Alberto Fernández está empecinado. Ya peleó contra Donald Trump para poner a Gustavo Beliz como titular del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y perdió sin atenuantes. Y ahora pretende ocupar la dirección de la CAF, otra entidad crediticia multilateral con muchísima influencia en América Latina. El jefe de Estado tiene el apoyo tácito de la Casa Blanca y libra una batalla sin cuartel contra Ivan Duque y Jair Bolsonaro, que usan la contienda geopolítica para marcar sus diferencias ideológicas con el Gobierno del Frente de Todos.
La elección en la CAF -Banco de Desarrollo de América Latina- es un acontecimiento político que permitirá saber si Argentina quedó aislada en el Cono Sur y muy cerca de los regímenes populistas de Bolivia, Perú y Venezuela. Alberto Fernández quiere que Christian Asinelli, subsecretario de Relaciones Financieras Internacionales, alcance la titularidad de ese organismo, pero dos socios del Mercosur -Brasil y Uruguay- ya le dieron la espalda.
Hace pocos días, las administraciones de Jair Bolsonaro y Luis Lacalle Pou informaron que votaban a Sergio Díaz-Granados, el candidato impulsado por Colombia. Mario Abdo Benítez, presidente del Paraguay, también se había comprometido con Duque, que asume que la CAF es una entidad bancaria de tácita pertenencia colombiana.
Sin embargo, Alberto Fernández hizo una llamada informal a Paraguay y logró que Benítez pusiera en stand by su apoyo a Díaz Granados. A la comunicación presidencial se sumó un viaje secreto y relámpago que hizo Asinelli a Asunción para explicar su proyecto a Benítez y su gabinete.
Al final, Asinelli no tuvo su audiencia con Benítez. Ya había sucedido la tragedia en Miami, y la cuñada del mandatario paraguayo, Sophia López Moreira, aparecía en la lista de los desaparecidos tras el derrumbe del complejo Champlain Towers. Con todo, el candidato argentino se reunió con el ministro de Economía y logró un triunfo parcial: ratificó en Asunción que Benítez ahora duda de apoyar a Díaz Granados.
Al gesto político de la llamada a Benítez, el jefe de Estado argentino le añadió una conversación reservada con Pedro Castillo, posible presidente del Perú. Duque y Bolsonaro habían logrado que Francisco Sagasti -accidental mandatario peruano- apoyara al candidato colombiano a la CAF. Y eso puso en jaque perpetuo a Asinelli.
Sagasti concluye su mandato el 28 de julio, y la elección en la CAF es el 5 de julio. Ergo: Castillo queda al margen de una decisión regional por 23 días, que implicará ceder un resorte financiero multilateral que manejarán Brasil y Colombia por cinco años seguidos.
Y no se trata sólo del tiempo de mandato. Duque y Bolsonaro están en las antípodas ideológicas de Castillo, que debería soportar a un titular de la CAF que no comparte su mirada sobre América Latina, el capitalismo y la actual agenda global.
En este contexto, Alberto Fernández llamó al celular de Castillo. La conversación ocurrió hace nueve días, y Castillo se comprometió a bloquear la decisión política de Sagasti en favor de Duque y Bolsonaro. Más aún: el posible jefe de Estado del Perú aceptó una videoconferencia con Gustavo Beliz, secretario de Asuntos Estratégicos, y el candidato Asinelli.
Beliz y Asinelli son amigos personales, y los dos secundan al Presidente para lograr la primera victoria diplomática del Gobierno en América Latina. “Muy feliz y agradecido de recibir el apoyo del Presidente electo @PedroCastilloTe para la candidatura de Argentina a la presidencia de @AgendaCAF. Trabajaremos en la construcción de consensos para una recuperación justa y sostenible de America Latina y el Caribe”, escribió Asinelli en su cuenta oficial de Twitter.
Castillo hizo un elocuente gesto diplomático hacia Alberto Fernández, pero Sagasti no tiene intenciones de retroceder. Y como aún no hay un reconocimiento judicial del triunfo de Castillo, el actual presidente de Perú no está obligado a cambiar su voto. Ni más, ni menos.
La Corporación Andina de Fomento (CAF) fue creada por Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. Y estos países, a diferencia de otros estados miembros, tienen voto doble al momento de elegir autoridades. Mientras que Argentina, Brasil, España, México, Panamá, Paraguay, Trinidad y Tobago, Uruguay y los 13 bancos privados que integran el directorio, solo detentan un voto.
Hasta el viernes 25 de junio, el panorama electoral estaba en los siguientes términos:
-Asinelli: Argentina, Bolivia, España, México, Trinidad Tobago y Venezuela. Total: 8 votos.
-Díaz-Granados: Brasil, Colombia, Ecuador, Perú, Uruguay y los 13 bancos privados. Total: 9 votos.
Votos en duda: Panamá y Paraguay.
Países que no tienen derecho a voto, pero integran la CAF: Barbados, Chile, Costa Rica, Dominicana, Jamaica y Portugal.
Asinelli llegará a la conducción de la CAF, si Perú lo vota. Porque la decisión peruana empuja los votos de Panamá y Paraguay, que juegan siempre a ganador. Y desde esta perspectiva, el número final sería 12 votos para Asinelli, y sólo 7 para Díaz-Granados.
El laberinto institucional multiplicará sus espejos, si la justicia peruana no reconoce a Castillo antes de la votación del 5 de julio. Ese día, Duque y Bolsonaro tendrán el apoyo de Sagasti, un presidente accidental en la historia de América Latina. Y así Díaz-Granados sería consagrado en la CAF por una mayoría que incluiría también a Panamá y Paraguay.
Alberto Fernández solicitará la postergación de la reunión de directorio del 5 de julio, si Castillo aún no fue nombrado Presidente por la justicia electoral. Y si eso no pasara, y Bolsonaro y Duque deciden avanzar igual, el jefe de Estado argentino analiza la posibilidad de proponer la remoción de Díaz-Granados cuando Castillo suceda a Sagasti en Perú.
No es sólo una votación en la CAF. Alberto Fernández pretende demostrar que se puede ejecutar una agenda política y social distinta en América Latina, y para ello necesita liderar un triunfo geopolítico junto a México, Perú, Bolivia y España, que tiene fuertes inversiones en la región.
Al otro lado de la mesa quedarían Duque, Bolsonaro, Lacalle Pou y Sebastián Piñera, presidentes con un corte ideológico que desconfían de Alberto Fernández, Andrés Manuel López Obrador, Luis Arce, Pedro Sánchez y Castillo, líderes políticos que no sienten adoración por el libre comercio y la anomia estatal.
La elección en la CAF plantea una batalla abierta por la agenda regional, el tono de la relación diplomática con Estados Unidos y los fondos millonarios de financiación que maneja este banco multilateral. Alberto Fernández busca su lugar en el sistema internacional, y el tándem Duque y Bolsonaro ratificar el peso específico de Colombia y Brasil en América Latina.
El dilema geopolítico acepta un sólo ganador y una sola respuesta.
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