“Con las vacunas solas no alcanza, pero sin las vacunas no se puede”. Un funcionario con despacho en la Casa Rasada dibujó con sus palabras una parte de la estrategia electoral. En el Gobierno tienen en claro que las elecciones estarán fragmentadas en dos partes. El argumento que sostiene la gestión en las primarias es distinto al de las generales.
En las PASO, que se desarrollarán el 12 de septiembre, el aumento en la escala de vacunación será una noticia positiva que empuje un posible triunfo peronista. Para el 14 de noviembre, cuando se lleve adelante las elecciones generales, el fenómeno vacunación se licuará y el gobierno de Alberto Fernández tendrá que mostrar que la recuperación económica tan anunciada se puede ver reflejada en las calles.
En el peronismo se esfuerzan por marcar que la disputa por los lugares en la lista de candidatos es una pelea ajena, que solo le pertenece a Juntos por el Cambio, donde se abrió la discusión para ver quién conduce el espacio en los próximos dos años. Por eso, las definiciones sobre el armado de listas se demora. Lo importante en este momento, sostienen, es seguir mostrando gestión. En especial la sanitaria.
En los últimos días en el oficialismo se multiplicaron las reuniones y los llamados para empezar a encausar la discusión por las listas. Aún permanecen las dudas y aumentan las especulaciones. “Tiran al aire posibles nombres para ganar tiempo, pero la definición no está tomada todavía”, asumió un intendente con llegada a la información que circula en la Casa Rosada.
Uno de los objetivos del Frente de Todos es poder lograr la mayoría propia en la Cámara de Diputados. La del Senado ya la tienen. Para lograrlo es esencial tener una buena performance en los distritos electorales más importantes del país. Esa cuenta es la que genera más incertidumbre. Hay motivos para que así sea.
En la Ciudad de Buenos Aires en el peronismo confían en que Leandro Santoro, el principal candidato a ocupar la cabeza de la lista de diputados nacionales, puedan dar una digna batalla frente a la ex gobernadora María Eugenia Vidal. Si bien saben que es casi una derrota asegurada, apuntan a restar puntos al contrincante. Menos votos son, en definitiva, menos diputados.
Pero el resultado no es lo único. En territorio porteño se consolidó la unidad de las tres patas políticas que conviven lideradas por Mariano Recalde, Juan Manuel Olmos y Víctor Santa María. Para el Presidente la unidad es el sello fundamental que tiene que estar impreso en todas las boletas del oficialismo.
Por afuera, con los votos de la última elección a cuestas, aparece el ministro de Turismo y Deportes, Matías Lammens. En el 2023 el ex presidente de San Lorenzo quiere volver a competir por la jefatura del Gobierno porteño. Para eso deberá empezar a construir una estructura propia. Hoy no la tiene.
En la Casa Rosada aseguran que en esta elección se pelea voto por voto, diputado por diputado, a lo largo y ancho del país. En ese sentido, hacer una buena elección en la mayoría de las provincias, aunque no sean las más pobladas, es necesario. En todas lo importante es mostrar unidad y gestión. El cierre de alianzas del miércoles mostró un esquema compacto. Fue un primer paso.
En Santa Fe la pelea siempre es entre tres: el Frente Amplio Progresista, el Frente de Todos y Juntos por el Cambio. En esta oportunidad, según indican algunas encuestas que consumen en el peronismo santafecino, la pelea estará más polarizada entre ellos y Juntos por el Cambio. El tercer frente, liderado por el socialismo, está en proceso de rearmado después de la muerte del ex gobernador Miguel Lifschitz.
El gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, busca cerrar una lista de unidad con todos lo sectores adentro. Quiere evitar las PASO y cualquier rispidez que se pueda generar con el kirchnerismo o el espacio Corriente Militante, que lidera el ministro de Defensa, Agustín Rossi, y con el sector kirchnerista que responde directamente a Cristina Kirchner y que hoy impulsa la candidatura a senadora de María de los Ángeles Sacnun.
La decisión está basada en una estrategia a mediano plazo. Perotti no puede reelegir en el 2023 porque se lo impide la constitución provincial. Mirando hacia adelante, le conviene fortalecer Hacemos Santa Fe, el espacio que fundó hace apenas algunas semanas, y construir, lentamente, una estructura territorial. Fortalecer su esquema para no perder terreno en la disputa provincial.
El ejercicio que no hizo en sus años como intendente y senador, lo empezó a realizar ahora. La paz interna en el peronismo provincial es clave para seguir adelante con esa construcción. Por eso para Perotti la rosca electoral no será un motivo de pelea.
Su intención es asegurarle a Roberto Mirabella, actual senador y mano derecha, un lugar entre los tres más importantes: las dos candidaturas para el Senado y la cabeza de diputados. Donde acuerde, estará bien. No hay voluntad de levantar las armas. Una posibilidad es que el actual senador encabece la lista de diputados y Sacnun la de senadores.
Las posibilidades de un triunfo oficialista en territorio santafecino se complicaron con el último movimiento que hizo la UCR. Un sector que estaba en el Frente Amplio pasó a formar parte de Juntos por el Cambio. El partido centenario decidió jugar mayoritariamente en el mismo lugar donde se encuentra a nivel nacional. Será una elección ajustada en la que el peronismo puede recibir un cachetazo doloroso.
En Mendoza el radicalismo también complicará las chances del peronismo. Es el oficialismo provincial y no debería sufrir contratiempos para ganar la elección. El Frente de Todos sumó al diputado José Luis Ramón, en una jugada que busca tener un impacto en el armado de Cámara baja y en la cantidad de votos que puedan conseguir en los comicios.
Anabel Fernández Sagasti, la senadora de La Cámpora que tiene el respaldo absoluto de Cristina Kirchner, logró mantener la unidad de todos los sectores y se consolidó como la líder del peronismo en la provincia. Al sector más kirchnerista del peronismo aún le cuesta instalarse en las provincias que tienen más peso electoral y Mendoza es un claro ejemplo de esa dificultad.
En Córdoba el peronismo que está fuera del gobierno también suele tener problemas para ganar los comicios. Si bien en las elecciones de medio término al peronismo cordobés que conduce el Gobernador le cuesta más hacer pie, se lleva una porción clave del electorado. Divide los votos y abre la cancha para que Juntos por el Cambio se haga fuerte. Juan Schiaretti y sus movimientos dentro de las fronteras provinciales suelen ser un dolor de cabeza para la Casa Rosada.
El actual senador Carlos Caserio, ex hombre de confianza de Schiaretti, renovará su banca en la Cámara alta, mientras que en el primer escalón de la lista de diputados podría ir Martín Gill, el Secretario de Obras públicas que aparece en el escenario cordobés como uno de los posibles sucesores de Schiaretti para el 2023. El otro es el actual intendente de Córdoba capital, Martín Llaryola.
Córdoba es una de las provincias donde Juntos por el Cambio está más fuerte. No es casualidad que Mauricio Macri haya decidido cerrar su campaña electoral en ese lugar dos años atrás. Lo acompañó una multitud. Símbolos que en la política quedan grabados. El peronismo vinculado a la Vicepresidenta tiene una baja aceptación.
El escenario federal con el que se enfrenta el gobierno nacional es complejo de cara a las elecciones. Lo saben y lo asumen. Por eso gana aún más importancia la batalla electoral en la provincia de Buenos Aires, donde en Balcarce 50 creen que, más allá de que pueda ser competitiva, no tendrán problemas para ganarla.
En todo caso lo que cambia es la amplitud del resultado. Ganar por un punto es una derrota. Ganar por cuatro puntos es un triunfo respetable. Ganar por una diferencia mayor es una victoria contundente que demuestra supremacía en el territorio electoral más importante del país. Perder en la mayoría de los distritos más grandes, pero ganar a nivel nacional, es una señal de alerta y un triunfo que merece un festejo moderado.
En la provincia de Buenos Aires sigue vigente la idea de que el sello partidario es más importante que cualquier candidato. Hay una razón simple. En las encuestas mide mejor el Frente de Todos que cualquier nombre propio. Sea cuál sea es nombre.
Por eso en la Casa Rosada insisten con que la estrategia principal, tal como adelantó Infobae, es que los principales candidatos sean Alberto Fernández, Cristina Kirchner, Sergio Massa y Axel Kicillof. La primera línea de batalla.
En el peronismo están convencidos que la elección bonaerense no se les escapará. La unidad es la clave para el triunfo. La última elección de medio término que ganaron fue en el 2005. Cortar esa racha después de un año y medio de pandemia y crisis económica sería un logro en si mismo.
Mientras tanto avanzan las negociaciones entre todas las patas de la coalición para determinar la lista. La representación que se logre tiene que mostrar las diferencias del rompecabezas que se armó en el 2019 y que busca la revalidación en las elecciones que se aproximan. Las definiciones llegarán en los últimos días de la semana que viene.
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