Luego de la insistencia de Cristina Kirchner en impulsar una reforma del sistema de salud, en la Confederación General del Trabajo (CGT) no disimulan el malestar por esa iniciativa porque temen que avance sobre el control de los fondos de las obras sociales y advierten que la Vicepresidenta debería explicar lo que propone e incluso quieren saber qué piensa Alberto Fernández sobre el polémico tema.
Así lo afirmó el secretario de Relaciones Internacionales de la CGT, Gerardo Martínez (UOCRA): en diálogo con Infobae, dijo que la reformulación del sistema sanitario “es una expresión de deseos”, pero sostuvo que “sería interesante que explique lo que propone y si los sectores aceptan la propuesta”, y admitió que “sería distinto si hubiera un mensaje de lo que quiere el Presidente”.
De todas formas, consideró que se trata de “un tema a discutir” y destacó que “el Consejo Económico y Social (CES) es el ámbito para debatir esta propuesta que hace la Vicepresidenta”. “El CES está preparado para reunir la masa crítica del sistema y desde el diálogo hay que articular una propuesta consensuada”, señaló el secretario general de la UOCRA.
La postura de Martínez deja entrever la inquietud que existe en el sindicalismo por la propuesta de la Vicepresidenta: la dirigencia gremial está convencida de que el kirchnerismo busca una estatización del sistema de salud para apropiarse de los fondos de las obras sociales. O, al menos, una centralización de los recursos que implicará el control férreo del Estado, tal como proponen dos exponentes K del ala dura como los responsables del Ministerio de Salud bonaerense, Daniel Gollán (coordinador de la Comisión de Salud del Instituto Patria) y Nicolás Kreplak (presidente de la Fundación Soberanía Sanitaria).
La reforma del sistema de salud también fue rechazada este martes por las entidades de la medicina privada agrupadas en la Unión Argentina de Salud (UAS): “Quisiéramos decirle al Poder Ejecutivo que si quiere un nuevo sistema lo plantee a la sociedad en forma franca y transparente y que esté dispuesto al debate con la gente”, planteó el titular de esa entidad, Claudio Belocopitt.
Desde el sindicalismo hay mucha preocupación: “Vienen por las cajas”, interpretó ante Infobae un importante jefe gremial, que, sin embargo, aseguró que la CGT no se pronunciará “por el momento” sobre el tema. “Hay silencio de radio. Esperamos que primero haya precisiones o que quede en claro si se trata sólo de un ataque contra las prepagas”, agregó.
Con el apoyo de Alberto Fernández, la CGT desactivó hace quince días una jugada de Gollán y Kreplak para designar gente de su confianza en la Superintendencia de Servicios de Salud. Por eso piensan que la insistencia de Cristina Kirchner en el sistema es salud es parte de una estrategia más ambiciosa.
En este caso, la prudencia de la central obrera contrasta con la enérgica reacción que tuvo cuando Cristina Kirchner pidió en diciembre pasado que “tenemos que ir a un sistema nacional integrado de salud entre lo público, lo privado y las obras sociales que optimice recursos”.
En esa oportunidad, la CGT reunió a su consejo directivo el 11 de enero y elaboró un documento en el que hizo una fuerte defensa de las obras sociales: “El coronavirus demostró la solidez y el nivel cobertura de uno de los sistemas de salud más solidarios del mundo, al tiempo que resultó evidente la necesidad de dotarlo de fondos suficientes para garantizar la salud de todos”, dijo.
“La pandemia multiplicó exponencialmente los costos para la atención en los centros médicos propios y los gastos en la contratación de clínicas y sanatorios privados”, consideró la CGT, luego de lo cual recordó que “los ingresos de las obras sociales mermaron año a año a medida que se fue deteriorando el poder de compra de los salarios y fueron los propios trabajadores los que, con sus aportes, compensaron las caídas de recaudación y costos extras generados por la pandemia en sus obras sociales sin aportar dinero extra”.
“Tenemos que seguir consolidando y fortaleciendo nuestro sistema de salud para poder adecuarlo a los desafíos presentes y futuros -destacó- y seguir sosteniendo con orgullo que los derechos inalienables como la salud deben ser defendidos sin banderías políticas para que cada ciudadano y ciudadana pueda seguir accediendo en tiempo y forma a un sistema que es modelo en el mundo”.
Antes de entrar a la reunión de la CGT, el titular de la UOM, Antonio Caló, criticó la supuesta reforma del sistema sanitario y destacó que “desde 1970 las obras sociales están manejadas por los gremios y hemos dado muestras: damos salud a 17 millones de habitantes”. Y advirtió: “El Gobierno nacional se tiene que preocupar por el desfinanciamiento que hay con las obras sociales en la medida que han aumentado los costos de la medicina y los aportes son siempre los mismos”.
A fines de 2020, Cristina Kirchner pidió una reforma del sistema de salud durante un acto político realizado en el Estado Unico de La Plata, junto con el gobernador Axel Kicillof, y luego reiteró su idea en el cierre de un encuentro organizado por la Fundación Soberanía Sanitaria, que preside Kreplak, uno de los autores de un documento elaborado en 2019 que sostiene: “Hay que recuperar la gobernanza del sistema de salud a través de la conducción global de políticas de salud de los organismos nacionales de salud bajo un criterio general de centralización normativa y descentralización operativa”.
En medio del silencio sobre el tema por parte del Presidente y de su gabinete, sólo se conoció en esos días la contundente opinión del fallecido Eugenio Zanarini, un hombre de confianza de Ginés González García que encabezaba la Superintendencia de Servicios de Salud: “Un sistema único e integrado es inviable”, señaló el funcionario al sitio Mundo Gremial.
Cristina Kirchner volvió a referirse al tema este lunes durante otro acto en La Plata junto con Axel Kicillof (como en diciembre pasado): “Probablemente esta no sea la última pandemia sino que tengamos otras y que debíamos repensar el sistema de salud. Y que debíamos ir a un sistema integrado entre los tres subsistemas: público, obras sociales y privado o prepagas”, insistió.
“Díganme: ¿hoy no está integrado acaso a las patadas porque lo impuso la realidad, integrando a todos los sistemas porque las prepagas no saben dónde colocar a la gente porque no tienen, van a lo público y de lo público van a lo privado?”, añadió.
La Vicepresidenta mantiene un vínculo tenso con la dirigencia que maneja la CGT desde los años de su gobierno y, en particular, desde la administración macrista. En julio de 2012, Cristina Kirchner designó como responsable de la Superintendencia de Servicios de Salud a Liliana Korenfeld, ex secretaria de Turismo de Río Gallegos y ex titular de la Caja de Servicios Sociales de Santa Cruz. Se trata de una “pingüina” de pura cepa que cerró el grifo de los fondos de las obras sociales y los distribuyó en función del grado de alineamiento con el Gobierno que mantuvieran los dirigentes gremiales.
Ahora, los peores miedos del sindicalismo sobre el avance kirchnerista sobre las obras sociales se agitan con la reforma del sistema de salud que propuso nuevamente la Vicepresidenta. Todos creen imposible que prospere en medio de la pandemia, pero la desconfianza gremial es cada vez mayor.
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