Mientras permanecen como incógnitas las nóminas de la ciudad y la provincia de Buenos Aires, en los últimos días se definió un acuerdo electoral entre el PJ y La Cámpora en el corazón agropecuario del país. La boleta de precandidatos de La Pampa para el Senado será encabezada por un funcionario del gobernador justicialista Sergio Ziliotto, Daniel Pablo Bensusan, y en segundo lugar por una mujer de la confianza de la vicepresidenta Cristina Kirchner, la Secretaria Administrativa del Senado, María Luz “Luchy” Alonso.
La jefa del Senado envió a una de sus alfiles más importantes a las listas de La Pampa tras meses de negociaciones entre el camporismo y el peronismo. Pasaron diez años después de la ruptura del ex gobernador Carlos Verna con Cristina Kirchner, y ahora en la provincia “suenan los violines”, según describen quienes conocen de cerca las internas locales.
Aquella disputa quedó atrás en 2019, cuando Verna y Cristina se reconciliaron durante la conformación del Frente de Todos para las presidenciales. Según pudo reconstruir Infobae, Alonso, de 36 años y oriunda de Victorica, tiene buena relación con “el Ruso” Ziliotto y con su ministro de gobierno, Bensusan, alias “Pali”, que encabezará la nómina de Senadores por la línea Plural. “La candidatura no fue una imposición de Cristina. De hecho, fue Luchy quien acercó a Verna con Cristina”, aseguran en la arena peronista de La Pampa. En los últimos años, La Cámpora ganó espacio a nivel local y hoy es la segunda fuerza en la interna, después del justicialismo.
En la lista para Diputados, según anunció el propio gobernador -en calidad de presidente del PJ-, irán la secretaria legislativa de la Cámara de Diputados de La Pampa, Varinia Liz Marín (su apodo, casualmente, es “Lichy”), secundada por el legislador Ariel Rauschenberger, respectivamente de Convergencia y Compromiso Peronista.
Ex diputada nacional del Frente para la Victoria y dirigente camporista local de la primera hora, hace dos años Alonso dejó la banca que había ganado en la Legislatura provincial en los comicios locales para ir al Senado con Cristina Kirchner, quien la llamó a su lado como secretaria administrativa. Desde entonces, la referente pampeana mantiene un perfil relativamente bajo en comparación con las últimas campañas. Se transformó en la mano derecha de la vicepresidenta, mujer de su confianza y ejecutora de sus decisiones en la Cámara alta.
Su cargo, de orden técnico, tomó en el último tiempo ribetes políticos. El año pasado, después de jurar “por Cristina Fernández de Kirchner”, se hizo cargo de los preparativos tecnológicos para las discutidas y a veces polémicas sesiones virtuales a las que obligó el aislamiento por la pandemia, y tuvo un papel destacado en la parafernalia del sistema de conexión a través de videoconferencias. El manejo de las acreditaciones, las conexiones y la verificación de la identidad de los senadores le dieron alto protagonismo. “Es la que maneja la caja, la que tiene la última palabra en todo lo que tiene que ver con gastos e inversiones, desde los viajes, hasta los remises”, dijo un hombre con despacho en el Congreso.
También formó parte de las negociaciones con los gremios parlamentarios que terminaron en un acuerdo por la suba del 40 por ciento de los sueldos de los trabajadores del Congreso, una de las señales político-económicas más relevantes de la vicepresidenta en el año electoral. La decisión fue consensuada con el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, de cara a las pujas salariales del resto de los sectores de la economía, cuando en oficialismo impera a necesidad de otorgar mejoras a los bolsillos de los votantes.
“Luchy entra y se va del recinto cuando está Cristina. Si no está, se va”, describió un hombre del Senado que, a pesar de que forma parte del cuerpo administrativo, la posicionó como parte del grupo de las senadoras predilectas de la vice, Ana Claudia Almirón (Corrientes) y María Eugenia Duré (Tierra del Fuego). Integra la legión de jóvenes camporistas que se formaron al calor de la militancia durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, junto a Mayra Mendoza, hoy intendenta de Quilmes, y Anabel Fernández Sagasti, senadora mendocina, que preside el PJ en su provincia, y Luana Volnovich, titular del PAMI.
Hoy es uno de los brazos de la estrategia de La Cámpora para ocupar terreno en el peronismo del interior del país de cara a 2023 -y más allá-, al igual que Fernández Sagasti en Mendoza, y la dirigente camporista Gabriela Estévez en Córdoba.
Cuando asumió, Alonso cuestionó públicamente el estado del Senado, en repetidas críticas a la administración previa. “Nos había quedado una gestión bastante complicada, el día que me tocó jurar, juré casi con la luz cortada. La infraestructura tecnológica tiene una antigüedad de 10 a 12 años”, dijo en una entrevista con el canal local CPE algunos meses después de reemplazar al Secretario Administrativo de Michetti, Helio Rebot, y mandó a auditar algunas de sus decisiones.
Desde la oposición -minoría en el Senado- señalaron que Alonso “colonizó” el área administrativa con dirigentes de su espacio y ejecutó el freno a las reformas que había impulsado Gabriela Michetti durante el gobierno de Mauricio Macri como presidenta de la Cámara alta. Resienten su figura.
Hace un mes y medio se empezó a rumorear en el palacio que la preferida de Cristina Kirchner podría ir a las listas por La Pampa y se activaron las dudas y versiones sobre su reemplazo, que aún no está definido. Por ahora, todo indica que la camporista visitará seguido La Pampa -cerca suyo aseguran que nunca dejó de viajar-, para hacer campaña. Si el Frente de Todos gana en noviembre, regresará al Senado en diciembre. Esta vez, para ocupar una banca en el recinto que comanda la vicepresidenta.
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