“Nací en Hiroshima, en una ciudad con una historia que todo el mundo conoce. Cuando era niño la ciudad todavía estaba en reconstrucción. Mucha gente había perdido todo con la bomba, pero soy testigo de lo que es vivir con la convicción de que la vida, mañana, será mejor”. La entrevista con Takahiro Nakamae, embajador de Japón en Argentina, empieza así y, en un instante, los cálculos y la estrategia para obtener una definición sobre política, deuda externa o geopolítica se evaporan. “Iba a la escuela en bicicleta y pedaleaba todos los días una hora, con frío o calor”, recuerda este diplomático de 61 años, de los cuales 5, en dos instancias diferentes, los vivió en Argentina.
En las alturas del edificio-torre de la calle Bouchard, el embajador recibe a Infobae y sabe que se hablará de lo que el “círculo rojo” espera, que es el papel que está jugando su país en las negociaciones que mantiene la Argentina con el Club de París y el Fondo Monetario Internacional. Pero, fiel a su estilo y a su solvencia de diplomático experimentado, escapa con una mezcla de gracia y sobriedad, de las encerronas dialécticas. Se permite, como lo hace en las redes sociales (@embajadorjpnarg), sorprender y complacer a su interlocutor para decir lo que quiere, lo que puede y no más.
Nakamae es consciente de que cualquier definición, en esta instancia, puede apestillar un conflicto o recalentar las ya tensas relaciones entre Argentina y los países más poderosos del mundo que están sentados, en simultáneo, en los mismos sillones: el Club de París y el FMI. Es que, como Sísifo, los argentinos están otra vez lidiando con la piedra de la deuda.
En la entrevista, el embajador presenta el Aleph que traba un acuerdo. Pero no se explaya porque sabe que abundar puede generar equívocos. El lenguaje y sus interpretaciones pueden ser un trampa peligrosa. El lugar donde están todos los lugares de los tironeos por la deuda argentina es la palabra ”comparabilidad”. Apenas reconoce que los países más poderosos del mundo le plantean, bajo este concepto, que la Casa Rosada trate a sus acreedores del mismo modo. A todos los países con los que tiene deuda. China es el elefante en el salón. “Sin nombres propios, por favor”, se dispensa el embajador.
El embajador se emociona cuando habla de sus padres en Hiroshima, de su estadía a los 13 años en Estados Unidos, de los Juegos Olímpicos Tokio 2020/2021 y lamenta que la pandemia obligue al cierre de las tanguerías y el Teatro Colón.
Y trae el elefante a colación, sin riesgos de equivocación: “China está con intención de transformar el status quo y ello con fuerza, de manera unilateral y, muchas veces, sin respetar los derechos internacionales”.
- Argentina está en problemas para cumplir con sus compromisos financieros y solicitando comprensión de los países que integran los organismos multilaterales...
Argentina no es el único país con problemas. Todos los países tienen, incluso Japón tiene muchos problemas, muchos desafíos. Lo importante creo es la mayor confianza entre sí. Que cada uno pueda plantear ‘yo tengo estos problemas, estos y estos, y yo tengo estos, estos problemas’: vamos a juntarnos cómo podemos colaborar para juntos poder trabajar. Para ello lo que haría falta es la mayor comunicación, más fluida.
Siempre insistimos en que en este contexto lo importante es que nosotros, todos, vivimos, jugamos, participamos en las actividades globales bajo ciertas reglas. La importancia de los valores fundamentales que todos compartimos, como democracia, como derechos humanos o libertad, libertad de prensa, libertad de expresión. Y también la importancia de manejar las relaciones internacionales bajo el principio de imperio de la ley. Este orden libre, este orden mundial libre y abierto es algo que nosotros pensamos que es muy importante en el proceso de reconstrucción post pandemia y Argentina también con sus propios desafíos es una parte del esfuerzo conjunto.
- ¿Cuál es la posición que tiene Japón en las negociaciones de Argentina ante el Club de París y el Fondo Monetario?
Cuando se trata de discusiones en el Fondo Monetario o el Club de París, el gobierno de Japón, como acreedor, no otorgamos créditos a la Argentina u otros países como negocios, como motivos lucrativos. Fue como parte de cooperación y para financiar proyectos de desarrollo del país. Ese era el costo necesario para inversiones para el desarrollo de Argentina y nosotros cooperamos para financiarlo. Nosotros cooperamos, seguramente con condiciones más favorables a los deudores que un crédito de un banco comercial. Japón, o nosotros, quisiéramos mantener nuestra relación en apoyo al desarrollo de Argentina y, para ello, creo que es necesario un intercambio para el bien de construir una confianza duradera. Comprendemos que la situación es muy difícil ahora, la condición con esta pandemia. La crisis económica que hay en todo el mundo, pero lo que necesitamos es una disposición de construir las relaciones duraderas sobre la confianza, para el bien de un crecimiento económico sustentable de un país como Argentina.
Con el Fondo Monetario, en este sentido, esperamos que Argentina llegue a un acuerdo para que este acuerdo sirva para la recuperación y el desarrollo para el futuro de este país.
- ¿Qué debería hacer Argentina para que avance un acuerdo con el FMI y el Club de París?
El acuerdo con respecto al Club de París, que fue hecho en 2014, fue un acuerdo. Ambos lados estaban de acuerdo en cumplirlo. Un lado lo daba por asegurado y planeaba todo el manejo de recursos sobre la base de lo acordado. La otra parte, ahora tiene problemas en cumplirla. Si en este caso se ponen a negociarse, hay que comprender que de este lado de los acreedores, incluyendo Japón, están involucrados fondos públicos, que tendrían que ser manejados con responsabilidad. Tienen las autoridades financieras de Japón rendición de contabilidad, en cuanto al manejo de este fondo, entonces son dos autoridades involucradas: la política fiscal y la financiera. Son expertos y saben bien de qué se trata el fondo público.
Tengo fe de que las autoridades y las dos partes comprenden bien y están en negociaciones para llegar a un acuerdo. De parte del Club de París, yo no estoy en posición de contar sobre las condiciones del término bilateral, pero lo que tengo entendido del consenso del Club de París es que quieren que Argentina llegue o por lo menos haga su mejor esfuerzo para llegar a un acuerdo sobre un programa con el Fondo Monetario antes del fin del año o los primeros meses del año que viene y otro es la “comparabilidad”, lo que llamamos la “comparabilidad”. Mi entendimiento es que el Club de París propuso estos términos como una necesidad de mantener las relaciones constructivas, duraderas y sustentables.
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Aquí está el quid de la cuestión. Estados Unidos, Japón y Alemania -los tres de peso gravitante en el FMI y el Club de París- reclaman que Argentina, así como plantea que no está en condiciones de pagar sus compromisos con esos organismos -que están financiados con impuestos de sus contribuyentes- debería reconocer esa misma imposibilidad con otros países, como el caso de China. El gigante asiático y segunda economía del mundo otorgó préstamos multimillonarios que se mantienen en condiciones regulares y son “honrados” con puntillosa puntualidad.
En un informe publicado en Infobae el 29 de mayo pasado, se detalla el contenido del estudio internacional titulado “Cómo presta China, una mirada a 100 contratos de deuda con gobiernos extranjeros”, presentado en Washington por Anna Gelpern (profesora de la Universidad de Georgetown), los investigadores norteamericanos Scott Morris y Brad Parks y los alemanes Sebastian Horn y Christoph Trebesch, del Instituto Kiel de Economía Mundial. Allí se demuestra por qué los créditos chinos son peligrosos y un obstáculo para que Argentina acuerde con los organismos internacionales, debido a que firmó con entes financieros chinos con “No Paris Club Clauses”, cláusulas que en un 75% de los préstamos otorgados por China rechazan expresamente conceder a los deudores el mismo tipo de facilidades que eventualmente les brinde el Club de París.
Entre los acreedores argentinos se usa un ejemplo doméstico: “Es como si el jefe o la jefa de familia le diga a su esposo o esposa que no pagará la hipoteca y la tarjeta de crédito porque no tiene dinero y al mismo tiempo tenga gastos en bienes de lujo y en salir con amigas o amigos”.
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China, los derechos humanos y el uso de la fuerza
- ¿Qué mirada tiene Japón con respecto a China en el equilibrio de poder global?
Las relaciones con Chinas son muy positivas, de lo que estamos hablando es que también hay que reconocer que China está con una intención de transformar el status quo y ello con fuerza, de manera unilateral y, muchas veces, sin respetar los derechos internacionales, es decir, de un modo que no es compatible con el derecho internacional.
No es que Japón esté reclamando que acabemos con China, no es que Japón esté tratando de inducir a los demás países a que rechacen a China. Nuestra posición no es que si tú estás conmigo, no estás con él, ese no es el argumento que hacemos.
China es una parte muy importante, es una economía enorme y podríamos beneficiarnos de una forma enorme en una cooperación constructiva con ese país, pero para que toda la comunidad internacional podamos beneficiarnos de las cooperaciones económicas comerciales y tecnológicas con este país sí que tenemos que levantar nuestra voz cuando es necesario, tratando de invitar a China a que juegue con nosotros de acuerdo con las reglas, que no intente cambiar las posiciones que ya tenemos con su fuerza, con su propia lógica. Todo el mundo está manejando las relaciones internacionales de acuerdo con el derecho público internacional, y eso es la base y nada más.
- ¿Cuál es la posición de Japón ante la tecnología 5G que China promueve en el mundo?
Las cooperaciones tecnológicas con China, en términos generales son muy importantes. China ya es un país con mucha tecnología. Aquí hay que evitar malos entendidos. La intención no es rechazar el 5G porque es china. No. Lo que se está planteando es que hagámoslo de una manera más abierta y sin riesgo de intervención estatal a estas aplicaciones de la tecnología, y esto incluye respeto a los derechos humanos, derechos intelectuales, de propiedad intelectual o la privacidad. Si China está de acuerdo con estos planteamientos, creo que estarán muy dispuestos a competir con plena equidad.
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Finalmente, el embajador de Japón también habló con Infobae sobre su original perfil en las redes sociales, donde puede difundir desde su cuenta personal una actividad oficial o mostrarse haciendo el repulgue de una empanada. Aunque pide no ser considerado un “entretenedor”, recuerda la definición del británico Mark Malloch Brown: “Hace 10 años, dijo en un diario que un diplomático tiene que ser un buen negociador a la vez que un buen comunicador”.
Nakamae no sólo estuvo como consejero en la embajada japonesa entre 1998 y 2001, sino que, entre otros hitos de su carrera, fue destinado en 2006 a Irak, donde se dedicó a negociar los planes de reconstrucción. En tiempos de pandemia y mientras Argentina y el mundo buscan recuperarse, el embajador concluye: “Para cualquier proceso de reconstrucción hay que pensar en trabajar todos juntos, darle a la gente participación y creer que “mañana será mejor”.
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