Es mentira que la Argentina no sea una tierra próspera. Lo es, por ejemplo, en materia de bloqueos sindicales: actualmente hay cerca de 50 en todo el país, se denuncian unos ocho por semana y en lo que va del año ya cerraron seis empresas por culpa de esta modalidad extorsiva de protestas que pusieron de moda los Moyano.
Los datos surgen de las denuncias que llegan al Movimiento Empresarial Anti Bloqueos (MEAB), que desde mayo recibió unos 180 mails de empresarios que piden ayuda para enfrentar estas medidas de fuerza, pero la mayoría de los casos no salen a la luz por miedo a las represalias de los sindicatos.
“La mayoría les terminan dando a los sindicatos todo lo que piden. Es que ¿cuánto tiempo podés soportar con la empresa cerrada? No todos toman la decisión de no ceder y de luchar hasta el final, pero cuantos más seamos los que mantengamos esa conducta se podrá impedir que sigan bloqueando”, dijo a Infobae la titular del MEAB, Verónica Razzini, dueña de una empresa en Rosario que el año pasado estuvo bloqueada 90 días por el Sindicato de Camioneros de Santa Fe y que logró que la Justicia detuviera e imputara a los activistas que impidieron el acceso a sus sedes y amenazaron a sus directivos.
Uno de los datos más dramáticos que surge de las estadísticas del MEAB es que, desde enero, seis empresas decidieron cerrar por culpa de los constantes bloqueos que sufrieron: son cuatro transportistas, un corralón de materiales y una aerolínea pequeña, todas ubicadas en la Provincia de Buenos Aires. Intentaron sobrevivir a los aprietes sindicales, pero se fueron achicando hasta bajar sus persianas. Son las víctimas silenciosas de un Estado que no protege a todos.
Los bloqueos afectan a empresas de todo el país: las últimas consultas que recibió el MEAB provienen de firmas radicadas en la Ciudad de Buenos Aires, Provincia de Buenos Aires (Avellaneda, La Matanza, Esteban Echeverría, San Martín, San Justo, La Plata y General Alvear), Mendoza, Corrientes, Neuquén y Santa Fe (Rosario, Venado Tuerto, Reconquista y Villa Cañas). Y el origen de estas protestas denunciadas se concentran en tres grandes motivos: reclamos de encuadramiento sindical (un clásico de los Camioneros, en donde un gremio le disputa a otro la representatividad en una actividad, oficio o empresa), conflictos en el transporte automotor de cargas (”abundan los aprietes a empresas, el reclamo de bonos extra y los kilómetros de recorrido inventados”, aseguraron en el MEAB) y la resistencia a los despidos con causa (”aunque haya razones justificadas, los sindicatos buscan impedirlos”).
En los registros del MEAB figura que la mayoría de los bloqueos son impulsados por el Sindicato de Camioneros, aunque hay otros realizados por petroleros, aceiteros y químicos, por ejemplo. La semana pasada hubo uno protagonizado por la UOCRA (construcción), que impidió el paso a una planta agroindustrial de Molinos Río de la Plata en San Lorenzo, Santa Fe, y puso en peligro las exportaciones del agro, aunque se levantó al declararse la conciliación obligatoria.
El auge de los bloqueos que ponen en jaque a las empresas se produce ante la pasividad de los funcionarios y la tolerancia de la Justicia. La única vez que un funcionario admitió que estas protestas “preocupaban” al Gobierno fue puesto en la mira por Hugo Moyano, líder del Sindicato de Camioneros, como sucedió la semana pasada: el sindicalista atacó al ministro Matías Kulfas (que admitió la preocupación oficial) y a su colega Claudio Moroni porque “cuestionan públicamente los legítimos reclamos del sector trabajador” y les pidió que “repasen el pasado de luchas comunes antes de evaluar con ligereza”.
Para Razzini, la reacción de Moyano “en cierto punto roza la amenaza porque es como decirles a los ministros ‘tengan cuidado, acuérdense lo que hice por ustedes y miren el poder que tengo’”. Y agregó: “Esa postura me trasladó a lo que sentí cuando estábamos en pleno conflicto y venían a apretarnos. Llegaron a nuestra empresa y nos advirtieron: ojo con lo que van a hacer porque nosotros tenemos jueces, fiscales, tenemos todo para ganar. No se saben comunicar de otra manera. Pero la verdad es que no tenían a todos los jueces, los fiscales ni tenían todo. Sólo tienen una impunidad muy grande para amenazar”.
La empresaria está contenta porque cuando lanzaron el MEAB, en mayo pasado, sólo lo integraban 18 compañías y hoy llegaron a 48 en todo el país. “Vamos sumando integrantes todos los días, de distintos rubros e incluso al principio eran sólo empresas chicas y ahora se contactan firmas más grandes. Por ejemplo, ahora nos estamos uniendo con la Organización Argentina de Mujeres Empresarias (OAME), de la que forman parte 197 empresas”, afirmó.
El entusiasmo que muestra radica en que “cada vez son más las empresas que pierden el miedo: de las llamadas que recibimos esta semana hubo cuatro que coincidieron en que habían llegado al límite y que querían resistir los bloqueos”. Según Razzini, “con el MEAB queremos inspirar a que pierdan el miedo y ofrecemos es una estrategia para afrontar el embate sindical: queremos que el empresario sepa que tiene herramientas para luchar y son las que marca la ley”.
“Nunca imaginé que íbamos a tener tantas llamadas de todos lados -admitió Razzini-. Hay un distribuidor de alimentos para mascotas, con 200 empleados, que está amenazado por los bloqueos. Su gente esta afiliada al Sindicato de Carga y Descarga y a Comercio y quieren que pase a Camioneros. Por ahora está bancando. Lo mismo pasa con una empresa de accesorios para final de obra de Bahía Blanca en la que trabajan 120 empleados: reclaman que se afilien al sindicato de los Moyano. Es increíble la cantidad de casos que existen. Y me conmovió un mail que recibí de un empresario que me dijo: ‘por la extorsión sindical tuve que cerrar mi empresa en San Martín, Provincia de Buenos Aires, pero quiero darles mi apoyo y ayudar en lo que se pueda contra este accionar impune’”.
También hay ejemplos de resistencia exitosa a los bloqueos. Razzini destacó los casos de un corralón de Río Negro y de una empresa de motos en Rosario que “dieron la batalla y ganaron”, así como lo que sucedió en Química Oeste, una pyme de Esteban Echeverría que fue bloqueada por Camioneros en mayo: su dueño, Ignacio Dos Reis, presentó una denuncia penal con el asesoramiento de Florencia Arietto, abogada del MEAB, y despidió con causa a cinco empleados que participaron de la protesta. Hoy, la Justicia está citando a los responsables del bloqueo, la empresa trabaja normalmente con una custodia policial en la puerta y hay un fiscal ordenó detener a quienes intenten impedir el acceso a la planta. “Fue nuestro primer éxito -dijo-. Es una empresa que dio la pelea, se aferró a la ley y puede seguir trabajando”.
Por eso el primer consejo que brinda el MEAB a una víctima de los bloqueos es hacer una denuncia penal. “Es el comienzo de la solución -destacó Razzini-. Cuando me llama un empresario, le pregunto si está dispuesto a presentarla. Si no, no hay chances de frenarlos”. Esa instancia es clave porque, según la empresaria, “lo que menos hacen los Ministerios de Trabajo es arbitrar: están a favor de los sindicatos, de la extorsión”. Sin embargo, advirtió que “va a haber una rebelión del empresariado porque si no le encontramos una salida a esta situación vamos a tener que cerrar o vender nuestras empresas”.
La titular del MEAB se unió a otras 240 pymes que hace quince días le pidieron una audiencia al ministro de Trabajo para explicarle que deberán cerrar o despedir personal si pagan aumentos salariales por encima del 40% a raíz de “la desesperante y delicada situación económica y financiera que atraviesan”. Moroni todavía no les contestó, pero si algún día se concreta el encuentro, Razzini aprovechará para contarle en detalle los problemas que generan los bloqueos.
“Mi idea es darle al ministro detalles sobre la situación que vivimos las pymes -sostuvo-, con la presión de no poder invertir, sin acceso al crédito, una presión fiscal galopante y aparte con los bloqueos que no nos dejan trabajar ya que vivimos amenazados y tenemos que pagar extorsiones. ¿Cómo hacemos? Necesito preguntarle eso, aunque quiero que encontremos una solución conjunta porque las pymes somos las que podemos poner de pie a la Argentina. Representamos el 90% del PBI. Y necesitamos ayuda”.
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