dos dosis, ese valor es de 5. Y en Uruguay, donde el 59% de la población está completamente vacunado, ese valor es de 3.
Sin embargo, Cohen advirtió ayer en diálogo con Nelson Castro por Radio Rivadavia, que la cepa Delta ha provocado un rebrote importante de casos en el Reino Unido. Este país, que ayer anunció el levantamiento de la mayoría de las restricciones, actualmente tiene un promedio de 50.000 contagios y 60 fallecidos por día, según precisó esta experta. “Un 25% de los que fallecieron tenían las dos dosis. La vacunación hace, pero no es lo único”, alertó.
El sábado último, Infobae reveló que pese a haber stock de vacunas, la aplicación de las segundas dosis cayó un 55% en la semana pasada. Según la actualización del Monitor de Vacunación al cierre de esta nota, la población vacunada con una dosis es del 49% y con dos, del 12%. Son 22.279.841 primeras dosis aplicadas y sólo 5.475.065 quienes recibieron las segundas dosis, por lo que hay 16.804.776 de personas que esperan completar su esquema de inoculación.
La edad de los que fallecen por COVID
Más del 70% de los fallecidos a consecuencia del virus siguen teniendo hoy más de 60 años. Durante la primera ola, el 84% de los muertos de ese primer impacto tenían más de esa edad, según se desprende del análisis de los datos oficiales. En particular, los mayores de 80 representaron el 33% de los fallecidos entre septiembre y octubre del año pasado.
Pero esos números cambiaron en la segunda ola. Según analizó la Unidad de Datos de Infobae, ese porcentaje se redujo entre los mayores de 80 al 22% en los tres meses que van de abril a junio de este año. “La vacunación ha tenido un impacto importantísimo para prevenir la mortalidad, en especial, con un esquema de dos dosis. Esta es la clave del descenso de muertes entre los más mayores”, sostuvo la infectóloga Angela Gentile ante este medio.
De acuerdo a la base de datos de casos y fallecidos por COVID-19 del Ministerio de Salud que procesó Infobae, en estos 3 meses murieron un total de 39.111 personas por causas atribuidas al COVID-19: 9.512 en abril; 15.362 en mayo, el mes en que se dio el pico; y 14.237 en junio.
En esos tres meses, el 71% de los fallecidos tenía más de 60 años. El grupo más afectado fue la franja de 60 a 69 años, que concentró el 25% de los que murieron por el virus. “Este concepto de que se mueren más los jóvenes no es correcto. Se siguen muriendo más los adultos mayores. La discusión es si mueren con COVID o por COVID. Lo que sí está claro que influyen las comorbilidades. Por eso completar la vacunación de los mayores de 60 años es fundamental”, destaca López.
Adultos mayores sin segundas dosis
Al cruzar la información de fallecidos con la base de datos del registro de vacunados, surge que hay 3.233.084 adultos de más de 60 años que aún no recibieron la segunda dosis. De este total, casi 2 millones (1.996.251) tienen entre 60 y 69 años, el grupo etario más vulnerable en términos de muertes durante la segunda ola.
El segundo grupo con más fallecidos es el de 70-79 años, que representan el 24% de todas las muertes. De este universo, 990.542 están esperando completar su vacunación. Y de los mayores de 80 años, el 22% de los decesos registrados entre abril y junio, hay 208.771 que aún no tienen aplicada la segunda dosis.
En el país, con datos del INDEC proyectados a 2021, hay 7.279.394 personas de más de 60 años de edad. Por lo tanto, para completar el esquema en este grupo, se requeriría aplicar 14.558.788 dosis, a dos dosis por cada adulto. Según el Monitor Público de Vacunación, al día de ayer, se aplicaron 9.083.958 dosis para este grupo, lo que significa que, para completar la vacunación de todos los mayores de 60 años, faltan aplicar 5.474.830 dosis. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la vacunación no es obligatoria y hay un porcentaje que puede no haberse anotado para recibir la vacuna.
Ingreso a terapia intensiva
De los 39.111 fallecidos que hubo desde abril hasta finales de junio, según el análisis realizado por la Unidad de Datos de Infobae de los datos oficiales, el 26% había sido derivado a terapia intensiva, y el 19% requirió uso del respirador.
¿En qué medida la vacunación reduce la posibilidad de internación en terapia intensiva? De las bases de datos que el Ministerio de Salud actualiza diariamente en su repositorio no es posible determinarlo, ya que el registro de muertos y vacunados se descarga por separado y no es posible identificar a un fallecido con su correspondiente dato de vacunación para saber si recibió o no al menos una dosis.
Sin embargo, según el último informe de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) correspondiente al 28 de mayo, el 86,2% de los que ingresaron a unidad de cuidados críticos, no estaban vacunados. “Si a terapia ingresan entre el 3 y 5% de los que se hospitalizan por COVID-19, para tener casi un 14% de vacunados que requirieron internación en una cama UTI, tienen que ser muchos más los internados en camas comunes o intermedias que ya tenían la primera dosis de la vacuna”, razona López.
La ocupación de camas UTI con pacientes COVID-19, con los últimos datos de ayer, es del 36%. Si bien viene bajando - hace quince días era del 44% - sigue siendo todavía alta. En este nivel de ocupación también influye que los pacientes que ingresan en esta segunda ola tienen menos edad. “La estadía en las unidades de cuidados críticos, se amplió y es de 15 a 30 días”, sostiene este infectólogo.
Dónde fallecieron
Al posicionarse sobre cada provincia, se pueden visualizar la cantidad de fallecidos entre abril y junio por COVID.
Más de la mitad de los que resultaron víctimas del COVID-19 entre el 1 de abril y el 30 de junio, el 51%, murieron en la provincia de Buenos Aires, el distrito más poblado del país. El municipio que concentra el mayor número neto de muertos es La Matanza con 1.654; seguido por La Plata con 1.384; General Pueyrredón con 929; Quilmes con 852; y Almirante Brown con 784.
Los otros tres distritos que concentran el mayor porcentaje de fallecidos son la Ciudad de Buenos Aires con el 9%, y Santa Fe y Córdoba con el 6% cada una, de acuerdo con el dataset del Ministerio de Salud de la nación que descargó y procesó ayer Infobae.
De los fallecidos, entre los tres meses analizados, el 65% fue atendido en hospitales públicos y el 35% en privados.
Las causas de muerte
Según un estudio de pacientes con COVID-19 que necesitaron respirador en el país que coordinó la doctora argentina Elisa Estenssoro en conjunto con la SATI, publicado en la revista The Lancet Respiratory Medicine, las causas de muerte que se vieron en la Argentina son similares a las que se vieron en todo el mundo. Estenssoro fue jefa de terapia intensiva del hospital de Agudos San Martín de La Plata hasta marzo pasado, y asesora al gobierno de la Provincia de Buenos Aires en temas de pandemia.
Se estudió a 1.909 pacientes con el virus que ingresaron a unidades de terapia intensiva entre el 20 de marzo y el 31 de octubre de 2020, antes del comienzo de la vacunación. Según la investigación médica, un 43% de ellos falleció de hipoxemia refractaria. Pese a estar en ventilación mecánica, el oxígeno en sangre que tenían era muy bajo y tenían un muy alto grado de deterioro pulmonar.
De acuerdo a los datos recabados, un 31% de los internados en UTI falleció por shock séptico y un 18% por síndrome de falla multiorgánica, es decir el deterioro progresivo de todas las funciones de los órganos.
Un 1% falleció por otras causas, como por ejemplo infarto de miocardio, accidente cerebrovascular y tromboembolismo pulmonar.
Cómo se procesó la información
La Unidad de Datos de Infobae descargó y procesó de la base de datos del Ministerio de Salud de la Nación, el registro completo de casos y fallecidos, así como el de vacunados.
Se analizaron los decesos para los meses completos de abril, mayo y junio. Se calcularon los porcentajes por rangos etarios, por ingreso al sistema de cuidados intensivos y por uso de respirador. Del mismo modo se analizaron los datos de vacunados con una y dos dosis para el segmento de mayores de 60 años.
Si desea visualizar y/o descargar la hoja de cálculo, con sus correspondientes pestañas, siga este enlace
Visualizaciones interactivas: Daniela Czibener
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