Se llama Rubén Agustín Rosa Torino y su nombre figura en la lista de los más de 100 eclesiásticos abusadores en la Argentina. Ayer, en la provincia de Salta, comenzó la primera audiencia virtual en el proceso que lo juzga por los cargos de “abuso sexual gravemente ultrajante por la duración y por ser ministro de culto reconocido”.
Tres víctimas, dos ex seminaristas y una ex monja, tuvieron el valor de denunciarlo ante la Justicia. También hubo otras 30 “denuncias canónicas” que no llegaron a los tribunales, pero que fueron tomadas en cuenta en una tardía investigación del Vaticano que derivó en el cierre del instituto religioso de derecho diocesano Hermanos Discípulos de Jesús de San Juan Bautista fundado en 1986 por el sacerdote.
El proceso judicial, que se extenderá hasta el 8 de julio, comenzó con los testimonios de los denunciantes. Dos de ellos lo hicieron de manera virtual y uno pudo llegar a Salta para declarar de forma presencial.
La audiencia se realizó en el salón de grandes juicios. Está a cargo la Sala IV del Tribunal de Juicio integrada por los jueces Maximiliano Troyano, quien presidirá el tribunal, y Norma Beatriz Vera y Roberto Faustino Lezcano como vocales.
La palabra de la fiscalía
La fiscal del juicio que mantiene en vilo a Salta es Verónica Simesen de Bielke, que en su momento reemplazó a Luján Sodero en la Fiscalía Penal 2 de la Unidad de Delitos contra la Integridad Sexual.
En la acusación elaborada por la fiscalía, se desprende que de la investigación “surge con claridad meridiana” que el sacerdote, valiéndose de su condición de “fundador y director” del Instituto “desplegó conductas deshonestas en claro menoscabo de la libertad sexual de las víctimas” a las que le produjo “sufrimientos y humillaciones tanto por la intensidad de su duración como por la repetición de tales conductas vejatorias, que dejaron huellas indelebles en sus psiquis”.
En uno de los tramos más salientes hace hincapié en la declaración testimonial de la ex monja quien aseguró que en el año 2016 denunció a su victimario, entre otras cuestiones “por su machismo y desprecio hacia las mujeres y por abusos sexuales reiterados y manoseos libidinosos y ultrajantes hacia mi persona y hacia diversos hermanos de la comunidad; por haberlos mantenido dominados en todo espiritualmente, económicamente”.
También declaró que cuando el sacerdote se enteró que su víctima estaba dispuesta a denunciarlo la humilló, la calumnió públicamente y hasta le ofreció dinero a cambio de no llevar el caso ante los tribunales.
Antes de ingresar a la primera audiencia contra Rosa Torino, la fiscal Simesen de Bielke sostuvo que “hay suficientes pruebas para una condena, son elementos contundentes” y aclaró que si bien todos los juicios son importantes, este es de particular relevancia porque “se trata del juzgamiento de alguien que pertenecía a la Iglesia Católica y de personas que estaban dentro de esa institución con la misma intención de servir a Dios”.
La fiscal recordó que “se trata de abusos sexuales ocurridos en Salta donde la población católica profesante es mayoritaria”.
“El Vaticano no castiga”
“El cura Rosa Torino, que aún conserva su estado clerical, responde al perfil de los clérigos abusadores. Son personas egocéntricas, que no empatizan con el dolor del otro. Son conscientes de sus actos. No son enfermos. Todos tienen estas características”, le explicó a Infobae Liliana Rodríguez, psicóloga de la Red de Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos de Argentina.
“Los clérigos abusadores eligen a sus víctimas. ¿Qué quiere decir esto? Que son personas muy hábiles que se ganan su confianza, que utilizan en su favor el secreto de confesión. Utilizan los puntos vulnerables. Saben cómo utilizar las palabras que las víctimas necesitan escuchar en un momento determinado de sus vidas. Ellos traicionan la confianza que se ganan de las víctimas. Ellos abusan de esa confianza. Por eso el daño psicológico que hacen es grave”, destacó la profesional.
La psicóloga, que asiste, acompaña y contiene a los sobrevivientes de sacerdotes pedófilos precisó: “Los sobrevivientes de Rosa Torino eran personas que tenían una elección de vida. Tenían una vocación. Habían ingresado al Instituto Hermanos Discípulos de Jesús de San Juan Bautista con toda esperanza y esto les quebró su vocación. Ellos se quedaron en blanco. Tuvieron que rearmar su vida. Una de las víctimas se escapó del Instituto para no seguir sufriendo abuso. Abusos que el Vaticano encubre de manera sistemática”.
-¿Por qué el Vaticano encubre estos hechos aberrantes, repudiables, que además son un delito penado por la ley?
-El Vaticano encubre y protege para cuidar la imagen de una institución. Pero la alfombra les quedó chica, ya no se puede tapar más. Nuestra lucha es con la institución, no con las creencias. Acá el problema es que esta institución patriarcal, misógina, encubre sistemáticamente estos abusos. El Vaticano, la institución no entrega y no castiga.
El sacerdote y los dos Papas
Rosa Torino supo tener influencia entre los políticos, el obispado local y la Santa Sede.
Con el visto bueno del entonces Papa Juan Pablo II, el instituto religioso que había iniciado en territorio salteño se extendió a México, Chile y España.
Treinta y tres años después, el 18 de junio de 2019, y por disposición del Papa Francisco, la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica decretó la “supresión” del Instituto liderado por Torino Rosa.
Para esa fecha, el supuesto cura abusador ya había sido detenido (21 de diciembre de 2016) y beneficiado con prisión domiciliaria nueve meses después.
El Vaticano, en 2015, había decidido investigar a Rosa Torino, en principio, no por los presuntos abusos que este habría cometido, sino por supuestos delitos económicos que se llevarían adelante desde la institución religiosa que él dirigía, como el de “lavado de dinero”.
Según la reconstrucción que realizó Infobae, el 11 de mayo de 2015, el nuncio apostólico en la Argentina, Monseñor Emil Paul Tscherrig, solicitó la intervención de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, después de “haber recibido serias denuncias sobre diversos aspectos de la vida del Instituto religioso de derecho diocesano Hermanos Discípulos de Jesús de San Juan Bautista”.
El 1° de junio del mismo año, fue enviada a Roma una investigación preliminar. Ese mismo mes, la Congregación decidió nombrar a dos comisarios pontificios para seguir investigando: Monseñor Luis T. Stöckler, obispo emérito de Quilmes y monseñor Martín de Elizalde, obispo emérito de 9 de Julio.
Ambos interrogaron a Rosa Torino, escucharon a los miembros del Instituto, a los obispos interesados y a quienes estuvieron en contacto con el Instituto religioso.
Después de eso, emitieron un documento en el cual, además de examinar la conducta del sacerdote, se “evaluó las dificultades encontradas para la formación humana y espiritual de los miembros y ha tenido en cuenta la situación institucional fuertemente comprometida”.
Al cabo de este itinerario, y de acuerdo al Código de Derecho Canónico, se dictó el Decreto que dispuso la supresión del Instituto religioso comandado por el cura que ya esperaba su juicio oral.
El documento precisa que el sacerdote no solo era investigado por “presuntos abusos sexuales cometidos en 2005 y 2013”, en la Justicia salteña, sino también que “los medios informaron que el padre Rosa también podría ser investigado por delitos de lavado de activos y narcotráfico”.
Los trascendidos indicaban que el Rosa Torino mantenía una supuesta conexión con el capo narco Chapo Guzmán, quien a través del cartel de Sinaloa le pedía al religioso, y a otros miembros de la congregación, que bendijera los operativos importantes de contrabando de cocaína.
La denuncia de un supuesto ex narco, revelada por el diario El Tribuno aseveraba que parte del dinero que recibiría Rosa Torino se lavaría a través de refacciones realizadas en conventos y el resto del dinero “era escondido dentro de una imagen de la Virgen de Guadalupe”.
Ayer, antes de comenzar el juicio considerado como “histórico” en Salta, los periodistas consultaron a la fiscal del caso por los delitos económicos que se habrían realizado dentro del instituto religioso fundado por Rosa Torino. “Esos hechos no se investigan en este expediente. Hay una posible vinculación con el narcotráfico en México, pero lo está investigando la Justicia federal”, respondió.
Rosa Torino es uno de los más de cien sacerdotes condenados, denunciados o que en este momento son investigados por delitos contra la integridad sexual. Para la psicóloga Liliana Rodríguez, esta es solo la punta del iceberg.
“Ellos fueron la pesadilla de los sobrevivientes. Hoy la Red de Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos de Argentina, somos la peor pesadilla que tienen. Jamás creyeron posible que los sobrevivientes de sus atrocidades se unirían para acusarlos, para darse apoyo, para ser contenidos. Cada vez más víctimas se acercan a la Red y lo hacen sabiendo que se preserva la identidad de cada uno que nos consultan”, recuerda la profesional que asiste, entre otras, a las víctimas de Rosa Torino.
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