Juliana Awada es una mujer de palabra. Hace más de una década le dijo a esta cronista que no importaba lo que se dijera de ella, quería ser siempre la primera en saberlo, y también que iba a estar siempre disponible para responder lo que fuera, sin intermediarios. Del otro lado del mundo, tarda menos de diez minutos en contestar el mensaje de Whatsapp: “¡Qué locura! Lo que están inventando es una maldad”.
Acabo de contarle lo que se dice en Buenos Aires. Este mediodía, la periodista Lara de Alvear aseguró en un programa radial que la ex primera dama estaba separada de Mauricio Macri. “La política y sus pactos… –escribió además en un suspicaz posteo que se viralizó en Twitter–. Juliana Awada no renovaría para acompañar a Macri. Volvió con Bruno Barbier, padre de su hija Valentina”. Los rumores se extendieron en esa red social y hasta agregaron que “la hechicera” -como llama el ex presidente a su esposa desde que empezaron a salir-, planeaba instalarse en Europa con el conde belga. Pero también se sumaron a otras versiones que ya corrían en algunos círculos políticos. Esos que hace semanas aseguraban por lo bajo que la pareja aprovecharía el viaje del hoy dirigente de la Fundación FIFA para presentar su libro en España como una escapada para recomponerse de una severa crisis.
“Gracias a Dios estamos más juntos que nunca”, desmiente, categórica, y cuenta que están felices, en Suiza y con Antonia. “Vinimos los tres juntos. Pero es cualquier cosa lo que dicen… Y también una falta de respeto y de profesionalismo decir semejante barbaridad sin ningún tipo de información, ¡como si no hubiera otras cosas de qué preocuparse!”, dice con firmeza, pero sin levantar nunca el tono de voz.
El absurdo de que la vinculen con su ex es más grande si se tiene en cuenta que Bruno Barbier está casado hace más de cuatro años con la relacionista pública francesa Charlotte Barbotin-Larrieu; y que, aunque no fueron por los compromisos que tenía el entonces presidente, Awada y Macri estuvieron incluso invitados a la fiesta. Se llevan tan bien, que han compartido más de un asado en Los Abrojos, y Antonia –que ha pasado temporadas al cuidado del belga durante las giras europeas del entonces matrimonio presidencial– le dice “tío” al padre de su hermana.
El plan, en efecto, es que la diseñadora se quede unos días más para ver a su hija mayor, que terminó el año pasado la secundaria en el Liceo Francés de Buenos Aires y viajó al Sur de Francia, donde vive Barbier, con la idea de continuar sus estudios en ese país. El idioma le es familiar a la joven: su padre usa casi exclusivamente esa lengua para comunicarse con ella. “Valentina entró en la Universidad y arranca Derecho y Administración de Empresas en septiembre”, dice Awada orgullosa, aunque solo la ayudará con algunos preparativos, ya que piensa regresar mucho antes del comienzo de clases. “Más allá de todo –asegura–, lo más importante en mi vida es mi familia. Soy muy agradecida de la familia que armamos y de todo lo que vivimos. Y hoy me pone muy feliz ver a mis dos hijas -de edades tan diferentes- crecer con valores, educadas, sanas y cariñosas”.
–Entonces, Juliana, por si queda alguna duda, ¿cómo definirías este momento con Mauricio, después de todo lo vivido?
–Así, feliz. Nuestro amor es tan sólido que dudo que algo nos pueda separar.
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