El ministro de Defensa, Agustín Rossi, acompañado por el jefe del Estado Mayor General de la Armada, vicealmirante Julio Guardia, y otras altas autoridades militares y civiles, encabezó sobre el mediodía de este miércoles en la base naval Mar del Plata, la ceremonia de incorporación a la flota de mar del patrullero oceánico (OPV) ARA “Piedrabuena”.
La nave identificada bajo la nomenclatura naval como P-52 es una de las cuatro que forman parte de un contrato firmado bajo la modalidad Estado-Estado entre Argentina y Francia durante la gestión de Mauricio Macri. La primera de estas unidades, denominada “Bouchard”, arribó al país en 2020, pero luego de haber estado tres años al servicio de la marina de guerra francesa. El “Piedrabuena” es el primer buque que se suma sin uso previo por otro país.
Consultado sobre la incorporación de la nueva unidad naval, Rossi manifestó. “La incorporación de este patrullero oceánico nos permite claramente reforzar el control del mar en las 200 millas. Estamos incorporando un buque absolutamente nuevo que ha sido construido especialmente para la Armada Argentina. Es asimismo muy importante para nosotros poder ver la puesta en marcha del FONDEF ( Fondo para la Defensa) ya que los más de 4.500 millones de pesos que hay que pagar este año como parte del costo total de esta compra serán imputados a este fondo”. Asimismo el funcionario destacó la importancia que tiene para el país la modernización y adecuación del instrumento militar de la Nación.
Todos los especialistas navales consultados por Infobae elogiaron la ratificación de las órdenes de construcción suscriptas durante la gestión de Cambiemos por parte del gobierno de Alberto Fernández. “Es el inicio de una saludable política de Estado en materia de defensa. La inversión de más de 260 millones de euros que implica este contrato, es la primera que se hace en décadas destinada la adquisición de material militar nuevo. La última unidad naval a estrenar que incorporó la Armada fue la corbeta “Gómez Roca” en 2004.
La “Gómez Roca” fue la última de una serie de unidades militares adquiridas en plena dictadura militar y las demoras en las que incurrió el astillero Río Santiago llevaron el plan de construcción originalmente pactado para diez años a más de 20. Por otra parte luego de Malvinas la provisión de material militar nuevo proveniente del exterior se vio interrumpida, sostiene uno de los Peritos Navales entrevistados.
Tanto el ARA “Bouchard” -actualmente en servicio- como el ahora incorporado “Piedrabuena” y los actualmente en construcción “Almirante Storni” y “Bartolomé Cordero” conformaran una escuadrilla de 4 patrulleros oceánicos destinados a potenciar el accionar de la División de Patrullado Marítimo de la Armada.
La función primaria de esta división es la del control y vigilancia de los espacios marítimos, en especial dentro de la Zona Económica Exclusiva Argentina (ZEEA) como así también suelen ser empeñadas en tareas de salvaguarda de la vida humana en el mar y en operativos de búsqueda y rescate (SAR).
Tanto el “Piedrabuena” como las unidades restantes - las que serán entregadas en los próximos meses- presentan mejoras sustanciales respecto al “Bouchard”, entre ellas se destaca su casco reforzado que lo torna apto para la navegación en zona polar. La modificación estructural fue pedida especialmente por Argentina para que estas naves puedan ser utilizadas en tareas de apoyo al rompehielos Almirante Irizar.
El ARA “Piedrabuena”
El patrullero oceánico incorporado a fuerza naval nacional fue botado (puesto a flote) en octubre de 2020 en las instalaciones del astillero Kership de Concarneau, Francia, por cuenta y orden de la firma Naval Group. La unidad tiene una eslora de 87 metros, siendo su manga (ancho) de 13,6 metros y su calado (parte sumergida del casco) de 3,8 metros.
Su tripulación básica es de 40 marinos con capacidad adicional para otros 19 tripulantes. Tiene una autonomía de 13.890 kilómetros (7.500 millas náuticas) a una velocidad de 12 nudos. Puede alcanzar una velocidad máxima de 21 nudos (38 km/h) y ha sido clasificado para navegación polar en aguas que presenten hielos de hasta 40 cm de espesor.
La nave está equipada con dos botes semi rígidos aptos para el traslado de dotaciones de inspección a buques pesqueros presuntamente infractores a la ley de pesca y permite la operación de helicópteros de hasta 10tn de peso. El armamento esta compuesto por un cañón de 30mm operado a distancia y una ametralladora policial de 12,7 mm. Si bien este equipamiento no es considerado armamento militar resulta adecuado para las funciones primarias de la embarcación. Vale acotar que la financiación bancaria de todo el proyecto OPV es a 11 años y hasta el momento los pagos se han venido realizando en tiempo y forma.
Continuando con la política de control integral de los espacios marítimos implementada a partir de 2015, la adquisición de naves de última generación se suma a la creación del Comando Conjunto de Vigilancia y Control del Mar. El organismo dependiente del Estado Mayor Conjunto de las FFAA entrará en funciones a partir de diciembre e implica darle al control del mar un carácter de operación militar conjunta. Hasta el presente está en manos de la Armada Argentina y la Prefectura Naval. Ambas instituciones coordinan las actividades de control e incluso en los últimos tiempos alternan la presencia de efectivos de una fuerza en las naves de la otra. Si bien desde los ministerios de Defensa y Seguridad se exhibe con orgullo la nula penetración de buques pesqueros ilegales en la presente temporada del calamar, algunos sectores ecologistas insisten en cuestionar la falta de acción estatal en materia de control de la depredación pesquera.
Sobre el Capitán Mercante Luis Piedrabuena
El nombre con el cual se reconocerá a este buque pertenece al Comandante Luis Piedrabuena, nacido en Carmen de Patagones el 24 de agosto de 1833, marino mercante y patriota argentino cuyas acciones en la Patagonia consolidaron la soberanía territorial. Con tan solo 15 años, y como primer oficial en una goleta, llegó a las islas Malvinas. En 1850 navegó por los canales fueguinos conociendo allí a los pueblos tehuelches a quienes inculcó el amor por la soberanía. Al igual que el propio Almirante Guillermo Brown y otros pioneros marinos civiles, fue reconocido con la jerarquía militar de “Coronel de Marina” en reconocimiento a sus servicios a la patria.
En 1854 Piedrabuena viajó a Nueva York, donde durante dos años completó sus estudios náuticos. Numerosas fueron sus navegaciones por las costas patagónicas, Islas Malvinas y Tierra del Fuego, salvando incontables vidas de náufragos en lo que serían los comienzos de las misiones de búsqueda y rescate de la Armada. Falleció el 10 de agosto de 1883 en Buenos Aires con tan solo 49 años.
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