Alberto Fernández le dice a sus íntimos que ya tiene el esquema de candidaturas en la cabeza. Tiene los nombres propios que para él deberían ocupar los primeros lugares de la nómina que llevará a los candidatos a diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires. Lo que aún resta es clave para mantener esos nombres en los casilleros que se imagina. Debe acordar los detalles de la lista con Cristina Kirchner.
Falta una semana exacta para que venza el plazo para presentar las listas en la Justicia electoral. A la medianoche del próximo sábado se frenará el reloj que marca el pulso de la rosca electoral. Siete días en una etapa de cierre de listas resulta ser una eternidad dentro de la política argentina. Aún hay muchas negociaciones abiertas.
Hacia adentro del Gobierno el Presidente pide cautela. Bajar la ansiedad. No apresurar las definiciones. Tiene algunas decisiones tomadas. La más importante es que el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, no sea quien encabece la lista. Su nombre se instaló avalado por las encuestas. Cafiero es el dirigente del peronismo que mejor mide en la provincia de Buenos Aires.
El coordinador de los ministros no tiene intenciones de ser candidato. Quiere quedarse donde está. Y Fernández quiere exactamente lo mismo. En Jefatura de Gabinete intentaron congelar los rumores al anunciar a Cafiero como jefe de campaña. No lo lograron. Desde otros sectores de la coalición siguieron impulsando el nombre del funcionario.
En Balcarce 50 asumen que los rumores fueron instalados por La Cámpora y el massismo. Entienden que a ambos sectores les convendría que Cafiero deje su silla. ¿El motivo? Intereses políticos de cara a las elecciones 2023, dentro de un armado donde el poder siempre está en disputa. Aunque por momentos la armonía interna lo oculte debajo de la alfombra.
“¿Por qué Alberto entregaría a Santiago para que sea candidato?”, se preguntaron algunos funcionarios durante la última semana. En el Gobierno tienen muy en claro que una candidatura de Cafiero es sinónimo de ceder poder en el Frente de Todos. Una derrota política interna. Nadie se lo imagina en la lista.
Existen una serie de argumentos que fueron expuestos en el peronismo para explicar porque Cafiero debería competir. Puede explicar la gestión, es joven, tienen buena imagen, mide bien en las encuestas y tiene un apellido conocido en el territorio bonaerense.
Esos avales chocan de frente con una idea que está instalada en el Gobierno sobre el nombre que debe encabezar. Tiene que ser alguien que pueda representar el mosaico de la coalición. Ni un extremo ni el otro. Cafiero es claramente un albertista. Fernández tiene decidido que Cafiero continúe en su lugar. En el oficialismo hay quienes piensan que solo un pedido explícito de la Vicepresidenta puede cambiar esa decisión.
En un gobierno donde el poder absoluto es del Presidente, el futuro de Cafiero estaría sentenciado. No sería candidato. No es el caso del gobierno del Frente de Todos, donde Cristina Kirchner tiene una cuota de poder extremadamente importante en las decisiones más trascendentes del espacio. Al final de la próxima semana quedará en claro el peso de la palabra presidencial.
La danza de nombres sumó un nuevo protagonista en la última semana: Martín Insaurralde. El intendente de Lomas de Zamora encabezó un acto con Cristina Kirchner y otro con Alberto Fernández es menos de 15 días. En la política doméstica fue una señal indisimulable de respaldo durante la etapa preelectoral y abrió un sinfín de signos de interrogación sobre su futuro.
En el Gobierno aseguran que no hubo un correlato entre el primer y segundo acto, y que la presencia del Presidente en Lomas de Zamora se definió pocas horas antes. Se eligió esa sede para anunciar un bono de $5.000 para jubilados porque dos años atrás, en ese mismo lugar y durante la campaña electoral, Fernández había prometido medicamentos gratis para ese sector de la sociedad.
Casualidad o no, Insaurralde se sumó a la lista de potenciales candidatos. Sin reelección en el 2023 en su municipio, con un ahijado político (Federico Otermin) destinado a ser su sucesor y con una acuerdo de paz con La Cámpora en el territorio, la hipótesis de su candidatura tomó fuerza. Sin embargo, el intendente dejó trascender que no tiene intenciones de competir.
La que viene aumentando su acciones de cara al armado de listas es Victoria Tolosa Paz. La presidenta del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales sigue teniendo el mayor consenso para encabezar la lista. Tiene el respaldo de todos los sectores y es una figura que no está desgastada por la gestión de gobierno.
Tolosa Paz es también una dirigente que puede representar la foto del rompecabezas que es el Frente de Todos. En esa línea de trabajo que tienen en el oficialismo parece ser una opción viable que se mantiene en el tiempo.
El que tiene un puesto asegurado es el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo. De no mediar inconvenientes iría tercero o cuarto en la lista, de acuerdo a quien la encabece y cómo quede el armado de los primeros cuatro lugares. Cerca del Presidente dicen que esos primeros puestos tienen que representar a la coalición. Uno de cada sector.
La lista de nombres se amplia con Malena Galmarini, Gabriel Katopodis, Fernanda Raverta y Luana Volnovich. Cerca de la titular de AYSA sostienen que en el último acto que compartió con el Presidente, donde elogió su gestión, quedó a la luz la ratificación en su cargo. El ministro de Obras Públicas es uno de los funcionarios en ascenso dentro del Gabinete. No tiene intenciones de competir y entre sus pares creen que no tendría sentido sacarlo del lugar que hoy ocupa.
La titular del PAMI y la del ANSES no quieren competir. Cuentan con el aval de La Cámpora, agrupación de la que forman parte, donde quieren evitar que abandonen sus puestos. Ambos son estratégicos dentro de la estructura del Estado. La agrupación que comanda Máximo Kirchner está armando un proyecto político a mediano plazo y analiza cada movimiento en el tablero de ajedrez.
Fernández quiere que todas las listas del país tengan el sello distintivo de la unidad. “A las 00:01 de la madrugada todos los sectores tienen que estar conformes con el cierre. Esa es la voluntad de Alberto, que sigue trabajando por la unidad”, explicó a Infobae un dirigente empapado de la rosca electoral.
Dentro del oficialismo creen que el cierre de listas, más allá de la tensión habitual que generan, servirá para cerrar heridas, ordenar a los jugadores y compactar el mensaje. Deben lograr que la familia ensamblada siga rindiendo frutos pese a las tensiones internas que suelen resquebrajar la unidad y credibilidad del Gobierno.
El Presidente se cargará sobre su espalda la campaña electoral. Así lo tiene decidido. Es el principal candidato del Frente de Todos. Siente que esta elección es suya. En la del 2019 compitió como el punto de encuentro de la unidad. Ahora, después de un año y medio de gestión al frente del Gobierno, tiene un desafío doble. Debe plebiscitar la gestión que encabezó. Está dispuesto a defenderla.
Quienes lo tratan semanalmente aseguran que si fuera por Fernández saldría a golpear puertas para hablar con la gente. Explicarles lo que se hizo durante la gestión de la pandemia. Las dificultades que heredó del gobierno de Cambiemos y el plan pospandemia que tienen diseñado. En algún punto sería emular los famosos timbreos creados por el ex jefe de Gabinete Marcos Peña para mostrar la política y los políticos cerca de la gente.
Fernández apostará a un discurso más moderado durante la campaña. Duro con la oposición pero de cercanía con la sociedad. Similar al que tuvo en la última campaña electoral que protagonizó. El fragor de la gestión y las necesidades de mantener el equilibrio interno lo desperfilaron en algunos momentos. “Quiere hacer una campaña sin histeria, contar lo que hizo y entablar un diálogo colectivo con los argentinos”, sostuvo un funcionario que lo frecuenta.
La demora en la definición de candidatos también es posible porque en el Gobierno tienen en claro, según las encuestas que consumen, que el sello partidario del Frente de Todos mide más que cualquier nombre propio. Lo que importa es la boleta peronista y no la foto del candidato. Alberto Fernández, Cristina Kirchner, Sergio Massa y Axel Kicillof se encargarán de militar esa boleta de color celeste y blanco.
El estiramiento de las resoluciones también sirve para evaluar posibles caminos a seguir para enfrentar a la oposición. La estrategia no será la misma si el candidato de Juntos por el Cambio es Diego Santilli o Facundo Manes. El discurso para desgastar el rival es diferente, al igual que las especulaciones sobre como podría ser la contienda electoral.
El intendente de uno de las localidades más pobladas del conurbano lo definió con sutileza pragmática: “Santilli es un candidato de la política, que tendrá el aparato del PRO y que pisará nuestros municipios para hablar de la seguridad. Es duro. Manes parece ser un globo de ensayo. El problema es que no sabemos cómo puede resultar. Puede ser un fracaso o una sorpresa que nos complique la vida”.
Otro jefe comunal de largo recorrido en el peronismo y en la política bonaerense fue más terminante al analizar el fenómeno Manes. “Primero se tiene que subir al ring propio. Le van a dar unas cuantas cachetadas. Si gana, se tiene que subir al ring a pelear con nosotros, que también vamos a cachetearlo. Hay que ver si es capaz de sobrevivir al barro de la política”, detalló.
Dentro el Gobierno siguen de cerca las jugadas electorales de la oposición. De Santilli advierten que es un candidato sólido con un techo de conocimiento en el conurbano que puede romper fácilmente. Manes les genera más incertidumbre. En términos boxísticos es capaz de aplicarles un cross de derecha o sucumbir frente a una golpe al mentón con el sello peronista.
En la Casa Rosada consideran que entre miércoles y jueves se conocerá el nombre que encabece la lista de diputados nacionales. Antes solo se profundizará la rosca política, la incertidumbre y la especulación. Tiempo de descuento para las definiciones políticas. La bolilla está girando.
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