Una nueva grieta divide al sindicalismo en estas horas: la reforma del sistema de salud que propuso Cristina Kirchner encontró resistencia entre los integrantes de la Confederación General del Trabajo (CGT), pero también apoyos en dirigentes cercanos al kirchnerismo como el camionero Hugo Moyano y el mecánico Ricardo Pignanelli, aunque admitieron que no conocen los detalles del proyecto.
“Siempre que sea para mejorar la situación de la salud me parece razonable. Las obras sociales han llevado adelante un papel muy importante en esta pandemia y están pasando por situaciones complicadas porque los medicamentos han aumentado en forma impresionante. No conozco en profundidad esto que se viene anunciando, pero creo que será para mejor: apoyamos la discusión para mejorar el sistema de salud”, afirmó Moyano en declaraciones radiales cuando le preguntaron acerca de la iniciativa que planteó la Vicepresidenta.
El líder de Camioneros sostuvo: “Las obras sociales hemos hecho un aporte importantísimo; hemos recibido gente de prepagas que se sorprenden por el buen servicio que tenemos y hemos puesto todo el esfuerzo para que la salud de los trabajadores sea atendida como corresponde”. Y consideró que “el Gobierno está haciendo un esfuerzo muy importante para evitar que esta pandemia produzca cosas más complejas, no sólo en la salud, sino también en lo económico. El Gobierno toma medidas que son antipáticas, pero que hay que tomar porque son necesarias para cuidar la salud de la gente”.
Por su parte, el titular del Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (SMATA), Ricardo Pignanelli, fue más enfático todavía en apoyar la reforma del sistema de salud al señalar que “la propuesta que hizo Cristina está dentro de lo que pensamos todos los dirigentes del movimiento obrero, más todavía aquellos dirigentes que nos quedamos con la obra social y no gestionamos con prepagas”.
Tras aclarar que no critica a las prepagas, el dirigente destacó que “la discusión va a poner en equilibrio la salud en la Argentina, que es lo que necesitamos” y opinó que “la pandemia nos sirvió para desnudar un montón de fallas que tenemos en el sistema de salud y que se pueden mejorar”.
“Yo veo bien todo lo que tenemos que hacer para mejorar la salud de los trabajadores, de la familia de los trabajadores y de la gente que desgraciadamente no tiene trabajo. Es cuestión de sentarse y conversar”, concluyó Pignanelli.
Mientras, la CGT se mantiene en silencio y no tiene prevista ninguna reunión para analizar el proyecto del kirchnerismo. Incluso llama la atención que Héctor Daer, uno de los cotitulares cegetistas y líder de Sanidad Buenos Aires, pidió a sus colegas que no hablaran sobre el tema. Sin embargo, varios de los dirigentes de la central obrera admitieron su preocupación por la insistencia de Cristina Kirchner en impulsar una reformulación del sistema de salud y advirtieron que se trata de un plan para apropiarse de los fondos de las obras sociales.
El único dirigente cegetista que hizo declaraciones fue el secretario de Relaciones Internacionales de la central obrera, Gerardo Martínez: en diálogo con Infobae, dijo que la reforma del sistema sanitario “es una expresión de deseos”, pero sostuvo que “sería interesante que explique lo que propone y si los sectores aceptan la propuesta”, y admitió que “sería distinto si hubiera un mensaje de lo que quiere el Presidente”.
De todas formas, el secretario general de la UOCRA consideró que se trata de “un tema a discutir” y destacó que “el Consejo Económico y Social (CES) es el ámbito para debatir esta propuesta que hace la Vicepresidenta”. “El CES está preparado para reunir la masa crítica del sistema y desde el diálogo hay que articular una propuesta consensuada”, señaló.
En este caso, la prudencia de la central obrera contrasta con la enérgica reacción que tuvo cuando Cristina Kirchner pidió en diciembre pasado que “tenemos que ir a un sistema nacional integrado de salud entre lo público, lo privado y las obras sociales que optimice recursos”.
En esa oportunidad, la CGT reunió a su consejo directivo el 11 de enero y elaboró un documento en el que hizo una fuerte defensa de las obras sociales: “El coronavirus demostró la solidez y el nivel cobertura de uno de los sistemas de salud más solidarios del mundo, al tiempo que resultó evidente la necesidad de dotarlo de fondos suficientes para garantizar la salud de todos”, dijo.
“La pandemia multiplicó exponencialmente los costos para la atención en los centros médicos propios y los gastos en la contratación de clínicas y sanatorios privados”, consideró la CGT, luego de lo cual recordó que “los ingresos de las obras sociales mermaron año a año a medida que se fue deteriorando el poder de compra de los salarios y fueron los propios trabajadores los que, con sus aportes, compensaron las caídas de recaudación y costos extras generados por la pandemia en sus obras sociales sin aportar dinero extra”.
“Tenemos que seguir consolidando y fortaleciendo nuestro sistema de salud para poder adecuarlo a los desafíos presentes y futuros -destacó- y seguir sosteniendo con orgullo que los derechos inalienables como la salud deben ser defendidos sin banderías políticas para que cada ciudadano y ciudadana pueda seguir accediendo en tiempo y forma a un sistema que es modelo en el mundo”.
La inspiración del proyecto reformista del sistema de salud es atribuida al equipo que maneja el Ministerio de Salud bonaerense: Daniel Gollán (coordinador de la Comisión de Salud del Instituto Patria) y Nicolás Kreplak (presidente de la Fundación Soberanía Sanitaria) creen que deben centralizarse los recursos del área sanitaria para una mejor utilización de los fondos entre el sistema público, el privado y las obras sociales.
En los oídos sindicales, esas ideas suenan a una estatización del sistema de salud y por eso crece el temor de que el kirchnerismo procure un control férreo de los fondos de las obras sociales. “Vienen por las cajas”, sintetizó un importante dirigente gremial.
Sin embargo, Gollán aseguró hace dos días: “No buscamos estatizar el sistema de salud”. Y destacó que “en la provincia de Buenos Aires estamos tratando de sostener una situación complicada del sector privado, que ya venía mal por las fallas del sistema” e hizo hincapié en que “la pandemia puso al rojo vivo que tienen problemas”, por lo cual pidió “Sentémonos para ver cómo podemos mejorar el sistema en términos de integración”. Para el ministro bonaerense, “hay tres subsectores que deben ser organizados, no es que tiene que desaparecer uno de ellos”.
¿Conformarán estas declaraciones al sindicalismo que mira con desconfianza el proyecto K para reformar el sistema de salud? Aun sin hablar sobre el tema, en la CGT no se olvidan de que hace quince días tuvieron que pedirle ayuda a Alberto Fernández para desactivar el intento de Gollán y de Kreplak de designar gente de su confianza en la Superintendencia de Servicios de Salud. Pero el plan que anunció Cristina Kirchner, según la dirigencia cegetista, es mucho más riesgoso que el intento de copar el organismo que regula los fondos de las obras sociales.
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