La segunda ola de COVID-19, las características de contagiosidad de las nuevas cepas y la aplanada curva de casos, pero aún con números muy altos -ayer hubo 25.878 casos-, son un combo muy peligroso que hace que el sistema sanitario continúe sumamente estresado. El nivel de ocupación de camas de terapia intensiva, tanto públicas como privadas, es del 91%.
A esta cifra se le agrega un dato que acaba de ser relevado por la Asociación Argentina de Terapia Intensiva (SATI): el 88% del personal de salud “tienen signos de agotamiento”; son médicos intensivistas, enfermeros especializados, traumatólogos, anestesistas, entre otros especialistas que todos los días asisten a los pacientes internados en cuidados intensivos.
El 61,46% del personal se siente irritable y el 57,81% sufre trastornos del sueño, como consecuencia del estrés que viven, entre otras cosas, por tener que informar los fallecimientos diarios de enfermos a sus seres queridos.
Esto no es todo, los afecta la incertidumbre de no conseguir una cama de cuidados de alta complejidad para el 23% de los pacientes graves conectados a un respirador mecánico, que están alojados en salas comunes. El 75% de los internados en terapia en todo el país necesita ventilación mecánica, según el trabajo de la SATI.
Estos no son los únicos signos que afectan al personal de salud: el 36,46% de los trabajadores sanitarios que se desempeñan en terapia intensiva -según el relevamiento fechado el 11 de junio pasado- en algún momento se mostró “agresivo”; más del 36% también tuvo muestras de “impaciencia”, y el “ausentismo” del personal por esta combinación de factores llega al 30%.
Este combo es producto de 15 meses de pandemia, lapso en que no se consiguió incorporar el personal necesario para posibilitar el descanso de quienes están agotados; en el medio genera incertidumbre la alta ocupación de camas y el faltante (por alta demanda) de medicamentos de sedación para los pacientes intubados.
A pesar de esta situación explosiva que se vive dentro de las unidades de cuidados intensivos, “solo un 38% cuenta con un programa de soporte emocional para el equipo de salud dentro de la institución”, refleja el informe de la SATI.
Al sector privado se le adiciona el componente económico: hay clínicas y sanatorios que pusieron en duda el pago del medio aguinaldo; ya existen retrasos en el depósito de sueldos y honorarios, por el “desfinanciamiento” que existe, según denunció ante Infobae, por ejemplo, la Cámara de Prestadores del Conurbano por el aumento de costos de insumos como medicamentos y oxígeno medicinal, y la no actualización de las prestaciones por parte de las obras sociales, entre ellas el PAMI y IOMA.
Las principales cámaras que agrupan a las clínicas y sanatorios de la provincia de Buenos Aires denuncian que los altos costos de los pacientes COVID-19 en terapia intensiva las están “fundiendo”.
Este hecho también impacta en la psiquis de quienes día tras día luchan en las terapias intensivas contra la cara más dramática del COVID-19.
Ocupación de camas y comité de bioética
Según el último relevamiento de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva, la ocupación actual de camas en cuidados intensivos es del 91% en todo el país, un porcentaje muy alto que se mantiene desde el 14 de mayo pasado, cuando era del 90%, pero en ese momento el 58% de los pacientes estaban ingresados por coronavirus y el 42% por otras patologías.
La foto del 11 de junio revela que los enfermos por COVID-19 ocupan el 69% de las camas UTI, apenas un 3% más bajo que el relevamiento del 4 de junio, pero un 11% más elevado que el 28 de mayo, cuando era del 58%.
El trabajo, basado en la información estadística brindada por 192 unidades de terapia intensiva de todo el país, indica que hay 10 jurisdicciones con una ocupación mayor del 90%: Buenos Aires (93,09%), Catamarca (91%), Chubut (97,81%), Córdoba (95,7%), La Pampa (94,68%), Mendoza (98,18%), Misiones (93,4%), San Juan (95,89%), Santa Fe (92,57%) y Tierra del Fuego (92,59%).
La situación en el Área Metropolitana (AMBA) sigue siendo muy grave. La tasa de ocupación es del 91% pero con el siguiente detalle: el 96% está en el Conurbano y el 88% en CABA. En estos casos, la ocupación por pacientes COVID-19 es mayor que la media del país, porque trepa al 71%, y el uso de ventilación mecánica es del 82%.
El trabajo de la SATI muestra que, en el AMBA, el 52% de las instituciones relevadas “no presentó camas de terapia disponibles”.
Como ya informo este medio, en el conurbano bonaerense ya hubo casos en que los médicos intensivistas tuvieron que optar por el denominado “protocolo de última cama” un día que llegaron cuatro pacientes graves en un corto lapso”.
El reconocimiento de la situación de “colapso” que se vive en las clínicas y sanatorios del conurbano bonaerense fue detallado de forma dramática a Infobae por el doctor Pablo Figueroa.
La drástica medida no la debería tomar el profesional responsable del paciente en soledad. Según las disposiciones del Ministerio de Salud de la Nación, y también de la provincia de Buenos Aires, lo debe realizar el “comité de crisis” o de bioética de cada institución, ya sea pública o privada.
Sin embargo, según el estudio de la SATI, “sólo el 51% de las instituciones tiene Comité de Bioética, y el 50% dispone de un protocolo o equipo de apoyo para decidir a qué paciente se le asigna el recurso”.
Ese dato que no puede ser soslayado, sumado al “alto grado de cansancio y de Burnout en el equipo de salud con pobre contención desde las instituciones”, son los más salientes y de mayor preocupación del nuevo informe de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva que debe ser abordado de manera urgente ya que la pandemia no solo no terminó, sino que está en pleno desarrollo.
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